/ sábado 18 de septiembre de 2021

Gryita.com, Fylosofía en expresión | México querido

Esta semana pasada vivimos el segundo 16 de septiembre de la pandemia. En el anterior la controversia era fuerte sobre la convocatoria y el riesgo.

En esta ocasión parece ser que fue distinto, porque entre la irresponsabilidad, el can-sancio, la vacuna, la experiencia y la costumbre, ya muchos saben hoy lo que tienen que hacer para cuidarse, los demás simplemente hacen lo mismo desde el principio.

Los contagios en algunos lugares siguen y las muertes también.

Muchos amigos, conocidos y compatriotas se han ido a causa de esta terrible enfermedad.

Algunas cosas también han cambiado.

Hoy el debate con respecto a la política y sus temas derivados ha migrado casi por completo a las redes electrónicas, feroces y épicas batallas se libran en los diferentes grupos de WhatsApp y ni qué decir en Twitter donde pareciera ser obligatorio para algunos dejar ir la parte más oscura de su ser para arremeter de forma despiadada y soez contra todo aquello que les sea contrario.

Noticias falsas, material desmentido, verdades a medias, manipulación, montajes, trapos a la luz y de todo tipo de material circula en ese grupo, que parece ser la humanidad, pero no lo es y que se dice ser en el caso de México entre dos grupos, lo cual tampoco considero cierto.

Nos percibimos como un país de personas muy unidas, lo cual no es verdad, somos raros, complicados y sumamente contradictorios.

Ciertamente nuestras familias presentan cierta cercanía, pero también estamos llenos de manipulación, control, codependencia y una herencia brutal de machismo y maltrato, que va desde la violencia física y psicológica hasta la enseñanza ancestral de pasividad agresiva.

Sí, somos solidarios, sobre todo en los problemas más grandes, pero a la vez presentamos una indolencia exasperante en cuanto a la compasión y el amor al prójimo se refiere, lo cual es fácilmente comprobable si observamos la pésima distribución de la riqueza, el número de pobres que acompañan a las minorías y la dolorosa falta de oportunidades que vuelve aún más triste el de por sí maltrecho escenario de la irresponsabilidad ante la crisis sanitaria.

Sí, somos patriotas, pero más cuando estamos lejos y afectados por algunas bebidas espirituosas de corte nacional, preferentemente artesanal y recordamos a la tierra que nos vio nacer y nos llenamos de emoción, también en algunos deportes, no en todos, ni siempre, y más si llegamos a ganar, experiencia escasa en algunas disciplinas.

Pero nos olvidamos de la nacencia cuando se trata de realizar movimientos comunitarios, rompemos las reglas, nos metemos en las filas, burlamos las instrucciones y tratamos a toda costa de violar cualquier estatuto que simplemente dificulte el cumplimiento exacto de nuestra sagrada y santísima voluntad.

La corrupción sigue siendo un flagelo, el bien común anda extraviado, las minorías siguen pugnando por sus beneficios y la mayoría aún maltrecha sigue soñando con un mejor país y sostiene esa esperanza a toda costa.

México sufre, su historia lo ha traído hasta aquí, independientemente de las causas el mal está hecho y enquistado en cada rincón de la patria, pero aún así parece ser que en medio de toda la vorágine de puntos de vista e intereses, damos pasos pequeños, pero pasos al fin, hacia el logro de el anhelo de aquellos que han dado incluso su vida por la libertad de este bendito país.

Hoy como nunca deberíamos tener una visión hermanada, lograr comprender que juntos podemos impulsarnos, que no podemos tapar el sol con un dedo, pero que lo más importante para lograr un cambio es empezar.

Por ahora sería bueno concentrarnos en salvar la vida, en ayudarnos unos a otros a salir adelante y encontrar un punto en el que sea posible adaptarnos a esta nueva realidad que por cierto no es más mala que las que antes hemos vivido, solo es diferente.

¡Viva México hermanos y hermanas! Nuestro México que aun en sus entrañas no es lindo, pero sí es querido.

