/ sábado 17 de julio de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Deshumanización

No es deseable observar un escenario catastrófico. El virus, las nuevas cepas y posibles mutaciones invitan a una mente pesimista, con tendencia a la reflexión a organizar ideas en entornos cambiantes y por demás impredecibles.

Las noticias vuelan, países que enfrentan nuevas olas vuelven al confinamiento y a la toma de medidas radicales.

Pero hoy prefiero referirme a nuestra conducta en general con respecto a la vida misma.

Tal parece que poco a poco hemos ido perdiendo como especie la sensibilidad. Hoy la muerte es solo un número y parece ser que la mayoría se siente ajena a la misma y juega a la estadística con enorme ligereza.

Pero ¿se ha puesto usted a pensar que esto no es nuevo?

La pandemia ha revelado una serie de conductas por demás incongruentes, personas que tenían vidas más o menos lentas y hogareñas, hoy de pronto sufren ataques de ansiedad por una enorme necesidad de convivir con el resto de la humanidad en el espacio público.

A otras sencillamente les ha sido imposible la contención y ajenas a toda autorregulación en ningún momento de la crisis sanitaria han logrado en verdad respetar al mínimo el distanciamiento social y las regulaciones que plantea voluntariamente al menos la autoridad de nuestro país.

Las autoridades participan con toda negligencia de este juego como si les pagaran por muerto

Tenemos años caminando en este sinsentido, siendo literalmente títeres movidos al antojo del gran monstruo, el sistema de consumo que asociado al sistema educativo, industrial y de gobierno se ha encargado de implantarnos una mentalidad a prueba de cualquier juicio crítico, de manera que seamos capaces incluso de pelear, debatir o hacernos la guerra unos a otros sin ni siquiera sospechar que somos la carne de cañón de los más oscuros intereses económicos y de poder.

Vivimos en un mundo que mata de forma natural y que pasó de ser nuestro hogar a nuestro campo de concentración, en donde la peor de las torturas es la pérdida del sentido existencial sumado a la de la razón.

Todos los venenos se encuentran incluidos en nuestros alimentos, el agua, el medio ambiente, todo participa en la degradación de la especie.

Nuestra mentalidad hoy no contempla de ninguna forma el estar viviendo esa experiencia involutiva, volviendo a un estado tal vez peor que el primitivo, ya que la conciencia nos invita a creer que seguimos avanzando, pero ya sin posibilidad de adaptación debido a que hemos perdido de vista el problema.

Miramos cómo las enfermedades emocionales toman la delantera, la forma en que nos afectamos unos a otros en el incremento de delitos como el maltrato, el bullying, que solo fue detenido por el cierre de las escuelas y que, le guste o no a las autoridades, al menos en México no son el mejor lugar para la sociabilidad y mucho menos un recurso terapéutico para la recuperación de la salud mental, sino sitios de alto riesgo para millones de nuestros menores, abuso, feminicidio y violencia familiar entre otros, todo manifestación de lo mismo.

Estamos dejando de ser humanos para convertirnos en mutantes resultado de una nueva sugestión, la pérdida del sentido de la vida.

Contaminamos el ambiente, consumimos veneno sin control, vamos por nuestro beneficio a costa de lo que sea, sin descubrir que todo lo que buscamos obtener a la larga solo nos dejará sin oportunidad ante nuevos deseos autogenerados que acabarán por devolvernos a la carencia del principio.

Estamos ante un suicidio colectivo, que únicamente dura de forma aparentemente funcional para generar un beneficio al único poder interesado, el control de la humanidad a través del beneficio de unos cuantos.

Si leyó hasta aquí, considerará posiblemente una ficción mis planteamientos o tal vez una exageración, pero le invito a reflexionar en lo que está ocurriendo en su vida.

¿En verdad cree que esto un día se podrá considerar una nueva normalidad?

