/ domingo 7 de febrero de 2021

Hegel

Ningún filósofo ha tenido más influencia en la era moderna que Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Ha inspirado a personas tan diversas como Karl Marx, Francis Fukuyama e incluso al entrenador de fut-bol José Mourinho. "¿Has leído a Hegel?" preguntó el exjefe del Manchester United a un periodista desconcertado en una conferencia de prensa en 2018.

Para el filósofo chileno Carlos Pérez Soto cualquier cosa que se diga sobre la obra de Hegel buena o mala es cierta y es que Hegel se ocupó de intentar captar la realidad desde el punto más radical de la totalidad de cuanto existe, en donde a diferencia del noumeno Kantiano, solo hay una exterioridad del ser en tanto faceta previa del proceso dialéctico cuya culminación acaba en la comprensión de todo cuanto es dentro de él: El Ser.

La trascendencia de Hegel en el mundo de las ideas ha sido tal, que le ha procurado a lo largo de los siglos críticos acérrimos, así como discípulos incondicionales. El primero de ellos fue un contemporáneo de Hegel, Arthur Schopenhauer quien en su obra principal “El Mundo como Voluntad y Representación” no escatima críticas hacia la jerga filosófica hegeliana a la que acusa de usar una palabrería rebuscada para ocultar que en realidad “no dice nada”.

Schopenhauer quien era un colega de Hegel en la Universidad de Berlín, dijo que Hegel estaba "diciendo tonterías puras, golpeando entre sí enredos insensatos y delirantes de verborrea como nunca antes".

La crítica de Schopenhauer hacia Hegel en este punto es desacertada, ya que la filosofía hegeliana está llena de aforismos que pretenden reducir en pequeños fragmentos todo el saber filosófico de la humanidad hasta sus días y por lo tanto es más por economía que por oscuridad el modo de su redacción.

Aunque por otra parte, siempre ha existido en el mundo de la filosofía la engañifa literaria con la cual muchos adoptan un lenguaje plagado de conceptos como el “ente”, “trascendencia” o “sustancias” para aparentar profundidad ahí donde solo hay ideas planas, pero este no era el caso de Hegel.

De hecho, pocos pensadores son tan difíciles de entender como él. El mismo Hegel, en su monumentalmente densa Fenomenología del espíritu, se quejó de las "quejas sobre la ininteligibilidad de los escritos filosóficos de individuos que de otra manera poseen los requisitos educativos para comprenderlos".

Pero ser difícil de leer no significa que esté equivocado. Es extraño que estemos contentos con analizar cuidadosamente una prueba matemática, dispuestos a reflexionar sobre la poesía una y otra vez, pero a menudo no dispuestos a hacer lo mismo con la filosofía.

Los críticos de la filosofía de Hegel a veces no logran comprender que este compañero de habitación del poeta romántico Friedrich Hölderlin buscaba combinar el rigor de las matemáticas con la belleza y la gracia de lo poético. Por esta razón, debemos seguir a Hegel cuando dice que la filosofía debe “leerse una y otra vez antes de que pueda entenderse” (Fenomenología del espíritu).

Para entender a Hegel, también es fundamental apreciar que escribió a la sombra de Immanuel Kant. En muchos sentidos, toda su filosofía fue una respuesta elaborada a la conclusión de la Crítica de la Razón Pura, y tal vez en este punto podamos encontrar uno de los motivos del odio que Schopenhauer le profeso a quien veía como su rival: Hegel, ya que Schopenhauer se asumía como heredero de la tradición filosófica kantiana.

Como Kant, Hegel aceptó que toda comprensión del mundo debe comenzar con la percepción del individuo. Pero a diferencia de su ilustre predecesor, Hegel creía que era posible entender el mundo como realmente es, independientemente de las limitaciones de la sensación y el pensamiento humanos, entender la "cosa en sí", o noúmeno, como también lo llamó Kant.

Sin embargo, no todos los contemporáneos de Hegel fueron impresionados por este. Soren Kierkegaard pasó gran parte de su corta vida criticando a Hegel, observó que “Un pensador erige un inmenso edificio ... y descubrimos ... que él mismo no vive personalmente en este alto palacio abovedado, sino en un granero al lado o a lo sumo, en la cabaña del portero.

Estos ataques fueron también característicos de la filosofía inglesa a principios del siglo XX, después de que G.E. Moore y Bertrand Russell habían encabezado una revuelta contra el llamado "hegelianismo británico" de la universidad de Oxford, que surge como reacción a los efectos depredadores del liberalismo y la industrialización.. Pero mientras que Kierkegaard y Schopenhauer habían discrepado de la metafísica de Hegel, en la década de 1940 escritores como Sir Karl Popper y Bertrand Russell, a menudo con escasa evidencia textual, denunciaban a Hegel como proto-fascista.

En La sociedad abierta y sus enemigos Karl Popper lo llamó "el eslabón perdido entre Platón y el totalitarismo moderno”. Bertrand Russell, por su parte, afirmó que para Hegel, la "libertad" era "el derecho a obedecer”.

Que Hegel era un defensor del estado de derecho y que insistía en que "la libertad subjetiva debe ser respetada" parece haber sido convenientemente pasado por alto por ellos. Pero el hombre señalado como defensor del estado policial prusiano era todo menos un nacionalista. De hecho, describió al nacionalismo como el “puro egoísmo del orgullo vacío”.

A diferencia de Platón, Rousseau y Hobbes, por nombrar solo tres, el objetivo declarado de Hegel no era "construir un estado como debería ser", sino solo "mostrar cómo debería entenderse el estado el universo ético".

Hegel fue un metafísico poético y un agudo observador de hechos concretos, pero también se esforzó por crear el último sistema filosófico. Después de él, nunca nadie más intento escribir una tan monumental obra.

