/ sábado 6 de marzo de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Educación vs. inteligencia

Se escuchan voces que, en favor de los niños, ofrecen una opinión con respecto a la necesidad de volver a las aulas.

También el gobierno empieza a sugerir con entusiasmo, tener entereza, valentía y fortaleza para empezar a dar pasos hacia la normalidad.

Pero, ¿es el momento correcto?

Expertos en salud mental afirman que los niños deben volver a las aulas, ya que el aislamiento podrá traer secuelas importantes, incluso algunas organizaciones internacionales vaticinan el incremento de embarazos a temprana edad, en el índice de maltrato infantil, suicidios y depresión en jóvenes.

El caso de México, para variar, es sui géneris.

Parece ser que la pandemia además de cobrar vidas y dañar la economía, también le borró la mente a nuestros gobernantes y a algunos expertos en salud mental, que hoy son activistas en favor de la infancia o tal vez oportunistas mediáticos del cibernético río revuelto.

¿Ya se les olvidó lo que sucedía en México antes de la pandemia en las maravillosas instituciones encargadas no solo de la educación, sino hoy revestidas de amor y convertidas en paraísos emocionales de los infantes?

Me permito recordarles que, hasta el año 2020 México ocupaba el primer lugar de bullying en el mundo. Nuestras instituciones académicas eran el caldo de cultivo de un sinnúmero de padecimientos emocionales ya que además de la enorme cantidad de menores que sufrían algún tipo de acoso diariamente, el efecto dañino de esta condición es expansivo.

Ahora, una opinión recurrente es que los niños no se contagian o se contagian menos, además de que si lo contraen, en su mayoría se convierten en portadores asintomáticos y no contagian la enfermedad, por último y la más irresponsable es, que pocos niños han muerto por el virus.

Primero, ¿no será que los niños no generan un número mayor en la estadística debido a que fueron los primeros confinados al cerrar las escuelas y se prohibió su ingreso a establecimientos y al espacio público?

Efectivamente, parece ser que les ayuda su sistema inmune, pero aun el hecho de que siendo portadores asintomáticos no transmiten la enfermedad, igual que muchas otras minucias sobre el virus aún no se conocen, ni están demostradas a ciencia cierta.

Ahora, el hecho de vacunar a los maestros no garantiza que ellos, de contraer la enfermedad, no contagien a los alumnos, quienes a su vez se volverán un posible vehículo para llevar a sus domicilios la cepa.

¿Sabe las secuelas que puede traer a un ser humano el saber que de niño contagió a sus padres o abuelos de un mal letal?

Se supone que el origen de la prisa es la salud mental.

Imaginemos, en el mejor de los casos, los niños acudirían a la escuela, con cubrebocas, caretas y guantes, pasarán por un filtro sanitario, les tomarán la temperatura y pisarán un tapete clorado, los empleados escolares deberán contar con el mismo equipo de protección y nadie podrá acercarse a nadie a más de un metro y medio de distancia, sin poder sacar al bullying de la ecuación.

¿Le parece mentalmente saludable este escenario apocalíptico?

Si bien los niños están viviendo un distanciamiento social, la mayoría está con sus familias, además de que para ellos la comunicación cibernética es y será parte de su realidad.

Tampoco podemos confiar en los semáforos, ya que todos nos hemos dado cuenta de su político y voluntarioso proceder.

Creo que nos estamos volviendo a equivocar, además de que se vuelve a evidenciar que nada en este país se salva de convertirse en barajita electorera.

Las autoridades deberán pensarlo muy bien, ya que pueden incrementar la magnitud de la potencia de la tragedia y tal vez en lugar de malgastar en manipular las voluntades, deberían tratar de cumplir efectivamente con sus obligaciones.

Los niños tienen derecho a la educación y a la libertad, pero también entre otros a la salud, al bienestar, a la felicidad y, por sobre todas las cosas, a la vida.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19

Se escuchan voces que, en favor de los niños, ofrecen una opinión con respecto a la necesidad de volver a las aulas.

