/ domingo 15 de noviembre de 2020

La dignidad de todos los animales

Dentro del pensamiento Schopenhauer la voluntad de la vida, es la fuerza creadora y regente del universo. El cosmos es entendido como la única e infinita voluntad de vivir, manifestada de forma constante en la multiplicidad de los seres vivos a partir de un eterno morir y renacer.

Schopenhauer nos habla de una gradación a través de la cual esta fuerza se manifiesta y va creando el mundo físico: desde la materia inerte, las plantas, los animales y, finalmente, el hombre. Todo lo que existe es producto de esa voluntad de vivir que se abre paso entre la adversidad y la catástrofe.

A partir de lo anterior, Schopenhauer despliega la primera defensa filosófica de todo el reino animal, igualando en dignidad desde los insectos, hasta los seres humanos. Según Schopenhauer, en todos ellos, existe un mismo afán universal por la prolongación de la vida.

Schopenhauer desprecia la arrogancia humana que la hace sentirse única y especial como para asignarse el derecho de esclavizar y martirizar a todos los seres del reino animal, para este, no somos tan singulares, sino simplemente “Una capa de moho que recubre un globo que flota en el espacio”.

Vista desde la perspectiva Schopenhaueriana de lo grande a lo pequeño, vaya que tendría razón, si todos los seres vivos son expresión de una misma fuerza: La voluntad de vivir. Y si los seres vivos participan y tienen un origen común, además de que como señalaba Schopenhauer comparten cualidades como la conciencia externa, cierta inteligencia y reaccionan al dolor y a la felicidad, no hay lugar entonces, para que una especie reduzca a otras, a la condición de objetos o medios para un fin, sino como diría Kant, son fines en sí mismos.

Recientemente el reconocido filósofo Peter Singer, a quien a veces se le llama "el padre del movimiento por los derechos de los animales", ha hecho la defensa desde una postura filosófica distinta a la de Schopenhauer.

En su obra “En defensa de los animales”, habla del "especismo", un prejuicio similar al racismo y al sexismo, en el que los humanos asumen que son superiores a otras especies. Singer sostiene que los no humanos tienen el mismo valor que los humanos y merecen la misma consideración, y que la capacidad de un animal para sentir dolor también debería brindarle protección bajo el paraguas moral que los humanos normalmente se reservan para sí mismos.

Singer es famoso por su posición sobre el infanticidio y la eutanasia. Por ejemplo, sostiene que sería moralmente correcto en algunas circunstancias matar a un niño gravemente incapacitado cuya vida causaría un inmenso sufrimiento para él y su familia. Singer llega a esta conclusión de la misma manera que a todas las conclusiones: embarcándose en un cálculo utilitario. Un utilitarista considera que una acción es correcta o incorrecta en función de las consecuencias de esa acción. Califica los aspectos positivos ("hedonistas") y negativos ("dolores") de la situación de antemano y selecciona el curso de acción que probablemente resulte en los más positivos o los menos negativos.

En su obra capital “Ética Práctica”, Singer invoca el principio de la igualdad de los intereses entre los seres. Este principio implica que nuestra preocupación por los demás no debería depender de cómo son o de las capacidades que poseen. Tomando lo anterior como base, podemos decir que el hecho de que algunas personas no sean miembros de nuestra raza, no nos da derecho a explotarlas, del mismo modo, el hecho de que algunas personas sean menos inteligentes que otras no significa que debemos ignorar sus intereses. En consecuencia, el mismo principio también implica que el hecho de que algunos seres no sean de nuestra especie o sean menos inteligentes que los humanos, no nos da el derecho a explotarlos, ni a torturarlos.

El eje sobre el que Singer hace girar su defensa se da en torno a la capacidad de sufrir. Para Singer, la capacidad de sentir y gozar de las cosas, es un requisito previo para tener intereses, y de esto a su vez, surge el principio de la igualdad de intereses que debe regir los actos entre los seres vivos independientemente de su especie.

Por ejemplo, no tiene sentido decir que un niño que da una patada a una piedra va en contra de los intereses de esta, ya que nada que hagamos menoscaba el bienestar de la piedra. En cambio, un ratón si tiene interés en no ser atormentado, ya que estos sufren si se les trata de esta manera. Si un ser sufre, no existe ningún tipo de justificación moral para negar que este sufrimiento sea tomado en cuenta y evitado.

El tema de la relación de los hombres con los animales no es un tema menor, y solo se vuelve problemático cuando asumimos que la crueldad de nuestra parte puede ir por descontado. Quien es cruel con los animales decía Schopenhauer, no puede ser una buena persona, porque es incapaz de sentir compasión, único sentimiento que puede dignificar la existencia humana.

En un fragmento vaticinador de Jeremy Bentham fundador del utilitarismo moderno, citado por Singer, escribió:

“Es probable que llegue el día en el que el resto de la creación animal adquiera aquellos derechos que nunca, sino por las manos de la tiranía, podrían haberles sido negados. Los franceses ya han descubierto que el color negro de la piel no es una razón para que un hombre deba verse abandonado a manos de su torturador. Llegará el día en el que se reconozca que el número de piernas, vellosidad de la piel, o la terminación del os sacrum, sean razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible al mismo destino”.