Regeneración

Ningún filósofo ha tenido más influencia en la era moderna que Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Ha inspirado a personas tan diversas como Karl Marx, Francis Fukuyama e incluso al entrenador de fut-bol José Mourinho. "¿Has leído a Hegel?" preguntó el exjefe del Manchester United a un periodista desconcertado en una conferencia de prensa en 2018.

Para el filósofo chileno Carlos Pérez Soto cualquier cosa que se diga sobre la obra de Hegel buena o mala es cierta y es que Hegel se ocupó de intentar captar la realidad desde el punto más radical de la totalidad de cuanto existe, en donde a diferencia del noumeno Kantiano, solo hay una exterioridad del ser en tanto faceta previa del proceso dialéctico cuya culminación acaba en la comprensión de todo cuanto es dentro de él: El Ser.

La trascendencia de Hegel en el mundo de las ideas ha sido tal, que le ha procurado a lo largo de los siglos críticos acérrimos, así como discípulos incondicionales. El primero de ellos fue un contemporáneo de Hegel, Arthur Schopenhauer quien en su obra principal “El Mundo como Voluntad y Representación” no escatima críticas hacia la jerga filosófica hegeliana a la que acusa de usar una palabrería rebuscada para ocultar que en realidad “no dice nada”.

Schopenhauer quien era un colega de Hegel en la Universidad de Berlín, dijo que Hegel estaba "diciendo tonterías puras, golpeando entre sí enredos insensatos y delirantes de verborrea como nunca antes".

La crítica de Schopenhauer hacia Hegel en este punto es desacertada, ya que la filosofía hegeliana está llena de aforismos que pretenden reducir en pequeños fragmentos todo el saber filosófico de la humanidad hasta sus días y por lo tanto es más por economía que por oscuridad el modo de su redacción.

Aunque por otra parte, siempre ha existido en el mundo de la filosofía la engañifa literaria con la cual muchos adoptan un lenguaje plagado de conceptos como el “ente”, “trascendencia” o “sustancias” para aparentar profundidad ahí donde solo hay ideas planas, pero este no era el caso de Hegel.

De hecho, pocos pensadores son tan difíciles de entender como él. El mismo Hegel, en su monumentalmente densa Fenomenología del espíritu, se quejó de las "quejas sobre la ininteligibilidad de los escritos filosóficos de individuos que de otra manera poseen los requisitos educativos para comprenderlos".

Pero ser difícil de leer no significa que esté equivocado. Es extraño que estemos contentos con analizar cuidadosamente una prueba matemática, dispuestos a reflexionar sobre la poesía una y otra vez, pero a menudo no dispuestos a hacer lo mismo con la filosofía.

Los críticos de la filosofía de Hegel a veces no logran comprender que este compañero de habitación del poeta romántico Friedrich Hölderlin buscaba combinar el rigor de las matemáticas con la belleza y la gracia de lo poético. Por esta razón, debemos seguir a Hegel cuando dice que la filosofía debe “leerse una y otra vez antes de que pueda entenderse” (Fenomenología del espíritu).

Para entender a Hegel, también es fundamental apreciar que escribió a la sombra de Immanuel Kant. En muchos sentidos, toda su filosofía fue una respuesta elaborada a la conclusión de la Crítica de la Razón Pura, y tal vez en este punto podamos encontrar uno de los motivos del odio que Schopenhauer le profeso a quien veía como su rival: Hegel, ya que Schopenhauer se asumía como heredero de la tradición filosófica kantiana.

Como Kant, Hegel aceptó que toda comprensión del mundo debe comenzar con la percepción del individuo. Pero a diferencia de su ilustre predecesor, Hegel creía que era posible entender el mundo como realmente es, independientemente de las limitaciones de la sensación y el pensamiento humanos, entender la "cosa en sí", o noúmeno, como también lo llamó Kant.

Sin embargo, no todos los contemporáneos de Hegel fueron impresionados por este. Soren Kierkegaard pasó gran parte de su corta vida criticando a Hegel, observó que “Un pensador erige un inmenso edificio ... y descubrimos ... que él mismo no vive personalmente en este alto palacio abovedado, sino en un granero al lado o a lo sumo, en la cabaña del portero.

Estos ataques fueron también característicos de la filosofía inglesa a principios del siglo XX, después de que G.E. Moore y Bertrand Russell habían encabezado una revuelta contra el llamado "hegelianismo británico" de la universidad de Oxford, que surge como reacción a los efectos depredadores del liberalismo y la industrialización.. Pero mientras que Kierkegaard y Schopenhauer habían discrepado de la metafísica de Hegel, en la década de 1940 escritores como Sir Karl Popper y Bertrand Russell, a menudo con escasa evidencia textual, denunciaban a Hegel como proto-fascista.

En La sociedad abierta y sus enemigos Karl Popper lo llamó "el eslabón perdido entre Platón y el totalitarismo moderno”. Bertrand Russell, por su parte, afirmó que para Hegel, la "libertad" era "el derecho a obedecer”.

Que Hegel era un defensor del estado de derecho y que insistía en que "la libertad subjetiva debe ser respetada" parece haber sido convenientemente pasado por alto por ellos. Pero el hombre señalado como defensor del estado policial prusiano era todo menos un nacionalista. De hecho, describió al nacionalismo como el “puro egoísmo del orgullo vacío”.

A diferencia de Platón, Rousseau y Hobbes, por nombrar solo tres, el objetivo declarado de Hegel no era "construir un estado como debería ser", sino solo "mostrar cómo debería entenderse el estado el universo ético".

Hegel fue un metafísico poético y un agudo observador de hechos concretos, pero también se esforzó por crear el último sistema filosófico. Después de él, nunca nadie más intento escribir una tan monumental obra.

Regeneración