/ domingo 1 de noviembre de 2020

Hegel y la 4T

En diversas ocasiones, el presidente López Obrador ha definido su gobierno como el de la Cuarta Transformación de la República, pero ¿qué significa la Cuarta Transformación? ¿Qué idea representa? ¿Cuál es su concepto? ¿Es la síntesis de elementos de una experiencia histórica? o bien, se ofrece como un concepto en construcción, un horizonte de posibilidades, ¿en proceso de futura realización?

A diferencia de los protagonistas de las tres transformaciones que le precedieron Independencia, Reforma y Revolución, el presidente López Obrador conoce de antemano la esencia de lo que quiere y por lo tanto, tiene la visión anticipada del momento en el que deberían culminar los efectos de sus acciones de gobierno para que produzca como resultado una Cuarta Transformación de la República, de ahí que en su origen, la idea sea una imagen perfecta de tipo platónico, pero que no se conforma con una existencia idealista sino que busca convertirse en objeto de la experiencia para hacerse real en la historia.

Para Hegel, el proceso mediante el cual los ideales se vuelven reales se da cuando la experiencia histórica se va ajustando a su esencia o idea, cuya fuerza motriz inmanente es la razón absoluta, que no es otra cosa que el principio de libertad desplegado en la historia. Hegel identifica lo real con lo racional y lo racional con la libertad, exponiéndolo en los siguientes términos en la introducción a la Filosofía del Derecho: "Todo lo real es racional y todo lo racional es real", significa que el proceso de generación en el mundo no es absurdo o gratuito, sino lógico y necesario.

Hegel no niega la existencia de lo irracional en la historia, pero afirma que esto tiende a desaparecer, tal es el caso de la esclavitud, por ejemplo, que pese a haber tenido una existencia, no subsistió ya que no llevaba implícito el gen de la razón, es decir de la libertad, por lo cual no es real.

En palabras de Hegel, la idea es "el concepto de la cosa y su efecto". Tomemos un ejemplo para comprender mejor esta oración. Todos sabemos lo que es una casa: según el diccionario, es un edificio residencial. Una casa no es simplemente un agregado de materiales de construcción, sino una disposición que la convierte en un edificio, y sobre todo en un edificio residencial, que puede albergar y albergar a humanos. Cuanto más una casa cumple esta función, más se ajusta a su esencia, es más verdaderamente "una casa".

Así, en cualquier juicio descriptivo que hagamos del mundo, también hay una forma de normatividad. Continuamente juzgamos si las cosas son como fueron diseñadas: decimos "esta no es una casa real".

Sin embargo, no estamos hablando de cosas que no tienen realidad empírica, sino que tienen una que no se ajusta a su idea o concepto.

Por el contrario, la idea o concepto solo tiene sentido en la medida en que esté activo en la experiencia, en la medida en que se vuelva real en el mundo y nos impulse a actuar para construir mejores viviendas.

Por tanto, una idea que nunca se hará realidad en la experiencia carece de realidad tanto como una experiencia que nunca se ajustará a su idea. La realidad para Hegel no es algo fijo, sino un movimiento mediante el cual el mundo se deshace de sus fallas para conformarse a su esencia: esto tiene lugar en el devenir, en el tiempo y en la historia.

Hegel llama a este movimiento realidad efectiva, y lo define como la unidad de esencia y experiencia. Por tanto, la idea es el proceso de realización del ideal a través de su relación con lo real. La idea de una Cuarta Transformacion en particular obedecería entonces a la relación que existe entre lo racional, es decir, la libertad, y lo que actualmente se ejecutan como acciones del gobierno en aras de ese objetivo para dotar de contenido histórico progresivo a la Cuarta Transformación. La idea de la 4T se nutre del despliegue de acciones por las cuales la 4T se vuelve real.

En esa medida, tal y como sucedió con los procesos de Independencia, Reforma y Revolución, sus efectos en la posteridad ensancharon el marco de libertades de la nación como sujeto histórico.

En esa lógica hegeliana, las realizaciones de la Cuarta Transformación para tener realidad histórica imperecedera como los tres hitos que le antecedieron, deberá revelar la firmeza de sus acciones al efectivizar la libertad e independencia de sus ciudadanos como sujetos nacionales, ya no de la sumisión política extranjera, como sí de la necesidad y la precariedad económica. Para que un día, entonces sí, podamos referirnos a la Cuarta Transformación con una etapa histórica caracterizada por altos niveles de desarrollo humano y bienestar que le hizo dar un brinco cualitativo, y cuyo modelo histórico de lo que aquí pasó, sirva como categoría en el mundo de las ideas. De eso depende la conversión de la Cuarta Transformación en un concepto histórico o de que se convierta tan solo en un slogan.

Regeneración

Para Hegel, el proceso mediante el cual los ideales se vuelven reales se da, cuando la experiencia histórica se va ajustando a su esencia o idea, cuya fuerza motriz inmanente es la razón absoluta, que no es otra cosa que el principio de libertad desplegado en la historia.

