/ domingo 12 de julio de 2020

La muerte en Heidegger

Las medidas de distanciamiento social a causa del Covid-19 han incrementado los niveles de estrés y depresión entre la población. Es normal que así suceda, a las preocupaciones naturales (de salud y económica) ocasionadas por una situación como la que vivimos, se suma la desaparición de la rutina diaria y, con ello, de todo aquello en lo que ilusoriamente hemos depositado el sentido de nuestra existencia cotidiana, trabajo, escuela, vida social, actividad política, etc.

En ausencia de hábitos o pautas sociales con las que hemos impostado repetidamente la vida misma como si solo eso fuera, extrañamos las trivialidades en las que refugiamos nuestras existencias inauténticas.

Pero, espere, para los filósofos existencialistas el mundo tal y como lo conocemos carece de sentido intrínseco de por sí. Esta comprensión puede ser la fuente de angustia y ansiedad: si la vida carece de sentido intrínseco, ¿por qué vivir? La solución existencialista a este temor nihilista es la autenticidad. Por lo tanto, debemos rechazar los roles sociales y los supuestos que nos imponen los demás, y descubrir nuestro ser auténtico y en medio de la situación en curso parece ser un buen momento. El yo solo se vuelve auténtico cuando se construye conscientemente; hasta que lo hagamos, no somos más que un mosaico de nuestros genes, cultura, educación y experiencias.

Para Heidegger asumir nuestra vida precipitándose hacia la muerte es el camino para apropiarnos de una vida auténtica. La angustia de la muerte, más que una tortura, se vuelve en él un estímulo, porque al tomar verdadera conciencia de la muerte, no solamente como una experiencia hipotética, sino como la posibilidad vivida de que ya no haya más posibilidades para mí, como la posibilidad de que mi mismo ser sea imposible, no desperdiciaría jamás mi vida tratando de agradar, de hacer lo que dictan los demás o contrariando mi conciencia.

Para Heidegger, nuestro ser es la pura tensión de pasado, presente y futuro que nos constituye y que por lo tanto nos vuelve pura temporalidad. Por lo tanto, en Heidegger, el análisis de la muerte no se refiere a cómo se sienten las personas cuando están a punto de morir ni a la muerte como un evento biológico. Se enfoca en el significado existencial que esta muerte "aún por venir" tiene para la vida humana como estímulo, es decir, para el Ser-Ahí en el mundo o Dasein en lengua alemana. Para Heidegger, comprender el fenómeno de la muerte implica comprender el Ser en el mundo.

Si el Ser en el mundo se entiende existencialmente como una posibilidad, entonces queda claro que el Ser auténtico del Ser en el Mundo en su totalidad es "Ser hacia la muerte". Al enfrentar la muerte, el Ser-Ahí, el Ser Individual situado en el Mundo entiende lo que significa ser. Este proceso reflexivo es el Leit-Motiv del análisis de la muerte de Heidegger. Para aclarar sus puntos de vista sobre la concepción existencial de la muerte, Heidegger distingue entre dos formas básicas de ser: el ser auténtico y el no auténtico.

En el modo cotidiano de ser, el Ser en el Mundo interpreta el fenómeno de la muerte como un evento que ocurre constantemente. Es un "caso" que les sucede a otros. El comentario general es: “Uno de estos días también moriré, al final; pero en este momento no tiene nada que ver conmigo. Morir permanece anónimo y no tiene conexión conmigo".

Enfrentarse a la propia muerte es radicalmente diferente de preocuparse por la muerte de los demás. Mi propia muerte significa la desintegración total y el fin de mi mundo. El miedo a mi propia muerte proviene del miedo a mi extinción como ser humano. Esto me causa mucha ansiedad. Es posible que pueda enfrentar la muerte de otras personas, pero puede ser prácticamente imposible aceptar mi propia muerte. Heidegger dice que el Ser en el Mundo no puede experimentar su propia muerte. Mientras exista Ser en el Mundo no está completo, es decir, todavía hay algunas de sus posibilidades pendientes.

¿Cómo, entonces, el Ser en el Mundo rompe la caída y se eleva a la autenticidad? La respuesta de Heidegger a esta pregunta es: a través del "Ser hacia la muerte". El ascenso a la autenticidad se puede lograr, dice Heidegger, a través de un estado mental particular: Angustia. La angustia es un estado de ánimo que le permite al Ser en el Mundo, primero apartarse de sí mismo y luego ser arrojado hacia atrás para enfrentarse a sí mismo. Para lograr esto, uno tiene que trascender el modo de Ser inauténtico de todos los días.

Heidegger dice que la angustia es necesaria para que el Ser en el Mundo capte su libertad existencial y sus posibilidades. La muerte es existencialmente significativa cuando uno percibe su existencia a la luz del Ser. Según Heidegger, esto nos permite comprender nuestra finitud, y esta conciencia hace posible la existencia auténtica. Heidegger no da una explicación de la muerte en sí misma, pero ofrece una fenomenología de nuestra relación con la muerte. Su filosofía es reflexiva pero sombría. Su relato de la muerte retrata un modo de ser sin esperanza y a menudo ha sido criticado por esto.

Si bien la filosofía existencialista de Heidegger no es nada edificante, nos empuja a vivir plenamente una vida auténtica, donde quizá sea lo único que importa, Porque tan pronto como nacemos, tenemos la edad suficiente para morir o "siempre es el fin". Ser auténtico, para Heidegger, es anticipar resueltamente la muerte, reclamarla y usarla como un recurso contra la influencia aplastante de la rutina.

Regeneración del 19.

