/ sábado 18 de abril de 2020

Fyilosofía en Expresión | Resurgir

Parece una pesadilla.

Pensamos que serían sólo unos días, que nada sucedería y que sólo era otra pantalla de la historia, escenas de hospitales, cubrebocas, ciudades vacías, cantos desde balcones, videos y más videos, noticias fantasiosas, curas milagrosas, mentiras y verdades danzan juntas en las redes, fiestas, reuniones y parrilladas empiezan a silenciarse y la plática se torna un poco más seria.

La humanidad se retuerce en sus encierros.

Una amenaza invisible y silenciosa acecha nuestras vidas.

La discusión en cuanto a la realidad de la pandemia arrecia.

La desesperación empieza, emociones como estrés, enojo, confusión, miedo a la infección, aburrimiento, miedo a la pérdida financiera, angustia y ansiedad, son común denominador.

Teorías conspiracionales, sistemas y órdenes mundiales, construcciones malévolas en laboratorios, inhumanos "recortes etarios", guerras biológicas y otros conceptos inundan la información cibernética.

El punto es que los muertos pueden contarse y el miedo está en el aire.

Estamos infectados de terror y algunos lo negamos con sana inconsciencia.

¿En realidad haremos grandes cambios?

Para empezar ni siquiera pueden verse claras notas de consciencia en cuanto a las indicaciones y una buena parte de la facción que lo hace se ha volcado en el romanticismo.

Parece que vivimos hoy una nueva utopía. Un mundo de besos y abrazos debido a que el virus nos ha hecho reflexionar y ahora lo valoramos todo, la libertad, los niños, los ancianos y a la vida misma.

Pudiera ser, pero creo que nuestra conducta a lo largo de la historia no habla de una especie que aprenda rápido, ni con facilidad, además de que hemos sido entrenados para la destrucción.

Nos han impuesto un mundo, una idea de mundo o una sola vida para todos.

Se han empeñado en medirnos a todos con la misma regla.

La escuela, la competencia, la economía, las religiones, el consumismo, la industrialización, al final se ha tratado de un sistema radical, agresivo, opresor y tirano que nos ha despersonalizado convirtiendo al planeta en lo que es hoy: un basurero en todas sus formas.

Hoy nos topamos con la fragilidad.

También con los hechos. Somos seres individuales pero viajamos en una sola nave en colectivo.

Hoy estamos muchas familias en casa, todos juntos pero no podemos tocarnos. Así que tenemos que ensayar nuevas formas de mostrarnos el afecto.

Tal vez sea un momento, si bien, no para lograr desligarnos del sistema, al menos para reconfigurar nuestro programa personal. El proceso sistemático sigue su curso, pretendemos ahora hacer cambios globales que nos hagan mejores personas y así una mejor humanidad.

Los gurús del globo van ahora a dictar las nuevas formas de conducir la vida, es decir, ¡todos al nuevo formato!

¿Qué tal hacer una vida para mí?

Es decir, aceptar que soy un ser individual y como tal debo ejercer mi libertad y así, a través de un verdadero juicio crítico, desechar todo aquello que no sea de mi agrado y traer a mi vida lo que en verdad me beneficie. Esto incluye tratar de informarme de la mejor manera y no seguir por seguir cualquier propuesta que me asegura ser "la gran verdad, madre y padre de todas las verdades absolutas e irrefutables, la única verdad verdadera".

Construir un entorno a mi medida, ya sea religioso, espiritual, artesanal, formal, informal, rústico, clásico, ancestral, alternativo, milenario, vegano, mediterráneo, ketogénico, en fin, de acuerdo conmigo.

Construir un mundo para mí, que reúna mis expectativas, que me dé paz y alegría para después embonarlo suavemente como una pieza de rompecabezas al colectivo.

Esto pudiera bajar la tensión, el estrés, la incomodidad y permitirnos ser más felices, cada uno a su manera, respetando a los demás en sus estilos, gustos y espacios. No todos deseamos lo mismo de la vida pero tal vez, si nos agrada, muchos más deseemos vivirla y cuidarla.

Ingredientes como la paz, la compasión, la generosidad, la tolerancia, el respeto a las diferencias, la libertad de pensamiento, el perdón y el amor pueden volverse ingredientes casi indispensables en sus fases más honestas para lograr este fin.

Tal vez así pudiéramos lograr una propuesta más sincera, más clara y, sobre todo, más funcional para cuidar mi estancia, la nave y a mis compañeros de viaje.

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte

Regeneración 19

Construir un mundo para mí, que reúna mis expectativas, que me dé paz y alegría para después embonarlo suavemente como una pieza de rompecabezas al colectivo.