En diversas ocasiones, el presidente López Obrador ha definido su gobierno como el de la Cuarta Transformación de la República, pero ¿qué significa la Cuarta Transformación? ¿Qué idea representa? ¿Cuál es su concepto? ¿Es la síntesis de elementos de una experiencia histórica? o bien, se ofrece como un concepto en construcción, un horizonte de posibilidades, ¿en proceso de futura realización?

A diferencia de los protagonistas de las tres transformaciones que le precedieron Independencia, Reforma y Revolución, el presidente López Obrador conoce de antemano la esencia de lo que quiere y por lo tanto, tiene la visión anticipada del momento en el que deberían culminar los efectos de sus acciones de gobierno para que produzca como resultado una Cuarta Transformación de la República, de ahí que en su origen, la idea sea una imagen perfecta de tipo platónico, pero que no se conforma con una existencia idealista sino que busca convertirse en objeto de la experiencia para hacerse real en la historia.

Para Hegel, el proceso mediante el cual los ideales se vuelven reales se da cuando la experiencia histórica se va ajustando a su esencia o idea, cuya fuerza motriz inmanente es la razón absoluta, que no es otra cosa que el principio de libertad desplegado en la historia. Hegel identifica lo real con lo racional y lo racional con la libertad, exponiéndolo en los siguientes términos en la introducción a la Filosofía del Derecho: "Todo lo real es racional y todo lo racional es real", significa que el proceso de generación en el mundo no es absurdo o gratuito, sino lógico y necesario.

Hegel no niega la existencia de lo irracional en la historia, pero afirma que esto tiende a desaparecer, tal es el caso de la esclavitud, por ejemplo, que pese a haber tenido una existencia, no subsistió ya que no llevaba implícito el gen de la razón, es decir de la libertad, por lo cual no es real.

En palabras de Hegel, la idea es "el concepto de la cosa y su efecto". Tomemos un ejemplo para comprender mejor esta oración. Todos sabemos lo que es una casa: según el diccionario, es un edificio residencial. Una casa no es simplemente un agregado de materiales de construcción, sino una disposición que la convierte en un edificio, y sobre todo en un edificio residencial, que puede albergar y albergar a humanos. Cuanto más una casa cumple esta función, más se ajusta a su esencia, es más verdaderamente "una casa".

Así, en cualquier juicio descriptivo que hagamos del mundo, también hay una forma de normatividad. Continuamente juzgamos si las cosas son como fueron diseñadas: decimos "esta no es una casa real".

Sin embargo, no estamos hablando de cosas que no tienen realidad empírica, sino que tienen una que no se ajusta a su idea o concepto.

Por el contrario, la idea o concepto solo tiene sentido en la medida en que esté activo en la experiencia, en la medida en que se vuelva real en el mundo y nos impulse a actuar para construir mejores viviendas.

Por tanto, una idea que nunca se hará realidad en la experiencia carece de realidad tanto como una experiencia que nunca se ajustará a su idea. La realidad para Hegel no es algo fijo, sino un movimiento mediante el cual el mundo se deshace de sus fallas para conformarse a su esencia: esto tiene lugar en el devenir, en el tiempo y en la historia.

Hegel llama a este movimiento realidad efectiva, y lo define como la unidad de esencia y experiencia. Por tanto, la idea es el proceso de realización del ideal a través de su relación con lo real. La idea de una Cuarta Transformacion en particular obedecería entonces a la relación que existe entre lo racional, es decir, la libertad, y lo que actualmente se ejecutan como acciones del gobierno en aras de ese objetivo para dotar de contenido histórico progresivo a la Cuarta Transformación. La idea de la 4T se nutre del despliegue de acciones por las cuales la 4T se vuelve real.

En esa medida, tal y como sucedió con los procesos de Independencia, Reforma y Revolución, sus efectos en la posteridad ensancharon el marco de libertades de la nación como sujeto histórico.

En esa lógica hegeliana, las realizaciones de la Cuarta Transformación para tener realidad histórica imperecedera como los tres hitos que le antecedieron, deberá revelar la firmeza de sus acciones al efectivizar la libertad e independencia de sus ciudadanos como sujetos nacionales, ya no de la sumisión política extranjera, como sí de la necesidad y la precariedad económica. Para que un día, entonces sí, podamos referirnos a la Cuarta Transformación con una etapa histórica caracterizada por altos niveles de desarrollo humano y bienestar que le hizo dar un brinco cualitativo, y cuyo modelo histórico de lo que aquí pasó, sirva como categoría en el mundo de las ideas. De eso depende la conversión de la Cuarta Transformación en un concepto histórico o de que se convierta tan solo en un slogan.

Regeneración

Para Hegel, el proceso mediante el cual los ideales se vuelven reales se da, cuando la experiencia histórica se va ajustando a su esencia o idea, cuya fuerza motriz inmanente es la razón absoluta, que no es otra cosa que el principio de libertad desplegado en la historia.