/ jueves 19 de abril de 2018

La afición mexicana, ante la grandeza de las selecciones ajenas, contempla sus propias carencias con mayor amargura

En todo el mundo se están celebrando partidos importantes para las distintas federaciones, la Champions League, la Copa de Europa, los Torneos de Copa de cada país, la Copa Libertadores, la de Asia, la de África, etc. Y próximos al Campeonato Mundial Rusia 2018, no veo que nadie se preocupe por el físico de sus jugadores estrellas. No es precisamente que no les importe, lo que sucede es que estando al frente de las selecciones directores técnicos verdaderamente capacitados, que están hablando constantemente con los entrenadores de los equipos en que juegan sus seleccionados, de tal modo que cuando un jugador está sufriendo una sobrecarga, ni siquiera necesita que le pidan que lo cuide, ya que a él le preocupa igual el bienestar del jugador que también forma parte de sus intereses.

No nos basta con estar al pendiente de la tabla de posiciones en nuestra Liga, pendiente de cuáles son los equipos que aspiran a la calificación para la Liguilla, y también lo sabemos al contrario, que estamos al pendiente temiendo que nuestro favorito descienda de categoría, y, como si no fuera suficiente, queremos ver cómo le fue al Barcelona, al Real Madrid, al Porto, al PSV Eindhoven, al Bayern Munich, o sea, al futbol al que nuestros jugdores ya han conquistado y al que sin embargo tanto tememos.

Si me atrevo a decir que le podemos ganar a Alemania, todos me van a tildar de loco, pero si todos estámos seguros de que Alemania, Corea y Suecia nos van a ganar, entonces lo mejor es que no vayamos. Es muy importante tener los pies en el piso. A quienes han sido dirigidos por mí, siempre les he pedido antes del inicio de un juego, que me digan con voz firme si nuestros rivales son mejores que nosotros. Al fanfarrón se lo conoce fácilmente, así que cuando aparecía el que le gana a todos los equipos, tenía que explicar por qué nosotros eramos mejores que todos. Pero, cuando hablaban los que reconocían que el rival en turno era mejor que nosotros, mi consejo era, pues, a correr el doble y, a concentrarse plenamente en lo que vamos a hacer, para eso nos preparamos, no me importa si juegan bien o mal, pero sí y mucho, si no lo intentan con todo su empeño.

La poderosa inteligencia, la profunda sabiduría y, el arte incomparable en la expresión escrita del gran poeta Goethe, sitúan a “Fausto” como una de las producciones de sabiduría más asombrosas en la historia del pensamiento. El atormentado Fausto, invoca al Espíritu de la Tierra y, cuando se aparece le dice. “Suspiras anhelante por contemplarme, oír mi voz y ver mi rostro: Aquí me tienes... ¡Qué mezquino temor se apodera de ti, criatura sobrehumana!... ¿Dónde está aquel pecho que se creaba un mundo dentro de sí, lo llamaba y mantenía con esmero, aquel pecho que se enchía con estremecimientos de gozo para encumbrarse al nivel de nosotros los espíritus? El espíritu le reprocha duramente a Fausto sus mezquinos terrores, su cobardía y, su falta de dignidad y decoro al comportarse como un gusano asustado que se retira medroso y encogido.

¿Qué nos sucede cuando apreciamos un objetivo, una tarea o empresa y la valoramos como muy importante para nosotros? Comúnmente, aun y cuando valoremos nuestros fines como muy importantes, nuestros deseos y esfuerzos son a medias. La duda y el terror nos acobarda y, en esa medida, nuestros fines no podemos alcanzarlos. Pero cuando deseamos y actuamos con toda nuestra alma, las probabilidades son muy altas de lograr lo deseado. Poner todo el poder de nuestra alma en un objetivo es liberar las fuerzas de nuestros sentimientos, inteligencia y espíritu y, dirigirlos a un fin determinado. El filósofo alemán Nietzsche dijo que si ya teníamos el “que”, tendríamos las suficientes fuerzas para encontrar el “cómo”.

Si no nos comprometemos con todas las poderosas fuerzas de nuestra alma para conseguir algo valioso para nosotros, no lo conseguiremos. Y si nuestra actitud y sentimientos son vacilantes, miedosos y llenos de cobardía, tampoco. Si nos comportamos como gusanos que huyen medrosos y encogidos, estaremos derrotados y perdidos... ¡No somos pordioseros que buscan un orfnato como desamparados, somos los reyes de la tierra! Pero si nos comportamos como limosneros y si nos encogemos como gusanos, dejaremos escapar las riquísimas oportunidades del futbol igual que el agua que se escurre entre nuestros dedos.

Si, nadie lo niega, la selección alemana es muy poderosa, pero los juegos hay que jugarlos y, en tanto no termine el juego les diré que a un metro de mi nariz se encuentra mi espacio solariego, no irrumpan violentamente en él, porque no tengo cañones ni misiles, pero escupo... Recuerden, el mejor remedio, el único, consiste en nuestra presencia de “Espíritu”. Presencia de Espíritu significa, osadía, valentía, decisión firmísima y coraje. Cuando despleguemos estas cualidades, nos salvaremos de las grandes dificultades y conquistaremos nuestras metas. O al menos, sabremos que hemos cumplido y, no tendremos de qué avergonzarnos.

