/ jueves 22 de marzo de 2018

La vejez es la grave ceremonia de clausura de lo que fue la juventud alguna vez...

Que haga el que pueda y el que no, que enseñe. No hace tanto el vocablo “evento”, según lo decían los diccionarios y enciclopedias, significaba “hecho casual y fortuito libre de la voluntd humana”. Esto quiere decir que una fiesta no es un evento, pues es organizada por humanos. Entonces, ¿qué es un evento? Pues un ciclón, un terremoto, etc. Las compañías de seguros perfeccionaban el contrato con la ocurrencia del evento, o sea, que la compañlía aseguradora solamente pagará si ocurre el evento y, para pagar, realizará las investigaciones pertinentes que garanticen que en el suceso no haya intervenido la intención humana. Si un incendio es provocado deja de considerarse “evento”. Si la muerte del contratante es ocasionada por asesinato o suicidio, deja de ser evento. Mi intención es probar cómo en México nos carcterizamos por ser un país de malinchistas en todos los sentidos, incluyendo el lingüístico. Para los gringos “evento” tiene aplicaciones distintas a las de nuestro idioma y, para los malinchistas si lo dice un gringo, está bien dicho. En la actualidad para poder justificar el uso incontrolable del malinchismo lingüístico, la Academia de la Lengua Española ha dividido en dos el lenguaje: el original y el vulgar, resultando que a los mexicanos nos viste más ser vulgares que educados. