/ sábado 4 de junio de 2022

Gryita.com, Fylosofía en expresión | El valor de tu vida

Vivimos expuestos al sistema.

Hemos aprendido a competir para lograr. Tenemos la idea de que "alguien debe perder algo para que yo pueda ganar".

También que debemos cubrir ciertas expectativas para elevar nuestro rango en todos los sentidos.

Cargamos con una idea del cuerpo perfecto, el éxito, la riqueza, la bondad y la inteligencia, por mencionar algunos aspectos arraigados.

Aprendimos desde pequeños a creer ciegamente en algo que no podemos ver, a discriminar, a depender de otros y a obedecer.

El viejo y desgastado sistema con el que nos amaestraron del premio y el castigo, que en ningún lugar trae las lecciones del manejo de emociones, el control de la percepción, el uso del juicio crítico y la reflexión para fundamentar la toma de decisiones.

La ambición, la envidia, el abuso e incluso la corrupción, son en parte provocados por este sistema.

Pero ¿qué tal sacar los dos pies del lodo y comenzar de nuevo?

Analizar sin juicio quiénes somos y cuáles son nuestros alcances y limitaciones, construir nuestra imagen personal a partir únicamente de nuestra realidad, el apego a los principios que nos parezcan mejores, cuidando de no dañar a otros, no dañar nuestra vida y no infringir la ley de nuestro país.

Generar nuestros propios sistemas espirituales, productivos, alimentarios y sociales e interactuar desde la paz personal en la paz del colectivo.

En verdad decidir qué clase de presente es el que deseamos vivir y desde nuestro propio conocimiento y experiencia diseñar un camino con nuestras especificaciones, que tenga nuestra esencia, nuestros colores, nuestra firma y nuestro aroma, que finalmente se parezca a nosotros y no al de nadie.

Desvincularnos de toda postura que vaya en contra de nuestra personal traducción de la realidad, dejar de seguir a las masas, dejar de repetir patrones, también salir de los listados de aquellos que manipulados por las miles de diferentes “tendencias” no son más que el capital humano de intereses ajenos, algunos más oscuros que otros pero todos diferentes de los propios.

Empezar a practicar el camino del autoconocimiento, la autoaceptación, la autovaloración para lograr elevar la autoestima y de esa forma lograr, con el esfuerzo respectivo, colocar límites saludables con los demás a manera de mantener a salvo la libertad, los valores y objetivos.

Aprender nuevos conceptos y colocarlos como fundamentales de una nueva postura.

El ser auténticos y no copia de la copia de una copia, además de no traicionar nuestros principios.

Formar nuestras propias opiniones y no dejarnos manipular por nada ni por nadie.

Construir nuestra vereda y aprender de los fracasos, haciendo cambios y creando así aprendizaje.

No compararnos con nadie y mantenernos lejos del autoengaño para lograr una visión apegada a la verdad y mantener los pies en el suelo.

Comprender que tal vez hemos aprendido un concepto equivocado de la felicidad y que no es el cumplimiento de metas lo que nos traerá la satisfacción debido a la caducidad de las mismas y al hecho de que cada vez que logramos una inmediatamente nuestra naturaleza predatoria nos orilla a buscar la siguiente, de manera que jamás en verdad logramos estar satisfechos, por lo que en lugar de estos límites a alcanzar pudiera ser mucho mejor diseñar un plan que tuviera como principal objetivo y finalidad disfrutar el viaje.

Dejar de ser un número, un dato estadístico, un peón del sistema de consumo, una pieza del rompecabezas de los despersonalizados.

Sacudirnos como perro recién bañado, de la cabeza a la cola, de todo aquello que nos obligue a ser lo que no queremos, tal vez nos sorprenda de que en algunas áreas requerimos mucho menos de lo que creemos y viceversa.

Hoy yo decido cambiar el desánimo por la reflexión, la desesperación por la esperanza y la sensación de destrucción apocalíptica por la de un nuevo amanecer.

Ánimo, tú también puedes.

