/ domingo 15 de marzo de 2020

Fylosofía en Expresión | Resiliencia

Tremendo, terrible y doloroso, es para cualquier ser humano, el ver a otro fracasar, sufrir o perder. Es un sentimiento como de impotencia, revuelto con un tipo de ira, que regularmente es provocada por un efecto espejo.

Es una sensación de muchos conocida, muy probablemente todos alguna vez hemos visto como otros pierden y algunas veces a nosotros nos ha ido mal, son sensaciones completamente distintas, regularmente cuando somos los “actores de la pena”, ni vemos quien nos ve.

Así es como va la vida, imposible de parar, todos tenemos un día de perder y un día de ganar, por eso es conveniente de vez en cuando, reflexionar en la fragilidad de nuestros porvenires, en esa delgada línea entre tener y no tener.

Por eso considero que el saber caer es un arte y el saber levantarse otro igual. Cuando yo estudiaba judo con mi muy querido maestro el Ing. Juan Jiménez, aprendí que no importa la fuerza del contrario cuando la utilizó de forma directamente proporcional en su contra.

Que caer cuando es inevitable debe ser algo así como volar, un acto consciente, definido, firme pero sobre todo controlado para poder utilizar el propio impulso que obliga el descenso para general el vuelo hacia arriba.

Utilizar la misma fuerza que te hace caer para levantarte. Por eso hoy a todos mis amigos que son víctimas de este duro tiempo, a todos aquellos que están quedando sin empleo, sin opciones, sin negocios.

A esos que no pueden pagar las escuelas de sus hijos por que sus changarros están a punto de quebrar, a los que piensan que no queda más que quitarse la vida, a los que los persiguen los bancos, las tiendas de autoservicio, las casas de crédito.

A los que les llaman todos los días para cobrarles, que los molestan llamando a sus amigos, a sus empleos, a sus padres, de mañana, tarde, noche y madrugada, a los que sumidos en la más profunda de las vergüenzas han preferido cambiar de casa o de teléfono.

A esos jóvenes que simplemente no podrán continuar sus estudios universitarios debido a que no sólo sus padres no podrán apoyarlos sino que además requieren de su ayuda para soportar la carga económica del hogar.

A los que de pronto su negocio deja de ser productivo y quedan fuera de combate a causa de los avances tecnológicos, la competencia desleal, los cambios vertiginosos de mercados, políticas e incluso de la evolución.

A los que no encontrarán la forma de trabajar y desarrollarse en aquello a lo que le invirtieron tantos años de estudios y esfuerzos.

Hoy les ofrezco mi aprecio, les doy mi palabra de aliento, sepan ustedes que quizá este tiempo será el trampolín para un mejor mañana, que el mundo está lleno de opciones y de oportunidades, que no todo termina hoy, que siempre habrá un mañana.

Que lo mejor es mutar favorablemente a la realidad imperante, lograr amoldarse a este mundo cambiante, indefinido, desechable, en el que la sabiduría está al alcance de un clic y la estupidez puede llegar a ser hasta un gran negocio.

Que los límites los ponemos nosotros mismos, que nuestro valor como personas y como profesionales no lo da ni lo quita un puesto, que no es el trabajo lo que da la prosperidad, por que de ser así los burros serían millonarios.

Que hay muchos ejemplos a seguir de personas que llegaron a sus más altos niveles, después de morder el polvo en un aparente fracaso, que esto es en espiral, que todo pasa, por eso hay que ser humilde en la hora del triunfo y sereno el día del fracaso.

Que nadie tiene que perder para que otro pueda ganar, que el sol sale para todos, que mañana será otro día, que no hay que preocuparse, que hay que ocuparse, que todo tiene solución, que todo es negociable, que depende de nosotros lo que el mundo habrá de otorgarnos.

Que en este relampagueante, cibernético y vertiginoso día de hoy, las oportunidades surgen en un segundo y que también es posible inventarnos una ocupación de la noche a la mañana.

Que esta experiencia puede dejar como enseñanza, el manejo inteligente de la temporalidad y darnos poco a poco la experticia de modo que podamos volvernos tan objetivos y a la vez flexibles que saquemos el mejor de los provechos en aquello que tengamos en las manos, igual si es un negocio, un empleo o un emprendimiento, brindando el mejor de los servicios mientras logramos disfrutar el estadio pero sabiendo que posiblemente tarde o temprano habrá que cambiar y ajustar el rumbo, de modo que al suceder esto sea solo parte del proceso, sin dolor, sin sufrimiento, sin duelo.

Basta imprimir el corazón, la buena voluntad, el deseo de servicio y además unas ganas locas, felices y genuinas de salir adelante.

Que como cantó la Rinaldi, de la autoría de la gran Eladia Blázquez “ A pesar de todo, la vida que es dura, también es milagro, también aventura, a pesar de todo dejándola abierta verás que se cuela el sol por tu puerta, siempre hay un motivo, si encuentras el modo de sentirte vivo, a pesar de todo”.

