/ jueves 8 de agosto de 2019

Gabo ya tiene quién le escriba


Acabo de leer un interesante artículo del destacado periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez, radicado en los Estados Unidos, en una zona residencial de Nueva York, desde la época de la dictadura militar en la República Argentina que se vivió en los años 80 donde escribe que García Márquez encontró por fin quién le escriba.

Esto es en una franca alución a la célebre novela llevada al cinematógrafo y considerada uno de los libros sagrados del escritor colombiano hijo de un telegrafista nacido en Aracataca donde casó con la mamá de Gabo por medio de un poder y procreó 14 hijos entre los que sobresalió uno de los más pequeños que la humanidad conoce como el autor de “Cien Años de Soledad”. Me refiero a la segunda novela que Gabo escribió después de “La Hojarasca” que lleva como nombre “El Coronel no tiene quién le escriba”, que es la trama de un militar retirado que había participado en la guerra de los mil días cuando Colombia se debatía entre una lucha fratricida entre conservadores y liberales y cada lunes el coronel acudía a la oficina del correo a preguntar si había correspondencia para él, durante toda su vida jamás recibió una carta en la que esperaba llegara la pensión prometida por haber defendido a la patria.

En el artículo de Eloy Martínez, se remite para explicar la razón del título de esta colaboración a una nueva biografía editada en Buenos Aires y en España simultáneamente por el escritor inglés Gerarld Martin, que durante 25 años sistemáticamente estuvo tras de García Márquez para conseguir la autorización para que escribiera una biografía autorizada por el Premio Nobel de Literatura. Esto nunca ocurrió, por lo tanto el académico inglés asegura en su biografía que ya está circulando que su trabajo no es una investigación autorizada sino más bien tolerada. Me parece muy correcto la apreciación de este notable hombre de letras que radica en Londres y que durante 25 años estuvo sistemáticamente atrás de García Márquez y Mercedes Barcha, su esposa, para que Gabo platicara con él y le contara las tres facetas que todo escritor tiene: la vida pública, la vida privada y la vida secreta. Desde un principio Mercedes Barcha mostró hartazgo por este anglosajón insistente que en descargo argumentaba ser un fanático de la obra del Nobel colombiano, y como prueba presentaba haber formado parte de las dos únicas personas que en 1967, después de publicado en Buenos Aires “Cien Años de Soledad” que estaban en el aeropuerto junto con el editor Francisco Porrúa, esperando a Gabriel García Márquez para llevarlo a su hotel. Después del “boom” que levantó “Cien Años de Soledad” jamás se pudo acercar a Gabo por que siempre andaba rodeado de una multitud de celebridades a quien el Premio Nobel atendía sin mirar a este profesor inglés un solo instante.

El arte de la biografía es una actividad que dominan con bastante habilidad, dicen los expertos, los escritores anglosajones. Yo prefiero entre los biógrafos que pudieran ser fieles representantes del mundo referido como León Edel, autor de la biografía de Henry James, Richard Ellman, autor de la biografía de James Joyce y Oscar Wilde o Joshep Blotner, quien hizo de la vida de William Faulkner, a Stefan Sweig. Este escritor alemán judío que junto con su mujer se suicidó en Brasil ante la incapacidad de soportar el horror del holocausto que realizó Adolfo Hitler contra el pueblo semita fue sin duda el escritor preferido de mi generación.

Escribió estupendamente la biografía de Freud, Napoleón y otras celebridades, pero en especial hubo una biografía que casi todos leímos y que era un texto de cabecera para los que nos interesábamos en las cosas públicas: La biografía que realizó sobre Joseph Fouché, aquel genio negro, no de la tez, sino en su conciencia y que fue el jefe de inteligencia de Napoleón con una habilidad para saberlo todo antes de que Francia se levantara a desayunar. Este político francés que le tocó vivir una vida miserable en su juventud por dos razones: su fealdad, era un hombre espantosamente deturpado y pobre, logró sobrevivir el horror que significó el gobierno de Robespierre, cuando votó en la comuna que podía salvar la cabeza de Luis XIV, votó por que el monarca fuera decapitado. Y se instaló inmediatamente en el gabinete de Robespierre, para posteriormente convertirse en el jefe de policia durante el imperio de Napoleón repitiendo todos los días a sus asistentes a quien les exigía la información de qué había pasado en la noche anterior. “Recuerden que he salvado mi cabeza por que yo sé antes que nadie todo lo que me importa y lo que no me importa”. “Por eso díganme qué mujer de la corte pasó la noche con algún caballerango”. El final de este hombre tenebroso y traidor fue boyante, se convirtió en el Duque de Otranto y logró casar con una bella mujer de la corte, retirado en una campiña de su propiedad que Napoleón escrituró a su nombre en donde murió de muerte natural mientras que todos sus enemigos y amigos fueron víctimas de la guillotina.

Otros biógrafos excelentes han sido los franceses que con un esplendor incomparable han iluminado la obra de Proust, pero en ese terreno también han competido con un formidable biógrafo inglés como George Painter, quien ha redactado biografías notables sobre escritores latinoamericanos como Borges, Manuel Puig y Miguel Angel Asturias. Este escritor a quien en lo particular, después de leer varias veces su novela más importante “El Señor Presidente”, no encuentro suficiente valor como para ser considerado Nobel de Literatura.

En la biografía que escribe Gerarld Marti, toca los temas públicos y privados mas no la vida secreta de Gabo, entrevista a sus dos hijos, a sus 16 hermanos, a sus amigos, entre ellos el comandante Fidel Castro y no encontró uno solo que dijese algo que pudiera servir de anatema en demérito de García Márquez.

