/ domingo 7 de junio de 2020

Iridiscencias | La tristeza

¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga? Jorge Luis Borges

Figuraba ser un hombre, pero más semejaba ser un fantasma. La tenue palidez de su sombra parecía olear sobre la ocredad de la solitaria choza…, cual figura de agua palpitante. Las cortinas, añejas y translúcidas, revelaban haber sucumbido a la bermejidad del decreciente ocaso.

De piernas cansadas y consumida mente, la esperanza marchita reclamaba una tregua: espacio sin luces… y… silencio mortecino. Quería tiempo, el que, ya transcurrido, ocupara el espacio que, encendida luciérnaga, abrillantara su oscuridad… y se sentía transparente, ajeno, distante… sin otredad. "Sí, era un imperio la luz que se apagaba… y no una luciérnaga"… contestaba a Borges.

Ahora que con claridad descubre el infinito, reclama el dolor a quienes sin esperanza abandonaron el reclamo; reclama el egoísmo de quienes no supieron compartir su “alma”; reclama la alegría del “verso” que se esfumó en la nada; reclama aquel “beso” que, prófugo de vergüenza… solitaria y marchita dejó su “esperanza”.

Las promesas ante antiguos horizontes, reclaman la perpetuidad del inalcanzable encuentro. La esperanza es, al menos… una esperanza… ¿y dónde está?... se decía.

"Se me agotó la vida; sin límites pretendí vivir atrapado en mis propios sueños…

"Espasmos de vida irrumpieron mi existencia; murmullo de voces en silencio escuché… cual lamentos efímeros con intenciones eternas…

¿Acaso no fueron suficientes mis súplicas?

Paso a paso… y tu lejanía no alcanzo…

Paso a paso se me alejó la esperanza…

¡¡Oh fuego!! ¡¡oh luna!! Déjenme solo…

déjenme ir…"

"Se me agotó la vida, se me agotó el amor,

y tú no te has ido."

La pálida luna parecía entender aquella tristeza; y ocultándose tras grisáceas nubes, simulaba con lluvia sus lágrimas; lluvia sibilante, lluvia que acompasaba el adagio suplicante de quien, por la palidez de su sombra, más que un hombre semejaba ser un fantasma.

Amado Nervo

Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla? Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?”

¿Es un imperio esa luz que se apaga o una luciérnaga? Jorge Luis Borges

Figuraba ser un hombre, pero más semejaba ser un fantasma. La tenue palidez de su sombra parecía olear sobre la ocredad de la solitaria choza…, cual figura de agua palpitante. Las cortinas, añejas y translúcidas, revelaban haber sucumbido a la bermejidad del decreciente ocaso.

De piernas cansadas y consumida mente, la esperanza marchita reclamaba una tregua: espacio sin luces… y… silencio mortecino. Quería tiempo, el que, ya transcurrido, ocupara el espacio que, encendida luciérnaga, abrillantara su oscuridad… y se sentía transparente, ajeno, distante… sin otredad. "Sí, era un imperio la luz que se apagaba… y no una luciérnaga"… contestaba a Borges.

Ahora que con claridad descubre el infinito, reclama el dolor a quienes sin esperanza abandonaron el reclamo; reclama el egoísmo de quienes no supieron compartir su “alma”; reclama la alegría del “verso” que se esfumó en la nada; reclama aquel “beso” que, prófugo de vergüenza… solitaria y marchita dejó su “esperanza”.

Las promesas ante antiguos horizontes, reclaman la perpetuidad del inalcanzable encuentro. La esperanza es, al menos… una esperanza… ¿y dónde está?... se decía.

"Se me agotó la vida; sin límites pretendí vivir atrapado en mis propios sueños…

"Espasmos de vida irrumpieron mi existencia; murmullo de voces en silencio escuché… cual lamentos efímeros con intenciones eternas…

¿Acaso no fueron suficientes mis súplicas?

Paso a paso… y tu lejanía no alcanzo…

Paso a paso se me alejó la esperanza…

¡¡Oh fuego!! ¡¡oh luna!! Déjenme solo…

déjenme ir…"

"Se me agotó la vida, se me agotó el amor,

y tú no te has ido."

La pálida luna parecía entender aquella tristeza; y ocultándose tras grisáceas nubes, simulaba con lluvia sus lágrimas; lluvia sibilante, lluvia que acompasaba el adagio suplicante de quien, por la palidez de su sombra, más que un hombre semejaba ser un fantasma.

Amado Nervo

Yo tuve un ideal, ¿en dónde se halla? Albergué una virtud, ¿por qué se ha ido?”