/ sábado 6 de marzo de 2021

Hablemos de tecnología | ¡Peligro, biberón digital!

La vida se compone de momentos, algunas vidas tienen muchos, otras apenas uno. Disfrutar con mayor o menor intensidad cada uno de ellos depende únicamente de usted, no de las apariencias, del espejismo de las redes, ni del monstruo del consumismo, hoy, para aquellos que son padres, les presento un llamado a la reflexión sobre los peligros del biberón digital.

No comenzaré criticando a una marca, mucho menos a un producto, porque si ha llegado a estas líneas pensando que hablaría de una mamila recargable por usb, creo que está confundido, pero no se preocupe, es toda mi culpa.

El aparato mercadológico que se ha montado sobre nuestra sociedad y que nos absorbe todos los días está creciendo, y en su frenética carrera por integrar y retener nuevos mercados y grupos de consumo, apunta el día de hoy a un sector sumamente delicado: nuestros hijos.

Y si bien desde ya muy tempranas edades de la mercadotecnia, el potencial del mercado de los más jóvenes había sido bien identificado, no había sido tan explotado como ahora.

Para ello se recurre a todas las técnicas posibles; primero, la puesta por tentar el ego en los adolescentes con los ya conocidos riesgos de las redes se ataca la autoestima, el sentido de pertenencia, el deseo de inclusión y una imagen de que “vidas extraordinarias” en donde todo es lujos y placer. Para ello Instagram y Facebook son los maestros del arte. Nos venden experiencias, lujo, tecnología innecesaria y deseo de poseer.

Sin embargo, el problema comienza aún en edades muy tempranas, en la niñez, incluso en la primera infancia, ya que hoy como nunca en la historia, los más pequeños son expuestos al uso constante de pantallas, desde teléfonos celulares hasta enormes televisores, y los riesgos son de varias naturalezas, primero, no tenemos estudios de cómo afecta la exposición prolongada del espectro de luz azul a la visión humana, cuando ésta es continuada por décadas desde la primera infancia hasta la adultez en plenitud.

Y segundo y más perturbador, la naturaleza de los contenidos que llegan a los niños desde estos dispositivos, hoy; redes como vimeo, Youtube, Tiktok, entre muchas otras, están plagadas de contenidos creados específicamente para ellos, desde juegos y bromas inocentes, hasta riesgosos retos que promueven en ocasiones la autolesión o que incluso son capaces de poner en riesgo la salud y hasta la vida de los infantes.

Existen varias asociaciones que recomiendan desde hace ya tiempo, que los menores de 12 años no sean expuestos a la red, la realidad de México y del mundo, es muy diferente, la Organización Mundial de la Salud, hoy muy famosa ya por la pandemia, recomendó desde 2008 que los infantes menores a 2 años no sean expuestos a pantallas electrónicas de ningún tipo, lamentablemente según palabras del experto argentino Santiago Bilinkis, la realidad es muy diferente, el promedio de tiempo que pasan los menores de 2 años frente a pantallas es de 2 horas y media y un tercio de los bebés que nacen actualmente utiliza pantallas mucho antes de aprender a caminar.

Pero el llamado, amigo lector, no es a alejar a los jóvenes de las tecnologías, sino a aprender primero y a enseñar a sus hijos después, la manera correcta de utilizarlas, de aprender de ellas y de sacarles el mejor provecho.

Hoy, el uso de tabletas o celulares para “ponerles un video a los nenes” se está convirtiendo en una válvula de desfogue recurrente para muchos padres, ¿Para qué platicar con el niño? ¿Por qué tratar de calmarlo para que descanse? ¿Cómo le explico su duda de la escuela? Si tenemos a Internet, sí tenemos a Youtube, y ahí está todo.

Bueno, por muy buenos y positivos que puedan llegar a ser estos materiales, por muy optimistas y diversos que sean sus contenidos, hay algo que ningún infante va a encontrar en una red social, en un video-juego o en una plataforma de videos, la calidez, el cariño, la atención y el amor de sus padres.

Recuerde que los hijos crecen más rápido que las plantas, y que todo se recupera en esta vida, menos el tiempo perdido.

