/ sábado 21 de agosto de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | ¿En verdad nadie va a hacer nada?

Hablamos de cifras muy altas en el conteo diario de contagios en nuestra zona.

Esta semana la presidenta de la Comisión Covid de la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia, Dra. Bertha Salinas, habló de un escenario complejo y preocupante, al concluir que son las cifras más altas de la pandemia y que la nueva cepa Delta ha causado un incremento importante en estos números.

También que nos encontramos con una ocupación hospitalaria en cuanto a camas Covid de 68% entre instituciones públicas y privadas, lo cual enciende de forma automática las alertas.

Pero mientras esto sucede al interior de las mesas de trabajo, planeación y análisis de los auténticos responsables y calificados en el tema, ¿qué sucede en la vida de la comunidad, primer usuario de la desgracia?

Una buena parte de la población está en una aparente ensoñación y se conduce como si la pandemia hubiera terminado, por todas partes se escuchan planes, reuniones, salidas, paseos, eventos privados, visitas a parques, playas y centros comerciales, en los supermercados podemos observar cómo la gente libremente accede sin ser verificada su temperatura, los legendarios tapetes clorados, cuya utilidad sigue en entredicho, hoy resuelven el debate en total sequedad y a nadie le importa cuántos pasan por familia, si acuden menores o si se está usando correctamente la aplicación del gel y el cubreboca al entrar.

Las autoridades responsables brillan por su ausencia.

El Gobierno federal está enfocado, como si le fuera la vida en ello, en reactivar las clases presenciales, sí, ya sé que es voluntario, pero sin condiciones adecuadas, que es una medida que, aunque ciertamente cuenta con una dosis de razón, cuenta también con otros factores como la intención velada de una reactivación económica y un tema político relacionado con los diferentes sindicatos y fuerzas involucradas y apuesta a generar una ecuación que no sea, digamos, tan terrible apoyada en la ignorancia de la gente, la inconsciencia y la triste indigencia intelectual y cognitiva del mal llamado pueblo sabio, siempre el más afectado en estos movimientos que me parece son como el caso de las campañas políticas, esos momentos en que los gobiernos de izquierda pierden lado para, como cualquier otro, favorecer el curso de los propios intereses, aun a cuenta del sector al cual sirven desde su parcial apostolado.

Las autoridades estatales lucen preocupadas, pero dada la batalla contra la federación les es difícil enfocarse en gestionar recursos y la aplicación a medidas contundentes del manejo de la crisis sanitaria.

Las autoridades municipales están más ocupadas en temas de imagen, rendición de resultados materiales y la inminente sucesión gubernamental, todo esto en la línea de los logros personales, que de hacerse verdaderamente cargo de implementar medidas que ayuden a contener al virus, las cuales requieren análisis, planeación, implementación de programas, concienciación y seguimiento operativo, temas que también están de vacaciones.

Las preguntas son, ¿nadie va a hacer algo, igual que con los cocodrilos, el agua contaminada, la planeación escolar y otras calamidades irán en manos de la suerte, la probabilidad, los remiendos y los milagros?

Pensemos algo, ¿es autoritarismo cuando el salvavidas le dice a la gente que salga del agua en bandera negra o que se aleje de una zona de pozas?

¿Es autoritarismo bajar del auto e impedirle conducir a un ciudadano en estado de ebriedad?

¿Es autoritarismo multar a quien conduce sin cinturón de seguridad?

¿Es autoritarismo impedir el acceso a una zona de desastre o evacuarla?

¿Es autoritarismo impedir a niños jugar en zonas donde pueden ser atacados por cocodrilos?

Creo que estamos equivocando términos, eso se llama autoridad y se vuelve un acto digno cuando, como todo poder, se pone al servicio de la vida.

Creo que nos falta dirección y gobierno.

  • gryitafuerte@gmail.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

Hablamos de cifras muy altas en el conteo diario de contagios en nuestra zona.

Esta semana la presidenta de la Comisión Covid de la Mesa Ciudadana de Seguridad y Justicia, Dra. Bertha Salinas, habló de un escenario complejo y preocupante, al concluir que son las cifras más altas de la pandemia y que la nueva cepa Delta ha causado un incremento importante en estos números.

También que nos encontramos con una ocupación hospitalaria en cuanto a camas Covid de 68% entre instituciones públicas y privadas, lo cual enciende de forma automática las alertas.

Pero mientras esto sucede al interior de las mesas de trabajo, planeación y análisis de los auténticos responsables y calificados en el tema, ¿qué sucede en la vida de la comunidad, primer usuario de la desgracia?

Una buena parte de la población está en una aparente ensoñación y se conduce como si la pandemia hubiera terminado, por todas partes se escuchan planes, reuniones, salidas, paseos, eventos privados, visitas a parques, playas y centros comerciales, en los supermercados podemos observar cómo la gente libremente accede sin ser verificada su temperatura, los legendarios tapetes clorados, cuya utilidad sigue en entredicho, hoy resuelven el debate en total sequedad y a nadie le importa cuántos pasan por familia, si acuden menores o si se está usando correctamente la aplicación del gel y el cubreboca al entrar.

Las autoridades responsables brillan por su ausencia.

El Gobierno federal está enfocado, como si le fuera la vida en ello, en reactivar las clases presenciales, sí, ya sé que es voluntario, pero sin condiciones adecuadas, que es una medida que, aunque ciertamente cuenta con una dosis de razón, cuenta también con otros factores como la intención velada de una reactivación económica y un tema político relacionado con los diferentes sindicatos y fuerzas involucradas y apuesta a generar una ecuación que no sea, digamos, tan terrible apoyada en la ignorancia de la gente, la inconsciencia y la triste indigencia intelectual y cognitiva del mal llamado pueblo sabio, siempre el más afectado en estos movimientos que me parece son como el caso de las campañas políticas, esos momentos en que los gobiernos de izquierda pierden lado para, como cualquier otro, favorecer el curso de los propios intereses, aun a cuenta del sector al cual sirven desde su parcial apostolado.

Las autoridades estatales lucen preocupadas, pero dada la batalla contra la federación les es difícil enfocarse en gestionar recursos y la aplicación a medidas contundentes del manejo de la crisis sanitaria.

Las autoridades municipales están más ocupadas en temas de imagen, rendición de resultados materiales y la inminente sucesión gubernamental, todo esto en la línea de los logros personales, que de hacerse verdaderamente cargo de implementar medidas que ayuden a contener al virus, las cuales requieren análisis, planeación, implementación de programas, concienciación y seguimiento operativo, temas que también están de vacaciones.

Las preguntas son, ¿nadie va a hacer algo, igual que con los cocodrilos, el agua contaminada, la planeación escolar y otras calamidades irán en manos de la suerte, la probabilidad, los remiendos y los milagros?

Pensemos algo, ¿es autoritarismo cuando el salvavidas le dice a la gente que salga del agua en bandera negra o que se aleje de una zona de pozas?

¿Es autoritarismo bajar del auto e impedirle conducir a un ciudadano en estado de ebriedad?

¿Es autoritarismo multar a quien conduce sin cinturón de seguridad?

¿Es autoritarismo impedir el acceso a una zona de desastre o evacuarla?

¿Es autoritarismo impedir a niños jugar en zonas donde pueden ser atacados por cocodrilos?

Creo que estamos equivocando términos, eso se llama autoridad y se vuelve un acto digno cuando, como todo poder, se pone al servicio de la vida.

Creo que nos falta dirección y gobierno.

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