/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Gobernanza y sostenibilidad | Retos de la educación superior en la pandemia

Hoy la humanidad entera enfrenta retos cruciales. El lento crecimiento económico, la degradación ambiental y las desigualdades sociales, problemas medulares a nivel planetario, se han intensificado a causa de la pandemia que ha minado la hoja de ruta de las sociedades hacia el desarrollo a nivel mundial.

Aunado a esto, las instituciones son embestidas por perspectivas ideológicas que atentan contra la democracia y ponen en riesgo la gobernabilidad, socavando la competitividad, el desarrollo y la prosperidad sostenible.

Ante este complejo panorama histórico, hoy la historia nos convoca a prepararnos para responder idóneamente a las exigencias actuales y las que habremos de enfrentar desde la pospandemia. La educación superior en particular, enfrenta grandes e importantes retos que es indispensable asumir.

Detonar una perspectiva humanista que ponga en el centro del fenómeno educativo al alumno como persona y como actor de su propio proceso formativo. Como sujeto libre y capaz de forjar un destino e incidir y mejorar su entorno.

Priorizar la ciencia y la cultura como tareas indispensables para el desarrollo y como el mecanismo fundamental para expandir los límites de la comprensión de la realidad actual. El conocimiento científico es imprescindible para iluminar las vías del desarrollo económico.

Consolidar los espacios universitarios presenciales o remotos que propicien el sentido crítico, el diálogo y la inclusión para formar ciudadanos dispuestos a forjar mejores condiciones sociales.

Estas acciones solo pueden tener sentido en una dinámica conjunta y compartida de todos los actores involucrados en el fenómeno educativo. Sin estas cualidades el quehacer educativo se hace hueco y carente de sentido. Las instituciones educativas de nivel superior no pueden ser reducidas a fábricas de profesionistas calificados, por el contrario, deben ser generadoras de espacios privilegiados del diálogo y experiencias de aprendizaje: el corazón que irriga la ciencia, la cultura y el conocimiento para vigorizar las sociedades e impulsar el desarrollo y un profundo sentido de trascendencia.

Hoy la humanidad entera enfrenta retos cruciales. El lento crecimiento económico, la degradación ambiental y las desigualdades sociales, problemas medulares a nivel planetario, se han intensificado a causa de la pandemia que ha minado la hoja de ruta de las sociedades hacia el desarrollo a nivel mundial.

Aunado a esto, las instituciones son embestidas por perspectivas ideológicas que atentan contra la democracia y ponen en riesgo la gobernabilidad, socavando la competitividad, el desarrollo y la prosperidad sostenible.

Ante este complejo panorama histórico, hoy la historia nos convoca a prepararnos para responder idóneamente a las exigencias actuales y las que habremos de enfrentar desde la pospandemia. La educación superior en particular, enfrenta grandes e importantes retos que es indispensable asumir.

Detonar una perspectiva humanista que ponga en el centro del fenómeno educativo al alumno como persona y como actor de su propio proceso formativo. Como sujeto libre y capaz de forjar un destino e incidir y mejorar su entorno.

Priorizar la ciencia y la cultura como tareas indispensables para el desarrollo y como el mecanismo fundamental para expandir los límites de la comprensión de la realidad actual. El conocimiento científico es imprescindible para iluminar las vías del desarrollo económico.

Consolidar los espacios universitarios presenciales o remotos que propicien el sentido crítico, el diálogo y la inclusión para formar ciudadanos dispuestos a forjar mejores condiciones sociales.

Estas acciones solo pueden tener sentido en una dinámica conjunta y compartida de todos los actores involucrados en el fenómeno educativo. Sin estas cualidades el quehacer educativo se hace hueco y carente de sentido. Las instituciones educativas de nivel superior no pueden ser reducidas a fábricas de profesionistas calificados, por el contrario, deben ser generadoras de espacios privilegiados del diálogo y experiencias de aprendizaje: el corazón que irriga la ciencia, la cultura y el conocimiento para vigorizar las sociedades e impulsar el desarrollo y un profundo sentido de trascendencia.

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