/ domingo 19 de julio de 2020

Iridiscencias | Laureana Wright

“Aquellos que en nuestras almas llevamos el sello

de la grandeza de nuestra nación y atesoramos en

nuestros corazones el amor de una hija, no podemos

renunciar a la esperanza de ver brillar en el rostro de

nuestro México esta nueva conquista de la libertad y ver brillar en el rostro de nuestras descendientes mujeres esta nueva conquista de progreso”.

Laureana Wright González

La emancipación de la mujer y el derecho a decidir su propio destino principia con el reconocimiento del derecho que se tiene a recibir una misma educación; igualitaria e incluyente. Una educación en donde tanto los hombres como las mujeres tengan la oportunidad de recibir la preparación requerida para que, de manera libre y autónoma, construyan su propio destino.

A mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, la presencia de la mujer en las incipientes instituciones educativas de la época era, además de escasas, profundamente divergentes para con el hombre y la mujer.

<<Si la naturaleza hubiera dotado a las mujeres del vigor físico y de la fuerza intelectual de los varones y a la vez hubiera conservado sus cualidades naturales de ternura, vivacidad de imaginación y delicadeza exquisita de sentimientos serían verdaderas hermafroditas morales>> (Alvarado, 2004, p. 62).

El régimen porfirista dio una mayor importancia a la educación del país que, con sus ideas liberales, confiaba en aquella el progreso de la nación. Sin embargo, la educación de la mujer fue concebida de manera un tanto diferente a la de los hombres. Si bien es cierto que no se prohibía el acceso a la educación superior a la mujer, ésta se reestructuraba de manera tal, que no se facilitaba de igual manera a ambos géneros.

Laureana Wright de Klein-hans, escritora y poeta mexicana, nacida en Taxco, estado de Guerrero en el año 1846, formó parte de ese grupo de aguerridas mujeres que se hicieron escuchar y reclamar —entre los estigmas y prejuicios de la época— el derecho de la mujer en recibir la misma formación que se les daba a los varones.

<<El papel que se le asignaba en la sociedad a la mujer se suscribía a los quehaceres de la casa. Se le preparaba a ser buenas esposas y madres para beneficio de una mejor sociedad, y acaso, permitirles trabajar para sustentar y evitar la prostitución>>. Francoise Crner. Op. Cit. p.28

Los padres de Laureana Wight fueron: Santiago Wright de origen norteamericano y la guerrerense Eulalia González.

En vísperas de la intervención americana en México (1846), contando Laureana con pocos meses de haber nacido, la familia se mudó a la ciudad de México en donde aprendió el inglés, francés y, por supuesto, el español.

Por ironía de la vida, Laureana, que en vísperas de la intervención norteamericana tuvo como padre a un ciudadano americano; cuando contaba con 22 años de edad (1868) —poco después de que terminara la intervención francesa—, se casó con un francés, Sebastián Kleinhans, con quien tuvo una hija —Margarita—, que después se convertiría en profesora e inspectora de música.

Laureana Wright fundó y dirigió en 1884 la revista “Violetas del Anáhuac” —revista semanal que tenía como antecedente “las Hijas del Anáhuac”—, la cual era redactada únicamente por mujeres y que pronto se convertiría en promotora del pensamiento femenil. La revista publicaba noticias de interés para las mujeres; recopilaba biografías de mujeres destacadas; así como artículos en donde se mostraban los logros de las mujeres. En esta revista se publicaban biografías de mujeres relevantes como la de doña María Fabiana Sebastiana Carmen Romero Rubio y Castelló, segunda esposa de don Porfirio Díaz, y la de Sor Juana Inés de la Cruz; entre otras más. Esta revista, que era semanal, dio la oportunidad a la mujer de poder reflejar sus inquietudes literarias, así como el pensamiento ideológico sobre el papel que debería jugar la mujer en la sociedad, haciéndose escuchar inclusive, el de su derecho al voto y la exigencia a una mayor integración en la educación superior; educación que propiciara su emancipación social, cultural y económica. El objetivo de la revista era el cambio del paradigma de la mujer en la sociedad; promover y valorar a la mujer culta y madre educada; el reconocimiento de su igualdad con el hombre, así como la de su capacidad intelectual para el ejercicio de cualquier disciplina o tipo de trabajo.