RE-GENERACIÓN 19

Escríbeme:

gryitafuerte@gmail.com

Facebook Gryita Fuerte

No es deseable observar un escenario catastrófico. El virus, las nuevas cepas y posibles mutaciones invitan a una mente pesimista, con tendencia a la reflexión a organizar ideas en entornos cambiantes y por demás impredecibles.

Las noticias vuelan, países que enfrentan nuevas olas vuelven al confinamiento y a la toma de medidas radicales.

Pero hoy prefiero referirme a nuestra conducta en general con respecto a la vida misma.

Tal parece que poco a poco hemos ido perdiendo como especie la sensibilidad. Hoy la muerte es solo un número y parece ser que la mayoría se siente ajena a la misma y juega a la estadística con enorme ligereza.

Pero ¿se ha puesto usted a pensar que esto no es nuevo?

La pandemia ha revelado una serie de conductas por demás incongruentes, personas que tenían vidas más o menos lentas y hogareñas, hoy de pronto sufren ataques de ansiedad por una enorme necesidad de convivir con el resto de la humanidad en el espacio público.

A otras sencillamente les ha sido imposible la contención y ajenas a toda autorregulación en ningún momento de la crisis sanitaria han logrado en verdad respetar al mínimo el distanciamiento social y las regulaciones que plantea voluntariamente al menos la autoridad de nuestro país.

Las autoridades participan con toda negligencia de este juego como si les pagaran por muerto

Tenemos años caminando en este sinsentido, siendo literalmente títeres movidos al antojo del gran monstruo, el sistema de consumo que asociado al sistema educativo, industrial y de gobierno se ha encargado de implantarnos una mentalidad a prueba de cualquier juicio crítico, de manera que seamos capaces incluso de pelear, debatir o hacernos la guerra unos a otros sin ni siquiera sospechar que somos la carne de cañón de los más oscuros intereses económicos y de poder.

Vivimos en un mundo que mata de forma natural y que pasó de ser nuestro hogar a nuestro campo de concentración, en donde la peor de las torturas es la pérdida del sentido existencial sumado a la de la razón.

Todos los venenos se encuentran incluidos en nuestros alimentos, el agua, el medio ambiente, todo participa en la degradación de la especie.

Nuestra mentalidad hoy no contempla de ninguna forma el estar viviendo esa experiencia involutiva, volviendo a un estado tal vez peor que el primitivo, ya que la conciencia nos invita a creer que seguimos avanzando, pero ya sin posibilidad de adaptación debido a que hemos perdido de vista el problema.

Miramos cómo las enfermedades emocionales toman la delantera, la forma en que nos afectamos unos a otros en el incremento de delitos como el maltrato, el bullying, que solo fue detenido por el cierre de las escuelas y que, le guste o no a las autoridades, al menos en México no son el mejor lugar para la sociabilidad y mucho menos un recurso terapéutico para la recuperación de la salud mental, sino sitios de alto riesgo para millones de nuestros menores, abuso, feminicidio y violencia familiar entre otros, todo manifestación de lo mismo.

Estamos dejando de ser humanos para convertirnos en mutantes resultado de una nueva sugestión, la pérdida del sentido de la vida.

Contaminamos el ambiente, consumimos veneno sin control, vamos por nuestro beneficio a costa de lo que sea, sin descubrir que todo lo que buscamos obtener a la larga solo nos dejará sin oportunidad ante nuevos deseos autogenerados que acabarán por devolvernos a la carencia del principio.

Estamos ante un suicidio colectivo, que únicamente dura de forma aparentemente funcional para generar un beneficio al único poder interesado, el control de la humanidad a través del beneficio de unos cuantos.

Si leyó hasta aquí, considerará posiblemente una ficción mis planteamientos o tal vez una exageración, pero le invito a reflexionar en lo que está ocurriendo en su vida.

¿En verdad cree que esto un día se podrá considerar una nueva normalidad?

RE-GENERACIÓN 19

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