/ sábado 20 de noviembre de 2021

Hablemos de tecnología | Tecnocampo

“Solo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado y el último pez atrapado, se darán cuenta que el dinero no se puede comer”: Toro Sentado (Jefe Sioux)

Somos una especie muy curiosa. Invertimos millones de dólares en investigación en temas como las redes sociales, el entretenimiento tradicional, la música, el cine, la televisión, el entretenimiento para adultos, en fin, muchas industrias altamente rentables, pero qué poco se invierte en temas trascendentales como el desarrollo de energías renovables, el cuidado del ambiente o la tecnificación del campo.

Recuerdo en mi ya cada día más lejana juventud que los abuelos decían que no importaba la profesión que se escogiere, que el trabajo de un agricultor o un ganadero eran tan importantes que necesitaríamos de ellos varias veces al día, básicamente cada vez que nos sentáramos a comer algo.

Y es por mucho hoy amigo lector que el campo en México se ve cada día más necesitado de apoyo verdadero, hemos dejado muy atrás aquellos tiempos en los que nos concentrábamos en explotar la tierra y dejar las cosas a la buena fortuna de que lloviera y de que las cosas se dieran bien, es decir, por mucho, a la esperanza en DIOS.

Pero aquellos que han leído y entienden los proverbios, tienen siempre presente esa frase que nos dice: “Ayúdate que yo te ayudaré”, que tiene más que ver con la sabiduría popular que con la religión, porque a decir verdad no aparece en la Santa Biblia en ninguna parte.

Falta pensar en qué olvidados están aquellos que día con día trabajan en favor de que no nos falte el alimento; afortunadamente, para muchos hombres del campo, hoy el uso de las tecnologías representa un nuevo parteaguas para fortalecer sus procesos productivos, al menos para quienes saben usarla y tienen los medios para poder adquirirla.

El campo mexicano está modernizándose, no por el apoyo de los gobiernos, sino por la penetración de una nueva generación de productores que están aplicando las bondades que la ciencia y la tecnología les proveen. Tanto es así, que en las mesas de los profesionales del campo es cada día más común escuchar temas como “paquete tecnológico” en referencia al conjunto de aplicaciones técnicas que van de la mano con el fortalecimiento de la cría o de la siembra.

Fertilizantes, sistemas de riego, análisis de los ciclos de la cosecha, son solo algunos de los parámetros a tomar en cuenta en esta nueva y rica área de aplicación de la tecnología, eso sin dejar de lado el combate a las plagas y por supuesto un tema determinante, no solo para la siembra o la cría, el análisis de rentabilidad y retorno de inversión, básicas en cualquier negocio de alto riesgo, como es el tema del que hoy le escribo.

Lamentablemente en México, los productores en su mayoría están desamparados en este aspecto al no existir un sistema económico apoyado por los gobiernos que garantice, como en otros países, un precio de reserva por tonelada o kilo de lo producido, además de no entender el punto de vista más importante, que es el de los productores.

Los tomadores de decisiones se abocan a promover programas de carácter general, como si se tratara de fórmulas mágicas que se pueden aplicar en cualquier ciudad, en cualquier momento, pero qué equivocados están, la siembra es más bien un proceso particular de microrregiones y microclimas, más que arrojar semillas y esperar a que florezcan, a veces cosas tan sutiles como sembrar a diferentes espacios, latitudes, humedades, grados de Ph, o sencillamente días del año pueden hacer grandes diferencias. Un buen amigo que vive de producir me enseñó que incluso puede haber grandes diferencias si se siembra por la mañana o por la tarde.

Ha llegado el momento de impulsar una profesionalización y tecnificación del campo, y no solo en Tamaulipas o en la Huasteca, sino en todo México, el apoyo debe ser decisivo, en lo material, tecnológico y financiero. Debemos aprovechar las nuevas tecnologías de posicionamiento geográfico, análisis satelital en lo regional y con apoyo de drones en lo local, haciendo eficientes los procesos de manera complementaria, siembra, cuidado, cosecha, comercialización y rotación de cultivos.

En lo correspondiente a la ganadería, también queda mucho por hacer, hoy somos capaces de aplicar biología sintética, pero no se trata de ir jugando a ser DIOS, hackeando el ADN de las especies, sino, de promover una cultura de cuidado genético, cría selectiva y promoción de los apoyos a los ganaderos.

El mundo sufre cuando nos quitan el Facebook por seis horas, pero no quisiera ser nunca testigo si un día nos quitaran el valor del campo para toda la vida. Dedicada a mi amigo Jesús.

