/ sábado 7 de mayo de 2022

Gryita.com, Fylosofía en expresión | La felicidad y el sufrimiento

Un poco despertar y un poco decidir.

La vida habla de miles de maneras, en el cuerpo, la mente, las cosas y en todos los seres que moramos esta condición tan individual como colectiva que es “la realidad”.

¿Pero qué sucede cuando hemos perdido nuestra universalidad?

La desconexión es imperceptible como condición, pero sus efectos son difíciles de negar.

El mundo empequeñece, nuestras obsesiones, conductas, costumbres o inclinaciones nos llevan al aislamiento, hasta que un día pareciera ocurrir "de pronto" algo que se gesta en largos espacios temporales, la vida se queda sin contenido, el mundo deja de servir para algo y la indefensión aparece como un monstruo que amenaza devorarnos.

¿Hacia dónde escapar?

Religiones, espiritualidad, técnicas y todo tipo de alternativas ofrecen al ser humano camino de regreso a su condición natural, es decir, la oferta de crecimiento y desarrollo no es más que la vuelta a casa de un ser para el cual su mayor desgracia es la condición del pensamiento.

Una mente mal entrenada que merma la tranquilidad en medio de una forma operante en la que las variables de conocimientos, recuerdos, conclusiones y experiencias se transforman en creencias que al final le proveen de recursos que de forma espectacular terminan por formar "su realidad" y le visten un disfraz convirtiéndolo en el personaje estelar de la propia tragedia de su vida.

Construye su Dios con retazos de dioses, adapta su construcción mental con sus recursos y elige la mejor forma de destruirse durante el camino.

Algunos más y otros menos, pero si algo nos une es el sufrimiento, esta condición natural que tal vez sea la única característica que compartimos los seres vivos y es inherente al nacimiento.

¿Pero qué podemos hacer?

Para ciertos perfiles será suficiente ser un "buscador" que les llevará a saltar de una idea a otra de forma temporal haciendo sólo permanente el salto y esas novedades intermitentes le mantendrán con vida y sobre todo con interés pero posiblemente con un vacío existencial al que en algún momento acabarán por acostumbrarse.

Otros se sentirán plenos y tranquilos al acogerse a una creencia que rebase su capacidad de comprensión y les coloque en los brazos de un ser o seres que puedan hacerse cargo de su condición humana y esto les provea de la esperanza necesaria para vivir y desarrollarse, opción bastante funcional y popular.

Habrá quienes ejercitarán de tal manera su razonamiento que sin encontrar respuestas absolutas hallarán recursos que apaciguarán su mente y esto les traerá beneficios de salud, desarrollo, relaciones saludables y serenidad.

Otros desesperados abrazarán prácticas, sustancias, relaciones tóxicas o se refugiarán en sus propias obsesiones y de acuerdo con la ética y la moral del mundo serán tomados y se concebirán así mismos como buenas o malas personas, ya que no es lo mismo contar con una obsesión por el azúcar, el deporte o el trabajo que por una sustancia prohibida o permitida que altere el razonamiento y el sistema nervioso, sin que sean distintas en sus raíces.

Por lo tanto enfrentar la condición humana desde la debilidad que provoca el contar con una facultad tan poderosa como desconocida aún en la actualidad como es el pensamiento, nos lleva a generar condiciones poco favorables si no se cuenta con algún tipo de apoyo o entrenamiento o sino se es capaz o afortunado de poder optar por una de las miles de variables funcionales.

Al final debemos volver a casa, a la paz, a la serenidad y al silencio, esa zona que como un gran vientre materno nos cubre amorosamente y nos hace saber que la vida sólo es eso y que en nuestra respiración está oculto y expuesto el más simple y más maravilloso de los secretos.

Tal vez el fin último no sea lo que hemos aprendido y no es la felicidad el mejor objetivo, quizá sea suficiente con lograr traspasar el umbral y vivir sin sufrimiento.

