/ sábado 5 de septiembre de 2020

Hablemos de Tecnología | Crisis tecnológica

Cuando era muy joven tuve un sueño bastante curioso. Vivíamos en un mundo donde no existían las enfermedades, tampoco los vicios, ni los miedos, podíamos comunicarnos directamente desde la mente persona a persona, sin importar si estábamos en otra habitación o en otro planeta. Éramos telépatas, éramos androides, éramos felices. Cuando desperté supe que era un sueño, hasta hace unos días.

Si Elon Musk es el Tesla ó Einstein de nuestros tiempos, es un tema polémico, lo cierto es que la semana pasada luego de presentarle al mundo los avances de Neuralink®, pasó de ser el cuarto hombre más rico del mundo, a ser el tercero, por encima de Mark Zuckerberg y ese acorazado azul llamado Facebook®.

Pero amigo lector, vamos a ponernos en contexto. Desde la antigüedad los seres humanos hemos soñado con mejorar nuestros cuerpos, aumentar nuestras capacidades, y emular las de otros seres de la naturaleza, poder volar como las aves, sobrevivir en las profundidades el océano, o incluso poseer lo que la ciencia ficción denominó, “súper poderes”, tales como comunicarse con la mente, regenerar a voluntad partes del cuerpo, o poder acceder a información o imágenes de lo que pasa en lugares lejanos con solo desearlo.

Pues hoy, me aventuraré a declarar, que si bien, el tiempo no ha llegado aún, estamos más cerca que nunca. Actualmente dentro de las ramas de la Inteligencia Artificial, la Biotecnología y la sumamente importante Biología Sintética, tenemos a una nueva generación de investigadores que con su trabajo y creatividad están logrando cosas asombrosas, caso concreto de la que escribo hoy, Neuralink®, compañía de neurotecnología e intefaces hombre-máquina, especializada en el desarrollo y aplicación de interfaces cerebro-computadora, tecnologías y chips implantables, también conocidos como Brain-Machine Interfaces o BMI.

Estas tecnologías, que se pretende sean implantadas directamente en el cerebro a través de un dispositivo del tamaño de una moneda de peso, podrán ayudar a las personas a recibir y enviar estímulos a zonas específicas de la corteza cerebral, en una etapa inicial podrían ser usadas para tratar temas como adicciones, ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, e incluso enfermedades degenerativas como el Parkinson.

De momento algunas de las cosas que se han logrado son, por citar ejemplos, que pacientes hayan sido capaces de controlar cursores de computadoras, prótesis robóticas y sintetizadores del habla. Lo que demuestra su gran potencial uso en el área médica para tratar con pacientes que presenten discapacidades debido a desórdenes neurológicos.

Todos aquellos estudios experimentando con interfaces cerebro-computadora han sido realizados utilizando sistemas que no cuentan con más de 256 electrodos. Esta en una de sus principales limitaciones actualmente. Si bien los estudios de la empresa han demostrado que es posible la transferencia de información entre máquinas y el cerebro, el desarrollo de interfaces cerebro-computadora se ha visto limitado debido a la incapacidad que tienen estas de recopilar información de un mayor número de neuronas, actualmente ese es el gran reto, no tanto volverse más invasivo al cerebro, si no; tratar de encontrar un equilibrio en el proceso.

Y como toda gran apuesta tecnológica siempre existen los riesgos, los “peros”, la resistencia a los cambios. ¿Es ético manipular el cuerpo humano a fin de acelerar los procesos evolutivos? ¿Estamos estancados en la cúspide de nuestra evolución como especie? ¿Cuánto costarán estos dispositivos, quiénes podrán pagar por ellos? Son demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.

Pero siempre se vale soñar, si eso que soñamos se concreta en realidades que den progreso, que den felicidad y ante todo que formen parte del patrimonio de la humanidad. Para el futuro, el proyecto podría lograr que este tipo de interfaces fueran tan comunes y accesibles como los teléfonos inteligentes o las tabletas y que nos brindaran posibilidades tales como programar tus sueños, navegar por internet desde tu cerebro o “leer” miles de libros mientras duermes.

Elon Musk ha declarado en múltiples ocasiones su creencia de que la IA representa un riesgo para los seres humanos, debido a la posibilidad de que esta supere en habilidades a la especie humana. Para él, la mejor solución al problema sería, lograr una simbiosis total con la inteligencia artificial de modo que pueda ser controlada. Lo que se lograría creando una capa de inteligencia artificial sobre la corteza cerebral, sistema que se está desarrollando con Neuralink®.

