/ sábado 21 de noviembre de 2020

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Con vacuna y sin vacuna

Se han puesto a pensar qué pasará si esto dura digamos, ¿un año más?

Analicemos. Cuando comenzó recuerdo que la perspectiva era de un par de meses. Las autoridades sanitarias advertían que nos preparáramos para una pandemia larga. En el camino muchos hemos visto pérdidas de vidas, incluso cercanas, muy queridas.

Otros han padecido al bicho y se han salvado, por cierto pude platicar para nutrir esta entrega con al menos tres sobrevivientes, quienes coinciden en que la experiencia no es agradable, refieren dolores de cabeza de otro mundo, debilidad brutal, dolor de cuerpo como de pelea de campeonato y una tos de nivel angustiante, solo un cuarto sujeto de mi pequeña muestra me habló de síntomas mínimos semejantes a un catarro simple.

Las dificultades económicas han hecho mella en el estilo de vida.

Algunos no pueden vivir de la forma holgada que lo hacían debido a que sus empresas, proyectos, negocios o empleos de buen nivel han cambiado condiciones y el ingreso ya no es el mismo.

Otros fueron despedidos y van en la dificultad de encontrar empleo en medio de un mar revuelto que pareciera que lo menos que tiene para ofrecer son oportunidades.

Hay quienes batallan para conseguir el pan diario de sus familias, ya que su condición previa a la pandemia era precaria y empeoró.

Claro que tenemos la esperanza viva.

Los rumores y amagues que hablan de la posibilidad cercana, siempre entre comillas de que aparezca la vacuna milagrosa, los tratamientos alternativos, la inmunidad de rebaño y otras posibles soluciones la mantienen con vida.

Pero, ¿qué pasaría si esto no ocurriera?

¿Si seguimos bailando la danza de los coloridos semáforos, por cierto políticamente voluntariosos, medio abriendo las actividades de algunos sectores para después volver a cerrarlas, si vamos del brote al rebrote y luego al riesgo del colapso hospitalario y así se va otro año?

Piénselo, creo que el primer dato sería que las pérdidas humanas se incrementarían.

Otro punto sería que se prolongaría el sufrimiento por el confinamiento que a la fecha ha causado estragos en sectores que realmente viven consecuencias físicas, sociales y emocionales a causa de la falta de movilidad y ni qué decir del segmento que vive la chifladura berrinchuda y mal educada de no querer ni poder simplemente seguir instrucciones y deciden jugarse la vida y la de sus afectos acudiendo a eventos de todo tipo a falta de conciencia, inteligencia, autocontrol, dominio propio y carácter.

Por último el daño al comercio, que ya registra bajas, por no haber podido resistir los embates de la variabilidad, la falta de recursos por parte de los consumidores, los ajustes para la provisión de sus servicios y otras calamidades y han tenido que bajar de forma permanente sus cortinas.

Este panorama es probable y casi obligado si no llegamos a un acuerdo con nuestra cultura y hacemos algo sin precedentes.

“Cuidarnos otra vez como al principio”, así versa una campaña muy interesante de una coalición de importantes escuelas de la zona.

Tal vez si logramos meternos en la cabeza que debemos usar todos un cubrebocas, pero no un adorno inútil, uno de verdad, cubriendo boca y nariz, no en la papada, ni en la coronilla, anteojos de seguridad, micas o caretas, si tratamos de salir lo menos posible, si evitamos fiestas, visitas, reuniones de todo tipo, si buscamos no tocarnos la cara y lavarnos las manos con frecuencia, además de usar gel antibacterial con setenta por ciento de alcohol cuando el agua y jabón no están a mano y por último nos turnamos para seguir apoyando el comercio local y consumimos en casa, sea posible bajar los contagios, salvar la vida, evitar más sufrimiento y no colapsar el sistema socioeconómico.

Piénselo en verdad, si resistimos ahora tal vez aprendamos a vivir con vacuna y sin vacuna, al menos mientras esta llega y en mejores condiciones que hasta ahora.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19

Se han puesto a pensar qué pasará si esto dura digamos, ¿un año más?

