/ sábado 16 de mayo de 2020

Hablemos de Tecnología | Un mundo feliz

Esa mañana los jóvenes realizaban una visita de estudios, y en la fábrica, conocieron de la mano del director, cómo su sociedad clasificaba a las personas en clases y realizaba un adoctrinamiento en el que les vendían siempre que el valor de la sociedad era mayor a la del individuo, no estamos en 2020, este es el inicio de “Un mundo feliz” la inmortal novela de Aldous Huxley escrita en 1932.

Huxley siempre fue un hombre adelantado a su época y, al igual que otros grandes escritores como Isaac Asimov, George Orwell o el mismo Alvin Toffler, se atrevió en su obra a tocar temas que en sus tiempos pudieron ser considerados un “tabú”. Pero entre la maraña de polémico drama y jabatas declaraciones, se vislumbraba un fuerte halo de esencia tecnológica, de futurismo realista y hasta de un poco de humor negro.

Alguna vez escuché que “todo mundo tiene un plan, hasta que la vida te lanza un puñetazo en la cara”, y este 2020 ha sido un duro golpe para los planes de muchas personas y organizaciones. La inmensa mayoría ha tenido que subirse al barco de la tecnología y aprender a navegarlo sí o sií, en pos de subsistir, seguir estudiando, sacar su negocio o proyecto adelante, seguir vendiendo al menos un poco o, sencillamente, sobrevivir.

Nos damos cuenta en estos primeros cinco meses del año y en estos tres de gradual confinamiento, que la sociedad debe estar siempre lista para los vertiginosos cambios que la vida y los nuevos tiempos nos plantean. Afuera los dramas son grandes, pero también los retos que podemos solventar si nos decidimos a trabajar juntos, como una sociedad dinámica y anteponiendo el desarrollo de lo meramente económico con el fortalecimiento de lo profundamente humano, que no le vendan el eufemismo de una “nueva normalidad”.

Muchos crecimos educados en el dogma del nacionalismo y, bajo él, nos venden siempre la idea del romántico sacrificio de los sueños individuales por la consolidación de las metas colectivas. Y si bien, solo las sociedades unidas progresan como grupo, hemos dejado de lado el modelo humanista, en donde uno de los caminos que tenemos como opción para crecer en lo social es el fortalecimiento de las personas que integran dicha sociedad.

En este sentido la doctrina de la nueva era de la información ha tenido mucha influencia. Internet convirtió la comunicación social en un utópico océano digital, en donde a los lugares de acceso les llamaron “puertos”, les dieron una dirección a través de un número IP, y los instrumentos digitales para la exposición de contenidos fueron bautizados como “navegadores”. De ahí en más, nos “masificaron”, pasamos de ser un individuo a una clave, luego a un ip digital y ahora, más anónimo aún, somos parte de un “patrón de consumo” de acuerdo a cuáles son nuestros intereses y hábitos de compra, pero también a la capacidad financiera que tenemos para consumirlos.

Y en este mundo feliz, lleno más de incertidumbre que de renovadas esperanzas, debo admitir, amigo lector, que la Tecnología no basta, sencillamente no es suficiente, ya que hasta que logremos que verdaderamente una máquina pueda pensar y desarrollar un sentido de emociones creativas, ante estos retos, estamos solos.

Una tableta sigue siendo un pedazo de plástico, metal y tierras raras, sin la ayuda de un joven inquieto detrás de su display para poder operarla. Y hoy los tiempos demandan mucho más que inquietud a la juventud. ¿Cuántos padres que se maravillaban por ver a sus hijos jugando en TikTok quedaron decepcionados al ver que no saben ni sumar en Excel? Los tiempos alcanzan, pero también rebasan y a veces de maneras muy abruptas.

Ayer reconocimos con mensajes en redes y una que otra llamada a nuestros maestros, pero pocos a veces se detienen a pensar en el gran valor social que aportan todos los trabajadores de la educación, si no tanto, como los héroes del sector Salud, sí bastante por luchar para que la educación siga su marcha, lo escribo desde el corazón porque también soy maestro.

Porque, un día la vida cambió, porque todo cambia, solo muere lo que se detiene. Y nosotros sencillamente no podíamos detenernos. Había mucho más en juego que un semestre, teníamos en nuestras manos el futuro de una generación. Para todos los maestros, mi reconocimiento, amistad y respeto. Vamos adelante, con una sonrisa y sin miedo. Y si va a cambiar el mundo que cambie, nosotros sabemos hacerlo también. Si el mundo enferma, que encuentre en la Educación, en la Ciencia y la Tecnología, pero ante todo en el valor de su gente, su mejor medicina.

Parafraseando al maestro Albert Camus, cada generación se siente llamada a cambiar el mundo, la mía, estoy seguro que no. Pero es porque tiene una misión aún más importante, la de evitar hasta con su vida, que se destruya todo aquello que juntos hemos construido hasta ahora.

Quédate en Casa.