Regeneración

Dentro del pensamiento Schopenhauer la voluntad de la vida, es la fuerza creadora y regente del universo. El cosmos es entendido como la única e infinita voluntad de vivir, manifestada de forma constante en la multiplicidad de los seres vivos a partir de un eterno morir y renacer.

Schopenhauer nos habla de una gradación a través de la cual esta fuerza se manifiesta y va creando el mundo físico: desde la materia inerte, las plantas, los animales y, finalmente, el hombre. Todo lo que existe es producto de esa voluntad de vivir que se abre paso entre la adversidad y la catástrofe.

A partir de lo anterior, Schopenhauer despliega la primera defensa filosófica de todo el reino animal, igualando en dignidad desde los insectos, hasta los seres humanos. Según Schopenhauer, en todos ellos, existe un mismo afán universal por la prolongación de la vida.

Schopenhauer desprecia la arrogancia humana que la hace sentirse única y especial como para asignarse el derecho de esclavizar y martirizar a todos los seres del reino animal, para este, no somos tan singulares, sino simplemente “Una capa de moho que recubre un globo que flota en el espacio”.

Vista desde la perspectiva Schopenhaueriana de lo grande a lo pequeño, vaya que tendría razón, si todos los seres vivos son expresión de una misma fuerza: La voluntad de vivir. Y si los seres vivos participan y tienen un origen común, además de que como señalaba Schopenhauer comparten cualidades como la conciencia externa, cierta inteligencia y reaccionan al dolor y a la felicidad, no hay lugar entonces, para que una especie reduzca a otras, a la condición de objetos o medios para un fin, sino como diría Kant, son fines en sí mismos.

Recientemente el reconocido filósofo Peter Singer, a quien a veces se le llama "el padre del movimiento por los derechos de los animales", ha hecho la defensa desde una postura filosófica distinta a la de Schopenhauer.

En su obra “En defensa de los animales”, habla del "especismo", un prejuicio similar al racismo y al sexismo, en el que los humanos asumen que son superiores a otras especies. Singer sostiene que los no humanos tienen el mismo valor que los humanos y merecen la misma consideración, y que la capacidad de un animal para sentir dolor también debería brindarle protección bajo el paraguas moral que los humanos normalmente se reservan para sí mismos.

Singer es famoso por su posición sobre el infanticidio y la eutanasia. Por ejemplo, sostiene que sería moralmente correcto en algunas circunstancias matar a un niño gravemente incapacitado cuya vida causaría un inmenso sufrimiento para él y su familia. Singer llega a esta conclusión de la misma manera que a todas las conclusiones: embarcándose en un cálculo utilitario. Un utilitarista considera que una acción es correcta o incorrecta en función de las consecuencias de esa acción. Califica los aspectos positivos ("hedonistas") y negativos ("dolores") de la situación de antemano y selecciona el curso de acción que probablemente resulte en los más positivos o los menos negativos.

En su obra capital “Ética Práctica”, Singer invoca el principio de la igualdad de los intereses entre los seres. Este principio implica que nuestra preocupación por los demás no debería depender de cómo son o de las capacidades que poseen. Tomando lo anterior como base, podemos decir que el hecho de que algunas personas no sean miembros de nuestra raza, no nos da derecho a explotarlas, del mismo modo, el hecho de que algunas personas sean menos inteligentes que otras no significa que debemos ignorar sus intereses. En consecuencia, el mismo principio también implica que el hecho de que algunos seres no sean de nuestra especie o sean menos inteligentes que los humanos, no nos da el derecho a explotarlos, ni a torturarlos.

El eje sobre el que Singer hace girar su defensa se da en torno a la capacidad de sufrir. Para Singer, la capacidad de sentir y gozar de las cosas, es un requisito previo para tener intereses, y de esto a su vez, surge el principio de la igualdad de intereses que debe regir los actos entre los seres vivos independientemente de su especie.

Por ejemplo, no tiene sentido decir que un niño que da una patada a una piedra va en contra de los intereses de esta, ya que nada que hagamos menoscaba el bienestar de la piedra. En cambio, un ratón si tiene interés en no ser atormentado, ya que estos sufren si se les trata de esta manera. Si un ser sufre, no existe ningún tipo de justificación moral para negar que este sufrimiento sea tomado en cuenta y evitado.

El tema de la relación de los hombres con los animales no es un tema menor, y solo se vuelve problemático cuando asumimos que la crueldad de nuestra parte puede ir por descontado. Quien es cruel con los animales decía Schopenhauer, no puede ser una buena persona, porque es incapaz de sentir compasión, único sentimiento que puede dignificar la existencia humana.

En un fragmento vaticinador de Jeremy Bentham fundador del utilitarismo moderno, citado por Singer, escribió:

“Es probable que llegue el día en el que el resto de la creación animal adquiera aquellos derechos que nunca, sino por las manos de la tiranía, podrían haberles sido negados. Los franceses ya han descubierto que el color negro de la piel no es una razón para que un hombre deba verse abandonado a manos de su torturador. Llegará el día en el que se reconozca que el número de piernas, vellosidad de la piel, o la terminación del os sacrum, sean razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible al mismo destino”.

Regeneración