/ miércoles 12 de diciembre de 2018

Juez y parte

El enfrentamiento de la Suprema Corte de Justicia...

O más bien de los más altos magistrados de ese poder constitucional, contra otro de los tres poderes, el ejecutivo, o sea el Presidente de la República, no tiene precedente en nuestro país y aun cuando se supone que es sano mostrar que existe una clara separación de soberanías, desgraciadamente las causales de tal demostración de fuerza tiene su origen en asuntos de dinero, del sueldo que perciben los encargados de impartir la justicia en México.

Según se sabe, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia perciben, entre sueldo, gastos médicos mayores, chofer, carro, viáticos, aguinaldos y una serie de prebendas más, alrededor de 600 mil pesos mensuales, cantidad que corre el peligro de reducirse a cerca de 100 mil al mes, luego de la iniciativa presentada al Congreso por el Presidente de la República, encaminada a que ningún funcionario perciba un sueldo mayor al del Jefe del Ejecutivo, que es de 108 mil pesos.

Es decir, los magistrados no están dispuestos a vivir en la justa medianía que la ley ahora le señala como retribución a su desempeño profesional, tal y como lo señalaba el Benemérito de las Américas, Benito Juárez García, aferrándose a la insultante mesada que ellos mismos se han ido fijando al paso de los años y de las administraciones a modo bajo a las cuales han servido.

Por un lado, qué bueno que haya una bien marcada división de poderes, pero por el otro, qué mal que sólo se tome ese principio constitucional para defender únicamente los intereses particulares de quienes su deber primigenio es velar por la justicia de todos los mexicanos.

Nunca la Suprema Corte ha discrepado con la Presidencia de la República por ningún asunto público de índole moral, político o que tenga que ver con la soberanía de la Patria, casos de los que han abundado en el pasado y de los que han abusado los presidentes de la República en turno.

A la Suprema Corte no le importa si el salario mínimo es una verdadera mentada de madre que no alcanza para maldita la cosa, pero eso sí, que a sus integrantes no les toquen su sobre mensual de 600 mil pesos, porque ponen el grito en el cielo.

Intuyo que nadie estará de acuerdo en que ningún funcionario público perciba tan escandalosa cantidad como retribución a su trabajo, ni creo que alguien se atreva a avalar tan inmoral y despiadada desproporción económica, entre el que manda y el que es mandado, porque hay que recordar que por encima de los tres poderes constitucionales, está el poder soberano del pueblo.

Ahora bien, todo este asunto que deja al descubierto la ambición desmedida de los magistrados, ha sido tomado por los intereses contrarios a la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador, gente que ha perdido los privilegios de que gozaba en el pasado, para lanzar una brutal campaña de desprestigio hacia el Presidente de la República, a través de los medios de comunicación y redes sociales.

Nadie sabe en qué irá a parar todo ese sucio movimiento político y económico de los magistrados de la nación, pero de cualquier manera, ese que antes se consideraba un impoluto cuerpo de impartidores de la ley y la justicia, hoy son señalados por la inmensa mayoría de los mexicanos, como unos verdaderos vividores de la corrupción imperante en los gobiernos pasados, aferrados al botín de sus propios acuerdos.

Y mire usted lo que son las cosas, hagan lo que hagan o digan lo que digan, los magistrados mexicanos no tendrán ningún problema, pues ellos mismos se amparan contra la ley que ellos mismos administran.

Es decir, son juez y parte, qué chulada.

P.D.- Es más peligroso un juez ambicioso con una pluma en la mano, que un sicario con un cuerno de chivo amartillado.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com

El enfrentamiento de la Suprema Corte de Justicia...

O más bien de los más altos magistrados de ese poder constitucional, contra otro de los tres poderes, el ejecutivo, o sea el Presidente de la República, no tiene precedente en nuestro país y aun cuando se supone que es sano mostrar que existe una clara separación de soberanías, desgraciadamente las causales de tal demostración de fuerza tiene su origen en asuntos de dinero, del sueldo que perciben los encargados de impartir la justicia en México.

Según se sabe, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia perciben, entre sueldo, gastos médicos mayores, chofer, carro, viáticos, aguinaldos y una serie de prebendas más, alrededor de 600 mil pesos mensuales, cantidad que corre el peligro de reducirse a cerca de 100 mil al mes, luego de la iniciativa presentada al Congreso por el Presidente de la República, encaminada a que ningún funcionario perciba un sueldo mayor al del Jefe del Ejecutivo, que es de 108 mil pesos.

Es decir, los magistrados no están dispuestos a vivir en la justa medianía que la ley ahora le señala como retribución a su desempeño profesional, tal y como lo señalaba el Benemérito de las Américas, Benito Juárez García, aferrándose a la insultante mesada que ellos mismos se han ido fijando al paso de los años y de las administraciones a modo bajo a las cuales han servido.

Por un lado, qué bueno que haya una bien marcada división de poderes, pero por el otro, qué mal que sólo se tome ese principio constitucional para defender únicamente los intereses particulares de quienes su deber primigenio es velar por la justicia de todos los mexicanos.

Nunca la Suprema Corte ha discrepado con la Presidencia de la República por ningún asunto público de índole moral, político o que tenga que ver con la soberanía de la Patria, casos de los que han abundado en el pasado y de los que han abusado los presidentes de la República en turno.

A la Suprema Corte no le importa si el salario mínimo es una verdadera mentada de madre que no alcanza para maldita la cosa, pero eso sí, que a sus integrantes no les toquen su sobre mensual de 600 mil pesos, porque ponen el grito en el cielo.

Intuyo que nadie estará de acuerdo en que ningún funcionario público perciba tan escandalosa cantidad como retribución a su trabajo, ni creo que alguien se atreva a avalar tan inmoral y despiadada desproporción económica, entre el que manda y el que es mandado, porque hay que recordar que por encima de los tres poderes constitucionales, está el poder soberano del pueblo.

Ahora bien, todo este asunto que deja al descubierto la ambición desmedida de los magistrados, ha sido tomado por los intereses contrarios a la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador, gente que ha perdido los privilegios de que gozaba en el pasado, para lanzar una brutal campaña de desprestigio hacia el Presidente de la República, a través de los medios de comunicación y redes sociales.

Nadie sabe en qué irá a parar todo ese sucio movimiento político y económico de los magistrados de la nación, pero de cualquier manera, ese que antes se consideraba un impoluto cuerpo de impartidores de la ley y la justicia, hoy son señalados por la inmensa mayoría de los mexicanos, como unos verdaderos vividores de la corrupción imperante en los gobiernos pasados, aferrados al botín de sus propios acuerdos.

Y mire usted lo que son las cosas, hagan lo que hagan o digan lo que digan, los magistrados mexicanos no tendrán ningún problema, pues ellos mismos se amparan contra la ley que ellos mismos administran.

Es decir, son juez y parte, qué chulada.

P.D.- Es más peligroso un juez ambicioso con una pluma en la mano, que un sicario con un cuerno de chivo amartillado.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com