También el gobierno empieza a sugerir con entusiasmo, tener entereza, valentía y fortaleza para empezar a dar pasos hacia la normalidad.

Pero, ¿es el momento correcto?

Expertos en salud mental afirman que los niños deben volver a las aulas, ya que el aislamiento podrá traer secuelas importantes, incluso algunas organizaciones internacionales vaticinan el incremento de embarazos a temprana edad, en el índice de maltrato infantil, suicidios y depresión en jóvenes.

El caso de México, para variar, es sui géneris.

Parece ser que la pandemia además de cobrar vidas y dañar la economía, también le borró la mente a nuestros gobernantes y a algunos expertos en salud mental, que hoy son activistas en favor de la infancia o tal vez oportunistas mediáticos del cibernético río revuelto.

¿Ya se les olvidó lo que sucedía en México antes de la pandemia en las maravillosas instituciones encargadas no solo de la educación, sino hoy revestidas de amor y convertidas en paraísos emocionales de los infantes?

Me permito recordarles que, hasta el año 2020 México ocupaba el primer lugar de bullying en el mundo. Nuestras instituciones académicas eran el caldo de cultivo de un sinnúmero de padecimientos emocionales ya que además de la enorme cantidad de menores que sufrían algún tipo de acoso diariamente, el efecto dañino de esta condición es expansivo.

Ahora, una opinión recurrente es que los niños no se contagian o se contagian menos, además de que si lo contraen, en su mayoría se convierten en portadores asintomáticos y no contagian la enfermedad, por último y la más irresponsable es, que pocos niños han muerto por el virus.

Primero, ¿no será que los niños no generan un número mayor en la estadística debido a que fueron los primeros confinados al cerrar las escuelas y se prohibió su ingreso a establecimientos y al espacio público?

Efectivamente, parece ser que les ayuda su sistema inmune, pero aun el hecho de que siendo portadores asintomáticos no transmiten la enfermedad, igual que muchas otras minucias sobre el virus aún no se conocen, ni están demostradas a ciencia cierta.

Ahora, el hecho de vacunar a los maestros no garantiza que ellos, de contraer la enfermedad, no contagien a los alumnos, quienes a su vez se volverán un posible vehículo para llevar a sus domicilios la cepa.

¿Sabe las secuelas que puede traer a un ser humano el saber que de niño contagió a sus padres o abuelos de un mal letal?

Se supone que el origen de la prisa es la salud mental.

Imaginemos, en el mejor de los casos, los niños acudirían a la escuela, con cubrebocas, caretas y guantes, pasarán por un filtro sanitario, les tomarán la temperatura y pisarán un tapete clorado, los empleados escolares deberán contar con el mismo equipo de protección y nadie podrá acercarse a nadie a más de un metro y medio de distancia, sin poder sacar al bullying de la ecuación.

¿Le parece mentalmente saludable este escenario apocalíptico?

Si bien los niños están viviendo un distanciamiento social, la mayoría está con sus familias, además de que para ellos la comunicación cibernética es y será parte de su realidad.

Tampoco podemos confiar en los semáforos, ya que todos nos hemos dado cuenta de su político y voluntarioso proceder.

Creo que nos estamos volviendo a equivocar, además de que se vuelve a evidenciar que nada en este país se salva de convertirse en barajita electorera.

Las autoridades deberán pensarlo muy bien, ya que pueden incrementar la magnitud de la potencia de la tragedia y tal vez en lugar de malgastar en manipular las voluntades, deberían tratar de cumplir efectivamente con sus obligaciones.

Los niños tienen derecho a la educación y a la libertad, pero también entre otros a la salud, al bienestar, a la felicidad y, por sobre todas las cosas, a la vida.

hey@gryita.com

fb: Gryita Fuerte

RE-GENERACIÓN 19