/ sábado 10 de abril de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | La casa de los espejos

La humanidad está rebasada. Lo que creamos para liberarnos nos gobierna. Somos más y estamos solos

La ecuación letal formada por tecnología, redes sociales, deficientes sistemas políticos, sistemas educativos arcaicos, inmersos todos en el despiadado sistema de consumo han provocado el resquebrajamiento del tejido social.

Nuestra vida se ahoga en un dispositivo electrónico.

Desde esa pequeña puerta inanimada con necesidad de recargas periódicas, accesamos a una fantasía, cada vez menos didáctica encaminada a la despersonalización, además que con nefastos resultados en lo que a salud se refiere.

Hoy tenemos sin movernos muchos amigos, montones de actividades y un desquiciante mundo hiperactivo, que además de permitirnos incursionar en una cantidad impresionante de sensaciones termina por ser un coadyuvante en organismos propensos en la instalación de condiciones negativas, como la depresión, la ansiedad, las adicciones y el suicidio.

Como individuos, pretendemos al llevar a cabo nuestra interacción con el resto, ser aceptados, comprendidos, valorados e interpretados desde la completud que nuestra visión individual considera verdadera, pero sin poder evitar el ver a los demás, que en realidad ni siquiera son “los demás” sino una imagen virtual de mi propia interpretación colocada en su espacio vital, como una especie de “resumen humano” o síntesis del espécimen, para ajustarlo a una interpretación aceptable basada en nuestras propias limitaciones.

Debido a diversos escenarios que manejamos, hoy sufrimos de una multiplicidad de identidades, que voluntariamente o no, nos convierten en un disfraz de retazos, que causa confusión y el dolor propio de extraviar la identidad.

No nos conocemos, tampoco conocemos a los demás y esto se agrava a través de la nueva dinámica, prejuiciar, juzgar, calificar y definir al resto solo con la parte que podemos ver, así es como generamos círculos, como avanzamos en ideas y como tomamos decisiones.

Nuestro aprendizaje , información, educación, comunicación, desarrollo y asociación se han convertido en formatos de registro, claves, accesos, interacciones y supuestos intereses comunes, con los cuales solo aceptamos ser agrupados como especímenes del mismo tipo y por lo tanto posibles actores funcionales del mercado interminable del sistema.

Sería interesante analizar si existe un mecanismo para buscar no ser un pez más de la red.

Tal vez la interacción directa, la lectura, el darnos tiempo para conocer a las personas, escuchar sus propuestas de vida, sus intereses, su trayectoria, sus aficiones y la forma en que se comportan pudiera ser de gran ayuda.

¿Por qué tanta prisa?

Frenar las acciones, para darle oportunidad a los demás de mostrarnos un rostro más parecido al real nos puede accesar a relaciones más sólidas y productivas.

¿Cuántos de tus amigos virtuales conoces personalmente, cuántos viven en tu colonia, cuántos tienen un nivel socioeconómico y cultural semejante al tuyo, cuántos aceptarían venir a tu casa y cuántos serían amigos si en verdad te conocieran?

Esto aplica a los más cercanos también, a esos que nos hemos privado de conocer a fondo, los más olvidados, esos que viven en tu propia casa.

Las redes son como “la casa de los espejos”, en donde vemos nuestra propia imagen en miles de formatos, no debemos dejarnos engañar, la vida del planeta y sus pobladores está en juego y si te parece exagerado investiga lo que está ocurriendo con el agua o el cambio climático.

Estamos en época electoral y el engaño está a la orden del día, es un buen momento para escuchar a los seres humanos a quienes les daremos la opción de dirigirnos, independientemente del color de sus atuendos, que hoy sabemos no significa casi nada, más bien sería bueno saber cuál es el color de su mente y de qué manera pueden ser un auxilio desde el poder para todos.

Dudar de todo puede ser buen principio.

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

Las redes son como “la casa de los espejos”, en donde vemos nuestra propia imagen en miles de formatos, no debemos dejarnos engañar.