Enfrentarse a la propia muerte es radicalmente diferente de preocuparse por la muerte de los demás. Mi propia muerte significa la desintegración total y el fin de mi mundo. El miedo a mi propia muerte proviene del miedo a mi extinción como ser humano

Las medidas de distanciamiento social a causa del Covid-19 han incrementado los niveles de estrés y depresión entre la población. Es normal que así suceda, a las preocupaciones naturales (de salud y económica) ocasionadas por una situación como la que vivimos, se suma la desaparición de la rutina diaria y, con ello, de todo aquello en lo que ilusoriamente hemos depositado el sentido de nuestra existencia cotidiana, trabajo, escuela, vida social, actividad política, etc.

En ausencia de hábitos o pautas sociales con las que hemos impostado repetidamente la vida misma como si solo eso fuera, extrañamos las trivialidades en las que refugiamos nuestras existencias inauténticas.

Pero, espere, para los filósofos existencialistas el mundo tal y como lo conocemos carece de sentido intrínseco de por sí. Esta comprensión puede ser la fuente de angustia y ansiedad: si la vida carece de sentido intrínseco, ¿por qué vivir? La solución existencialista a este temor nihilista es la autenticidad. Por lo tanto, debemos rechazar los roles sociales y los supuestos que nos imponen los demás, y descubrir nuestro ser auténtico y en medio de la situación en curso parece ser un buen momento. El yo solo se vuelve auténtico cuando se construye conscientemente; hasta que lo hagamos, no somos más que un mosaico de nuestros genes, cultura, educación y experiencias.

Para Heidegger asumir nuestra vida precipitándose hacia la muerte es el camino para apropiarnos de una vida auténtica. La angustia de la muerte, más que una tortura, se vuelve en él un estímulo, porque al tomar verdadera conciencia de la muerte, no solamente como una experiencia hipotética, sino como la posibilidad vivida de que ya no haya más posibilidades para mí, como la posibilidad de que mi mismo ser sea imposible, no desperdiciaría jamás mi vida tratando de agradar, de hacer lo que dictan los demás o contrariando mi conciencia.

Para Heidegger, nuestro ser es la pura tensión de pasado, presente y futuro que nos constituye y que por lo tanto nos vuelve pura temporalidad. Por lo tanto, en Heidegger, el análisis de la muerte no se refiere a cómo se sienten las personas cuando están a punto de morir ni a la muerte como un evento biológico. Se enfoca en el significado existencial que esta muerte "aún por venir" tiene para la vida humana como estímulo, es decir, para el Ser-Ahí en el mundo o Dasein en lengua alemana. Para Heidegger, comprender el fenómeno de la muerte implica comprender el Ser en el mundo.

Si el Ser en el mundo se entiende existencialmente como una posibilidad, entonces queda claro que el Ser auténtico del Ser en el Mundo en su totalidad es "Ser hacia la muerte". Al enfrentar la muerte, el Ser-Ahí, el Ser Individual situado en el Mundo entiende lo que significa ser. Este proceso reflexivo es el Leit-Motiv del análisis de la muerte de Heidegger. Para aclarar sus puntos de vista sobre la concepción existencial de la muerte, Heidegger distingue entre dos formas básicas de ser: el ser auténtico y el no auténtico.

En el modo cotidiano de ser, el Ser en el Mundo interpreta el fenómeno de la muerte como un evento que ocurre constantemente. Es un "caso" que les sucede a otros. El comentario general es: “Uno de estos días también moriré, al final; pero en este momento no tiene nada que ver conmigo. Morir permanece anónimo y no tiene conexión conmigo".

Enfrentarse a la propia muerte es radicalmente diferente de preocuparse por la muerte de los demás. Mi propia muerte significa la desintegración total y el fin de mi mundo. El miedo a mi propia muerte proviene del miedo a mi extinción como ser humano. Esto me causa mucha ansiedad. Es posible que pueda enfrentar la muerte de otras personas, pero puede ser prácticamente imposible aceptar mi propia muerte. Heidegger dice que el Ser en el Mundo no puede experimentar su propia muerte. Mientras exista Ser en el Mundo no está completo, es decir, todavía hay algunas de sus posibilidades pendientes.

¿Cómo, entonces, el Ser en el Mundo rompe la caída y se eleva a la autenticidad? La respuesta de Heidegger a esta pregunta es: a través del "Ser hacia la muerte". El ascenso a la autenticidad se puede lograr, dice Heidegger, a través de un estado mental particular: Angustia. La angustia es un estado de ánimo que le permite al Ser en el Mundo, primero apartarse de sí mismo y luego ser arrojado hacia atrás para enfrentarse a sí mismo. Para lograr esto, uno tiene que trascender el modo de Ser inauténtico de todos los días.

Heidegger dice que la angustia es necesaria para que el Ser en el Mundo capte su libertad existencial y sus posibilidades. La muerte es existencialmente significativa cuando uno percibe su existencia a la luz del Ser. Según Heidegger, esto nos permite comprender nuestra finitud, y esta conciencia hace posible la existencia auténtica. Heidegger no da una explicación de la muerte en sí misma, pero ofrece una fenomenología de nuestra relación con la muerte. Su filosofía es reflexiva pero sombría. Su relato de la muerte retrata un modo de ser sin esperanza y a menudo ha sido criticado por esto.

Si bien la filosofía existencialista de Heidegger no es nada edificante, nos empuja a vivir plenamente una vida auténtica, donde quizá sea lo único que importa, Porque tan pronto como nacemos, tenemos la edad suficiente para morir o "siempre es el fin". Ser auténtico, para Heidegger, es anticipar resueltamente la muerte, reclamarla y usarla como un recurso contra la influencia aplastante de la rutina.

Regeneración del 19.

Enfrentarse a la propia muerte es radicalmente diferente de preocuparse por la muerte de los demás. Mi propia muerte significa la desintegración total y el fin de mi mundo. El miedo a mi propia muerte proviene del miedo a mi extinción como ser humano