/ martes 29 de enero de 2019

Guerra del petróleo

Lector, el precio del barril de petróleo no lo ponen la OPEP ni otros productores importantes de energía en el mundo, como pudiera suponerse, sino los “anglo petroleros y sus lacayos”...

Como citan observadores, no en balde con sus actos han cambiado los contornos del mundo moderno –inventándose nuevas naciones, alimentando guerras o industrializando desiertos— y, en sus ambiciones comerciales, está el origen de numerosas crisis diplomáticas; las revoluciones de Iraq, el movimiento separatista de Escocia o la guerra civil de Nigeria”, entre otros. Frecuentemente, estos anglo petroleros se parecen bastante a gobiernos particulares en los que las naciones occidentales delegan ex profeso parte de su diplomacia. Por ello, dentro de sus centros de mando, que tantas crisis y guerras han visto pasar, el fenómeno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como un ente que “sube y baja los precios del barril de crudo”, fue solamente un revés pasajero en su largo avance triunfal. Estas anglo petroleras, como se sabe, representan mucho más que ellas solas: son el corazón de todo el sistema económico de occidente.

Ningun país se halla a salvo del voluntarismo intervencionista de las grandes compañías petroleras y gobiernos de sus países. Resulta complicado diferenciar a unos de otros. Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Richard Nixon, y hoy cercano a la Casa Blanca, en su papel de asesor de Nixon recomendó ocupar militarmente Venezuela para controlar sus mantos petrolíferos, y asegurar el suministro de hidrocarburos a Estados Unidos.

Recordemos, Estados Unidos ya una vez elevó en Irán a una casta que se encargó de extraer al máximo el petróleo fincado en su subsuelo; y el imperio, en una de sus frecuentes contradicciones, abandono a los Pahlevi un día. También abandonó al Ayatola Jomeini; a Saddam Hussein, quien fue destronado y ejecutado, y lo mismo a Osama Bin Laden, supuesto (ex) agente de la CIA, nombrado como autor intelectual del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. En esta historia, además, aparece el coronel Kadafy, hombre fuerte de Libia, Basar al Asad, presidente de Siria, y el general Noriega, expresidente de Panamá, entre otros de menor altura.

Es aventurado desestimar las acciones de Kissinger, secretario de Estado de un país “cuya historia hacia Latinoamérica ha sido la de una nación poderosa con el ejército más fuerte del mundo diciendo, no nos gusta este gobierno, vamos a derrocarlo”, declaró Bernie Sanders, exsenador por Vermont, quien fue una agradable sorpresa en su papel de precandidato demócrata a la Presidencia de su país. Este político, de 74 años, que tiene un cada vez mayor número de seguidores en sectores jóvenes del electorado, manifestó: “Estados Unidos no puede seguir interviniendo en Latinoamérica y derrocando gobiernos y tratando de desestabilizarlos por razones económicas”.

Lo anteriormente aseverado nos dice, por si hay dudas, que el poder civil en Estados Unidos se mezcla como uno solo con los intereses militares, políticos y económicos. Lo reconfirma la existencia de una super agrupación –Council of Foreigh Relations— Consejo de Relaciones Exteriores, abreviado en inglés como (CFR), organización fundada en 1917 por John Davison Rockefeller, --padre de Nelson, director de Creole Petroleum Corp, coordinador de asuntos interamericanos con Franklin Delano Roosevelt , secretario de Salubridad y ayudante personal de Dwight Eisenhower y gobernador de Nueva York durante 15 años; además de David Rockefeller (presidente del poderoso Chase Manhattan Bank, institución crediticia que en la mente de muchos sigue siendo, pese a algunos quebrantos, el compendio del capitalismo americano).

La Council of Foreigh Relations es una organización que se dice no partidista dedicada a la política exterior, con base en la 58 East 68 Street,(en Park Avenue, Manhattan) en Nueva York, con una sucursal en Washington D.C. y afilia a los principales “big shots” de la política estadounidense. En sus exclusivas filas militan, también grandes capitanes de la industria, el comercio y el periodismo. De ahí han surgido presidentes y secretarios de Estado estadounidenses a partir de Herbert Clark Hoover. Por tanto, se advierte un perfil significativo del poder imperial, “con gran importancia de los civiles en asuntos militares, la semejanza creciente entre oficiales militares y directores civiles en política y en los negocios, así como el mayor contacto y la mayor cooperación entre oficiales y civiles en materia política, bélica, científica y financiera”.

A buen entendedor, pocas palabras. ¿O acaso con la “imagen del Tío Sam y su pata en el cuello del mundo” es posible dar paso a una nueva política mundial equitativa en materia de hidrocarburos?