La humanidad está rebasada. Lo que creamos para liberarnos nos gobierna. Somos más y estamos solos

La ecuación letal formada por tecnología, redes sociales, deficientes sistemas políticos, sistemas educativos arcaicos, inmersos todos en el despiadado sistema de consumo han provocado el resquebrajamiento del tejido social.

Nuestra vida se ahoga en un dispositivo electrónico.

Desde esa pequeña puerta inanimada con necesidad de recargas periódicas, accesamos a una fantasía, cada vez menos didáctica encaminada a la despersonalización, además que con nefastos resultados en lo que a salud se refiere.

Hoy tenemos sin movernos muchos amigos, montones de actividades y un desquiciante mundo hiperactivo, que además de permitirnos incursionar en una cantidad impresionante de sensaciones termina por ser un coadyuvante en organismos propensos en la instalación de condiciones negativas, como la depresión, la ansiedad, las adicciones y el suicidio.

Como individuos, pretendemos al llevar a cabo nuestra interacción con el resto, ser aceptados, comprendidos, valorados e interpretados desde la completud que nuestra visión individual considera verdadera, pero sin poder evitar el ver a los demás, que en realidad ni siquiera son “los demás” sino una imagen virtual de mi propia interpretación colocada en su espacio vital, como una especie de “resumen humano” o síntesis del espécimen, para ajustarlo a una interpretación aceptable basada en nuestras propias limitaciones.

Debido a diversos escenarios que manejamos, hoy sufrimos de una multiplicidad de identidades, que voluntariamente o no, nos convierten en un disfraz de retazos, que causa confusión y el dolor propio de extraviar la identidad.

No nos conocemos, tampoco conocemos a los demás y esto se agrava a través de la nueva dinámica, prejuiciar, juzgar, calificar y definir al resto solo con la parte que podemos ver, así es como generamos círculos, como avanzamos en ideas y como tomamos decisiones.

Nuestro aprendizaje , información, educación, comunicación, desarrollo y asociación se han convertido en formatos de registro, claves, accesos, interacciones y supuestos intereses comunes, con los cuales solo aceptamos ser agrupados como especímenes del mismo tipo y por lo tanto posibles actores funcionales del mercado interminable del sistema.

Sería interesante analizar si existe un mecanismo para buscar no ser un pez más de la red.

Tal vez la interacción directa, la lectura, el darnos tiempo para conocer a las personas, escuchar sus propuestas de vida, sus intereses, su trayectoria, sus aficiones y la forma en que se comportan pudiera ser de gran ayuda.

¿Por qué tanta prisa?

Frenar las acciones, para darle oportunidad a los demás de mostrarnos un rostro más parecido al real nos puede accesar a relaciones más sólidas y productivas.

¿Cuántos de tus amigos virtuales conoces personalmente, cuántos viven en tu colonia, cuántos tienen un nivel socioeconómico y cultural semejante al tuyo, cuántos aceptarían venir a tu casa y cuántos serían amigos si en verdad te conocieran?

Esto aplica a los más cercanos también, a esos que nos hemos privado de conocer a fondo, los más olvidados, esos que viven en tu propia casa.

Las redes son como “la casa de los espejos”, en donde vemos nuestra propia imagen en miles de formatos, no debemos dejarnos engañar, la vida del planeta y sus pobladores está en juego y si te parece exagerado investiga lo que está ocurriendo con el agua o el cambio climático.

Estamos en época electoral y el engaño está a la orden del día, es un buen momento para escuchar a los seres humanos a quienes les daremos la opción de dirigirnos, independientemente del color de sus atuendos, que hoy sabemos no significa casi nada, más bien sería bueno saber cuál es el color de su mente y de qué manera pueden ser un auxilio desde el poder para todos.

Dudar de todo puede ser buen principio.

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  • RE-GENERACIÓN 19

Las redes son como “la casa de los espejos”, en donde vemos nuestra propia imagen en miles de formatos, no debemos dejarnos engañar.