/ domingo 2 de mayo de 2021

La dictadura de caricatura

Los términos del lenguaje con los que designamos las cosas hay que respetarlos y saber usarlos correctamente, porque si los malbaratamos llamando equivocadamente con ellos cualquier cosa, ya no habrán de servirnos cuando en realidad estemos en presencia de eso que el concepto busca comunicarnos.

Como en la moraleja de la fábula del lobo, cuando en realidad apareció ya no hubo quien creyera que en realidad era cierto.

Algo semejante está sucediendo dentro de un estrecho sector de la opinión pública nacional cuyo extremismo los hace que al más mínimo pretexto tengan que lamentar estar viviendo bajo una “dictadura” impuesta por el actual gobierno de la República.

Aunque el reproche a todas luces resulta disparatado, ciertos sectores no pierden oportunidad en realizarlo, pero vamos y haciendo a un lado la valoración que cada quien en su justo derecho pueda formular sobre el actual gobierno, lo cierto es que no hay forma de poder tachar al mismo de haber reducido a la condición de súbditos a los ciudadanos de nuestra nación.

No es necesario repetir los reveses que el INE y el Trife acaban de dar recientemente al gobierno federal y al partido oficial, con recordar que el término “Dictador” y “Dictadura” emana de la acción del que dicta y su dictado se hace ley basta para hacer evidente que el México de hoy está muy lejos de ser un país donde el dictado de un solo hombre se haga ley.

Tal vez moleste a algunos las disputas que sostiene el presidente de la República desde las mañaneras, pero bien o mal esos litigios o desahogos verbales no han estrechado garantía individual alguna, no han desaparecido poderes de la unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue en funciones integradas por ministros nombrados en su mayoría por el anterior régimen.

Cosa muy diferente sucede en una auténtica dictadura como lo fue la Alemania Nazi donde la sola palabra de Adolfo Hitler era la ley y se cumplía y prueba de cómo se distingue una dictadura de una República democrática moderna es por ejemplo la inexistencia de registros escritos o documento alguno en dónde conste la firma de Adolfo Hitler, ordenando el exterminio de diversas minorías étnicas y religiosas como los judíos, húngaros etc., en este caso el simple deseo del Führer era su fundamento legal.

Por el contrario, el presidente López Obrador cuyo cada acto de autoridad suyo es impugnado por sus adversarios gracias a que los mismos constan por escrito, evitando que con ello se deje en estado de indefensión a aquellos que se sientan agraviados por los mismos.

Es sano disentir, pero es demencial usar conceptos desproporcionados como el de dictadura para referirse a hechos que tienen lugar dentro de una auténtica República, ya que estos nos guste o no, pueden ser impugnados y contrarrestados dentro del entramado institucional de que goza nuestro país y que no es otro que el heredado precisamente por aquellos que lo acusan de dictador, toda vez que el gobierno de la 4T, ejerce las mismas facultades constitucionales con las que los gobiernos neoliberales se invistieron a sí mismos cuando estuvieron en el poder.

Otra cosa sucede respecto al frecuente intento de extrapolar hechos que más allá de ser indicativo de cierta tendencia psicótica, también pudiera ser con el propósito de desestabilizar al país induciéndolo a un engaño respecto a la verdadera situación del régimen político en el que nos hallamos.

Pese al poco o nulo éxito que han tenido en este propósito, se debe condenar enérgicamente que con mendacidad se busque indisponer al conjunto de la sociedad.

En esa medida, reconducir el uso del lenguaje para ponerlo a salvo de las manipulaciones y mentiras de los pequeños maquiavelistas, puede llevar a serenar al país y a reducir el estrés y la aprehensión que la construcción artificial de escenarios apocalípticos busca provocar.

Ni duda cabe que quienes veían la detentación del poder como un privilegio que se les reservaba para ellos por derecho, estén viviendo los días en curso como el fin del mundo, pero eso solo es la otra cara de la moneda en la tarea de empoderar al pueblo a jalones y empellones como se lo ha propuesto el presidente.

