/ lunes 19 de noviembre de 2018

Con café y a media luz | Inicio del caos

Le he de confesar, querido amigo lector, que en muchas ocasiones me abstuve de atender información proveniente de las redes sociales, relacionada con la caravana migrante y hechos relativos a este fenómeno social de carácter continental en el que, lamentablemente, nuestro país está ocupando el papel de “corredor migratorio”, el cual, aunque tuvo puerta de entrada, desafortunadamente no tendrá puerta de salida, por la reacia postura que ha manifestado el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.

¿Por qué no atender los comentarios de las redes sociales? La respuesta es elemental: La gran mayoría de la información que circula en este tipo de plataformas no es confiable, está viciada por la opinión de individuos recelosos o está tamizada y deformada por miembros de los escaparates políticos de nuestro país que tienen a personas asignadas a cumplir la tarea antes mencionada, siempre procurando beneficiar a un partido y perjudicar a un personaje rival.

Antes de continuar, le suplico me permita abrir un paréntesis para recordar una nota publicada por EL SOL DE TAMPICO en internet referente a la caravana de hondureños y su posible paso por nuestra zona conurbada, a lo que un buen hombre le escribió algo más o menos así: “Bienvenidos hermanos centroamericanos, aquí serán bien recibidos, pues todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”.

De inmediato los comentarios en contra empezaron a publicarse, después, aparecieron críticas muy severas a este caballero, posteriormente insultos y, más tarde, faltas de respeto a la inteligencia humana y la buena voluntad del individuo en cuestión.

Le confieso que yo no comparto la idea de este personaje, pero también me queda claro que no soy quién para juzgarle y mucho menos, insultarle. A partir de ese momento, busqué fuentes fidedignas.

Sin embargo, en días pasados alguien me pidió un poco de mi atención y me leyó un texto que firmaba una persona que se presentaba como dentista perteneciente al gobierno del Estado de México y, en su escrito, narraba con detalle la despreciable desventura a la que fue sometida por sus superiores que le habían dado la encomienda de dar consulta a los viajeros.

Describió los destrozos causados a su unidad móvil, el desprecio por la ayuda humanitaria otorgada por nuestro pueblo, el comercio que se hacía con las donaciones, el consumo y distribución de droga entre los migrantes y más. Todo lo anterior respaldado con fotografías que no dejaban lugar a dudas.

Horas más tarde comenzó a circular entre mis conocidos una serie de testimoniales grabados en video por la sociedad tijuanense que daban cuenta de una desmedida, irresponsable y riesgosa conducta que esa “sociedad móvil” estaba implantando al entorno en el que se insertaban, desconociendo cualquier rubro elemental de educación y respeto por estar en un país ajeno.

En primer término observé a una mujer de mediana edad molesta por haber recibido comida (frijoles y tortillas) que, en su opinión, debía estar destinada a “los chanchos”; debemos recordar que en muchas regiones del sureste de México y más allá de nuestras fronteras así se les conoce a los puercos, y nos reprochaba el haberle otorgado ese plato.

También me topé con otro archivo similar, solamente que el protagonista es un caballero y asegura que le querían dar un sándwich para cenar y él esperaba otra cosa, pues ellos “no están para comer ese tipo de cosas”.

Pero ese fue solo el principio.

En el siguiente videoclip un jovenzuelo reclamaba el trato “inhumano” que le querían dar los responsables del albergue y, a pregunta expresa del reportero sobre los detalles de ese abuso, el mozalbete declaró que lo querían levantar temprano y le pedían que dejara limpio el lugar que había ocupado en el albergue y, para colmo de males, le llamó a otro para que corroborara su versión y así fue.

Los siguientes fueron más graves. Un anciano que dijo sin pena alguna “yo prefiero ser topado a tiros que comer frijoles”, y otro que retó expresamente a los cuerpos policiacos argumentando altaneramente “¿Qué van a hacer 30 (uniformados) contra nosotros que somos 30 mil?”, y remató amenazante: “¡Los vamos a acribillar!”

Horas más tarde comenzó una cruda batalla a piedras y palos destrozando las unidades policiacas, pero, además de ello, también se mancilló la honra de la soberanía nacional, se desestimó la buena voluntad de nuestra sociedad y se perdió cualquier indicio de sociedades “civilizadas”, quedando reducida únicamente a un grupo digno de la edad de piedra.

Fue entonces que me pregunté. ¿Por qué los gobiernos de Honduras y El Salvador no han hecho las acciones necesarias para proteger a sus ciudadanos y llevarlos de vuelta a su lugar de origen? Por dos sencillas razones: La primera porque no les interesa que personas con esa calidad humana sigan engrosando las filas criminales de aquellos lugares y, la segunda, porque este fenómeno ha sido para ellos un favor en el que es mejor “no hacer ruido” y heredarle el problema a México.

Y para concluir, el grave error del gobierno mexicano fue acceder a que la frontera haya sido violada de la manera más burda y hoy por hoy la tranquilidad de las familias que habitan en esa zona y el equilibrio social de una de las regiones más delicadas de nuestra nación, estén por los suelos, pues si estas personas se quedan a habitar en este país, estamos frente al inicio de un caos de criminalidad e impunidad y no habrá república amorosa que pueda con esta carga.

Escríbame, y recuerde para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!