<<Laureana Wright no se hizo notar por ello, sino por su escritura fluida y conocimientos generales de Historia. En sus textos destacaban otras mujeres de diferentes épocas, enalteciendo su importancia a través de los tiempos y subrayando su formación académica>>. Alvarado, 2005.

Poco tiempo después de haberse casado y dedicado por un año a la labor del hogar, Laureana reinició su trabajo literario. Fue distinguida como miembro Honorario de la Sociedad de Netzahualcóyotl; grupo literario formado por poetas y escritores jóvenes que buscaban una identidad propia dentro de la literatura e impulsar sus publicaciones. Este grupo tenía como guía al maestro Ignacio Manuel Altamirano.

En 1872 ingresó a la Sociedad Científica, Artística y Literaria El Porvenir, cuyo objetivo era el estudio de las ciencias, la literatura, y las artes liberales, donde Laureana publicó varios poemas en el órgano de difusión de la sociedad llamado “El Estudio”.

Esta excepcional mujer mexicana, precursora del feminismo en nuestro país; mujer mexicana que se anticipó a la problemática educativa de la mujer; de fluida prosa y de conocimientos generales de la historia, murió en la ciudad de México el 22 de septiembre de 1986 a los 50 años de edad.

<<Mujer

<<…Un ser que aún no acaba de ser/no la remota rosa angelical/que los poetas cantaron/no la maldita bruja/que los inquisidores quemaron/no la temida y burlada solterona/no la obligada a ser bella/no la obligada a ser mala/no la que vive porque la dejan vivir/no la que debe siempre/decir sí/un ser que trata de saber quién es/y que empieza a existir>>.

Alaíde Foppa

“Aquellos que en nuestras almas llevamos el sello

de la grandeza de nuestra nación y atesoramos en

nuestros corazones el amor de una hija, no podemos

renunciar a la esperanza de ver brillar en el rostro de

nuestro México esta nueva conquista de la libertad y ver brillar en el rostro de nuestras descendientes mujeres esta nueva conquista de progreso”.

Laureana Wright González

La emancipación de la mujer y el derecho a decidir su propio destino principia con el reconocimiento del derecho que se tiene a recibir una misma educación; igualitaria e incluyente. Una educación en donde tanto los hombres como las mujeres tengan la oportunidad de recibir la preparación requerida para que, de manera libre y autónoma, construyan su propio destino.

A mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, la presencia de la mujer en las incipientes instituciones educativas de la época era, además de escasas, profundamente divergentes para con el hombre y la mujer.

<<Si la naturaleza hubiera dotado a las mujeres del vigor físico y de la fuerza intelectual de los varones y a la vez hubiera conservado sus cualidades naturales de ternura, vivacidad de imaginación y delicadeza exquisita de sentimientos serían verdaderas hermafroditas morales>> (Alvarado, 2004, p. 62).

El régimen porfirista dio una mayor importancia a la educación del país que, con sus ideas liberales, confiaba en aquella el progreso de la nación. Sin embargo, la educación de la mujer fue concebida de manera un tanto diferente a la de los hombres. Si bien es cierto que no se prohibía el acceso a la educación superior a la mujer, ésta se reestructuraba de manera tal, que no se facilitaba de igual manera a ambos géneros.

Laureana Wright de Klein-hans, escritora y poeta mexicana, nacida en Taxco, estado de Guerrero en el año 1846, formó parte de ese grupo de aguerridas mujeres que se hicieron escuchar y reclamar —entre los estigmas y prejuicios de la época— el derecho de la mujer en recibir la misma formación que se les daba a los varones.

