/ miércoles 16 de junio de 2021

Gobernanza y sostenibilidad | Plan por la reconstrucción y el desarrollo

Las ideologías libran sus batallas en el mundo de las ideas y en los grandes debates nacionales y supranacionales, pero el desarrollo y los cambios estructurales suelen partir de entornos locales.

Es en los entornos locales donde se gestiona el desarrollo y desde donde se pueden diseñar, implementar y evaluar estrategias que den certidumbre a dichos procesos y a los actores involucrados.

Si bien es cierto que existen factores gubernamentales y supranacionales de carácter indisoluble a la dinámica local, es en la dinámica local donde se articulan y operan los esfuerzos que posibilitan el desarrollo y desde donde se matizan los grandes proyectos estructurales, federales y estatales.

La pandemia acentuó los graves problemas a nivel planetario y ha hecho urgente la necesidad de focalizar los esfuerzos en los temas prioritarios para el desarrollo y sobre todo en la generación de prosperidad sostenible sin la cual el bienestar social es imposible.

La reconstrucción en la era de la pospandemia es el primer reto para el desarrollo que debe partir de la colaboración de todos los actores sociales.

Si bien es cierto que existen proyectos y acciones que se han emprendido desde diversos frentes, aún hace falta cohesionar todos esos esfuerzos y definir una hoja de ruta incluyente más allá de cuestiones ideológicas que garantice el crecimiento económico y condiciones de bienestar social.

Hoy como nunca, es necesario consolidar la creación de un plan estratégico que desde lo local nos permita avanzar hacia la reconstrucción y el desarrollo con acciones precisas e indicadores claros que ofrezcan un panorama de la pertinencia de cada acción. Un plan que considere –entre otros– los siguientes aspectos:

Incluyente. Trazar una hoja de ruta de esta magnitud implica la participación activa de todos los actores y todas las perspectivas. No se puede hablar de desarrollo, si no se parte de una premisa incluyente. Si el desarrollo no es para todos, no es desarrollo. Es claro que la polarización expone a las sociedades a graves conflictos y a un estancamiento social, pero también es evidente que toda persona aspira a condiciones de vida dignas, mejores oportunidades y un ambiente de paz. Tomar en cuenta a todos los actores es el primer paso para la reconstrucción y el desarrollo.

Medible. Uno de los principales problemas en la articulación de políticas públicas es la consideración de indicadores. Una política pública que se puede medir suele ser exitosa. Un plan estratégico no se trata solamente del registro de ideas y aspiraciones, sino del seguimiento. Articular un plan para la reconstrucción de la pospandemia y el desarrollo requiere acciones que se puedan evaluar.

Transparente. Uno de los temas de mayor importancia en la gobernabilidad es la legitimidad y esta solo es posible cuando existen mecanismos que permitan la transparencia en el quehacer de las instituciones. El tránsito a la democracia en México ha implicado aciertos, pero también desencuentros suscitados por prácticas que han generado la desconfianza de las instituciones. Un plan incluyente y medible será importante, pero si no tiene herramientas para generar confianza, puede estar en peligro.

La tierra en que vivimos es hermosa y generosa. Nuestro entorno es rico en recursos y la gente de nuestra comunidad es extraordinaria, pero el tránsito hacia la reconstrucción y el desarrollo exige la participación de todos los actores sociales para fortalecer las grandes riquezas de nuestro contexto. No es el tiempo de polarizar, sino de conjugar los esfuerzos y potenciar la buena voluntad de las personas mediante una ruta idónea y precisa.

Las ideologías libran sus batallas en el mundo de las ideas y en los grandes debates nacionales y supranacionales, pero el desarrollo y los cambios estructurales suelen partir de entornos locales.

Es en los entornos locales donde se gestiona el desarrollo y desde donde se pueden diseñar, implementar y evaluar estrategias que den certidumbre a dichos procesos y a los actores involucrados.

Si bien es cierto que existen factores gubernamentales y supranacionales de carácter indisoluble a la dinámica local, es en la dinámica local donde se articulan y operan los esfuerzos que posibilitan el desarrollo y desde donde se matizan los grandes proyectos estructurales, federales y estatales.

La pandemia acentuó los graves problemas a nivel planetario y ha hecho urgente la necesidad de focalizar los esfuerzos en los temas prioritarios para el desarrollo y sobre todo en la generación de prosperidad sostenible sin la cual el bienestar social es imposible.

La reconstrucción en la era de la pospandemia es el primer reto para el desarrollo que debe partir de la colaboración de todos los actores sociales.

Si bien es cierto que existen proyectos y acciones que se han emprendido desde diversos frentes, aún hace falta cohesionar todos esos esfuerzos y definir una hoja de ruta incluyente más allá de cuestiones ideológicas que garantice el crecimiento económico y condiciones de bienestar social.

Hoy como nunca, es necesario consolidar la creación de un plan estratégico que desde lo local nos permita avanzar hacia la reconstrucción y el desarrollo con acciones precisas e indicadores claros que ofrezcan un panorama de la pertinencia de cada acción. Un plan que considere –entre otros– los siguientes aspectos:

Incluyente. Trazar una hoja de ruta de esta magnitud implica la participación activa de todos los actores y todas las perspectivas. No se puede hablar de desarrollo, si no se parte de una premisa incluyente. Si el desarrollo no es para todos, no es desarrollo. Es claro que la polarización expone a las sociedades a graves conflictos y a un estancamiento social, pero también es evidente que toda persona aspira a condiciones de vida dignas, mejores oportunidades y un ambiente de paz. Tomar en cuenta a todos los actores es el primer paso para la reconstrucción y el desarrollo.

Medible. Uno de los principales problemas en la articulación de políticas públicas es la consideración de indicadores. Una política pública que se puede medir suele ser exitosa. Un plan estratégico no se trata solamente del registro de ideas y aspiraciones, sino del seguimiento. Articular un plan para la reconstrucción de la pospandemia y el desarrollo requiere acciones que se puedan evaluar.

Transparente. Uno de los temas de mayor importancia en la gobernabilidad es la legitimidad y esta solo es posible cuando existen mecanismos que permitan la transparencia en el quehacer de las instituciones. El tránsito a la democracia en México ha implicado aciertos, pero también desencuentros suscitados por prácticas que han generado la desconfianza de las instituciones. Un plan incluyente y medible será importante, pero si no tiene herramientas para generar confianza, puede estar en peligro.

La tierra en que vivimos es hermosa y generosa. Nuestro entorno es rico en recursos y la gente de nuestra comunidad es extraordinaria, pero el tránsito hacia la reconstrucción y el desarrollo exige la participación de todos los actores sociales para fortalecer las grandes riquezas de nuestro contexto. No es el tiempo de polarizar, sino de conjugar los esfuerzos y potenciar la buena voluntad de las personas mediante una ruta idónea y precisa.

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