/ sábado 1 de febrero de 2020

Fyilosofía en Expresión | Día del dolor y la enemistad

Este bonito mes del año el cual, con solo evocar su dulce nombre, en algunos de nosotros surgen en la mente de manera involuntaria, corazones emergentes de tonos rosados, frases cursis, imágenes melosas y tal vez incluso algunos recuerdos envueltos en algún tema musical de corte enamorado.

Probablemente los más fríos y menos dados al romanticismo, sólo piensen que ya empezó el mes del corazón y qué hay que ir preparando la idea para celebrarlo y cumplir así con el precepto comercial que indica que al menos un día del año debemos amarnos de forma incondicional y aplicar un dinerito para dar luz a dicho efecto cariñoso.

Pero resulta que para otros no es así.

Individuos que temen pasar por esas veinticuatro horas de amorosos devenires por el humano temor a enfrentar la realidad de su condición amatoria.

A esa condición es a la que quiero referirme en este día, ya que creo que de la otra, la de la melcocha rebosante, primero como dijo el Maestro Silvio Rodríguez Domínguez, “se sabe demasiado” y también porque de ella se encargarán y darán cuenta las redes sociales, los comercios y los vendedores ambulantes en cuanto se requiera.

Volviendo a la tragedia.

Muchas personas y más de las que seguramente ustedes imaginan, en este mes llegarán al día mencionado, en la condición más precaria posible para el caso, la soledad.

Y de alguna manera sufrirán por el efecto.

Hemos llegado como humanidad a tener una vida virtual.

Vivimos “formateados” por un sistema infiltrado en todo, que nos prepara, capacita y entrena para cumplir roles que solo generan beneficios para el mismo.

Al final terminamos creyendo que si no nos encontramos en la situación que la norma indica hemos fracasado y estamos perdidos.

En este caso, el no tener una pareja, una amistad o con quien celebrar, el mal llamado “día del amor”, les genera un estatus de más bien dolor difícil de manejar.

Las redes sociales ayudando al sufrimiento y colocando el dedo en la llaga con esas imágenes que van desde textos irónicos, chistes alusivos, “soldados caídos” (imágenes de jóvenes, sobre todo, a quienes no les aceptan sus flores o declaraciones de amor y exhiben su frustración),la contraparte supuestamente feliz con sus flores, corazones de globo, algodones de azúcar, peluches, coches llenos de papelitos multicolores, restaurantes reventando y publicaciones en facebook de parejas y más parejas incluyendo las disparejas, solamente complican el estadio de pena y realzan el drama.

Pero analicemos lo siguiente.

Primero, cómo es posible que el ponerle un nombre a un día y con este nombre suplir el que habitualmente tiene por su lugar en la semana, por cierto, igual de falso que el primero pueda cambiar tan radicalmente nuestro estado de ánimo.

Segundo, todos los días son iguales, todos, absolutamente todos, luz y oscuridad.

Tercero, el tema de con quien vivo mi vida o de quien me decido acompañar, no puede ni debe tener que ver, con los fríos y calculados designios comerciales de este mundo de metal y más bien debe obedecer a la búsqueda del estilo de vida que he decidido para satisfacer primero, mi necesidad animal de apareamiento y segundo la vida semi gregaria de naturales formas, en la parte que se refiere a mis necesidades sociales en equilibrio con mis impulsos solitarios.

Cuarto, creo que es conveniente aprender a ser feliz en soledad, ese estado perfecto del ser, en el que aprendo a proveer mis necesidades en general y buscar estar en paz con la vida y desde ahí tomar decisiones atinadas, como por ejemplo encontrar a otra persona independiente y feliz con quien compartir el camino de esta existencia.

Así que si te encuentras solo en este bendito día, agradece a la vida la oportunidad de observar la conducta del resto, también de aportarte felicidad sin tener que obedecer al formato y prepárate para una buena elección de compañía, para que probablemente puedas librarte del autómata proceder del consumo y puedas vivir días y días en amor y alegría.

Que al final al día siguiente, muchas vidas vuelven a la normalidad y el amor “catorcefebrerino” se marchita junto con sus rosas y se derrite con sus chocolates envinados de corazonados contornos, ante las terribles realidades, éstas sí tangibles, principalmente de que muchos son “flores de un día”, “partidos de compromiso”y sólo cumplieron con su deber.

Lo más importante para mí y antídoto a este mal es comprender que no hay día tan grande como para contener al amor, ni amor tan pequeño que no pueda beberse en cualquier día.

