/ martes 26 de febrero de 2019

Guerra del petróleo

Amigo lector, estoy de acuerdo en lo acertado de cancelar la pensión de que gozan los ex presidentes, pues ya no opera la frase de que un político sin empleo resulta mas peligroso que los políticos activos.

La peligrosidad de un político en “la banca” solo radica en el prestigio que pueda tener en si mismo o haber dejado como funcionario público. Y es una peligrosidad relativa, en todo caso, porque ahora las condiciones son otras. A mi juicio, lo mas que se les podría conceder a los ex inquilinos de Los Pinos es alguna ocupación que les evite malos pensamientos.

Lector, si una planta petroquímica obtiene ganancias de alrededor de cuarenta millones de dólares al año, pero son necesarios sesenta millones de dólares para modernizar sus instalaciones, es poco imaginativo afirmar que la petroquímica no es negocio, ¡claro que es negocio; pero bien manejada! Y si lo que se necesita es dinero para sacar esta industria adelante, ¿por qué no convocar primero a ciudadanos mexicanos, pequeños ahorradores que pudieran ser accionistas de plantas petroquímicas? Esta clase de inyección de capitales de cientos de miles de connacionales podría ser un factor desencadenante para estructurar el desarrollo perdurable de la nación, que es de lo que se trata. Por cierto, los ciudadanos comunes como Ud. y yo debemos entender que las intentonas del gobierno estadounidense para derrocar al presidente Nicolás Maduro, bajo el pretexto de defender la democracia en Venezuela, son planes que se diseñan y manejan en las oficinas de los anglo petroleros, que son los megaricos, los verdaderos ganones, y de acuerdo con observadores, “los que imponen los precios de las grandes cosas en el planeta, incluido el barril de petróleo, al que lo ponen a su gusto, como ellos quieren , aunque en ese proceso se lleven de corbata, osea, que arruinen, a países petroleros menores, como los africanos, por ejemplo, o los otrora importantes que estén, como es nuestro caso, con ellos”.

Los anglo petroleros y sus aliados seguirán empeñados en quitar a Maduro para acceder libremente a los yacimientos de petróleo en el país sudamericano, bajo la frase que marco la politica exterior de su país con sus famosas palabras: “para los Estados Unidos no hay amigos; solo intereses” (John Foster Dulles, Secretario de Estado). Esto, para efectos prácticos, se aplica con demócratas o republicanos es lo mismo, la política exterior no se modifica un ápice.

El gobierno estadounidense ha tenido la inveterada costumbre de decirnos a los mexicanos que debemos hacer esto o aquello, muchas veces con efectos lamentables. Mike Pence, vicepresidente de la Casa Blanca, sugirió al gobierno de Mexico brindar su apoyo a Juan Guadio, “presidente interino de Venezuela”, y como lo que realmente esta en juego es el precio del barril de crudo, y los petroleros gringos reaccionan principalmente en función de los petro dólares, habrá que esperar el curso de los acontecimientos. Recordemos, el gobierno estadounidense tiene dos maneras de negociar, una, por arriba de la mesa, y otra, la verdadera, por debajo de la mesa.

Amigo lector, estoy de acuerdo en lo acertado de cancelar la pensión de que gozan los ex presidentes, pues ya no opera la frase de que un político sin empleo resulta mas peligroso que los políticos activos.

La peligrosidad de un político en “la banca” solo radica en el prestigio que pueda tener en si mismo o haber dejado como funcionario público. Y es una peligrosidad relativa, en todo caso, porque ahora las condiciones son otras. A mi juicio, lo mas que se les podría conceder a los ex inquilinos de Los Pinos es alguna ocupación que les evite malos pensamientos.

Lector, si una planta petroquímica obtiene ganancias de alrededor de cuarenta millones de dólares al año, pero son necesarios sesenta millones de dólares para modernizar sus instalaciones, es poco imaginativo afirmar que la petroquímica no es negocio, ¡claro que es negocio; pero bien manejada! Y si lo que se necesita es dinero para sacar esta industria adelante, ¿por qué no convocar primero a ciudadanos mexicanos, pequeños ahorradores que pudieran ser accionistas de plantas petroquímicas? Esta clase de inyección de capitales de cientos de miles de connacionales podría ser un factor desencadenante para estructurar el desarrollo perdurable de la nación, que es de lo que se trata. Por cierto, los ciudadanos comunes como Ud. y yo debemos entender que las intentonas del gobierno estadounidense para derrocar al presidente Nicolás Maduro, bajo el pretexto de defender la democracia en Venezuela, son planes que se diseñan y manejan en las oficinas de los anglo petroleros, que son los megaricos, los verdaderos ganones, y de acuerdo con observadores, “los que imponen los precios de las grandes cosas en el planeta, incluido el barril de petróleo, al que lo ponen a su gusto, como ellos quieren , aunque en ese proceso se lleven de corbata, osea, que arruinen, a países petroleros menores, como los africanos, por ejemplo, o los otrora importantes que estén, como es nuestro caso, con ellos”.

Los anglo petroleros y sus aliados seguirán empeñados en quitar a Maduro para acceder libremente a los yacimientos de petróleo en el país sudamericano, bajo la frase que marco la politica exterior de su país con sus famosas palabras: “para los Estados Unidos no hay amigos; solo intereses” (John Foster Dulles, Secretario de Estado). Esto, para efectos prácticos, se aplica con demócratas o republicanos es lo mismo, la política exterior no se modifica un ápice.

El gobierno estadounidense ha tenido la inveterada costumbre de decirnos a los mexicanos que debemos hacer esto o aquello, muchas veces con efectos lamentables. Mike Pence, vicepresidente de la Casa Blanca, sugirió al gobierno de Mexico brindar su apoyo a Juan Guadio, “presidente interino de Venezuela”, y como lo que realmente esta en juego es el precio del barril de crudo, y los petroleros gringos reaccionan principalmente en función de los petro dólares, habrá que esperar el curso de los acontecimientos. Recordemos, el gobierno estadounidense tiene dos maneras de negociar, una, por arriba de la mesa, y otra, la verdadera, por debajo de la mesa.