Quédate en Casa.

Cuando era muy joven tuve un sueño bastante curioso. Vivíamos en un mundo donde no existían las enfermedades, tampoco los vicios, ni los miedos, podíamos comunicarnos directamente desde la mente persona a persona, sin importar si estábamos en otra habitación o en otro planeta. Éramos telépatas, éramos androides, éramos felices. Cuando desperté supe que era un sueño, hasta hace unos días.

Si Elon Musk es el Tesla ó Einstein de nuestros tiempos, es un tema polémico, lo cierto es que la semana pasada luego de presentarle al mundo los avances de Neuralink®, pasó de ser el cuarto hombre más rico del mundo, a ser el tercero, por encima de Mark Zuckerberg y ese acorazado azul llamado Facebook®.

Pero amigo lector, vamos a ponernos en contexto. Desde la antigüedad los seres humanos hemos soñado con mejorar nuestros cuerpos, aumentar nuestras capacidades, y emular las de otros seres de la naturaleza, poder volar como las aves, sobrevivir en las profundidades el océano, o incluso poseer lo que la ciencia ficción denominó, “súper poderes”, tales como comunicarse con la mente, regenerar a voluntad partes del cuerpo, o poder acceder a información o imágenes de lo que pasa en lugares lejanos con solo desearlo.

Pues hoy, me aventuraré a declarar, que si bien, el tiempo no ha llegado aún, estamos más cerca que nunca. Actualmente dentro de las ramas de la Inteligencia Artificial, la Biotecnología y la sumamente importante Biología Sintética, tenemos a una nueva generación de investigadores que con su trabajo y creatividad están logrando cosas asombrosas, caso concreto de la que escribo hoy, Neuralink®, compañía de neurotecnología e intefaces hombre-máquina, especializada en el desarrollo y aplicación de interfaces cerebro-computadora, tecnologías y chips implantables, también conocidos como Brain-Machine Interfaces o BMI.

Estas tecnologías, que se pretende sean implantadas directamente en el cerebro a través de un dispositivo del tamaño de una moneda de peso, podrán ayudar a las personas a recibir y enviar estímulos a zonas específicas de la corteza cerebral, en una etapa inicial podrían ser usadas para tratar temas como adicciones, ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, e incluso enfermedades degenerativas como el Parkinson.

De momento algunas de las cosas que se han logrado son, por citar ejemplos, que pacientes hayan sido capaces de controlar cursores de computadoras, prótesis robóticas y sintetizadores del habla. Lo que demuestra su gran potencial uso en el área médica para tratar con pacientes que presenten discapacidades debido a desórdenes neurológicos.

Todos aquellos estudios experimentando con interfaces cerebro-computadora han sido realizados utilizando sistemas que no cuentan con más de 256 electrodos. Esta en una de sus principales limitaciones actualmente. Si bien los estudios de la empresa han demostrado que es posible la transferencia de información entre máquinas y el cerebro, el desarrollo de interfaces cerebro-computadora se ha visto limitado debido a la incapacidad que tienen estas de recopilar información de un mayor número de neuronas, actualmente ese es el gran reto, no tanto volverse más invasivo al cerebro, si no; tratar de encontrar un equilibrio en el proceso.

Y como toda gran apuesta tecnológica siempre existen los riesgos, los “peros”, la resistencia a los cambios. ¿Es ético manipular el cuerpo humano a fin de acelerar los procesos evolutivos? ¿Estamos estancados en la cúspide de nuestra evolución como especie? ¿Cuánto costarán estos dispositivos, quiénes podrán pagar por ellos? Son demasiadas preguntas y muy pocas respuestas.

Pero siempre se vale soñar, si eso que soñamos se concreta en realidades que den progreso, que den felicidad y ante todo que formen parte del patrimonio de la humanidad. Para el futuro, el proyecto podría lograr que este tipo de interfaces fueran tan comunes y accesibles como los teléfonos inteligentes o las tabletas y que nos brindaran posibilidades tales como programar tus sueños, navegar por internet desde tu cerebro o “leer” miles de libros mientras duermes.

Elon Musk ha declarado en múltiples ocasiones su creencia de que la IA representa un riesgo para los seres humanos, debido a la posibilidad de que esta supere en habilidades a la especie humana. Para él, la mejor solución al problema sería, lograr una simbiosis total con la inteligencia artificial de modo que pueda ser controlada. Lo que se lograría creando una capa de inteligencia artificial sobre la corteza cerebral, sistema que se está desarrollando con Neuralink®.

Quédate en Casa.