Regeneración 19

Los términos del lenguaje con los que designamos las cosas hay que respetarlos y saber usarlos correctamente, porque si los malbaratamos llamando equivocadamente con ellos cualquier cosa, ya no habrán de servirnos cuando en realidad estemos en presencia de eso que el concepto busca comunicarnos.

Como en la moraleja de la fábula del lobo, cuando en realidad apareció ya no hubo quien creyera que en realidad era cierto.

Algo semejante está sucediendo dentro de un estrecho sector de la opinión pública nacional cuyo extremismo los hace que al más mínimo pretexto tengan que lamentar estar viviendo bajo una “dictadura” impuesta por el actual gobierno de la República.

Aunque el reproche a todas luces resulta disparatado, ciertos sectores no pierden oportunidad en realizarlo, pero vamos y haciendo a un lado la valoración que cada quien en su justo derecho pueda formular sobre el actual gobierno, lo cierto es que no hay forma de poder tachar al mismo de haber reducido a la condición de súbditos a los ciudadanos de nuestra nación.

No es necesario repetir los reveses que el INE y el Trife acaban de dar recientemente al gobierno federal y al partido oficial, con recordar que el término “Dictador” y “Dictadura” emana de la acción del que dicta y su dictado se hace ley basta para hacer evidente que el México de hoy está muy lejos de ser un país donde el dictado de un solo hombre se haga ley.

Tal vez moleste a algunos las disputas que sostiene el presidente de la República desde las mañaneras, pero bien o mal esos litigios o desahogos verbales no han estrechado garantía individual alguna, no han desaparecido poderes de la unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación sigue en funciones integradas por ministros nombrados en su mayoría por el anterior régimen.

Cosa muy diferente sucede en una auténtica dictadura como lo fue la Alemania Nazi donde la sola palabra de Adolfo Hitler era la ley y se cumplía y prueba de cómo se distingue una dictadura de una República democrática moderna es por ejemplo la inexistencia de registros escritos o documento alguno en dónde conste la firma de Adolfo Hitler, ordenando el exterminio de diversas minorías étnicas y religiosas como los judíos, húngaros etc., en este caso el simple deseo del Führer era su fundamento legal.

Por el contrario, el presidente López Obrador cuyo cada acto de autoridad suyo es impugnado por sus adversarios gracias a que los mismos constan por escrito, evitando que con ello se deje en estado de indefensión a aquellos que se sientan agraviados por los mismos.

Es sano disentir, pero es demencial usar conceptos desproporcionados como el de dictadura para referirse a hechos que tienen lugar dentro de una auténtica República, ya que estos nos guste o no, pueden ser impugnados y contrarrestados dentro del entramado institucional de que goza nuestro país y que no es otro que el heredado precisamente por aquellos que lo acusan de dictador, toda vez que el gobierno de la 4T, ejerce las mismas facultades constitucionales con las que los gobiernos neoliberales se invistieron a sí mismos cuando estuvieron en el poder.

Otra cosa sucede respecto al frecuente intento de extrapolar hechos que más allá de ser indicativo de cierta tendencia psicótica, también pudiera ser con el propósito de desestabilizar al país induciéndolo a un engaño respecto a la verdadera situación del régimen político en el que nos hallamos.

Pese al poco o nulo éxito que han tenido en este propósito, se debe condenar enérgicamente que con mendacidad se busque indisponer al conjunto de la sociedad.

En esa medida, reconducir el uso del lenguaje para ponerlo a salvo de las manipulaciones y mentiras de los pequeños maquiavelistas, puede llevar a serenar al país y a reducir el estrés y la aprehensión que la construcción artificial de escenarios apocalípticos busca provocar.

Ni duda cabe que quienes veían la detentación del poder como un privilegio que se les reservaba para ellos por derecho, estén viviendo los días en curso como el fin del mundo, pero eso solo es la otra cara de la moneda en la tarea de empoderar al pueblo a jalones y empellones como se lo ha propuesto el presidente.

Regeneración 19