/ sábado 23 de mayo de 2020

Fyilosofía en Expresión | ¡Huyamos del planeta!

Qué bueno que no podemos escapar de este lugar que malamente hemos llamado nuestro hogar, porque pienso que de existir alguna alternativa, más de un pudiente de los pocos que hay en las listas de mi país y el mundo lo harían.

Inclusive tal vez veríamos como especie la posibilidad de escapar en estampida.

Evidentemente buscando no llevar al virus con nosotros.

Qué bueno que no es posible y no por nosotros, sino por la vida interplanetaria, ya que seguramente de ocurrir, lo único que pasaría es que acabaríamos por destruir ese nuevo planeta, igual que lo estamos haciendo con éste debido a que llevaríamos sin buscarlo a la peor amenaza de la humanidad: nosotros.

Creo que una vez más estamos fuera de contexto, me parece que tenemos las manos atadas y no pienso que es algo que no tiene solución, más bien considero que la raíz del problema aún no la estamos atendiendo.

El virus nos sorprendió, sólo entre comillas, no sabíamos su nombre, ni cuándo llegaría, pero hace bastantes años que estamos viviendo la gestación de no uno, sino de muchos monstruos bioquímicos, organismos celulares malignos, seres que parecen emanados de la más sensacional producción hollywoodense.

Asesinos disfrazados en productos alimenticios, bebidas, ingredientes nocivos, fertilizantes, herbicidas, medicamentos, basura, sustancias vertidas por las diferentes industrias de manera inmisericorde en el medio ambiente, mutaciones genéticas, y esto sin contar la información clasificada de experimentos y armas químicas de la cual, pues, ya es más complicado tener acceso.

Aunque en realidad pienso que poco importaría que dicha información estuviera expuesta, vivimos en un mundo que compra de buena gana sus venenos y los suministra a su cuerpo y el de los suyos de manera sistemática y llenos incluso de alegría.

El virus no es lo peor que nos ha sucedido, sus daños son potenciados por nuestras creaciones, de las cuales no solamente tenemos conocimiento hace años, sino que además procuramos fomentar el daño que nos causan.

¿Te suena mal esto?

No hemos querido erradicar de las escuelas la comida chatarra, no logramos que se publiquen las etiquetas claras de los productos envasados, seguimos consumiendo colorantes, azúcares, harinas blancas y, lo peor, enseñando a vivir así a las nuevas generaciones.

No hemos realizado verdaderas campañas, algo semejante al “Quédate en casa” o a algunas propagandas políticas al nivel de la potencia de la publicidad dañina para erradicar los malos hábitos y el consumo de artículos nocivos.

No hemos logrado modificar el sistema educativo para incluir asignaturas a favor del mantenimiento y sostenimiento de la vida.

Al contrario, seguimos colaborando con la difusión y mercadeo de lo que nos mata.

Hoy estamos encerrados para protegernos del virus y, sin embargo, los productos nocivos están aquí también con nosotros haciéndonos compañía y preparándonos para los siguientes riesgos, reclamaciones por falta de cervezas, tiendas de autoservicio con las áreas de botanas agotadas, latas, jugos, refrescos embotellados poblando los carritos de los encapuchados héroes proveedores de la familia.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dice sobre México que cerca del 73% de la población padece obesidad y de este porcentaje el 34% sufre obesidad mórbida.

Según datos de OMS sobre la diabetes 8.7 millones de personas padecen esta enfermedad crónico-degenerativa multifactorial.

De acuerdo con la Federación Internacional de Diabetes China, India, Estados Unidos, Brasil, Rusia y México son los países con mayor número de diabéticos.

Perdemos anualmente cerca de 106 mil 500 personas por complicaciones de esta enfermedad.

Hasta 2017, 15 millones de personas padecían hipertensión arterial en México.

Respecto a este padecimiento podemos contar como factores de riesgo modificables las dietas malsanas, el consumo excesivo de sal, dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans, la ingesta insuficiente de frutas y verduras, la inactividad física, el consumo de tabaco y alcohol, y el sobrepeso o la obesidad.

Por otro lado, hablando de tabaquismo, en nuestro país cerca de 60 mil personas fallecen al año, el equivalente a unas 180 defunciones por día, según estadísticas de mortalidad de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

¿Qué te parece esto?

Resulta que los socios mortales del virus, al igual que el mismo virus, son de nuestra autoría.

¿En verdad no lo vimos venir?

Creo que debemos hacer un alto y no solo para cuidarnos del virus, sino para salvarnos de nosotros mismos, reinventar la educación parece ser el único remedio, formar rutinas positivas, cambiar el rumbo, hacerle frente a nuestra ambición para salvar la vida.

Qué bueno que no podemos ir a otro planeta porque seguramente pronto seríamos el peor enemigo interestelar del resto de los pobladores del Universo si es que los hay.