Parece una pesadilla.

Pensamos que serían sólo unos días, que nada sucedería y que sólo era otra pantalla de la historia, escenas de hospitales, cubrebocas, ciudades vacías, cantos desde balcones, videos y más videos, noticias fantasiosas, curas milagrosas, mentiras y verdades danzan juntas en las redes, fiestas, reuniones y parrilladas empiezan a silenciarse y la plática se torna un poco más seria.

La humanidad se retuerce en sus encierros.

Una amenaza invisible y silenciosa acecha nuestras vidas.

La discusión en cuanto a la realidad de la pandemia arrecia.

La desesperación empieza, emociones como estrés, enojo, confusión, miedo a la infección, aburrimiento, miedo a la pérdida financiera, angustia y ansiedad, son común denominador.

Teorías conspiracionales, sistemas y órdenes mundiales, construcciones malévolas en laboratorios, inhumanos "recortes etarios", guerras biológicas y otros conceptos inundan la información cibernética.

El punto es que los muertos pueden contarse y el miedo está en el aire.

Estamos infectados de terror y algunos lo negamos con sana inconsciencia.

¿En realidad haremos grandes cambios?

Para empezar ni siquiera pueden verse claras notas de consciencia en cuanto a las indicaciones y una buena parte de la facción que lo hace se ha volcado en el romanticismo.

Parece que vivimos hoy una nueva utopía. Un mundo de besos y abrazos debido a que el virus nos ha hecho reflexionar y ahora lo valoramos todo, la libertad, los niños, los ancianos y a la vida misma.

Pudiera ser, pero creo que nuestra conducta a lo largo de la historia no habla de una especie que aprenda rápido, ni con facilidad, además de que hemos sido entrenados para la destrucción.

Nos han impuesto un mundo, una idea de mundo o una sola vida para todos.

Se han empeñado en medirnos a todos con la misma regla.

La escuela, la competencia, la economía, las religiones, el consumismo, la industrialización, al final se ha tratado de un sistema radical, agresivo, opresor y tirano que nos ha despersonalizado convirtiendo al planeta en lo que es hoy: un basurero en todas sus formas.

Hoy nos topamos con la fragilidad.

También con los hechos. Somos seres individuales pero viajamos en una sola nave en colectivo.

Hoy estamos muchas familias en casa, todos juntos pero no podemos tocarnos. Así que tenemos que ensayar nuevas formas de mostrarnos el afecto.

Tal vez sea un momento, si bien, no para lograr desligarnos del sistema, al menos para reconfigurar nuestro programa personal. El proceso sistemático sigue su curso, pretendemos ahora hacer cambios globales que nos hagan mejores personas y así una mejor humanidad.

Los gurús del globo van ahora a dictar las nuevas formas de conducir la vida, es decir, ¡todos al nuevo formato!

¿Qué tal hacer una vida para mí?

Es decir, aceptar que soy un ser individual y como tal debo ejercer mi libertad y así, a través de un verdadero juicio crítico, desechar todo aquello que no sea de mi agrado y traer a mi vida lo que en verdad me beneficie. Esto incluye tratar de informarme de la mejor manera y no seguir por seguir cualquier propuesta que me asegura ser "la gran verdad, madre y padre de todas las verdades absolutas e irrefutables, la única verdad verdadera".

Construir un entorno a mi medida, ya sea religioso, espiritual, artesanal, formal, informal, rústico, clásico, ancestral, alternativo, milenario, vegano, mediterráneo, ketogénico, en fin, de acuerdo conmigo.

Construir un mundo para mí, que reúna mis expectativas, que me dé paz y alegría para después embonarlo suavemente como una pieza de rompecabezas al colectivo.

Esto pudiera bajar la tensión, el estrés, la incomodidad y permitirnos ser más felices, cada uno a su manera, respetando a los demás en sus estilos, gustos y espacios. No todos deseamos lo mismo de la vida pero tal vez, si nos agrada, muchos más deseemos vivirla y cuidarla.

Ingredientes como la paz, la compasión, la generosidad, la tolerancia, el respeto a las diferencias, la libertad de pensamiento, el perdón y el amor pueden volverse ingredientes casi indispensables en sus fases más honestas para lograr este fin.

Tal vez así pudiéramos lograr una propuesta más sincera, más clara y, sobre todo, más funcional para cuidar mi estancia, la nave y a mis compañeros de viaje.

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte

Regeneración 19

Construir un mundo para mí, que reúna mis expectativas, que me dé paz y alegría para después embonarlo suavemente como una pieza de rompecabezas al colectivo.