/ sábado 27 de febrero de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | México revuelto

Creo que las cosas se están complicando

El clima político, con la cercanía de las elecciones recrudece la pelea y los diferentes actores en su afán de ganar posiciones, van perdiendo sensibilidad y toda acción corresponde a un interés, no siendo siempre en este caso, a pesar de la carga utópica, el bienestar de la población, ni aquel fin último ideal, que en esta noble tarea pudiera o debiera ser, la felicidad del pueblo.

La información con respecto a la inmunización, a través de las diferentes posibilidades de vacunas sigue siendo ambigua.

Las fórmulas de salida en lo que a la reactivación social y económica se refiere, presentan escenarios que no ofrecen una dosis, digamos suficiente de tranquilidad, golpeando a diestra y siniestra, de forma desbalanceada a los diferentes sectores productivos.

Parece ser que el virus sigue siendo además de un flagelo a la vida, un instrumento político que las diferentes fuerzas siguen utilizando sin escrúpulos.

Es increíble que parezca que necesitamos como país, buscar una especie de tregua entre las diferentes fuerzas interesadas en el manejo del poder, para poder lograr una mejor contención de la enfermedad.

Aquí las preguntas.

¿Es en realidad más difícil crear y operar un sistema de vacunación eficiente y eficaz, que garantice en un porcentaje alto la inmunidad de la población, que haber descubierto la vacuna?

¿Será acaso posible que las deficiencias en cuanto a lógica simple se refiere, en la distribución y aplicación de la misma, sean parte más de la batalla electoral que de verdaderas carencias de capacidad científica y recursos técnicos?

¿A quién corresponde revisar que en la práctica los procesos que se plantean desde el romanticismo de la cúpula del sistema, realmente operen de forma favorable en la base que es el receptor último de los mismos?

Sobre lo positivo, es excelente contar con buena intención, con las vacunas, también con el dinero para garantizar su compra, con opciones y buenas relaciones con el resto del mundo y con un equipo humano altamente capacitado en lo que a investigación y planteamientos se refiere.

Pero ahora veamos lo que sucede a nivel de calle.

Empezamos por los adultos mayores, lo cual me parece correcto, por ser el grupo más vulnerable.

Largas filas, horas, intemperie, aglomeraciones, desgaste físico, emocional, falta de producto e inconsistencias que finalmente aumentan aunque no lo queramos ver, el riesgo en la salud de quien pretendemos proteger.

¿Y los que están postrados, en asilos de ancianos, cinturones de miseria, rancherías, los que no tienen internet, ni quien los lleve o su salud no se los permite?

Sume a esto las personas que valiéndose de sus recursos hacen hasta lo imposible por “meterse en la fila” a un municipio que no les corresponde, usar “sombras” que hagan fila y todo tipo de artilugios para poder, de forma egoísta, obtener el biológico a cualquier precio.

¿Por qué no invertir aquí los ahorros?

Porque de ninguna manera hablo en contra de los brigadistas, siervos de la nación, personal médico de todos niveles o las fuerzas armadas, al contrario, para ellos mi reconocimiento, respeto y solidaridad, hacen lo que pueden con lo que tienen.

Me refiero al ostentoso sistema que hoy sugiere estar en la total sanidad financiera.

¿Entonces, por qué no invertir en vehículos especiales, equipos, capacitación, sistemas y sobre todo salarios, para incrementar el aparato de vacunación de forma importante de manera que incluso volvamos a la seguridad de la brigada que va casa por casa vacunando a la población?

¿Qué forma más segura puede existir para evitar que la vacunación no se convierta en un foco de riesgo para la salud?

Creo que ésta es una oportunidad que el gobierno tiene de demostrar su devoción por la gente, su solvencia económica, su poder de convocatoria y sobre todo, de en verdad devolverle al pueblo lo robado, su paz y la salud.

Creo que las cosas se están complicando

El clima político, con la cercanía de las elecciones recrudece la pelea y los diferentes actores en su afán de ganar posiciones, van perdiendo sensibilidad y toda acción corresponde a un interés, no siendo siempre en este caso, a pesar de la carga utópica, el bienestar de la población, ni aquel fin último ideal, que en esta noble tarea pudiera o debiera ser, la felicidad del pueblo.

La información con respecto a la inmunización, a través de las diferentes posibilidades de vacunas sigue siendo ambigua.

Las fórmulas de salida en lo que a la reactivación social y económica se refiere, presentan escenarios que no ofrecen una dosis, digamos suficiente de tranquilidad, golpeando a diestra y siniestra, de forma desbalanceada a los diferentes sectores productivos.

Parece ser que el virus sigue siendo además de un flagelo a la vida, un instrumento político que las diferentes fuerzas siguen utilizando sin escrúpulos.

Es increíble que parezca que necesitamos como país, buscar una especie de tregua entre las diferentes fuerzas interesadas en el manejo del poder, para poder lograr una mejor contención de la enfermedad.

Aquí las preguntas.

¿Es en realidad más difícil crear y operar un sistema de vacunación eficiente y eficaz, que garantice en un porcentaje alto la inmunidad de la población, que haber descubierto la vacuna?

¿Será acaso posible que las deficiencias en cuanto a lógica simple se refiere, en la distribución y aplicación de la misma, sean parte más de la batalla electoral que de verdaderas carencias de capacidad científica y recursos técnicos?

¿A quién corresponde revisar que en la práctica los procesos que se plantean desde el romanticismo de la cúpula del sistema, realmente operen de forma favorable en la base que es el receptor último de los mismos?

Sobre lo positivo, es excelente contar con buena intención, con las vacunas, también con el dinero para garantizar su compra, con opciones y buenas relaciones con el resto del mundo y con un equipo humano altamente capacitado en lo que a investigación y planteamientos se refiere.

Pero ahora veamos lo que sucede a nivel de calle.

Empezamos por los adultos mayores, lo cual me parece correcto, por ser el grupo más vulnerable.

Largas filas, horas, intemperie, aglomeraciones, desgaste físico, emocional, falta de producto e inconsistencias que finalmente aumentan aunque no lo queramos ver, el riesgo en la salud de quien pretendemos proteger.

¿Y los que están postrados, en asilos de ancianos, cinturones de miseria, rancherías, los que no tienen internet, ni quien los lleve o su salud no se los permite?

Sume a esto las personas que valiéndose de sus recursos hacen hasta lo imposible por “meterse en la fila” a un municipio que no les corresponde, usar “sombras” que hagan fila y todo tipo de artilugios para poder, de forma egoísta, obtener el biológico a cualquier precio.

¿Por qué no invertir aquí los ahorros?

Porque de ninguna manera hablo en contra de los brigadistas, siervos de la nación, personal médico de todos niveles o las fuerzas armadas, al contrario, para ellos mi reconocimiento, respeto y solidaridad, hacen lo que pueden con lo que tienen.

Me refiero al ostentoso sistema que hoy sugiere estar en la total sanidad financiera.

¿Entonces, por qué no invertir en vehículos especiales, equipos, capacitación, sistemas y sobre todo salarios, para incrementar el aparato de vacunación de forma importante de manera que incluso volvamos a la seguridad de la brigada que va casa por casa vacunando a la población?

¿Qué forma más segura puede existir para evitar que la vacunación no se convierta en un foco de riesgo para la salud?

Creo que ésta es una oportunidad que el gobierno tiene de demostrar su devoción por la gente, su solvencia económica, su poder de convocatoria y sobre todo, de en verdad devolverle al pueblo lo robado, su paz y la salud.