/ sábado 31 de julio de 2021

Gryta.com, Fylosofía en expresión | Un acto de conciencia

  • ¿Has usado un cubrebocas, una careta o unos lentes durante varias horas seguidas?
  • ¿Cuál es tu percepción sobre el tema de la pandemia, tienes miedo de contagiarte, crees que el virus puede matarte, que cualquier extraño o familiar puede transmitírtelo?
  • ¿Te asegura completamente que no serás contagiado si observas las normas de seguridad sanitaria y por lo tanto te crees capaz de cuidarte en todo momento?
  • ¿Cuántas veces al día te tocas la cara?
  • ¿Tu lavado de manos es el adecuado?
  • ¿Cuánto vive el virus en las diferentes superficies?
  • ¿Crees que vacunarte te vuelve cien por ciento inmune?
  • ¿Tienes miedo?

Si usted me hace el favor de leer y analizar estas interrogantes, ya sea superficial o profundamente pero de forma honesta, me gustaría saber si se puede imaginar lo que al respecto piensa un niño o un adolescente.

Parece ser que la insistencia del regreso a las clases presenciales cae ya en una necedad.

Creo que estamos perdiendo el orden de las prioridades.

Ciertamente el derecho a la educación es inherente al ser humano, pero no superior a los derechos a la salud y a la vida.

El argumento de que pocos niños mueren a consecuencia de esta terrible enfermedad, me parece como animar de forma estadística a jugadores obligados de la ruleta rusa con un “tranquilos, son pocos”.

Creo que la vida de uno solo de los menores, vale por completo y sobradamente las medidas necesarias.

Debemos aceptar que no estamos preparados y eso no es bueno ni malo, es la realidad de un país que ciertamente vive grandes, enormes esfuerzos por salir adelante de esta crisis, pero que al igual que el resto del mundo y en su nivel tercermundista no tiene ni la infraestructura, ni la posibilidad de organización, ni los recursos técnicos para enfrentar de forma eficiente una operación como la que se pretende realizar.

El sistema escolarizado presencial requiere de una verdadera transformación que incluye la forma y el fondo para poder garantizar incluso medianamente la seguridad de los jóvenes y niños que se pretende regularizar en esta actividad, que si bien es una de las más importantes de la vida, ni es la única, ni actualmente existe solo esa forma de realizarla, aunque definitivamente es la más sencilla, pero que de forma insensible basa su efectividad en una estadística macabra.

Tenemos un problema como sociedad, como humanidad y como país y lo debemos enfrentar y atender, pero necesariamente requerimos usar todas nuestras capacidades y un verdadero pensamiento crítico para revisar los riesgos, los alcances, los supuestos beneficios, las probabilidades y una proyección sobre todo de un plan de verdadera actualización.

Abrir las escuelas es lo mismo que abrir las playas, los centros comerciales, los hoteles y en general el espacio público pero con una gran diferencia, en este caso los usuarios y quienes pondrán en riesgo su vida les guste o no aceptarlo, son legal y humanamente incapaces de decidir por ellos y por lo tanto no son aún responsables de sí mismos y así no son ellos quienes tomarán la decisión.

¿Por qué los menores no son prioridad para resolver su vacunación?

Tal vez debemos hacer un enésimo llamado a la cordura y pensar que posiblemente solo se requiere un poco más de tiempo, algo más de esfuerzo y resistencia para encontrar la solución a este problema, pero una verdadera solución que no conlleve seguir enviando el dolor, el luto, la tragedia y pérdidas irreparables a ningún hogar de México.

Recuerde, no éramos un baluarte educativo a los ojos de la humanidad, creo que ni antes, ni ahora haremos una gran diferencia, en lo que sí es posible que lo hagamos es en el número de contagios, enfermos y muertes a causa del virus y como consecuencia un daño generalizado.

Antes de la educación va la vida y como diría mi abuela, los niños no deben cuidar a los niños.

¡Conciencia México!

  • gryitafuerte@gmail.com
  • fb: Gryita Fuerte
  • RE-GENERACION 19s
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Si usted me hace el favor de leer y analizar estas interrogantes, ya sea superficial o profundamente pero de forma honesta, me gustaría saber si se puede imaginar lo que al respecto piensa un niño o un adolescente.

Parece ser que la insistencia del regreso a las clases presenciales cae ya en una necedad.

Creo que estamos perdiendo el orden de las prioridades.

Ciertamente el derecho a la educación es inherente al ser humano, pero no superior a los derechos a la salud y a la vida.

El argumento de que pocos niños mueren a consecuencia de esta terrible enfermedad, me parece como animar de forma estadística a jugadores obligados de la ruleta rusa con un “tranquilos, son pocos”.

Creo que la vida de uno solo de los menores, vale por completo y sobradamente las medidas necesarias.

Debemos aceptar que no estamos preparados y eso no es bueno ni malo, es la realidad de un país que ciertamente vive grandes, enormes esfuerzos por salir adelante de esta crisis, pero que al igual que el resto del mundo y en su nivel tercermundista no tiene ni la infraestructura, ni la posibilidad de organización, ni los recursos técnicos para enfrentar de forma eficiente una operación como la que se pretende realizar.

El sistema escolarizado presencial requiere de una verdadera transformación que incluye la forma y el fondo para poder garantizar incluso medianamente la seguridad de los jóvenes y niños que se pretende regularizar en esta actividad, que si bien es una de las más importantes de la vida, ni es la única, ni actualmente existe solo esa forma de realizarla, aunque definitivamente es la más sencilla, pero que de forma insensible basa su efectividad en una estadística macabra.

Tenemos un problema como sociedad, como humanidad y como país y lo debemos enfrentar y atender, pero necesariamente requerimos usar todas nuestras capacidades y un verdadero pensamiento crítico para revisar los riesgos, los alcances, los supuestos beneficios, las probabilidades y una proyección sobre todo de un plan de verdadera actualización.

Abrir las escuelas es lo mismo que abrir las playas, los centros comerciales, los hoteles y en general el espacio público pero con una gran diferencia, en este caso los usuarios y quienes pondrán en riesgo su vida les guste o no aceptarlo, son legal y humanamente incapaces de decidir por ellos y por lo tanto no son aún responsables de sí mismos y así no son ellos quienes tomarán la decisión.

¿Por qué los menores no son prioridad para resolver su vacunación?

Tal vez debemos hacer un enésimo llamado a la cordura y pensar que posiblemente solo se requiere un poco más de tiempo, algo más de esfuerzo y resistencia para encontrar la solución a este problema, pero una verdadera solución que no conlleve seguir enviando el dolor, el luto, la tragedia y pérdidas irreparables a ningún hogar de México.

Recuerde, no éramos un baluarte educativo a los ojos de la humanidad, creo que ni antes, ni ahora haremos una gran diferencia, en lo que sí es posible que lo hagamos es en el número de contagios, enfermos y muertes a causa del virus y como consecuencia un daño generalizado.

Antes de la educación va la vida y como diría mi abuela, los niños no deben cuidar a los niños.

¡Conciencia México!

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