  • Facebook: www.facebook.com/soylalodelatorre
  • Twitter: @lalodelatorreg
  • Correo: tecnologia@lalodelatorre.com

Esto es por ti, te lo debo a ti, MaestroAlbert Camus, al recibir el Nobel de Literatura en 1957


Esa mañana los jóvenes realizaban una visita de estudios, y en la fábrica, conocieron de la mano del director, cómo su sociedad clasificaba a las personas en clases y realizaba un adoctrinamiento en el que les vendían siempre que el valor de la sociedad era mayor a la del individuo, no estamos en 2020, este es el inicio de “Un mundo feliz” la inmortal novela de Aldous Huxley escrita en 1932.

Huxley siempre fue un hombre adelantado a su época y, al igual que otros grandes escritores como Isaac Asimov, George Orwell o el mismo Alvin Toffler, se atrevió en su obra a tocar temas que en sus tiempos pudieron ser considerados un “tabú”. Pero entre la maraña de polémico drama y jabatas declaraciones, se vislumbraba un fuerte halo de esencia tecnológica, de futurismo realista y hasta de un poco de humor negro.

Alguna vez escuché que “todo mundo tiene un plan, hasta que la vida te lanza un puñetazo en la cara”, y este 2020 ha sido un duro golpe para los planes de muchas personas y organizaciones. La inmensa mayoría ha tenido que subirse al barco de la tecnología y aprender a navegarlo sí o sií, en pos de subsistir, seguir estudiando, sacar su negocio o proyecto adelante, seguir vendiendo al menos un poco o, sencillamente, sobrevivir.

Nos damos cuenta en estos primeros cinco meses del año y en estos tres de gradual confinamiento, que la sociedad debe estar siempre lista para los vertiginosos cambios que la vida y los nuevos tiempos nos plantean. Afuera los dramas son grandes, pero también los retos que podemos solventar si nos decidimos a trabajar juntos, como una sociedad dinámica y anteponiendo el desarrollo de lo meramente económico con el fortalecimiento de lo profundamente humano, que no le vendan el eufemismo de una “nueva normalidad”.

Muchos crecimos educados en el dogma del nacionalismo y, bajo él, nos venden siempre la idea del romántico sacrificio de los sueños individuales por la consolidación de las metas colectivas. Y si bien, solo las sociedades unidas progresan como grupo, hemos dejado de lado el modelo humanista, en donde uno de los caminos que tenemos como opción para crecer en lo social es el fortalecimiento de las personas que integran dicha sociedad.

En este sentido la doctrina de la nueva era de la información ha tenido mucha influencia. Internet convirtió la comunicación social en un utópico océano digital, en donde a los lugares de acceso les llamaron “puertos”, les dieron una dirección a través de un número IP, y los instrumentos digitales para la exposición de contenidos fueron bautizados como “navegadores”. De ahí en más, nos “masificaron”, pasamos de ser un individuo a una clave, luego a un ip digital y ahora, más anónimo aún, somos parte de un “patrón de consumo” de acuerdo a cuáles son nuestros intereses y hábitos de compra, pero también a la capacidad financiera que tenemos para consumirlos.

Y en este mundo feliz, lleno más de incertidumbre que de renovadas esperanzas, debo admitir, amigo lector, que la Tecnología no basta, sencillamente no es suficiente, ya que hasta que logremos que verdaderamente una máquina pueda pensar y desarrollar un sentido de emociones creativas, ante estos retos, estamos solos.

Una tableta sigue siendo un pedazo de plástico, metal y tierras raras, sin la ayuda de un joven inquieto detrás de su display para poder operarla. Y hoy los tiempos demandan mucho más que inquietud a la juventud. ¿Cuántos padres que se maravillaban por ver a sus hijos jugando en TikTok quedaron decepcionados al ver que no saben ni sumar en Excel? Los tiempos alcanzan, pero también rebasan y a veces de maneras muy abruptas.

Ayer reconocimos con mensajes en redes y una que otra llamada a nuestros maestros, pero pocos a veces se detienen a pensar en el gran valor social que aportan todos los trabajadores de la educación, si no tanto, como los héroes del sector Salud, sí bastante por luchar para que la educación siga su marcha, lo escribo desde el corazón porque también soy maestro.

Porque, un día la vida cambió, porque todo cambia, solo muere lo que se detiene. Y nosotros sencillamente no podíamos detenernos. Había mucho más en juego que un semestre, teníamos en nuestras manos el futuro de una generación. Para todos los maestros, mi reconocimiento, amistad y respeto. Vamos adelante, con una sonrisa y sin miedo. Y si va a cambiar el mundo que cambie, nosotros sabemos hacerlo también. Si el mundo enferma, que encuentre en la Educación, en la Ciencia y la Tecnología, pero ante todo en el valor de su gente, su mejor medicina.

Parafraseando al maestro Albert Camus, cada generación se siente llamada a cambiar el mundo, la mía, estoy seguro que no. Pero es porque tiene una misión aún más importante, la de evitar hasta con su vida, que se destruya todo aquello que juntos hemos construido hasta ahora.

Quédate en Casa.

  • Facebook: www.facebook.com/soylalodelatorre
  • Twitter: @lalodelatorreg
  • Correo: tecnologia@lalodelatorre.com

Esto es por ti, te lo debo a ti, MaestroAlbert Camus, al recibir el Nobel de Literatura en 1957