Esta semana pasada vivimos el segundo 16 de septiembre de la pandemia. En el anterior la controversia era fuerte sobre la convocatoria y el riesgo.

En esta ocasión parece ser que fue distinto, porque entre la irresponsabilidad, el can-sancio, la vacuna, la experiencia y la costumbre, ya muchos saben hoy lo que tienen que hacer para cuidarse, los demás simplemente hacen lo mismo desde el principio.

Los contagios en algunos lugares siguen y las muertes también.

Muchos amigos, conocidos y compatriotas se han ido a causa de esta terrible enfermedad.

Algunas cosas también han cambiado.

Hoy el debate con respecto a la política y sus temas derivados ha migrado casi por completo a las redes electrónicas, feroces y épicas batallas se libran en los diferentes grupos de WhatsApp y ni qué decir en Twitter donde pareciera ser obligatorio para algunos dejar ir la parte más oscura de su ser para arremeter de forma despiadada y soez contra todo aquello que les sea contrario.

Noticias falsas, material desmentido, verdades a medias, manipulación, montajes, trapos a la luz y de todo tipo de material circula en ese grupo, que parece ser la humanidad, pero no lo es y que se dice ser en el caso de México entre dos grupos, lo cual tampoco considero cierto.

Nos percibimos como un país de personas muy unidas, lo cual no es verdad, somos raros, complicados y sumamente contradictorios.

Ciertamente nuestras familias presentan cierta cercanía, pero también estamos llenos de manipulación, control, codependencia y una herencia brutal de machismo y maltrato, que va desde la violencia física y psicológica hasta la enseñanza ancestral de pasividad agresiva.

Sí, somos solidarios, sobre todo en los problemas más grandes, pero a la vez presentamos una indolencia exasperante en cuanto a la compasión y el amor al prójimo se refiere, lo cual es fácilmente comprobable si observamos la pésima distribución de la riqueza, el número de pobres que acompañan a las minorías y la dolorosa falta de oportunidades que vuelve aún más triste el de por sí maltrecho escenario de la irresponsabilidad ante la crisis sanitaria.

Sí, somos patriotas, pero más cuando estamos lejos y afectados por algunas bebidas espirituosas de corte nacional, preferentemente artesanal y recordamos a la tierra que nos vio nacer y nos llenamos de emoción, también en algunos deportes, no en todos, ni siempre, y más si llegamos a ganar, experiencia escasa en algunas disciplinas.

Pero nos olvidamos de la nacencia cuando se trata de realizar movimientos comunitarios, rompemos las reglas, nos metemos en las filas, burlamos las instrucciones y tratamos a toda costa de violar cualquier estatuto que simplemente dificulte el cumplimiento exacto de nuestra sagrada y santísima voluntad.

La corrupción sigue siendo un flagelo, el bien común anda extraviado, las minorías siguen pugnando por sus beneficios y la mayoría aún maltrecha sigue soñando con un mejor país y sostiene esa esperanza a toda costa.

México sufre, su historia lo ha traído hasta aquí, independientemente de las causas el mal está hecho y enquistado en cada rincón de la patria, pero aún así parece ser que en medio de toda la vorágine de puntos de vista e intereses, damos pasos pequeños, pero pasos al fin, hacia el logro de el anhelo de aquellos que han dado incluso su vida por la libertad de este bendito país.

Hoy como nunca deberíamos tener una visión hermanada, lograr comprender que juntos podemos impulsarnos, que no podemos tapar el sol con un dedo, pero que lo más importante para lograr un cambio es empezar.

Por ahora sería bueno concentrarnos en salvar la vida, en ayudarnos unos a otros a salir adelante y encontrar un punto en el que sea posible adaptarnos a esta nueva realidad que por cierto no es más mala que las que antes hemos vivido, solo es diferente.

¡Viva México hermanos y hermanas! Nuestro México que aun en sus entrañas no es lindo, pero sí es querido.