¡Hasta la próxima!

licajimenezmcc@hotmail.com


Le he de confesar, querido amigo lector, que en muchas ocasiones me abstuve de atender información proveniente de las redes sociales, relacionada con la caravana migrante y hechos relativos a este fenómeno social de carácter continental en el que, lamentablemente, nuestro país está ocupando el papel de “corredor migratorio”, el cual, aunque tuvo puerta de entrada, desafortunadamente no tendrá puerta de salida, por la reacia postura que ha manifestado el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.

¿Por qué no atender los comentarios de las redes sociales? La respuesta es elemental: La gran mayoría de la información que circula en este tipo de plataformas no es confiable, está viciada por la opinión de individuos recelosos o está tamizada y deformada por miembros de los escaparates políticos de nuestro país que tienen a personas asignadas a cumplir la tarea antes mencionada, siempre procurando beneficiar a un partido y perjudicar a un personaje rival.

Antes de continuar, le suplico me permita abrir un paréntesis para recordar una nota publicada por EL SOL DE TAMPICO en internet referente a la caravana de hondureños y su posible paso por nuestra zona conurbada, a lo que un buen hombre le escribió algo más o menos así: “Bienvenidos hermanos centroamericanos, aquí serán bien recibidos, pues todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”.

De inmediato los comentarios en contra empezaron a publicarse, después, aparecieron críticas muy severas a este caballero, posteriormente insultos y, más tarde, faltas de respeto a la inteligencia humana y la buena voluntad del individuo en cuestión.

Le confieso que yo no comparto la idea de este personaje, pero también me queda claro que no soy quién para juzgarle y mucho menos, insultarle. A partir de ese momento, busqué fuentes fidedignas.

Sin embargo, en días pasados alguien me pidió un poco de mi atención y me leyó un texto que firmaba una persona que se presentaba como dentista perteneciente al gobierno del Estado de México y, en su escrito, narraba con detalle la despreciable desventura a la que fue sometida por sus superiores que le habían dado la encomienda de dar consulta a los viajeros.

Describió los destrozos causados a su unidad móvil, el desprecio por la ayuda humanitaria otorgada por nuestro pueblo, el comercio que se hacía con las donaciones, el consumo y distribución de droga entre los migrantes y más. Todo lo anterior respaldado con fotografías que no dejaban lugar a dudas.

Horas más tarde comenzó a circular entre mis conocidos una serie de testimoniales grabados en video por la sociedad tijuanense que daban cuenta de una desmedida, irresponsable y riesgosa conducta que esa “sociedad móvil” estaba implantando al entorno en el que se insertaban, desconociendo cualquier rubro elemental de educación y respeto por estar en un país ajeno.

En primer término observé a una mujer de mediana edad molesta por haber recibido comida (frijoles y tortillas) que, en su opinión, debía estar destinada a “los chanchos”; debemos recordar que en muchas regiones del sureste de México y más allá de nuestras fronteras así se les conoce a los puercos, y nos reprochaba el haberle otorgado ese plato.

También me topé con otro archivo similar, solamente que el protagonista es un caballero y asegura que le querían dar un sándwich para cenar y él esperaba otra cosa, pues ellos “no están para comer ese tipo de cosas”.

Pero ese fue solo el principio.

En el siguiente videoclip un jovenzuelo reclamaba el trato “inhumano” que le querían dar los responsables del albergue y, a pregunta expresa del reportero sobre los detalles de ese abuso, el mozalbete declaró que lo querían levantar temprano y le pedían que dejara limpio el lugar que había ocupado en el albergue y, para colmo de males, le llamó a otro para que corroborara su versión y así fue.

Los siguientes fueron más graves. Un anciano que dijo sin pena alguna “yo prefiero ser topado a tiros que comer frijoles”, y otro que retó expresamente a los cuerpos policiacos argumentando altaneramente “¿Qué van a hacer 30 (uniformados) contra nosotros que somos 30 mil?”, y remató amenazante: “¡Los vamos a acribillar!”

Horas más tarde comenzó una cruda batalla a piedras y palos destrozando las unidades policiacas, pero, además de ello, también se mancilló la honra de la soberanía nacional, se desestimó la buena voluntad de nuestra sociedad y se perdió cualquier indicio de sociedades “civilizadas”, quedando reducida únicamente a un grupo digno de la edad de piedra.

Fue entonces que me pregunté. ¿Por qué los gobiernos de Honduras y El Salvador no han hecho las acciones necesarias para proteger a sus ciudadanos y llevarlos de vuelta a su lugar de origen? Por dos sencillas razones: La primera porque no les interesa que personas con esa calidad humana sigan engrosando las filas criminales de aquellos lugares y, la segunda, porque este fenómeno ha sido para ellos un favor en el que es mejor “no hacer ruido” y heredarle el problema a México.

Y para concluir, el grave error del gobierno mexicano fue acceder a que la frontera haya sido violada de la manera más burda y hoy por hoy la tranquilidad de las familias que habitan en esa zona y el equilibrio social de una de las regiones más delicadas de nuestra nación, estén por los suelos, pues si estas personas se quedan a habitar en este país, estamos frente al inicio de un caos de criminalidad e impunidad y no habrá república amorosa que pueda con esta carga.

Escríbame, y recuerde para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!

¡Hasta la próxima!

licajimenezmcc@hotmail.com