/ sábado 27 de marzo de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Pueblo sabio

La pandemia no ha terminado, mas suena a blasfemia.

Las voces que han tratado de hacer huecos llamados a la prudencia, al razonamiento, al ejercicio del juicio crítico, proponiendo la revisión de las diferentes estrategias y el manejo técnico de las mismas, hoy cansadas, desgastadas, pero audibles vuelven justo antes de una expresión pública de temeraria humanidad.

Parece ser que no leemos los datos que el virus nos ofrece.

Los números parecen favorables, las autoridades federales nos hablan de una baja en la ocupación hospitalaria, algunas zonas presentan semáforos que invitan a acariciar la idea de pronto volver a las actividades desde la nueva normalidad.

La vacunación avanza, a paso lento, con datos inciertos, prácticas complejas y una logística que hasta hoy no parece clara ni efectiva, pero que no por eso no está visto que existe buena voluntad, pero con la notoria afectación de una participación viciada por los canales de comunicación hacia algunos estados, que atrofiados por cuestiones políticas más que apoyar se han mostrado renuentes y contrarios a casi cualquier propuesta de la cúpula.

Las noticias falsas, la información tendenciosa, las campañas de desprestigio que van de lado a lado por los diferentes frentes interesados en el poder más que en el bienestar de la población, no ayudan en nada y solo provocan sin escrúpulo alguno, que el clima de intranquilidad se eleve, sin darse cuenta que el efecto puede ser negativo y además repercutir en su contra en la resulta electoral que pareciera ser su único interés.

La presión social que se pronuncia a la apertura del espacio público es fuerte, el aparato económico afectado, el sistema educativo no logra migrar del todo a los sistemas electrónicos, los efectos del seudoconfinamiento que en algunos casos y debido a la inconsciencia es tan virtual como la comunicación, ha incrementado conductas autodestructivas y delitos que desafortunadamente se presentan en el ámbito familiar.

La Secretaría de Salud a través del Doctor López- Gatell parece haber debilitado su postura y en lugar de afirmar el “Quédate en casa” o transmitir la sensación de “el último tirón”, se suma a las voces que claman por la falsa libertad y lanza un decálogo para disminuir el daño en el periodo vacacional, de forma francamente extraña, “salgan pero no se vayan lejos, regresen a casa todos los días, busquen los espacios abiertos y observen las normas sanitarias”.

Por otro lado en algunos estados como en el nuestro, las autoridades de turismo gestionan mayores aforos además de hacer llamados afectuosos y de grandes anfitriones para promover la afluencia de visitantes, mientras apuran el habilitado de instalaciones para su llegada como buenos vecinos.

Solo algunos servidores públicos muestran desacuerdo, como Adrián Oseguera Kernion, Presidente de Ciudad Madero, quien pienso en forma responsable y atinada se pronunció en contra de abrir la playa de Miramar, haciendo pública su opinión de solo abrir el Boulevard Costero y la venta de los diferentes productos playeros, servicios hoteleros y el ambulantaje.

El fin de semana largo pasado quedó claro que no es fácil controlar el aforo al máximo paseo.

Aquí las preguntas.

¿Para qué arriesgar a generar una nueva oleada de contagios justo cuando aparentemente avanzamos en la vacunación de adultos mayores?

¿En verdad cumpliremos las normas sanitarias en espacios públicos, cuando en ninguna de las fechas comerciales anteriores lo hemos logrado?

¿Los repuntes en históricos eventos han sido claros, navidad, Año Nuevo, el buen fin, qué nos hace pensar que el periodo vacacional no traerá sumas trágicas?

Creo que es momento de tomar conciencia, aún podemos muchos salir bien librados, pero será responsabilidad individual cuidar la vida, la familia y al que le alcance la razón, al prójimo.

Se oye bien que como pueblo le digan “sabio”, pero ejerza por favor.

Escríbeme:

  • hey@gryita.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACIÓN 19

La pandemia no ha terminado, mas suena a blasfemia.

Las voces que han tratado de hacer huecos llamados a la prudencia, al razonamiento, al ejercicio del juicio crítico, proponiendo la revisión de las diferentes estrategias y el manejo técnico de las mismas, hoy cansadas, desgastadas, pero audibles vuelven justo antes de una expresión pública de temeraria humanidad.

Parece ser que no leemos los datos que el virus nos ofrece.

Los números parecen favorables, las autoridades federales nos hablan de una baja en la ocupación hospitalaria, algunas zonas presentan semáforos que invitan a acariciar la idea de pronto volver a las actividades desde la nueva normalidad.

La vacunación avanza, a paso lento, con datos inciertos, prácticas complejas y una logística que hasta hoy no parece clara ni efectiva, pero que no por eso no está visto que existe buena voluntad, pero con la notoria afectación de una participación viciada por los canales de comunicación hacia algunos estados, que atrofiados por cuestiones políticas más que apoyar se han mostrado renuentes y contrarios a casi cualquier propuesta de la cúpula.

Las noticias falsas, la información tendenciosa, las campañas de desprestigio que van de lado a lado por los diferentes frentes interesados en el poder más que en el bienestar de la población, no ayudan en nada y solo provocan sin escrúpulo alguno, que el clima de intranquilidad se eleve, sin darse cuenta que el efecto puede ser negativo y además repercutir en su contra en la resulta electoral que pareciera ser su único interés.

La presión social que se pronuncia a la apertura del espacio público es fuerte, el aparato económico afectado, el sistema educativo no logra migrar del todo a los sistemas electrónicos, los efectos del seudoconfinamiento que en algunos casos y debido a la inconsciencia es tan virtual como la comunicación, ha incrementado conductas autodestructivas y delitos que desafortunadamente se presentan en el ámbito familiar.

La Secretaría de Salud a través del Doctor López- Gatell parece haber debilitado su postura y en lugar de afirmar el “Quédate en casa” o transmitir la sensación de “el último tirón”, se suma a las voces que claman por la falsa libertad y lanza un decálogo para disminuir el daño en el periodo vacacional, de forma francamente extraña, “salgan pero no se vayan lejos, regresen a casa todos los días, busquen los espacios abiertos y observen las normas sanitarias”.

Por otro lado en algunos estados como en el nuestro, las autoridades de turismo gestionan mayores aforos además de hacer llamados afectuosos y de grandes anfitriones para promover la afluencia de visitantes, mientras apuran el habilitado de instalaciones para su llegada como buenos vecinos.

Solo algunos servidores públicos muestran desacuerdo, como Adrián Oseguera Kernion, Presidente de Ciudad Madero, quien pienso en forma responsable y atinada se pronunció en contra de abrir la playa de Miramar, haciendo pública su opinión de solo abrir el Boulevard Costero y la venta de los diferentes productos playeros, servicios hoteleros y el ambulantaje.

El fin de semana largo pasado quedó claro que no es fácil controlar el aforo al máximo paseo.

Aquí las preguntas.

¿Para qué arriesgar a generar una nueva oleada de contagios justo cuando aparentemente avanzamos en la vacunación de adultos mayores?

¿En verdad cumpliremos las normas sanitarias en espacios públicos, cuando en ninguna de las fechas comerciales anteriores lo hemos logrado?

¿Los repuntes en históricos eventos han sido claros, navidad, Año Nuevo, el buen fin, qué nos hace pensar que el periodo vacacional no traerá sumas trágicas?

Creo que es momento de tomar conciencia, aún podemos muchos salir bien librados, pero será responsabilidad individual cuidar la vida, la familia y al que le alcance la razón, al prójimo.

Se oye bien que como pueblo le digan “sabio”, pero ejerza por favor.

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