Escríbeme.

  • Gmail: gryitafuerte@gmail.com
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  • RE-GENERACIÓN 19

Vivimos expuestos al sistema.

Hemos aprendido a competir para lograr. Tenemos la idea de que "alguien debe perder algo para que yo pueda ganar".

También que debemos cubrir ciertas expectativas para elevar nuestro rango en todos los sentidos.

Cargamos con una idea del cuerpo perfecto, el éxito, la riqueza, la bondad y la inteligencia, por mencionar algunos aspectos arraigados.

Aprendimos desde pequeños a creer ciegamente en algo que no podemos ver, a discriminar, a depender de otros y a obedecer.

El viejo y desgastado sistema con el que nos amaestraron del premio y el castigo, que en ningún lugar trae las lecciones del manejo de emociones, el control de la percepción, el uso del juicio crítico y la reflexión para fundamentar la toma de decisiones.

La ambición, la envidia, el abuso e incluso la corrupción, son en parte provocados por este sistema.

Pero ¿qué tal sacar los dos pies del lodo y comenzar de nuevo?

Analizar sin juicio quiénes somos y cuáles son nuestros alcances y limitaciones, construir nuestra imagen personal a partir únicamente de nuestra realidad, el apego a los principios que nos parezcan mejores, cuidando de no dañar a otros, no dañar nuestra vida y no infringir la ley de nuestro país.

Generar nuestros propios sistemas espirituales, productivos, alimentarios y sociales e interactuar desde la paz personal en la paz del colectivo.

En verdad decidir qué clase de presente es el que deseamos vivir y desde nuestro propio conocimiento y experiencia diseñar un camino con nuestras especificaciones, que tenga nuestra esencia, nuestros colores, nuestra firma y nuestro aroma, que finalmente se parezca a nosotros y no al de nadie.

Desvincularnos de toda postura que vaya en contra de nuestra personal traducción de la realidad, dejar de seguir a las masas, dejar de repetir patrones, también salir de los listados de aquellos que manipulados por las miles de diferentes “tendencias” no son más que el capital humano de intereses ajenos, algunos más oscuros que otros pero todos diferentes de los propios.

Empezar a practicar el camino del autoconocimiento, la autoaceptación, la autovaloración para lograr elevar la autoestima y de esa forma lograr, con el esfuerzo respectivo, colocar límites saludables con los demás a manera de mantener a salvo la libertad, los valores y objetivos.

Aprender nuevos conceptos y colocarlos como fundamentales de una nueva postura.

El ser auténticos y no copia de la copia de una copia, además de no traicionar nuestros principios.

Formar nuestras propias opiniones y no dejarnos manipular por nada ni por nadie.

Construir nuestra vereda y aprender de los fracasos, haciendo cambios y creando así aprendizaje.

No compararnos con nadie y mantenernos lejos del autoengaño para lograr una visión apegada a la verdad y mantener los pies en el suelo.

Comprender que tal vez hemos aprendido un concepto equivocado de la felicidad y que no es el cumplimiento de metas lo que nos traerá la satisfacción debido a la caducidad de las mismas y al hecho de que cada vez que logramos una inmediatamente nuestra naturaleza predatoria nos orilla a buscar la siguiente, de manera que jamás en verdad logramos estar satisfechos, por lo que en lugar de estos límites a alcanzar pudiera ser mucho mejor diseñar un plan que tuviera como principal objetivo y finalidad disfrutar el viaje.

Dejar de ser un número, un dato estadístico, un peón del sistema de consumo, una pieza del rompecabezas de los despersonalizados.

Sacudirnos como perro recién bañado, de la cabeza a la cola, de todo aquello que nos obligue a ser lo que no queremos, tal vez nos sorprenda de que en algunas áreas requerimos mucho menos de lo que creemos y viceversa.

Hoy yo decido cambiar el desánimo por la reflexión, la desesperación por la esperanza y la sensación de destrucción apocalíptica por la de un nuevo amanecer.

Ánimo, tú también puedes.

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