/ domingo 15 de marzo de 2020

Iridiscencias | La princesa

"Había una vez una princesa… que no sabía que lo era.

Caminaba por el bosque que formaba parte de su reino…

pero ella no lo sabía; iba llorando, y sus lágrimas eran tantas,

que humedecían la tierra fertilizando semillas ávidas de

humedad… pero ella no lo sabía.

Por donde pasaba era motivo de asombro

de los habitantes del lugar;

su belleza era única… pero ella… no lo sabía.

Después de mucho caminar a través de montes y elevadas colinas,

se detuvo en un hermoso lago de aguas azules y cristalinas,

y al inclinarse para lavar su llorosa cara,

observó su hermosa figura de ojos

claros y transparentes…

como el agua de aquel bello lago;

y aquella princesa se vio y se reconoció… y se supo

princesa y se supo útil… y se supo hermosa".

Ahora la princesa se sabe princesa… y le gusta que le digan princesa… pero más le gusta… que la sientan mujer. Que ahora su sendero sea un espacio abierto… seguro; sendero en donde pueda transitar y realizar sus sueños. Que pueda compartir sus logros; logros obtenidos por su esfuerzo y talento…pero sin necesidad de exigir o recibir cuotas o dádivas… ¡como si las necesitara! Que sus lágrimas no sean de tristeza… sino de orgullo y alegría, porque sabe que con ellas, riega esas semillas ávidas de humedad… y las hace germinar y que, junto con los demás habitantes del lugar, transformar aquel bello bosque en un mundo mejor; reconociendo, al igual que ellos, que sus diferencias son las que los unen y que, sin divergencias, podrán transformar ese hermoso lago de aguas azules y cristalinas para convertirlo un lugar aún más bello… y más seguro.

La princesa ya se vio y se reconoció, y ya sabe que es princesa, y se sabe útil y se sabe… mujer; criatura que quiere y ama a su príncipe; príncipe que tendrá que protegerla, quererla y respetarla. Un despertar que no le haga olvidar que, aunque princesa, forma parte de un reino; un despertar que no le haga olvidar su humildad; esa humildad para conservar sus valores y que, con ellos, sean sus lágrimas las que fertilicen las semillas que se convertirán en árboles buenos; un despertar que conserve la responsabilidad de respetar la vida; un despertar para exigir sus legítimos derechos… y asumir sus ineludibles responsabilidades. Sí, la princesa ya despertó, y se supo princesa… y se supo útil… y se supo hermosa.

arturomeza33@hotmail.com

"Había una vez una princesa… que no sabía que lo era.

Caminaba por el bosque que formaba parte de su reino…

pero ella no lo sabía; iba llorando, y sus lágrimas eran tantas,

que humedecían la tierra fertilizando semillas ávidas de

humedad… pero ella no lo sabía.

Por donde pasaba era motivo de asombro

de los habitantes del lugar;

su belleza era única… pero ella… no lo sabía.

Después de mucho caminar a través de montes y elevadas colinas,

se detuvo en un hermoso lago de aguas azules y cristalinas,

y al inclinarse para lavar su llorosa cara,

observó su hermosa figura de ojos

claros y transparentes…

como el agua de aquel bello lago;

y aquella princesa se vio y se reconoció… y se supo

princesa y se supo útil… y se supo hermosa".

Ahora la princesa se sabe princesa… y le gusta que le digan princesa… pero más le gusta… que la sientan mujer. Que ahora su sendero sea un espacio abierto… seguro; sendero en donde pueda transitar y realizar sus sueños. Que pueda compartir sus logros; logros obtenidos por su esfuerzo y talento…pero sin necesidad de exigir o recibir cuotas o dádivas… ¡como si las necesitara! Que sus lágrimas no sean de tristeza… sino de orgullo y alegría, porque sabe que con ellas, riega esas semillas ávidas de humedad… y las hace germinar y que, junto con los demás habitantes del lugar, transformar aquel bello bosque en un mundo mejor; reconociendo, al igual que ellos, que sus diferencias son las que los unen y que, sin divergencias, podrán transformar ese hermoso lago de aguas azules y cristalinas para convertirlo un lugar aún más bello… y más seguro.

La princesa ya se vio y se reconoció, y ya sabe que es princesa, y se sabe útil y se sabe… mujer; criatura que quiere y ama a su príncipe; príncipe que tendrá que protegerla, quererla y respetarla. Un despertar que no le haga olvidar que, aunque princesa, forma parte de un reino; un despertar que no le haga olvidar su humildad; esa humildad para conservar sus valores y que, con ellos, sean sus lágrimas las que fertilicen las semillas que se convertirán en árboles buenos; un despertar que conserve la responsabilidad de respetar la vida; un despertar para exigir sus legítimos derechos… y asumir sus ineludibles responsabilidades. Sí, la princesa ya despertó, y se supo princesa… y se supo útil… y se supo hermosa.

arturomeza33@hotmail.com