/ sábado 9 de octubre de 2021

Gryita.com, Fylosofía en expresión | Ceguera de taller

De pronto pareciera que un procedimiento se ha vuelto cotidiano y normal que perdemos de vista los detalles, aquí incluidos oportunidades y riesgos.

Los tres niveles de gobierno han tomado una postura semejante con el tema del regreso “seguro, gradual y voluntario” a las aulas, en medio de la tercera ola de la contingencia sanitaria.

Parece un capricho de las autoridades, quienes basadas en argumentos hasta cierto punto razonables se lanzan a la aventura de una realidad que dista mucho del planteamiento teórico.

Resulta que se volvió urgente que niños y jóvenes vuelvan a las aulas debido a que el no hacerlo significa un atraso brutal del cual sería difícil salir y para algunos se pone en riesgo la salud intelectual, mental y emocional de esta generación.

En el debate ya no es posible recordar de qué sistema es del que estamos hablando, el cual el día de hoy en el discurso oficial se ha convertido en un segundo hogar y un paraíso de amor y felicidad formador de los mejores años de los recuerdos de los mexicanos.

Pero vayamos al campo y hablemos de lo que está ocurriendo.

Los colegios particulares han tramitado certificados y luchan para no perder alumnos o clientes y además de contar con más recursos para reducir daños, siguen manejando con un poco más de efectividad el sistema en línea.

El gobierno del estado propone medidas para buscar que el regreso a clases cumpla y sea seguro, acción de buena voluntad que sugiere ciertamente en el papel ideas que pudieran ser favorables si es que se llevaran a cabo y si fueran adecuadas a lo que realmente vive y exige el sistema educativo.

El cambio en cuanto a la educación virtual y el nuevo planteamiento básicamente cambiará de momento la educación en línea complicada y deficiente por una presencial que incluirá de 3 a 6 horas semanales en el aula y el resto del tiempo con tareas.

¿Suena esto funcional?

Los recursos materiales del programa son mínimos, insuficientes y parece que tardarán mucho o no llegarán nunca, la logística no considera el tamaño de las aulas, las condiciones en que se encuentran una gran cantidad de escuelas, la enorme población de alumnos y las dificultades que al momento viven muchos padres para poder sacar adelante a su familia.

¿Por qué no poner simplemente los pies en la tierra y comprender que se requiere más trabajo de reflexión, debate, planeación, proyección y por supuesto una fuerte inversión económica para sacar esto adelante con el menor daño posible para todos?

Ciertamente la convivencia es importante para la formación de los niños y jóvenes, pero ¿será más importante que la salud y que la vida?

Hace tiempo que el sistema escolar mexicano se rasca casi casi con sus uñas y nunca como hoy ha requerido más atención y refuerzo presupuestal, además del respeto, comprensión y apoyo de las autoridades para poder llevar a cabo su importante labor.

Esta semana el Señor Presidente de la República hizo lo que yo considero, un desafortunado comentario, diciendo que tal vez ya muchos maestros se sentían cómodos cobrando sin asistir a trabajar.

Creo que en realidad pocos podemos comprender el enorme esfuerzo que los Maestros mexicanos, a quienes yo como connacional ofrezco disculpas por el comentario anterior y mi reconocimiento, han realizado no solo durante la pandemia para luchar por salvar de la ignorancia a la niñez y la juventud, sino desde hace muchos años teniendo que solventar en ocasiones con sus propios recursos el sistema.

También creo que malos elementos han existido siempre y no solo en el magisterio, sino en todos los sectores.

Por ahora tal parece que el triste kit de “sanitización” deberá incluir escapularios, estampitas, novenas, crucifijos y cualquier otra opción de elementos esotéricos, místicos y espirituales, ya que parece que más que “segura, gradual y voluntaria” la vuelta a clases será “a la buena de Dios”.

  • gryitafuerte@gmail.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

De pronto pareciera que un procedimiento se ha vuelto cotidiano y normal que perdemos de vista los detalles, aquí incluidos oportunidades y riesgos.

Los tres niveles de gobierno han tomado una postura semejante con el tema del regreso “seguro, gradual y voluntario” a las aulas, en medio de la tercera ola de la contingencia sanitaria.

Parece un capricho de las autoridades, quienes basadas en argumentos hasta cierto punto razonables se lanzan a la aventura de una realidad que dista mucho del planteamiento teórico.

Resulta que se volvió urgente que niños y jóvenes vuelvan a las aulas debido a que el no hacerlo significa un atraso brutal del cual sería difícil salir y para algunos se pone en riesgo la salud intelectual, mental y emocional de esta generación.

En el debate ya no es posible recordar de qué sistema es del que estamos hablando, el cual el día de hoy en el discurso oficial se ha convertido en un segundo hogar y un paraíso de amor y felicidad formador de los mejores años de los recuerdos de los mexicanos.

Pero vayamos al campo y hablemos de lo que está ocurriendo.

Los colegios particulares han tramitado certificados y luchan para no perder alumnos o clientes y además de contar con más recursos para reducir daños, siguen manejando con un poco más de efectividad el sistema en línea.

El gobierno del estado propone medidas para buscar que el regreso a clases cumpla y sea seguro, acción de buena voluntad que sugiere ciertamente en el papel ideas que pudieran ser favorables si es que se llevaran a cabo y si fueran adecuadas a lo que realmente vive y exige el sistema educativo.

El cambio en cuanto a la educación virtual y el nuevo planteamiento básicamente cambiará de momento la educación en línea complicada y deficiente por una presencial que incluirá de 3 a 6 horas semanales en el aula y el resto del tiempo con tareas.

¿Suena esto funcional?

Los recursos materiales del programa son mínimos, insuficientes y parece que tardarán mucho o no llegarán nunca, la logística no considera el tamaño de las aulas, las condiciones en que se encuentran una gran cantidad de escuelas, la enorme población de alumnos y las dificultades que al momento viven muchos padres para poder sacar adelante a su familia.

¿Por qué no poner simplemente los pies en la tierra y comprender que se requiere más trabajo de reflexión, debate, planeación, proyección y por supuesto una fuerte inversión económica para sacar esto adelante con el menor daño posible para todos?

Ciertamente la convivencia es importante para la formación de los niños y jóvenes, pero ¿será más importante que la salud y que la vida?

Hace tiempo que el sistema escolar mexicano se rasca casi casi con sus uñas y nunca como hoy ha requerido más atención y refuerzo presupuestal, además del respeto, comprensión y apoyo de las autoridades para poder llevar a cabo su importante labor.

Esta semana el Señor Presidente de la República hizo lo que yo considero, un desafortunado comentario, diciendo que tal vez ya muchos maestros se sentían cómodos cobrando sin asistir a trabajar.

Creo que en realidad pocos podemos comprender el enorme esfuerzo que los Maestros mexicanos, a quienes yo como connacional ofrezco disculpas por el comentario anterior y mi reconocimiento, han realizado no solo durante la pandemia para luchar por salvar de la ignorancia a la niñez y la juventud, sino desde hace muchos años teniendo que solventar en ocasiones con sus propios recursos el sistema.

También creo que malos elementos han existido siempre y no solo en el magisterio, sino en todos los sectores.

Por ahora tal parece que el triste kit de “sanitización” deberá incluir escapularios, estampitas, novenas, crucifijos y cualquier otra opción de elementos esotéricos, místicos y espirituales, ya que parece que más que “segura, gradual y voluntaria” la vuelta a clases será “a la buena de Dios”.

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