Analicemos. Cuando comenzó recuerdo que la perspectiva era de un par de meses. Las autoridades sanitarias advertían que nos preparáramos para una pandemia larga. En el camino muchos hemos visto pérdidas de vidas, incluso cercanas, muy queridas.

Otros han padecido al bicho y se han salvado, por cierto pude platicar para nutrir esta entrega con al menos tres sobrevivientes, quienes coinciden en que la experiencia no es agradable, refieren dolores de cabeza de otro mundo, debilidad brutal, dolor de cuerpo como de pelea de campeonato y una tos de nivel angustiante, solo un cuarto sujeto de mi pequeña muestra me habló de síntomas mínimos semejantes a un catarro simple.

Las dificultades económicas han hecho mella en el estilo de vida.

Algunos no pueden vivir de la forma holgada que lo hacían debido a que sus empresas, proyectos, negocios o empleos de buen nivel han cambiado condiciones y el ingreso ya no es el mismo.

Otros fueron despedidos y van en la dificultad de encontrar empleo en medio de un mar revuelto que pareciera que lo menos que tiene para ofrecer son oportunidades.

Hay quienes batallan para conseguir el pan diario de sus familias, ya que su condición previa a la pandemia era precaria y empeoró.

Claro que tenemos la esperanza viva.

Los rumores y amagues que hablan de la posibilidad cercana, siempre entre comillas de que aparezca la vacuna milagrosa, los tratamientos alternativos, la inmunidad de rebaño y otras posibles soluciones la mantienen con vida.

Pero, ¿qué pasaría si esto no ocurriera?

¿Si seguimos bailando la danza de los coloridos semáforos, por cierto políticamente voluntariosos, medio abriendo las actividades de algunos sectores para después volver a cerrarlas, si vamos del brote al rebrote y luego al riesgo del colapso hospitalario y así se va otro año?

Piénselo, creo que el primer dato sería que las pérdidas humanas se incrementarían.

Otro punto sería que se prolongaría el sufrimiento por el confinamiento que a la fecha ha causado estragos en sectores que realmente viven consecuencias físicas, sociales y emocionales a causa de la falta de movilidad y ni qué decir del segmento que vive la chifladura berrinchuda y mal educada de no querer ni poder simplemente seguir instrucciones y deciden jugarse la vida y la de sus afectos acudiendo a eventos de todo tipo a falta de conciencia, inteligencia, autocontrol, dominio propio y carácter.

Por último el daño al comercio, que ya registra bajas, por no haber podido resistir los embates de la variabilidad, la falta de recursos por parte de los consumidores, los ajustes para la provisión de sus servicios y otras calamidades y han tenido que bajar de forma permanente sus cortinas.

Este panorama es probable y casi obligado si no llegamos a un acuerdo con nuestra cultura y hacemos algo sin precedentes.

“Cuidarnos otra vez como al principio”, así versa una campaña muy interesante de una coalición de importantes escuelas de la zona.

Tal vez si logramos meternos en la cabeza que debemos usar todos un cubrebocas, pero no un adorno inútil, uno de verdad, cubriendo boca y nariz, no en la papada, ni en la coronilla, anteojos de seguridad, micas o caretas, si tratamos de salir lo menos posible, si evitamos fiestas, visitas, reuniones de todo tipo, si buscamos no tocarnos la cara y lavarnos las manos con frecuencia, además de usar gel antibacterial con setenta por ciento de alcohol cuando el agua y jabón no están a mano y por último nos turnamos para seguir apoyando el comercio local y consumimos en casa, sea posible bajar los contagios, salvar la vida, evitar más sufrimiento y no colapsar el sistema socioeconómico.

Piénselo en verdad, si resistimos ahora tal vez aprendamos a vivir con vacuna y sin vacuna, al menos mientras esta llega y en mejores condiciones que hasta ahora.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19