/ sábado 19 de marzo de 2022

Gryita.com, Fylosofía en expresión | Mi soledad y yo

No creí que me enseñaras tanto. Aquel día en que apareciste en mi vida, tu aliento frío congeló lo que me quedaba de alma.

Tu llegada fue el resultado de la más feroz de mis caídas, el más brutal abandono, un rechazo de antología y me supo a muerte tu beso de bienvenida.

Confieso que no quería mirarte a los ojos, moría de miedo, llegué a pensar que cual fiera medusa pudieras hechizarme y en algún momento acostumbrarme a tu presencia.

Siempre había pensado mal de ti, la gente con la que yo sabía que tú habías vivido, me parecían personas tristes y amargadas.

Pero ya estábamos ahí, solos tú y yo viviendo juntos.

Fue como un dúo de náufragos en una isla desierta, que empecé a tratar contigo, a convidarte de mi café y a aceptar un poco de tu vino, a hacer algunos breves comentarios y descubrí que no eras tan mala compañera.

¡Hasta recuerdo aquel día en que te invité a bailar y cantar conmigo, eras tan parecida a mí, éramos tan afines!

Empecé a conocerte y así a enamorarme de ti, los días se volvieron gratos y apacibles, podía charlar contigo largas horas, disfrutar también juntos de pronunciados silencios, ver amaneceres, escuchar la música del viento o la lluvia.

Me acompañabas a resolver mis asuntos, me diste tu fuerza y tu seguridad al punto que hasta me ayudaste a reconstruir mi vida.

Gracias por llegar, grandiosa "soledad", amiga mía.

Más de una vez en la vida enfrentamos la separación.

La escuela nos da uno de los primeros ejercicios, al ver marchar a nuestros padres.

Después nos damos cuenta de que las mascotas mueren, que dejas atrás amigos, lugares, personas, incluso que la vida tiene un término.

Sufrimos por tener y por dejar de tener.

Necesitamos aprender a manejar nuestros pensamientos.

La soledad no existe.

La condición humana es individual, naturalmente hablando.

La conciencia grupal o la idea de la colectividad proviene probablemente de la condición idéntica, al menos orgánicamente, hablando de todos los miembros de la raza.

Además del absoluto de unidad que genera y que además es la cuna ancestral incluso de diferencias, del requerimiento dual para la procreación, la que al final aún generando múltiples vidas, todas serán individuales.

Nuestras diferencias son culturales, ya que gracias a esas es que generamos las raciales y de ahí todos los demás adefesios discriminatorios, antes del conocimiento somos idénticos pero con características físicas particulares.

De esta forma y ante la aceptación del individuo como fundamento o pieza clave para sí, del pensamiento, es que podemos iniciar.

Todos, hasta que no se compruebe otra cosa viajamos dentro de esta esfera, no hay posibilidad, de que un humano tenga establecido su domicilio de forma natural fuera de ésta, por lo tanto vivimos todos en la misma casa.

El concepto de soledad es un monstruo más de la sociedad de consumo, que utiliza esta condición para favorecer su insaciable vacío.

Si no tienes familia, si no te aman, si no amas, si no eres valorado, entonces estás solo, nada más falso, tal vez existan algunas de esas tristes y solo para cumplir y no quedar como insensible, condiciones de vida pero ni aún en ellas se está solo y tal vez sí, en malas condiciones, pero solo no.

El concepto de soledad no aporta nada, ya que es falso.

Probablemente sólo sustituible por el distanciamiento físico y aún así sería relativo, ya que existe de por medio el límite terrenal, que anula la distancia como un efecto infranqueable.

Tal vez si el individuo fuera entrenado como "individuo" tendría un concepto más objetivo para ejercer su lugar en la vida en comunidad y además valoraría de diferente forma sus creaciones de grupo, pero para ello debería ser visto y verse a sí mismo como un ser más de este sistema natural y no como un ser superior, mucho menos sobrenatural, como muchos pretenden catalogarlo.

Espíritus que reinan, comen, beben, duermen, sufren y al fin mueren.