Escríbeme.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

Tremendo, terrible y doloroso, es para cualquier ser humano, el ver a otro fracasar, sufrir o perder. Es un sentimiento como de impotencia, revuelto con un tipo de ira, que regularmente es provocada por un efecto espejo.

Es una sensación de muchos conocida, muy probablemente todos alguna vez hemos visto como otros pierden y algunas veces a nosotros nos ha ido mal, son sensaciones completamente distintas, regularmente cuando somos los “actores de la pena”, ni vemos quien nos ve.

Así es como va la vida, imposible de parar, todos tenemos un día de perder y un día de ganar, por eso es conveniente de vez en cuando, reflexionar en la fragilidad de nuestros porvenires, en esa delgada línea entre tener y no tener.

Por eso considero que el saber caer es un arte y el saber levantarse otro igual. Cuando yo estudiaba judo con mi muy querido maestro el Ing. Juan Jiménez, aprendí que no importa la fuerza del contrario cuando la utilizó de forma directamente proporcional en su contra.

Que caer cuando es inevitable debe ser algo así como volar, un acto consciente, definido, firme pero sobre todo controlado para poder utilizar el propio impulso que obliga el descenso para general el vuelo hacia arriba.

Utilizar la misma fuerza que te hace caer para levantarte. Por eso hoy a todos mis amigos que son víctimas de este duro tiempo, a todos aquellos que están quedando sin empleo, sin opciones, sin negocios.

A esos que no pueden pagar las escuelas de sus hijos por que sus changarros están a punto de quebrar, a los que piensan que no queda más que quitarse la vida, a los que los persiguen los bancos, las tiendas de autoservicio, las casas de crédito.

A los que les llaman todos los días para cobrarles, que los molestan llamando a sus amigos, a sus empleos, a sus padres, de mañana, tarde, noche y madrugada, a los que sumidos en la más profunda de las vergüenzas han preferido cambiar de casa o de teléfono.

A esos jóvenes que simplemente no podrán continuar sus estudios universitarios debido a que no sólo sus padres no podrán apoyarlos sino que además requieren de su ayuda para soportar la carga económica del hogar.

A los que de pronto su negocio deja de ser productivo y quedan fuera de combate a causa de los avances tecnológicos, la competencia desleal, los cambios vertiginosos de mercados, políticas e incluso de la evolución.

A los que no encontrarán la forma de trabajar y desarrollarse en aquello a lo que le invirtieron tantos años de estudios y esfuerzos.

Hoy les ofrezco mi aprecio, les doy mi palabra de aliento, sepan ustedes que quizá este tiempo será el trampolín para un mejor mañana, que el mundo está lleno de opciones y de oportunidades, que no todo termina hoy, que siempre habrá un mañana.

Que lo mejor es mutar favorablemente a la realidad imperante, lograr amoldarse a este mundo cambiante, indefinido, desechable, en el que la sabiduría está al alcance de un clic y la estupidez puede llegar a ser hasta un gran negocio.

Que los límites los ponemos nosotros mismos, que nuestro valor como personas y como profesionales no lo da ni lo quita un puesto, que no es el trabajo lo que da la prosperidad, por que de ser así los burros serían millonarios.

Que hay muchos ejemplos a seguir de personas que llegaron a sus más altos niveles, después de morder el polvo en un aparente fracaso, que esto es en espiral, que todo pasa, por eso hay que ser humilde en la hora del triunfo y sereno el día del fracaso.

Que nadie tiene que perder para que otro pueda ganar, que el sol sale para todos, que mañana será otro día, que no hay que preocuparse, que hay que ocuparse, que todo tiene solución, que todo es negociable, que depende de nosotros lo que el mundo habrá de otorgarnos.

Que en este relampagueante, cibernético y vertiginoso día de hoy, las oportunidades surgen en un segundo y que también es posible inventarnos una ocupación de la noche a la mañana.

Que esta experiencia puede dejar como enseñanza, el manejo inteligente de la temporalidad y darnos poco a poco la experticia de modo que podamos volvernos tan objetivos y a la vez flexibles que saquemos el mejor de los provechos en aquello que tengamos en las manos, igual si es un negocio, un empleo o un emprendimiento, brindando el mejor de los servicios mientras logramos disfrutar el estadio pero sabiendo que posiblemente tarde o temprano habrá que cambiar y ajustar el rumbo, de modo que al suceder esto sea solo parte del proceso, sin dolor, sin sufrimiento, sin duelo.

Basta imprimir el corazón, la buena voluntad, el deseo de servicio y además unas ganas locas, felices y genuinas de salir adelante.

Que como cantó la Rinaldi, de la autoría de la gran Eladia Blázquez “ A pesar de todo, la vida que es dura, también es milagro, también aventura, a pesar de todo dejándola abierta verás que se cuela el sol por tu puerta, siempre hay un motivo, si encuentras el modo de sentirte vivo, a pesar de todo”.

Escríbeme.

hey@gryita.com

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