Correo: notario177@msn.com



Acabo de leer un interesante artículo del destacado periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez, radicado en los Estados Unidos, en una zona residencial de Nueva York, desde la época de la dictadura militar en la República Argentina que se vivió en los años 80 donde escribe que García Márquez encontró por fin quién le escriba.

Esto es en una franca alución a la célebre novela llevada al cinematógrafo y considerada uno de los libros sagrados del escritor colombiano hijo de un telegrafista nacido en Aracataca donde casó con la mamá de Gabo por medio de un poder y procreó 14 hijos entre los que sobresalió uno de los más pequeños que la humanidad conoce como el autor de “Cien Años de Soledad”. Me refiero a la segunda novela que Gabo escribió después de “La Hojarasca” que lleva como nombre “El Coronel no tiene quién le escriba”, que es la trama de un militar retirado que había participado en la guerra de los mil días cuando Colombia se debatía entre una lucha fratricida entre conservadores y liberales y cada lunes el coronel acudía a la oficina del correo a preguntar si había correspondencia para él, durante toda su vida jamás recibió una carta en la que esperaba llegara la pensión prometida por haber defendido a la patria.

En el artículo de Eloy Martínez, se remite para explicar la razón del título de esta colaboración a una nueva biografía editada en Buenos Aires y en España simultáneamente por el escritor inglés Gerarld Martin, que durante 25 años sistemáticamente estuvo tras de García Márquez para conseguir la autorización para que escribiera una biografía autorizada por el Premio Nobel de Literatura. Esto nunca ocurrió, por lo tanto el académico inglés asegura en su biografía que ya está circulando que su trabajo no es una investigación autorizada sino más bien tolerada. Me parece muy correcto la apreciación de este notable hombre de letras que radica en Londres y que durante 25 años estuvo sistemáticamente atrás de García Márquez y Mercedes Barcha, su esposa, para que Gabo platicara con él y le contara las tres facetas que todo escritor tiene: la vida pública, la vida privada y la vida secreta. Desde un principio Mercedes Barcha mostró hartazgo por este anglosajón insistente que en descargo argumentaba ser un fanático de la obra del Nobel colombiano, y como prueba presentaba haber formado parte de las dos únicas personas que en 1967, después de publicado en Buenos Aires “Cien Años de Soledad” que estaban en el aeropuerto junto con el editor Francisco Porrúa, esperando a Gabriel García Márquez para llevarlo a su hotel. Después del “boom” que levantó “Cien Años de Soledad” jamás se pudo acercar a Gabo por que siempre andaba rodeado de una multitud de celebridades a quien el Premio Nobel atendía sin mirar a este profesor inglés un solo instante.

El arte de la biografía es una actividad que dominan con bastante habilidad, dicen los expertos, los escritores anglosajones. Yo prefiero entre los biógrafos que pudieran ser fieles representantes del mundo referido como León Edel, autor de la biografía de Henry James, Richard Ellman, autor de la biografía de James Joyce y Oscar Wilde o Joshep Blotner, quien hizo de la vida de William Faulkner, a Stefan Sweig. Este escritor alemán judío que junto con su mujer se suicidó en Brasil ante la incapacidad de soportar el horror del holocausto que realizó Adolfo Hitler contra el pueblo semita fue sin duda el escritor preferido de mi generación.

Escribió estupendamente la biografía de Freud, Napoleón y otras celebridades, pero en especial hubo una biografía que casi todos leímos y que era un texto de cabecera para los que nos interesábamos en las cosas públicas: La biografía que realizó sobre Joseph Fouché, aquel genio negro, no de la tez, sino en su conciencia y que fue el jefe de inteligencia de Napoleón con una habilidad para saberlo todo antes de que Francia se levantara a desayunar. Este político francés que le tocó vivir una vida miserable en su juventud por dos razones: su fealdad, era un hombre espantosamente deturpado y pobre, logró sobrevivir el horror que significó el gobierno de Robespierre, cuando votó en la comuna que podía salvar la cabeza de Luis XIV, votó por que el monarca fuera decapitado. Y se instaló inmediatamente en el gabinete de Robespierre, para posteriormente convertirse en el jefe de policia durante el imperio de Napoleón repitiendo todos los días a sus asistentes a quien les exigía la información de qué había pasado en la noche anterior. “Recuerden que he salvado mi cabeza por que yo sé antes que nadie todo lo que me importa y lo que no me importa”. “Por eso díganme qué mujer de la corte pasó la noche con algún caballerango”. El final de este hombre tenebroso y traidor fue boyante, se convirtió en el Duque de Otranto y logró casar con una bella mujer de la corte, retirado en una campiña de su propiedad que Napoleón escrituró a su nombre en donde murió de muerte natural mientras que todos sus enemigos y amigos fueron víctimas de la guillotina.

Otros biógrafos excelentes han sido los franceses que con un esplendor incomparable han iluminado la obra de Proust, pero en ese terreno también han competido con un formidable biógrafo inglés como George Painter, quien ha redactado biografías notables sobre escritores latinoamericanos como Borges, Manuel Puig y Miguel Angel Asturias. Este escritor a quien en lo particular, después de leer varias veces su novela más importante “El Señor Presidente”, no encuentro suficiente valor como para ser considerado Nobel de Literatura.

En la biografía que escribe Gerarld Marti, toca los temas públicos y privados mas no la vida secreta de Gabo, entrevista a sus dos hijos, a sus 16 hermanos, a sus amigos, entre ellos el comandante Fidel Castro y no encontró uno solo que dijese algo que pudiera servir de anatema en demérito de García Márquez.

Correo: notario177@msn.com