/ sábado 28 de agosto de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Los maestros son héroes, no mártires

Esta semana tuve oportunidad de reunirme a conversar con algunos grupos de maestros, autoridades educativas y personal de apoyo de la Secretaría de Educación Pública, sindicalizados de Tamaulipas para hablar sobre el tan sonado y delicado tema del regreso a las aulas promovido desde el Gobierno Federal y conocer diferentes posturas al respecto.

Las opiniones van, desde algunas sumamente claras con respecto a la viabilidad de esta medida, tocando los puntos neurálgicos de la misma con temas como por supuesto el de la salud de alumnos y docentes, el económico, los recursos técnicos y tecnológicos, los sociológicos como la desigualdad, la pobreza, la ignorancia hasta otros más románticos que pretenden colocar al maestro como carne de cañón de la tragedia de la desorganización mexicana y enviarlo a su encomienda a “jugársela” por amor a la Patria, amparado en la cobertura de algunas deidades y la fe.

Existen opiniones encontradas, intereses de claros a oscuros entreverados a los argumentos, posturas que se antojan comodinas y otras sumamente puntuales y comprometidas con la gravedad del asunto.

Ciertamente el tema de la educación es prioritario, pero también es un problema en nuestro país que requiere de atención mucho antes de la pandemia.

Los temas que ya he mencionado aquí hasta el cansancio como el bullying con nuestro vergonzoso primer lugar mundial antes del virus, con más de 28 millones de niños sufriendo diariamente acoso, la venta indiscriminada de comida chatarra, la carencia de recursos y tecnología, desigualdad y deserción escolar consecuencia de la pobreza y una lista de desgracias que acompañan silenciosas a nuestro sistema educativo y hoy se pretenden volver imperceptibles ante la idea del “segundo hogar” de niños y jóvenes al ritmo del caminito de la escuela del maestro Francisco Gabilondo Soler “Cri-cri”.

Conocidos vicios al interior de la fuerza sindical, como ocurre en muchos organismos similares del país, generados por una forma de hacer y vivir la política, en la búsqueda de logros e intereses personales al más claro amparo de la ley, ayudan hoy a generar la malversión de la lectura del problema y digamos permitir que se aproveche para ser utilizado de forma por demás maquiavélica para el golpeteo político.

¿Pero qué pasa con los maestros?

Hoy circula una versión, que muestra dos grupos, el de los docentes malvados que no quieren ir a trabajar porque están cómodos en sus hogares dando clases de baja calidad y viviendo vidas vacacionales y de otros que están deseosos como gladiadores de salir a luchar contra el monstruo y salvar a los niños de la miseria intelectual.

Yo percibo un tercer ángulo, Maestros comprometidos que además de temer por su salud y la de los suyos, saben claramente a lo que van a enfrentarse.

Los que tuvieron que usar no solo sus recursos creativos, para acoplarse a un mundo digital, sino también económicos para hacerse de herramientas y atender las necesidades de sus alumnos.

Otros que han tenido que hacer esfuerzos para hacer llegar materiales a sus educandos por la precaria situación económica de sus familias.

También los que trabajan muchas horas más que presencialmente al revisar material que les llega a todas horas y regularizar a niños que por falta de capacidad, disciplina o problemas familiares se quedan atrás.

Será complicado mantener sana distancia, llevar el virus aún vacunados a sus casas, controlar a los niños en un mundo que parece estar en guerra y que si contamos los muertos y heridos por la enfermedad en nuestro Estado podemos concluir que sí lo está.

También vivir la realidad, que los recursos sean simbólicos, que las escuelas no cuenten ni siquiera con los servicios más básicos y que la corrupción recargue el muerto en unos cuantos.

Yo creo que los maestros mexicanos, los buenos, son héroes, pero no tienen porque volverse mártires.

  • gryitafuerte@gmail.com
  • Facebook: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

Esta semana tuve oportunidad de reunirme a conversar con algunos grupos de maestros, autoridades educativas y personal de apoyo de la Secretaría de Educación Pública, sindicalizados de Tamaulipas para hablar sobre el tan sonado y delicado tema del regreso a las aulas promovido desde el Gobierno Federal y conocer diferentes posturas al respecto.

Las opiniones van, desde algunas sumamente claras con respecto a la viabilidad de esta medida, tocando los puntos neurálgicos de la misma con temas como por supuesto el de la salud de alumnos y docentes, el económico, los recursos técnicos y tecnológicos, los sociológicos como la desigualdad, la pobreza, la ignorancia hasta otros más románticos que pretenden colocar al maestro como carne de cañón de la tragedia de la desorganización mexicana y enviarlo a su encomienda a “jugársela” por amor a la Patria, amparado en la cobertura de algunas deidades y la fe.

Existen opiniones encontradas, intereses de claros a oscuros entreverados a los argumentos, posturas que se antojan comodinas y otras sumamente puntuales y comprometidas con la gravedad del asunto.

Ciertamente el tema de la educación es prioritario, pero también es un problema en nuestro país que requiere de atención mucho antes de la pandemia.

Los temas que ya he mencionado aquí hasta el cansancio como el bullying con nuestro vergonzoso primer lugar mundial antes del virus, con más de 28 millones de niños sufriendo diariamente acoso, la venta indiscriminada de comida chatarra, la carencia de recursos y tecnología, desigualdad y deserción escolar consecuencia de la pobreza y una lista de desgracias que acompañan silenciosas a nuestro sistema educativo y hoy se pretenden volver imperceptibles ante la idea del “segundo hogar” de niños y jóvenes al ritmo del caminito de la escuela del maestro Francisco Gabilondo Soler “Cri-cri”.

Conocidos vicios al interior de la fuerza sindical, como ocurre en muchos organismos similares del país, generados por una forma de hacer y vivir la política, en la búsqueda de logros e intereses personales al más claro amparo de la ley, ayudan hoy a generar la malversión de la lectura del problema y digamos permitir que se aproveche para ser utilizado de forma por demás maquiavélica para el golpeteo político.

¿Pero qué pasa con los maestros?

Hoy circula una versión, que muestra dos grupos, el de los docentes malvados que no quieren ir a trabajar porque están cómodos en sus hogares dando clases de baja calidad y viviendo vidas vacacionales y de otros que están deseosos como gladiadores de salir a luchar contra el monstruo y salvar a los niños de la miseria intelectual.

Yo percibo un tercer ángulo, Maestros comprometidos que además de temer por su salud y la de los suyos, saben claramente a lo que van a enfrentarse.

Los que tuvieron que usar no solo sus recursos creativos, para acoplarse a un mundo digital, sino también económicos para hacerse de herramientas y atender las necesidades de sus alumnos.

Otros que han tenido que hacer esfuerzos para hacer llegar materiales a sus educandos por la precaria situación económica de sus familias.

También los que trabajan muchas horas más que presencialmente al revisar material que les llega a todas horas y regularizar a niños que por falta de capacidad, disciplina o problemas familiares se quedan atrás.

Será complicado mantener sana distancia, llevar el virus aún vacunados a sus casas, controlar a los niños en un mundo que parece estar en guerra y que si contamos los muertos y heridos por la enfermedad en nuestro Estado podemos concluir que sí lo está.

También vivir la realidad, que los recursos sean simbólicos, que las escuelas no cuenten ni siquiera con los servicios más básicos y que la corrupción recargue el muerto en unos cuantos.

Yo creo que los maestros mexicanos, los buenos, son héroes, pero no tienen porque volverse mártires.

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