/ lunes 13 de agosto de 2018

Con café y a media luz | Honor a quien honor merece

Pecaré estamañana de egoísta, gentil amigo lector, y me permitiré abusar de este espacio y de su tiempo para narrarle una pequeña historia con la mayor cantidad de detalles que se pudieron grabar en mi memoria después de insistir, en repetidas ocasiones, a los protagonistas de la misma que me la contaran, aunque esto pudiera significar abrir viejas heridas que, la vida, inevitablemente, les fue dejando en su transitar.

Cuando las tropas de Venustiano Carranza pasaron por Tampico en un tren en el que se transportaba la tropa y los mandos medios a cargo de este personaje durante la última etapa de la revolución mexicana, un joven cabo que participaba como músico de “arrear” en la orquesta que traía consigo cada contingente de soldados, para animarlos durante la batalla, emitió una carta dirigida al general para solicitarle la baja y quedarse a vivir en esta ciudad.

El mozuelo que, desde muy temprana edad, fue “levantado” por el ejército carrancista en el pueblo de Temascalcingo, en el Estado de México, después de haber robado unos huevos del patio vecino para que su hermana menor pudiera desayunar ese día, manifestó a su superior el franco deseo de volver a la vida civil, pues con mujer e hijo, “andar en la bola” no era la mejor opción.

Seguramente fue por la fama petrolera que tenía Tampico en aquellos años que el joven músico optó por arraigarse en este puerto esperanzado en generar fortuna, así que, sin pensarlo dos veces, tomó a su familia y buscó una habitación en una de las cuarterías más modestas que se hallaban en una de las zonas bajas de nuestra ciudad.

Sin otro conocimiento más que el de las notas, las partituras y el solfeo, este buen hombre echó raíces y como árbol maduro, también arrojó frutos y, cabe hacer mención que, tres generaciones después continúan germinando nuevas semillas gracias a la labor de don Agustín Jiménez Rivas.

Nicolás, María, Epifanio, Francisco, Magdalena y Genaro, son sus herederos, después llegaría otro más.

Los cuatro últimos continuaron por el camino de la música; arte, herencia y sabiduría que les dejó su padre y que, hasta la fecha les ha permitido andar caminos que los han llevado a recorrer el mundo y parecieran no tener fin.

Epifanio Jiménez, o como lo llamaban sus amigos, “El Pifas”, es considerado el mejor trombonista nacido en nuestras tierras con un estilo inigualable; desafortunadamente ya no se encuentra entre nosotros, ya cumplió su cita con el destino.

Genaro, “Genarito”, “El cachetón del sax”; avecindado en la Ciudad de México. El menor de la familia paseó de la mano de “El Lujo de México”, Marco Antonio Muñiz, toda su maestría en el instrumento de sus amores: El saxofón. De igual manera participó en las orquestas de José José y Celia Cruz. Se le vio en programas de gran relevancia con el fallecido Paco Stanley y hoy disfruta del reposo debido con su esposa Carmen, sus hijos y nietos.

¿Qué decir del maestro Paco Jiménez? Si su solo nombre da cuenta y fe de su trayectoria y prestigio. En su haber están miles de arreglos y composiciones. Parte fundamental del éxito de la Internacional Orquesta Tampico, pues fueron sus partituras las que le dieron el toque distintivo al trabajo de Claudio Rosas, director artístico de discos Peerlees y actualmente autoridad de la banda de música de la ciudad.

Y la más bella, Magdalena Jiménez. Una mujer que en su porte lleva la dulce soberbia que solo las damas de antes tenían y, con amor y firmeza, hizo suyo al violín como el violín la hizo suya. Volviéndose, ambos, un solo ser.

Durante años, Magdalena, ha entregado su conocimiento a niños que, desde los tres años de edad, muestran talento artístico y deseo por aprender a ejecutar el violín. Siempre con una frase que ha repetido incesantemente “El pequeño que en sus manos haya tenido un instrumento musical jamás será capaz de detonar un arma de fuego”.

Desde hace 11 años, la maestra Malena, como cariñosamente la llaman sus alumnos, emigró a la ciudad de Aguascalientes donde se ha desempeñado con éxito en las guarderías del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, gracias a ser reconocida de manera internacional en el sistema especializado de enseñanza Suzuky. Gracias a su esfuerzo, el grupo de niños de las guarderías de esa entidad, ofreció un concierto que atestiguó y aplaudió el entonces Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Este fin de semana, la maestra Magdalena Jiménez recibió un justo y merecido galardón por parte de la Asociación Civil “Fuerzas Unidas por Tampico” que preside mi gentil amigo Jaime Díaz Castillo y secunda, en la parte cultural, Juan José Villela, a quienes les estaré profundamente agradecido por la distinción que le hicieron a esta gran mujer que, a cada paso dado, ha dejado huella de su quehacer en el mundo de la música y de la enseñanza, llevando en alto el nombre de Tampico, haciendo honra a su linaje y siempre preservando la herencia que puso en sus manos, don Agustín Jiménez Rivas.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día


Pecaré estamañana de egoísta, gentil amigo lector, y me permitiré abusar de este espacio y de su tiempo para narrarle una pequeña historia con la mayor cantidad de detalles que se pudieron grabar en mi memoria después de insistir, en repetidas ocasiones, a los protagonistas de la misma que me la contaran, aunque esto pudiera significar abrir viejas heridas que, la vida, inevitablemente, les fue dejando en su transitar.