<<El papel que se le asignaba en la sociedad a la mujer se suscribía a los quehaceres de la casa. Se le preparaba a ser buenas esposas y madres para beneficio de una mejor sociedad, y acaso, permitirles trabajar para sustentar y evitar la prostitución>>. Francoise Crner. Op. Cit. p.28

Los padres de Laureana Wight fueron: Santiago Wright de origen norteamericano y la guerrerense Eulalia González.

En vísperas de la intervención americana en México (1846), contando Laureana con pocos meses de haber nacido, la familia se mudó a la ciudad de México en donde aprendió el inglés, francés y, por supuesto, el español.

Por ironía de la vida, Laureana, que en vísperas de la intervención norteamericana tuvo como padre a un ciudadano americano; cuando contaba con 22 años de edad (1868) —poco después de que terminara la intervención francesa—, se casó con un francés, Sebastián Kleinhans, con quien tuvo una hija —Margarita—, que después se convertiría en profesora e inspectora de música.

Laureana Wright fundó y dirigió en 1884 la revista “Violetas del Anáhuac” —revista semanal que tenía como antecedente “las Hijas del Anáhuac”—, la cual era redactada únicamente por mujeres y que pronto se convertiría en promotora del pensamiento femenil. La revista publicaba noticias de interés para las mujeres; recopilaba biografías de mujeres destacadas; así como artículos en donde se mostraban los logros de las mujeres. En esta revista se publicaban biografías de mujeres relevantes como la de doña María Fabiana Sebastiana Carmen Romero Rubio y Castelló, segunda esposa de don Porfirio Díaz, y la de Sor Juana Inés de la Cruz; entre otras más. Esta revista, que era semanal, dio la oportunidad a la mujer de poder reflejar sus inquietudes literarias, así como el pensamiento ideológico sobre el papel que debería jugar la mujer en la sociedad, haciéndose escuchar inclusive, el de su derecho al voto y la exigencia a una mayor integración en la educación superior; educación que propiciara su emancipación social, cultural y económica. El objetivo de la revista era el cambio del paradigma de la mujer en la sociedad; promover y valorar a la mujer culta y madre educada; el reconocimiento de su igualdad con el hombre, así como la de su capacidad intelectual para el ejercicio de cualquier disciplina o tipo de trabajo.

<<Laureana Wright no se hizo notar por ello, sino por su escritura fluida y conocimientos generales de Historia. En sus textos destacaban otras mujeres de diferentes épocas, enalteciendo su importancia a través de los tiempos y subrayando su formación académica>>. Alvarado, 2005.

Poco tiempo después de haberse casado y dedicado por un año a la labor del hogar, Laureana reinició su trabajo literario. Fue distinguida como miembro Honorario de la Sociedad de Netzahualcóyotl; grupo literario formado por poetas y escritores jóvenes que buscaban una identidad propia dentro de la literatura e impulsar sus publicaciones. Este grupo tenía como guía al maestro Ignacio Manuel Altamirano.

En 1872 ingresó a la Sociedad Científica, Artística y Literaria El Porvenir, cuyo objetivo era el estudio de las ciencias, la literatura, y las artes liberales, donde Laureana publicó varios poemas en el órgano de difusión de la sociedad llamado “El Estudio”.

Esta excepcional mujer mexicana, precursora del feminismo en nuestro país; mujer mexicana que se anticipó a la problemática educativa de la mujer; de fluida prosa y de conocimientos generales de la historia, murió en la ciudad de México el 22 de septiembre de 1986 a los 50 años de edad.

<<Mujer

<<…Un ser que aún no acaba de ser/no la remota rosa angelical/que los poetas cantaron/no la maldita bruja/que los inquisidores quemaron/no la temida y burlada solterona/no la obligada a ser bella/no la obligada a ser mala/no la que vive porque la dejan vivir/no la que debe siempre/decir sí/un ser que trata de saber quién es/y que empieza a existir>>.

Alaíde Foppa