/ jueves 11 de julio de 2019

La sombra de Madero

Como usted sabe, Francisco I. Madero es el presidente de la República que fue víctima de su propia incompetencia política y de su falta de malicia. Cuando todos sus colaboradores, especialmente su hermano Gustavo, le informaban que había en el país y en los cuadros militares una insurrección contra su gobierno, él se dedicaba a consultar a los espíritus y a contradecir los nefastos vaticinios que sobre el futuro inmediato le hacían su esposa Sara y su hermano Gustavo, quien fuera sacrificado de manera brutal por Cecilio Ocón, empleado de Nacho de la Torre, yerno de Porfirio Díaz.

El colmo de la insensatez, así la vamos a llamar, de Francisco I. Madero, llegó cuando entregó el poder militar de la capital al sicario más abominable que haya existido en la historia mexicana: Victoriano Huerta. Quien ya había mandado sacrificar a Gustavo Madero, acto criminal, que ignoraba el buen Presidente.

El desenlace final de la actuación política de Francisco I. Madero es recogido por la historia de México como la de un presidente mártir, que tuvo el valor de enfrentarse al Porfiriato, que desarrolló excelentemente la virtud carismática de ser un hombre popular, pero que fue víctima de su falta de carácter para gobernar un país que atravesaba un momento de transición política, por eso fue asesinado.

Después de haber sido testigos de la renuncia de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda al gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza el presidente AMLO, llegué a la conclusión de que con todo y que el exsecretario hacendario haya sido hombre de confianza del actual Presidente no estaba de acuerdo con la forma de distribuir el presupuesto que el Presidente de la república ordenaba que fuera destinado para satisfacer las necesidades de los más pobres de este país.

Siguen estando presentes las reminiscencias neoliberales en la Secretaría de Hacienda que durante mucho tiempo tenía la impronta del ministro de Porfirio Díaz, José Ives Limantour, quien convenció a Porfirio que el presupuesto solo debía destinarse a obras de infraestructura que beneficiaran a las clases altas y a los sectores dominantes.

Esa fue la impronta que durante décadas identificó la conducta de los secretarios de Hacienda cuidar la macroeconomía y pagar a tiempo la deuda internacional por encima de las carencias internas que sufre el pueblo de México en sus necesidades más vitales.

Pareciera ser que aún persiste la herencia de administrar la Secretaría de Hacienda desde cuando la manejó Miguel de la Madrid y en México, nos empezó a gobernar la primera generación de norteamericanos nacida en este país, encabezada por Carlos Salinas de Gortari, quien era el autor de las políticas económicas aplicadas por el grisáceo expresidente Miguel de la Madrid.

No se necesita ser un genio de la economía para darse cuenta de que el Gobierno de la república hasta antes de AMLO nos estaba dando más de lo mismo. Más privatizaciones, alianzas con grupos multimillonarios, depredación del salario de los trabajadores, esfuerzos desmedidos por conservar el sistema financiero internacional mediante alianzas con el gobierno norteamericano que van en contra de nuestros principios y nuestra tradición diplomática. Como ha sido la constante exigencia de que rompamos relaciones con el pueblo de Cuba. Aquí conviene decirle a usted que el único embajador que salió en defensa de don Francisco I. Madero en contra de las pretensiones asesinas de Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos, Félix Díaz, sobrino de Porfirio, y Victoriano Huerta, fue el embajador de Cuba en nuestro país, en aquel entonces: Manuel Márquez Sterling.

1932 fue el peor año que vivió Estados Unidos como consecuencia de la depresión financiera de 1929, año en que tronó el sistema financiero internacional. Franklin Delano Roosevelt gobernó a la nación norteamericana con un criterio heterodoxo. Es decir, siendo Norteamérica la madre del capitalismo salvaje (forma moderada de llamar a la economía de mercado), Roosevelt la hizo a un lado, y se apoyó en la teoría económica de Keynes. Encargando al Estado impulsar la economía mediante la inversión pública y la creación masiva de empleos para que trabajaran las legiones de desempleados que deambulaban por las calles de Estados Unidos. El exsecretario de Hacienda pretendía, según filtraciones con lo que no estuvo de acuerdo AMLO de que el Gobierno hiciera lo contrario, darle al paciente la medicina que le causó la enfermedad, y poner en agonía la soberanía nacional, vendiendo el destino del país a los intereses extranjeros o como en el pasado se hizo a "manos privadas" los ferrocarriles, los aeropuertos, los satélites, los puertos, y todo lo estratégico que caracteriza a un Estado nacional independiente, cuando los tiene bajo su control.

Este proceso privatizador, conservadoramente arrojó a la calle sin trabajo a más de dos millones de mexicanos, que sumados a los millones de inconformes que dejó el cierre fulminante de la empresa Luz y Fuerza en el proyecto neoliberal que instauró Carlos Salinas de Gortari, hicieron del país un caldo de cultivo para que se diera la Cuarta Transformación democrática que permitió el arribo al poder presidencial de AMLO con una plataforma de apoyo de más de 30 millones de mexicanos que, estoy seguro, no permitirán que una vez más este país sea dirigido por los neoliberales enquistados en la Secretaría de Hacienda desde los tiempos remotísimos de José Ives Limantour. Eso ya no lo permitirá el pueblo mexicano.