A mí como dijo mi hija Rebeca a los diez años, este amor, el del “día del amor”, me repugna.

e-mail: hey@gryita.com

facebook: Gryita Fuerte

Este bonito mes del año el cual, con solo evocar su dulce nombre, en algunos de nosotros surgen en la mente de manera involuntaria, corazones emergentes de tonos rosados, frases cursis, imágenes melosas y tal vez incluso algunos recuerdos envueltos en algún tema musical de corte enamorado.

Probablemente los más fríos y menos dados al romanticismo, sólo piensen que ya empezó el mes del corazón y qué hay que ir preparando la idea para celebrarlo y cumplir así con el precepto comercial que indica que al menos un día del año debemos amarnos de forma incondicional y aplicar un dinerito para dar luz a dicho efecto cariñoso.

Pero resulta que para otros no es así.

Individuos que temen pasar por esas veinticuatro horas de amorosos devenires por el humano temor a enfrentar la realidad de su condición amatoria.

A esa condición es a la que quiero referirme en este día, ya que creo que de la otra, la de la melcocha rebosante, primero como dijo el Maestro Silvio Rodríguez Domínguez, “se sabe demasiado” y también porque de ella se encargarán y darán cuenta las redes sociales, los comercios y los vendedores ambulantes en cuanto se requiera.

Volviendo a la tragedia.

Muchas personas y más de las que seguramente ustedes imaginan, en este mes llegarán al día mencionado, en la condición más precaria posible para el caso, la soledad.

Y de alguna manera sufrirán por el efecto.

Hemos llegado como humanidad a tener una vida virtual.

Vivimos “formateados” por un sistema infiltrado en todo, que nos prepara, capacita y entrena para cumplir roles que solo generan beneficios para el mismo.

Al final terminamos creyendo que si no nos encontramos en la situación que la norma indica hemos fracasado y estamos perdidos.

En este caso, el no tener una pareja, una amistad o con quien celebrar, el mal llamado “día del amor”, les genera un estatus de más bien dolor difícil de manejar.

Las redes sociales ayudando al sufrimiento y colocando el dedo en la llaga con esas imágenes que van desde textos irónicos, chistes alusivos, “soldados caídos” (imágenes de jóvenes, sobre todo, a quienes no les aceptan sus flores o declaraciones de amor y exhiben su frustración),la contraparte supuestamente feliz con sus flores, corazones de globo, algodones de azúcar, peluches, coches llenos de papelitos multicolores, restaurantes reventando y publicaciones en facebook de parejas y más parejas incluyendo las disparejas, solamente complican el estadio de pena y realzan el drama.

Pero analicemos lo siguiente.

Primero, cómo es posible que el ponerle un nombre a un día y con este nombre suplir el que habitualmente tiene por su lugar en la semana, por cierto, igual de falso que el primero pueda cambiar tan radicalmente nuestro estado de ánimo.

Segundo, todos los días son iguales, todos, absolutamente todos, luz y oscuridad.

Tercero, el tema de con quien vivo mi vida o de quien me decido acompañar, no puede ni debe tener que ver, con los fríos y calculados designios comerciales de este mundo de metal y más bien debe obedecer a la búsqueda del estilo de vida que he decidido para satisfacer primero, mi necesidad animal de apareamiento y segundo la vida semi gregaria de naturales formas, en la parte que se refiere a mis necesidades sociales en equilibrio con mis impulsos solitarios.

Cuarto, creo que es conveniente aprender a ser feliz en soledad, ese estado perfecto del ser, en el que aprendo a proveer mis necesidades en general y buscar estar en paz con la vida y desde ahí tomar decisiones atinadas, como por ejemplo encontrar a otra persona independiente y feliz con quien compartir el camino de esta existencia.

Así que si te encuentras solo en este bendito día, agradece a la vida la oportunidad de observar la conducta del resto, también de aportarte felicidad sin tener que obedecer al formato y prepárate para una buena elección de compañía, para que probablemente puedas librarte del autómata proceder del consumo y puedas vivir días y días en amor y alegría.

Que al final al día siguiente, muchas vidas vuelven a la normalidad y el amor “catorcefebrerino” se marchita junto con sus rosas y se derrite con sus chocolates envinados de corazonados contornos, ante las terribles realidades, éstas sí tangibles, principalmente de que muchos son “flores de un día”, “partidos de compromiso”y sólo cumplieron con su deber.

Lo más importante para mí y antídoto a este mal es comprender que no hay día tan grande como para contener al amor, ni amor tan pequeño que no pueda beberse en cualquier día.

A mí como dijo mi hija Rebeca a los diez años, este amor, el del “día del amor”, me repugna.

e-mail: hey@gryita.com

facebook: Gryita Fuerte