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“Solo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado y el último pez atrapado, se darán cuenta que el dinero no se puede comer”: Toro Sentado (Jefe Sioux)

Somos una especie muy curiosa. Invertimos millones de dólares en investigación en temas como las redes sociales, el entretenimiento tradicional, la música, el cine, la televisión, el entretenimiento para adultos, en fin, muchas industrias altamente rentables, pero qué poco se invierte en temas trascendentales como el desarrollo de energías renovables, el cuidado del ambiente o la tecnificación del campo.

Recuerdo en mi ya cada día más lejana juventud que los abuelos decían que no importaba la profesión que se escogiere, que el trabajo de un agricultor o un ganadero eran tan importantes que necesitaríamos de ellos varias veces al día, básicamente cada vez que nos sentáramos a comer algo.

Y es por mucho hoy amigo lector que el campo en México se ve cada día más necesitado de apoyo verdadero, hemos dejado muy atrás aquellos tiempos en los que nos concentrábamos en explotar la tierra y dejar las cosas a la buena fortuna de que lloviera y de que las cosas se dieran bien, es decir, por mucho, a la esperanza en DIOS.

Pero aquellos que han leído y entienden los proverbios, tienen siempre presente esa frase que nos dice: “Ayúdate que yo te ayudaré”, que tiene más que ver con la sabiduría popular que con la religión, porque a decir verdad no aparece en la Santa Biblia en ninguna parte.

Falta pensar en qué olvidados están aquellos que día con día trabajan en favor de que no nos falte el alimento; afortunadamente, para muchos hombres del campo, hoy el uso de las tecnologías representa un nuevo parteaguas para fortalecer sus procesos productivos, al menos para quienes saben usarla y tienen los medios para poder adquirirla.

El campo mexicano está modernizándose, no por el apoyo de los gobiernos, sino por la penetración de una nueva generación de productores que están aplicando las bondades que la ciencia y la tecnología les proveen. Tanto es así, que en las mesas de los profesionales del campo es cada día más común escuchar temas como “paquete tecnológico” en referencia al conjunto de aplicaciones técnicas que van de la mano con el fortalecimiento de la cría o de la siembra.

Fertilizantes, sistemas de riego, análisis de los ciclos de la cosecha, son solo algunos de los parámetros a tomar en cuenta en esta nueva y rica área de aplicación de la tecnología, eso sin dejar de lado el combate a las plagas y por supuesto un tema determinante, no solo para la siembra o la cría, el análisis de rentabilidad y retorno de inversión, básicas en cualquier negocio de alto riesgo, como es el tema del que hoy le escribo.

Lamentablemente en México, los productores en su mayoría están desamparados en este aspecto al no existir un sistema económico apoyado por los gobiernos que garantice, como en otros países, un precio de reserva por tonelada o kilo de lo producido, además de no entender el punto de vista más importante, que es el de los productores.

Los tomadores de decisiones se abocan a promover programas de carácter general, como si se tratara de fórmulas mágicas que se pueden aplicar en cualquier ciudad, en cualquier momento, pero qué equivocados están, la siembra es más bien un proceso particular de microrregiones y microclimas, más que arrojar semillas y esperar a que florezcan, a veces cosas tan sutiles como sembrar a diferentes espacios, latitudes, humedades, grados de Ph, o sencillamente días del año pueden hacer grandes diferencias. Un buen amigo que vive de producir me enseñó que incluso puede haber grandes diferencias si se siembra por la mañana o por la tarde.

Ha llegado el momento de impulsar una profesionalización y tecnificación del campo, y no solo en Tamaulipas o en la Huasteca, sino en todo México, el apoyo debe ser decisivo, en lo material, tecnológico y financiero. Debemos aprovechar las nuevas tecnologías de posicionamiento geográfico, análisis satelital en lo regional y con apoyo de drones en lo local, haciendo eficientes los procesos de manera complementaria, siembra, cuidado, cosecha, comercialización y rotación de cultivos.

En lo correspondiente a la ganadería, también queda mucho por hacer, hoy somos capaces de aplicar biología sintética, pero no se trata de ir jugando a ser DIOS, hackeando el ADN de las especies, sino, de promover una cultura de cuidado genético, cría selectiva y promoción de los apoyos a los ganaderos.

El mundo sufre cuando nos quitan el Facebook por seis horas, pero no quisiera ser nunca testigo si un día nos quitaran el valor del campo para toda la vida. Dedicada a mi amigo Jesús.

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