E-mail:

notario177@msn.com

Como usted sabe, Francisco I. Madero es el presidente de la República que fue víctima de su propia incompetencia política y de su falta de malicia. Cuando todos sus colaboradores, especialmente su hermano Gustavo, le informaban que había en el país y en los cuadros militares una insurrección contra su gobierno, él se dedicaba a consultar a los espíritus y a contradecir los nefastos vaticinios que sobre el futuro inmediato le hacían su esposa Sara y su hermano Gustavo, quien fuera sacrificado de manera brutal por Cecilio Ocón, empleado de Nacho de la Torre, yerno de Porfirio Díaz.

El colmo de la insensatez, así la vamos a llamar, de Francisco I. Madero, llegó cuando entregó el poder militar de la capital al sicario más abominable que haya existido en la historia mexicana: Victoriano Huerta. Quien ya había mandado sacrificar a Gustavo Madero, acto criminal, que ignoraba el buen Presidente.

El desenlace final de la actuación política de Francisco I. Madero es recogido por la historia de México como la de un presidente mártir, que tuvo el valor de enfrentarse al Porfiriato, que desarrolló excelentemente la virtud carismática de ser un hombre popular, pero que fue víctima de su falta de carácter para gobernar un país que atravesaba un momento de transición política, por eso fue asesinado.

Después de haber sido testigos de la renuncia de Carlos Urzúa como secretario de Hacienda al gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza el presidente AMLO, llegué a la conclusión de que con todo y que el exsecretario hacendario haya sido hombre de confianza del actual Presidente no estaba de acuerdo con la forma de distribuir el presupuesto que el Presidente de la república ordenaba que fuera destinado para satisfacer las necesidades de los más pobres de este país.

Siguen estando presentes las reminiscencias neoliberales en la Secretaría de Hacienda que durante mucho tiempo tenía la impronta del ministro de Porfirio Díaz, José Ives Limantour, quien convenció a Porfirio que el presupuesto solo debía destinarse a obras de infraestructura que beneficiaran a las clases altas y a los sectores dominantes.

Esa fue la impronta que durante décadas identificó la conducta de los secretarios de Hacienda cuidar la macroeconomía y pagar a tiempo la deuda internacional por encima de las carencias internas que sufre el pueblo de México en sus necesidades más vitales.

Pareciera ser que aún persiste la herencia de administrar la Secretaría de Hacienda desde cuando la manejó Miguel de la Madrid y en México, nos empezó a gobernar la primera generación de norteamericanos nacida en este país, encabezada por Carlos Salinas de Gortari, quien era el autor de las políticas económicas aplicadas por el grisáceo expresidente Miguel de la Madrid.

No se necesita ser un genio de la economía para darse cuenta de que el Gobierno de la república hasta antes de AMLO nos estaba dando más de lo mismo. Más privatizaciones, alianzas con grupos multimillonarios, depredación del salario de los trabajadores, esfuerzos desmedidos por conservar el sistema financiero internacional mediante alianzas con el gobierno norteamericano que van en contra de nuestros principios y nuestra tradición diplomática. Como ha sido la constante exigencia de que rompamos relaciones con el pueblo de Cuba. Aquí conviene decirle a usted que el único embajador que salió en defensa de don Francisco I. Madero en contra de las pretensiones asesinas de Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos, Félix Díaz, sobrino de Porfirio, y Victoriano Huerta, fue el embajador de Cuba en nuestro país, en aquel entonces: Manuel Márquez Sterling.

1932 fue el peor año que vivió Estados Unidos como consecuencia de la depresión financiera de 1929, año en que tronó el sistema financiero internacional. Franklin Delano Roosevelt gobernó a la nación norteamericana con un criterio heterodoxo. Es decir, siendo Norteamérica la madre del capitalismo salvaje (forma moderada de llamar a la economía de mercado), Roosevelt la hizo a un lado, y se apoyó en la teoría económica de Keynes. Encargando al Estado impulsar la economía mediante la inversión pública y la creación masiva de empleos para que trabajaran las legiones de desempleados que deambulaban por las calles de Estados Unidos. El exsecretario de Hacienda pretendía, según filtraciones con lo que no estuvo de acuerdo AMLO de que el Gobierno hiciera lo contrario, darle al paciente la medicina que le causó la enfermedad, y poner en agonía la soberanía nacional, vendiendo el destino del país a los intereses extranjeros o como en el pasado se hizo a "manos privadas" los ferrocarriles, los aeropuertos, los satélites, los puertos, y todo lo estratégico que caracteriza a un Estado nacional independiente, cuando los tiene bajo su control.

Este proceso privatizador, conservadoramente arrojó a la calle sin trabajo a más de dos millones de mexicanos, que sumados a los millones de inconformes que dejó el cierre fulminante de la empresa Luz y Fuerza en el proyecto neoliberal que instauró Carlos Salinas de Gortari, hicieron del país un caldo de cultivo para que se diera la Cuarta Transformación democrática que permitió el arribo al poder presidencial de AMLO con una plataforma de apoyo de más de 30 millones de mexicanos que, estoy seguro, no permitirán que una vez más este país sea dirigido por los neoliberales enquistados en la Secretaría de Hacienda desde los tiempos remotísimos de José Ives Limantour. Eso ya no lo permitirá el pueblo mexicano.

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