/ sábado 3 de abril de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | ¡Pobre México pobre!

Fenómeno casi indescriptible para mí. Nuestro país es un espectáculo mayúsculo de necedad y manipulación.

Resulta que hasta hace días las voces se elevaban para restregar en el rostro imaginario del gobierno, representado por servidores públicos, la enorme cifra de fallecimientos en nuestro país a causa del virus.

El debate sobre la forma de contar los muertos, la manera de establecer comparativos y las minucias que nos llevan a pensar en importantes fugas de información, se volvió una batalla cerrada entre las voces autorizadas y algunos medios de información.

La campaña de vacunación con una cara práctica de movimiento primitivo, mezclada con un tinte de bandera de buena voluntad y suma humanitaria de los pueblos, manifiesta ser una deficiente pero insistente herramienta electorera, que recuerda a ratos y me apena, los viejos mecanismos que hoy algunos actores denostan, como los vasos, las camisetas y el popular frijol con gorgojo, solo que con envase de biológico inalcanzable.

Las autoridades de salud, casi en tono de súplica, llamaban a la población a la prudencia, argumentando una leve mejoría estadística, pero con alto riesgo de generar un nada sorpresivo repunte, debido a las acciones que el pueblo en su infinita sabiduría sumada a alguna legítima desesperación, tomaba durante cada espacio de asueto o días con finalidades netamente comerciales.

Europa continuaba y continúa enviando telegramas negros, mostrando la ineficacia de casi toda estrategia, que no incluye confinamiento, países colapsando ante terceras oleadas de potentes cepas, que crecen, se difunden, mutan y siguen siendo tan o más letales que al principio.

¿Estábamos en eso, no?

Cuando de pronto empezamos a observar que el subsecretario de Salud quien hasta hace poco, antes de caer víctima de sus debilidades humanas en contradicciones, al menos en público, quien era un rockstar de la ciencia médica, hoy luce desencajado, molesto, agresivo e intolerante. ¿Será acaso y solo es una hipótesis, porque ha tenido que renunciar a sus principios para ser partícipe de un juego político y económico dirigido más a resolver un asunto electoral, que la salud pública que originalmente le fue encomendada?

Así, en medio de esta sorpresa cae un relámpago de paz, salud y felicidad inaudita, que cambia de forma casi milagrosa, repentina y sobrenatural, los semáforos de todo el país de la mentira, el México herido, siempre herido por sus gobiernos incapaces, que son capaces de venderlo a cambio del poder y unas monedas.

El virus suspendido en sus cualidades naturales por un decreto vilmente manipulado y además sostenido por aquellos que otrora se mostraban totalmente en contra de abrirle las puertas al reducto social que no puede, no tiene, no sabe y no podrá luchar contra él, ese México sin rostro, sin seguro de gastos médicos mayores, que se va sin funeral y sin honores y qué tal vez hasta se le ahorra un gasto con este tipo de manejo.

Hoy torpes, letrados, inteligentes, cultos, iluminados y profanos salen juntos a celebrar agitando las palmas secas de su ignorante e irreflexiva pobreza intelectual, al hijo del hombre y así santificados abarrotan aeropuertos, playas y espacios públicos, constituyendo justo la materia y sustancia de lo que en fecha próxima muy seguramente será la nota, que lejos de ayudar al gobierno que hoy sucumbe a la presión social, se convertirá en un flagelo más que contribuirá a deteriorar la imagen que a través de estas acciones pretende engrandecer.

Parece ser que seguimos esperando líderes honestos, con voz clara y en favor del pueblo, capaces de resolver los problemas con inteligencia y honor, pero que en verdad y es complicado, no tengan precio, ni ambición.

Pronto tendremos elecciones y pienso que lo más inteligente será usar la potencia del color dominante, para colocar a quienes realmente consideremos los mejores.

¡Pobre México pobre!

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

Fenómeno casi indescriptible para mí. Nuestro país es un espectáculo mayúsculo de necedad y manipulación.

Resulta que hasta hace días las voces se elevaban para restregar en el rostro imaginario del gobierno, representado por servidores públicos, la enorme cifra de fallecimientos en nuestro país a causa del virus.

El debate sobre la forma de contar los muertos, la manera de establecer comparativos y las minucias que nos llevan a pensar en importantes fugas de información, se volvió una batalla cerrada entre las voces autorizadas y algunos medios de información.

La campaña de vacunación con una cara práctica de movimiento primitivo, mezclada con un tinte de bandera de buena voluntad y suma humanitaria de los pueblos, manifiesta ser una deficiente pero insistente herramienta electorera, que recuerda a ratos y me apena, los viejos mecanismos que hoy algunos actores denostan, como los vasos, las camisetas y el popular frijol con gorgojo, solo que con envase de biológico inalcanzable.

Las autoridades de salud, casi en tono de súplica, llamaban a la población a la prudencia, argumentando una leve mejoría estadística, pero con alto riesgo de generar un nada sorpresivo repunte, debido a las acciones que el pueblo en su infinita sabiduría sumada a alguna legítima desesperación, tomaba durante cada espacio de asueto o días con finalidades netamente comerciales.

Europa continuaba y continúa enviando telegramas negros, mostrando la ineficacia de casi toda estrategia, que no incluye confinamiento, países colapsando ante terceras oleadas de potentes cepas, que crecen, se difunden, mutan y siguen siendo tan o más letales que al principio.

¿Estábamos en eso, no?

Cuando de pronto empezamos a observar que el subsecretario de Salud quien hasta hace poco, antes de caer víctima de sus debilidades humanas en contradicciones, al menos en público, quien era un rockstar de la ciencia médica, hoy luce desencajado, molesto, agresivo e intolerante. ¿Será acaso y solo es una hipótesis, porque ha tenido que renunciar a sus principios para ser partícipe de un juego político y económico dirigido más a resolver un asunto electoral, que la salud pública que originalmente le fue encomendada?

Así, en medio de esta sorpresa cae un relámpago de paz, salud y felicidad inaudita, que cambia de forma casi milagrosa, repentina y sobrenatural, los semáforos de todo el país de la mentira, el México herido, siempre herido por sus gobiernos incapaces, que son capaces de venderlo a cambio del poder y unas monedas.

El virus suspendido en sus cualidades naturales por un decreto vilmente manipulado y además sostenido por aquellos que otrora se mostraban totalmente en contra de abrirle las puertas al reducto social que no puede, no tiene, no sabe y no podrá luchar contra él, ese México sin rostro, sin seguro de gastos médicos mayores, que se va sin funeral y sin honores y qué tal vez hasta se le ahorra un gasto con este tipo de manejo.

Hoy torpes, letrados, inteligentes, cultos, iluminados y profanos salen juntos a celebrar agitando las palmas secas de su ignorante e irreflexiva pobreza intelectual, al hijo del hombre y así santificados abarrotan aeropuertos, playas y espacios públicos, constituyendo justo la materia y sustancia de lo que en fecha próxima muy seguramente será la nota, que lejos de ayudar al gobierno que hoy sucumbe a la presión social, se convertirá en un flagelo más que contribuirá a deteriorar la imagen que a través de estas acciones pretende engrandecer.

Parece ser que seguimos esperando líderes honestos, con voz clara y en favor del pueblo, capaces de resolver los problemas con inteligencia y honor, pero que en verdad y es complicado, no tengan precio, ni ambición.

Pronto tendremos elecciones y pienso que lo más inteligente será usar la potencia del color dominante, para colocar a quienes realmente consideremos los mejores.

¡Pobre México pobre!

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