La vida se compone de momentos, algunas vidas tienen muchos, otras apenas uno. Disfrutar con mayor o menor intensidad cada uno de ellos depende únicamente de usted, no de las apariencias, del espejismo de las redes, ni del monstruo del consumismo, hoy, para aquellos que son padres, les presento un llamado a la reflexión sobre los peligros del biberón digital.

No comenzaré criticando a una marca, mucho menos a un producto, porque si ha llegado a estas líneas pensando que hablaría de una mamila recargable por usb, creo que está confundido, pero no se preocupe, es toda mi culpa.

El aparato mercadológico que se ha montado sobre nuestra sociedad y que nos absorbe todos los días está creciendo, y en su frenética carrera por integrar y retener nuevos mercados y grupos de consumo, apunta el día de hoy a un sector sumamente delicado: nuestros hijos.

Y si bien desde ya muy tempranas edades de la mercadotecnia, el potencial del mercado de los más jóvenes había sido bien identificado, no había sido tan explotado como ahora.

Para ello se recurre a todas las técnicas posibles; primero, la puesta por tentar el ego en los adolescentes con los ya conocidos riesgos de las redes se ataca la autoestima, el sentido de pertenencia, el deseo de inclusión y una imagen de que “vidas extraordinarias” en donde todo es lujos y placer. Para ello Instagram y Facebook son los maestros del arte. Nos venden experiencias, lujo, tecnología innecesaria y deseo de poseer.

Sin embargo, el problema comienza aún en edades muy tempranas, en la niñez, incluso en la primera infancia, ya que hoy como nunca en la historia, los más pequeños son expuestos al uso constante de pantallas, desde teléfonos celulares hasta enormes televisores, y los riesgos son de varias naturalezas, primero, no tenemos estudios de cómo afecta la exposición prolongada del espectro de luz azul a la visión humana, cuando ésta es continuada por décadas desde la primera infancia hasta la adultez en plenitud.

Y segundo y más perturbador, la naturaleza de los contenidos que llegan a los niños desde estos dispositivos, hoy; redes como vimeo, Youtube, Tiktok, entre muchas otras, están plagadas de contenidos creados específicamente para ellos, desde juegos y bromas inocentes, hasta riesgosos retos que promueven en ocasiones la autolesión o que incluso son capaces de poner en riesgo la salud y hasta la vida de los infantes.

Existen varias asociaciones que recomiendan desde hace ya tiempo, que los menores de 12 años no sean expuestos a la red, la realidad de México y del mundo, es muy diferente, la Organización Mundial de la Salud, hoy muy famosa ya por la pandemia, recomendó desde 2008 que los infantes menores a 2 años no sean expuestos a pantallas electrónicas de ningún tipo, lamentablemente según palabras del experto argentino Santiago Bilinkis, la realidad es muy diferente, el promedio de tiempo que pasan los menores de 2 años frente a pantallas es de 2 horas y media y un tercio de los bebés que nacen actualmente utiliza pantallas mucho antes de aprender a caminar.

Pero el llamado, amigo lector, no es a alejar a los jóvenes de las tecnologías, sino a aprender primero y a enseñar a sus hijos después, la manera correcta de utilizarlas, de aprender de ellas y de sacarles el mejor provecho.

Hoy, el uso de tabletas o celulares para “ponerles un video a los nenes” se está convirtiendo en una válvula de desfogue recurrente para muchos padres, ¿Para qué platicar con el niño? ¿Por qué tratar de calmarlo para que descanse? ¿Cómo le explico su duda de la escuela? Si tenemos a Internet, sí tenemos a Youtube, y ahí está todo.

Bueno, por muy buenos y positivos que puedan llegar a ser estos materiales, por muy optimistas y diversos que sean sus contenidos, hay algo que ningún infante va a encontrar en una red social, en un video-juego o en una plataforma de videos, la calidez, el cariño, la atención y el amor de sus padres.

Recuerde que los hijos crecen más rápido que las plantas, y que todo se recupera en esta vida, menos el tiempo perdido.