Lector, el precio del barril de petróleo no lo ponen la OPEP ni otros productores importantes de energía en el mundo, como pudiera suponerse, sino los “anglo petroleros y sus lacayos”...

Como citan observadores, no en balde con sus actos han cambiado los contornos del mundo moderno –inventándose nuevas naciones, alimentando guerras o industrializando desiertos— y, en sus ambiciones comerciales, está el origen de numerosas crisis diplomáticas; las revoluciones de Iraq, el movimiento separatista de Escocia o la guerra civil de Nigeria”, entre otros. Frecuentemente, estos anglo petroleros se parecen bastante a gobiernos particulares en los que las naciones occidentales delegan ex profeso parte de su diplomacia. Por ello, dentro de sus centros de mando, que tantas crisis y guerras han visto pasar, el fenómeno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como un ente que “sube y baja los precios del barril de crudo”, fue solamente un revés pasajero en su largo avance triunfal. Estas anglo petroleras, como se sabe, representan mucho más que ellas solas: son el corazón de todo el sistema económico de occidente.

Ningun país se halla a salvo del voluntarismo intervencionista de las grandes compañías petroleras y gobiernos de sus países. Resulta complicado diferenciar a unos de otros. Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Richard Nixon, y hoy cercano a la Casa Blanca, en su papel de asesor de Nixon recomendó ocupar militarmente Venezuela para controlar sus mantos petrolíferos, y asegurar el suministro de hidrocarburos a Estados Unidos.

Recordemos, Estados Unidos ya una vez elevó en Irán a una casta que se encargó de extraer al máximo el petróleo fincado en su subsuelo; y el imperio, en una de sus frecuentes contradicciones, abandono a los Pahlevi un día. También abandonó al Ayatola Jomeini; a Saddam Hussein, quien fue destronado y ejecutado, y lo mismo a Osama Bin Laden, supuesto (ex) agente de la CIA, nombrado como autor intelectual del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. En esta historia, además, aparece el coronel Kadafy, hombre fuerte de Libia, Basar al Asad, presidente de Siria, y el general Noriega, expresidente de Panamá, entre otros de menor altura.

Es aventurado desestimar las acciones de Kissinger, secretario de Estado de un país “cuya historia hacia Latinoamérica ha sido la de una nación poderosa con el ejército más fuerte del mundo diciendo, no nos gusta este gobierno, vamos a derrocarlo”, declaró Bernie Sanders, exsenador por Vermont, quien fue una agradable sorpresa en su papel de precandidato demócrata a la Presidencia de su país. Este político, de 74 años, que tiene un cada vez mayor número de seguidores en sectores jóvenes del electorado, manifestó: “Estados Unidos no puede seguir interviniendo en Latinoamérica y derrocando gobiernos y tratando de desestabilizarlos por razones económicas”.

Lo anteriormente aseverado nos dice, por si hay dudas, que el poder civil en Estados Unidos se mezcla como uno solo con los intereses militares, políticos y económicos. Lo reconfirma la existencia de una super agrupación –Council of Foreigh Relations— Consejo de Relaciones Exteriores, abreviado en inglés como (CFR), organización fundada en 1917 por John Davison Rockefeller, --padre de Nelson, director de Creole Petroleum Corp, coordinador de asuntos interamericanos con Franklin Delano Roosevelt , secretario de Salubridad y ayudante personal de Dwight Eisenhower y gobernador de Nueva York durante 15 años; además de David Rockefeller (presidente del poderoso Chase Manhattan Bank, institución crediticia que en la mente de muchos sigue siendo, pese a algunos quebrantos, el compendio del capitalismo americano).

La Council of Foreigh Relations es una organización que se dice no partidista dedicada a la política exterior, con base en la 58 East 68 Street,(en Park Avenue, Manhattan) en Nueva York, con una sucursal en Washington D.C. y afilia a los principales “big shots” de la política estadounidense. En sus exclusivas filas militan, también grandes capitanes de la industria, el comercio y el periodismo. De ahí han surgido presidentes y secretarios de Estado estadounidenses a partir de Herbert Clark Hoover. Por tanto, se advierte un perfil significativo del poder imperial, “con gran importancia de los civiles en asuntos militares, la semejanza creciente entre oficiales militares y directores civiles en política y en los negocios, así como el mayor contacto y la mayor cooperación entre oficiales y civiles en materia política, bélica, científica y financiera”.

A buen entendedor, pocas palabras. ¿O acaso con la “imagen del Tío Sam y su pata en el cuello del mundo” es posible dar paso a una nueva política mundial equitativa en materia de hidrocarburos?