Hasta pronto amigo.

Raúl J. Nava Gutiérrez.

En todo el mundo se están celebrando partidos importantes para las distintas federaciones, la Champions League, la Copa de Europa, los Torneos de Copa de cada país, la Copa Libertadores, la de Asia, la de África, etc. Y próximos al Campeonato Mundial Rusia 2018, no veo que nadie se preocupe por el físico de sus jugadores estrellas. No es precisamente que no les importe, lo que sucede es que estando al frente de las selecciones directores técnicos verdaderamente capacitados, que están hablando constantemente con los entrenadores de los equipos en que juegan sus seleccionados, de tal modo que cuando un jugador está sufriendo una sobrecarga, ni siquiera necesita que le pidan que lo cuide, ya que a él le preocupa igual el bienestar del jugador que también forma parte de sus intereses.

No nos basta con estar al pendiente de la tabla de posiciones en nuestra Liga, pendiente de cuáles son los equipos que aspiran a la calificación para la Liguilla, y también lo sabemos al contrario, que estamos al pendiente temiendo que nuestro favorito descienda de categoría, y, como si no fuera suficiente, queremos ver cómo le fue al Barcelona, al Real Madrid, al Porto, al PSV Eindhoven, al Bayern Munich, o sea, al futbol al que nuestros jugdores ya han conquistado y al que sin embargo tanto tememos.

Si me atrevo a decir que le podemos ganar a Alemania, todos me van a tildar de loco, pero si todos estámos seguros de que Alemania, Corea y Suecia nos van a ganar, entonces lo mejor es que no vayamos. Es muy importante tener los pies en el piso. A quienes han sido dirigidos por mí, siempre les he pedido antes del inicio de un juego, que me digan con voz firme si nuestros rivales son mejores que nosotros. Al fanfarrón se lo conoce fácilmente, así que cuando aparecía el que le gana a todos los equipos, tenía que explicar por qué nosotros eramos mejores que todos. Pero, cuando hablaban los que reconocían que el rival en turno era mejor que nosotros, mi consejo era, pues, a correr el doble y, a concentrarse plenamente en lo que vamos a hacer, para eso nos preparamos, no me importa si juegan bien o mal, pero sí y mucho, si no lo intentan con todo su empeño.

La poderosa inteligencia, la profunda sabiduría y, el arte incomparable en la expresión escrita del gran poeta Goethe, sitúan a “Fausto” como una de las producciones de sabiduría más asombrosas en la historia del pensamiento. El atormentado Fausto, invoca al Espíritu de la Tierra y, cuando se aparece le dice. “Suspiras anhelante por contemplarme, oír mi voz y ver mi rostro: Aquí me tienes... ¡Qué mezquino temor se apodera de ti, criatura sobrehumana!... ¿Dónde está aquel pecho que se creaba un mundo dentro de sí, lo llamaba y mantenía con esmero, aquel pecho que se enchía con estremecimientos de gozo para encumbrarse al nivel de nosotros los espíritus? El espíritu le reprocha duramente a Fausto sus mezquinos terrores, su cobardía y, su falta de dignidad y decoro al comportarse como un gusano asustado que se retira medroso y encogido.

¿Qué nos sucede cuando apreciamos un objetivo, una tarea o empresa y la valoramos como muy importante para nosotros? Comúnmente, aun y cuando valoremos nuestros fines como muy importantes, nuestros deseos y esfuerzos son a medias. La duda y el terror nos acobarda y, en esa medida, nuestros fines no podemos alcanzarlos. Pero cuando deseamos y actuamos con toda nuestra alma, las probabilidades son muy altas de lograr lo deseado. Poner todo el poder de nuestra alma en un objetivo es liberar las fuerzas de nuestros sentimientos, inteligencia y espíritu y, dirigirlos a un fin determinado. El filósofo alemán Nietzsche dijo que si ya teníamos el “que”, tendríamos las suficientes fuerzas para encontrar el “cómo”.

Si no nos comprometemos con todas las poderosas fuerzas de nuestra alma para conseguir algo valioso para nosotros, no lo conseguiremos. Y si nuestra actitud y sentimientos son vacilantes, miedosos y llenos de cobardía, tampoco. Si nos comportamos como gusanos que huyen medrosos y encogidos, estaremos derrotados y perdidos... ¡No somos pordioseros que buscan un orfnato como desamparados, somos los reyes de la tierra! Pero si nos comportamos como limosneros y si nos encogemos como gusanos, dejaremos escapar las riquísimas oportunidades del futbol igual que el agua que se escurre entre nuestros dedos.

Si, nadie lo niega, la selección alemana es muy poderosa, pero los juegos hay que jugarlos y, en tanto no termine el juego les diré que a un metro de mi nariz se encuentra mi espacio solariego, no irrumpan violentamente en él, porque no tengo cañones ni misiles, pero escupo... Recuerden, el mejor remedio, el único, consiste en nuestra presencia de “Espíritu”. Presencia de Espíritu significa, osadía, valentía, decisión firmísima y coraje. Cuando despleguemos estas cualidades, nos salvaremos de las grandes dificultades y conquistaremos nuestras metas. O al menos, sabremos que hemos cumplido y, no tendremos de qué avergonzarnos.

Hasta pronto amigo.

Raúl J. Nava Gutiérrez.