Cuando las tropas de Venustiano Carranza pasaron por Tampico en un tren en el que se transportaba la tropa y los mandos medios a cargo de este personaje durante la última etapa de la revolución mexicana, un joven cabo que participaba como músico de “arrear” en la orquesta que traía consigo cada contingente de soldados, para animarlos durante la batalla, emitió una carta dirigida al general para solicitarle la baja y quedarse a vivir en esta ciudad.

El mozuelo que, desde muy temprana edad, fue “levantado” por el ejército carrancista en el pueblo de Temascalcingo, en el Estado de México, después de haber robado unos huevos del patio vecino para que su hermana menor pudiera desayunar ese día, manifestó a su superior el franco deseo de volver a la vida civil, pues con mujer e hijo, “andar en la bola” no era la mejor opción.

Seguramente fue por la fama petrolera que tenía Tampico en aquellos años que el joven músico optó por arraigarse en este puerto esperanzado en generar fortuna, así que, sin pensarlo dos veces, tomó a su familia y buscó una habitación en una de las cuarterías más modestas que se hallaban en una de las zonas bajas de nuestra ciudad.

Sin otro conocimiento más que el de las notas, las partituras y el solfeo, este buen hombre echó raíces y como árbol maduro, también arrojó frutos y, cabe hacer mención que, tres generaciones después continúan germinando nuevas semillas gracias a la labor de don Agustín Jiménez Rivas.

Nicolás, María, Epifanio, Francisco, Magdalena y Genaro, son sus herederos, después llegaría otro más.

Los cuatro últimos continuaron por el camino de la música; arte, herencia y sabiduría que les dejó su padre y que, hasta la fecha les ha permitido andar caminos que los han llevado a recorrer el mundo y parecieran no tener fin.

Epifanio Jiménez, o como lo llamaban sus amigos, “El Pifas”, es considerado el mejor trombonista nacido en nuestras tierras con un estilo inigualable; desafortunadamente ya no se encuentra entre nosotros, ya cumplió su cita con el destino.

Genaro, “Genarito”, “El cachetón del sax”; avecindado en la Ciudad de México. El menor de la familia paseó de la mano de “El Lujo de México”, Marco Antonio Muñiz, toda su maestría en el instrumento de sus amores: El saxofón. De igual manera participó en las orquestas de José José y Celia Cruz. Se le vio en programas de gran relevancia con el fallecido Paco Stanley y hoy disfruta del reposo debido con su esposa Carmen, sus hijos y nietos.

¿Qué decir del maestro Paco Jiménez? Si su solo nombre da cuenta y fe de su trayectoria y prestigio. En su haber están miles de arreglos y composiciones. Parte fundamental del éxito de la Internacional Orquesta Tampico, pues fueron sus partituras las que le dieron el toque distintivo al trabajo de Claudio Rosas, director artístico de discos Peerlees y actualmente autoridad de la banda de música de la ciudad.

Y la más bella, Magdalena Jiménez. Una mujer que en su porte lleva la dulce soberbia que solo las damas de antes tenían y, con amor y firmeza, hizo suyo al violín como el violín la hizo suya. Volviéndose, ambos, un solo ser.

Durante años, Magdalena, ha entregado su conocimiento a niños que, desde los tres años de edad, muestran talento artístico y deseo por aprender a ejecutar el violín. Siempre con una frase que ha repetido incesantemente “El pequeño que en sus manos haya tenido un instrumento musical jamás será capaz de detonar un arma de fuego”.

Desde hace 11 años, la maestra Malena, como cariñosamente la llaman sus alumnos, emigró a la ciudad de Aguascalientes donde se ha desempeñado con éxito en las guarderías del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, gracias a ser reconocida de manera internacional en el sistema especializado de enseñanza Suzuky. Gracias a su esfuerzo, el grupo de niños de las guarderías de esa entidad, ofreció un concierto que atestiguó y aplaudió el entonces Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Este fin de semana, la maestra Magdalena Jiménez recibió un justo y merecido galardón por parte de la Asociación Civil “Fuerzas Unidas por Tampico” que preside mi gentil amigo Jaime Díaz Castillo y secunda, en la parte cultural, Juan José Villela, a quienes les estaré profundamente agradecido por la distinción que le hicieron a esta gran mujer que, a cada paso dado, ha dejado huella de su quehacer en el mundo de la música y de la enseñanza, llevando en alto el nombre de Tampico, haciendo honra a su linaje y siempre preservando la herencia que puso en sus manos, don Agustín Jiménez Rivas.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día