RE-GENERACIÓN 19

Contacto:

  • Escríbeme: gryitafuerte@gmail.com
  • Facebook: Gryita Fuerte

No creí que me enseñaras tanto. Aquel día en que apareciste en mi vida, tu aliento frío congeló lo que me quedaba de alma.

Tu llegada fue el resultado de la más feroz de mis caídas, el más brutal abandono, un rechazo de antología y me supo a muerte tu beso de bienvenida.

Confieso que no quería mirarte a los ojos, moría de miedo, llegué a pensar que cual fiera medusa pudieras hechizarme y en algún momento acostumbrarme a tu presencia.

Siempre había pensado mal de ti, la gente con la que yo sabía que tú habías vivido, me parecían personas tristes y amargadas.

Pero ya estábamos ahí, solos tú y yo viviendo juntos.

Fue como un dúo de náufragos en una isla desierta, que empecé a tratar contigo, a convidarte de mi café y a aceptar un poco de tu vino, a hacer algunos breves comentarios y descubrí que no eras tan mala compañera.

¡Hasta recuerdo aquel día en que te invité a bailar y cantar conmigo, eras tan parecida a mí, éramos tan afines!

Empecé a conocerte y así a enamorarme de ti, los días se volvieron gratos y apacibles, podía charlar contigo largas horas, disfrutar también juntos de pronunciados silencios, ver amaneceres, escuchar la música del viento o la lluvia.

Me acompañabas a resolver mis asuntos, me diste tu fuerza y tu seguridad al punto que hasta me ayudaste a reconstruir mi vida.

Gracias por llegar, grandiosa "soledad", amiga mía.

Más de una vez en la vida enfrentamos la separación.

La escuela nos da uno de los primeros ejercicios, al ver marchar a nuestros padres.

Después nos damos cuenta de que las mascotas mueren, que dejas atrás amigos, lugares, personas, incluso que la vida tiene un término.

Sufrimos por tener y por dejar de tener.

Necesitamos aprender a manejar nuestros pensamientos.

La soledad no existe.

La condición humana es individual, naturalmente hablando.

La conciencia grupal o la idea de la colectividad proviene probablemente de la condición idéntica, al menos orgánicamente, hablando de todos los miembros de la raza.

Además del absoluto de unidad que genera y que además es la cuna ancestral incluso de diferencias, del requerimiento dual para la procreación, la que al final aún generando múltiples vidas, todas serán individuales.

Nuestras diferencias son culturales, ya que gracias a esas es que generamos las raciales y de ahí todos los demás adefesios discriminatorios, antes del conocimiento somos idénticos pero con características físicas particulares.

De esta forma y ante la aceptación del individuo como fundamento o pieza clave para sí, del pensamiento, es que podemos iniciar.

Todos, hasta que no se compruebe otra cosa viajamos dentro de esta esfera, no hay posibilidad, de que un humano tenga establecido su domicilio de forma natural fuera de ésta, por lo tanto vivimos todos en la misma casa.

El concepto de soledad es un monstruo más de la sociedad de consumo, que utiliza esta condición para favorecer su insaciable vacío.

Si no tienes familia, si no te aman, si no amas, si no eres valorado, entonces estás solo, nada más falso, tal vez existan algunas de esas tristes y solo para cumplir y no quedar como insensible, condiciones de vida pero ni aún en ellas se está solo y tal vez sí, en malas condiciones, pero solo no.

El concepto de soledad no aporta nada, ya que es falso.

Probablemente sólo sustituible por el distanciamiento físico y aún así sería relativo, ya que existe de por medio el límite terrenal, que anula la distancia como un efecto infranqueable.

Tal vez si el individuo fuera entrenado como "individuo" tendría un concepto más objetivo para ejercer su lugar en la vida en comunidad y además valoraría de diferente forma sus creaciones de grupo, pero para ello debería ser visto y verse a sí mismo como un ser más de este sistema natural y no como un ser superior, mucho menos sobrenatural, como muchos pretenden catalogarlo.

Espíritus que reinan, comen, beben, duermen, sufren y al fin mueren.

RE-GENERACIÓN 19

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