Quédate en casa, aún no salimos de esto.

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • REGENERACIÓN 19

Qué bueno que no podemos escapar de este lugar que malamente hemos llamado nuestro hogar, porque pienso que de existir alguna alternativa, más de un pudiente de los pocos que hay en las listas de mi país y el mundo lo harían.

Inclusive tal vez veríamos como especie la posibilidad de escapar en estampida.

Evidentemente buscando no llevar al virus con nosotros.

Qué bueno que no es posible y no por nosotros, sino por la vida interplanetaria, ya que seguramente de ocurrir, lo único que pasaría es que acabaríamos por destruir ese nuevo planeta, igual que lo estamos haciendo con éste debido a que llevaríamos sin buscarlo a la peor amenaza de la humanidad: nosotros.

Creo que una vez más estamos fuera de contexto, me parece que tenemos las manos atadas y no pienso que es algo que no tiene solución, más bien considero que la raíz del problema aún no la estamos atendiendo.

El virus nos sorprendió, sólo entre comillas, no sabíamos su nombre, ni cuándo llegaría, pero hace bastantes años que estamos viviendo la gestación de no uno, sino de muchos monstruos bioquímicos, organismos celulares malignos, seres que parecen emanados de la más sensacional producción hollywoodense.

Asesinos disfrazados en productos alimenticios, bebidas, ingredientes nocivos, fertilizantes, herbicidas, medicamentos, basura, sustancias vertidas por las diferentes industrias de manera inmisericorde en el medio ambiente, mutaciones genéticas, y esto sin contar la información clasificada de experimentos y armas químicas de la cual, pues, ya es más complicado tener acceso.

Aunque en realidad pienso que poco importaría que dicha información estuviera expuesta, vivimos en un mundo que compra de buena gana sus venenos y los suministra a su cuerpo y el de los suyos de manera sistemática y llenos incluso de alegría.

El virus no es lo peor que nos ha sucedido, sus daños son potenciados por nuestras creaciones, de las cuales no solamente tenemos conocimiento hace años, sino que además procuramos fomentar el daño que nos causan.

¿Te suena mal esto?

No hemos querido erradicar de las escuelas la comida chatarra, no logramos que se publiquen las etiquetas claras de los productos envasados, seguimos consumiendo colorantes, azúcares, harinas blancas y, lo peor, enseñando a vivir así a las nuevas generaciones.

No hemos realizado verdaderas campañas, algo semejante al “Quédate en casa” o a algunas propagandas políticas al nivel de la potencia de la publicidad dañina para erradicar los malos hábitos y el consumo de artículos nocivos.

No hemos logrado modificar el sistema educativo para incluir asignaturas a favor del mantenimiento y sostenimiento de la vida.

Al contrario, seguimos colaborando con la difusión y mercadeo de lo que nos mata.

Hoy estamos encerrados para protegernos del virus y, sin embargo, los productos nocivos están aquí también con nosotros haciéndonos compañía y preparándonos para los siguientes riesgos, reclamaciones por falta de cervezas, tiendas de autoservicio con las áreas de botanas agotadas, latas, jugos, refrescos embotellados poblando los carritos de los encapuchados héroes proveedores de la familia.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dice sobre México que cerca del 73% de la población padece obesidad y de este porcentaje el 34% sufre obesidad mórbida.

Según datos de OMS sobre la diabetes 8.7 millones de personas padecen esta enfermedad crónico-degenerativa multifactorial.

De acuerdo con la Federación Internacional de Diabetes China, India, Estados Unidos, Brasil, Rusia y México son los países con mayor número de diabéticos.

Perdemos anualmente cerca de 106 mil 500 personas por complicaciones de esta enfermedad.

Hasta 2017, 15 millones de personas padecían hipertensión arterial en México.

Respecto a este padecimiento podemos contar como factores de riesgo modificables las dietas malsanas, el consumo excesivo de sal, dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans, la ingesta insuficiente de frutas y verduras, la inactividad física, el consumo de tabaco y alcohol, y el sobrepeso o la obesidad.

Por otro lado, hablando de tabaquismo, en nuestro país cerca de 60 mil personas fallecen al año, el equivalente a unas 180 defunciones por día, según estadísticas de mortalidad de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud.

¿Qué te parece esto?

Resulta que los socios mortales del virus, al igual que el mismo virus, son de nuestra autoría.

¿En verdad no lo vimos venir?

Creo que debemos hacer un alto y no solo para cuidarnos del virus, sino para salvarnos de nosotros mismos, reinventar la educación parece ser el único remedio, formar rutinas positivas, cambiar el rumbo, hacerle frente a nuestra ambición para salvar la vida.

Qué bueno que no podemos ir a otro planeta porque seguramente pronto seríamos el peor enemigo interestelar del resto de los pobladores del Universo si es que los hay.

Quédate en casa, aún no salimos de esto.

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