  • Gmail: gryitafuerte@gmail.com
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  • RE-GENERACIÓN 19

Un poco despertar y un poco decidir.

La vida habla de miles de maneras, en el cuerpo, la mente, las cosas y en todos los seres que moramos esta condición tan individual como colectiva que es “la realidad”.

¿Pero qué sucede cuando hemos perdido nuestra universalidad?

La desconexión es imperceptible como condición, pero sus efectos son difíciles de negar.

El mundo empequeñece, nuestras obsesiones, conductas, costumbres o inclinaciones nos llevan al aislamiento, hasta que un día pareciera ocurrir "de pronto" algo que se gesta en largos espacios temporales, la vida se queda sin contenido, el mundo deja de servir para algo y la indefensión aparece como un monstruo que amenaza devorarnos.

¿Hacia dónde escapar?

Religiones, espiritualidad, técnicas y todo tipo de alternativas ofrecen al ser humano camino de regreso a su condición natural, es decir, la oferta de crecimiento y desarrollo no es más que la vuelta a casa de un ser para el cual su mayor desgracia es la condición del pensamiento.

Una mente mal entrenada que merma la tranquilidad en medio de una forma operante en la que las variables de conocimientos, recuerdos, conclusiones y experiencias se transforman en creencias que al final le proveen de recursos que de forma espectacular terminan por formar "su realidad" y le visten un disfraz convirtiéndolo en el personaje estelar de la propia tragedia de su vida.

Construye su Dios con retazos de dioses, adapta su construcción mental con sus recursos y elige la mejor forma de destruirse durante el camino.

Algunos más y otros menos, pero si algo nos une es el sufrimiento, esta condición natural que tal vez sea la única característica que compartimos los seres vivos y es inherente al nacimiento.

¿Pero qué podemos hacer?

Para ciertos perfiles será suficiente ser un "buscador" que les llevará a saltar de una idea a otra de forma temporal haciendo sólo permanente el salto y esas novedades intermitentes le mantendrán con vida y sobre todo con interés pero posiblemente con un vacío existencial al que en algún momento acabarán por acostumbrarse.

Otros se sentirán plenos y tranquilos al acogerse a una creencia que rebase su capacidad de comprensión y les coloque en los brazos de un ser o seres que puedan hacerse cargo de su condición humana y esto les provea de la esperanza necesaria para vivir y desarrollarse, opción bastante funcional y popular.

Habrá quienes ejercitarán de tal manera su razonamiento que sin encontrar respuestas absolutas hallarán recursos que apaciguarán su mente y esto les traerá beneficios de salud, desarrollo, relaciones saludables y serenidad.

Otros desesperados abrazarán prácticas, sustancias, relaciones tóxicas o se refugiarán en sus propias obsesiones y de acuerdo con la ética y la moral del mundo serán tomados y se concebirán así mismos como buenas o malas personas, ya que no es lo mismo contar con una obsesión por el azúcar, el deporte o el trabajo que por una sustancia prohibida o permitida que altere el razonamiento y el sistema nervioso, sin que sean distintas en sus raíces.

Por lo tanto enfrentar la condición humana desde la debilidad que provoca el contar con una facultad tan poderosa como desconocida aún en la actualidad como es el pensamiento, nos lleva a generar condiciones poco favorables si no se cuenta con algún tipo de apoyo o entrenamiento o sino se es capaz o afortunado de poder optar por una de las miles de variables funcionales.

Al final debemos volver a casa, a la paz, a la serenidad y al silencio, esa zona que como un gran vientre materno nos cubre amorosamente y nos hace saber que la vida sólo es eso y que en nuestra respiración está oculto y expuesto el más simple y más maravilloso de los secretos.

Tal vez el fin último no sea lo que hemos aprendido y no es la felicidad el mejor objetivo, quizá sea suficiente con lograr traspasar el umbral y vivir sin sufrimiento.

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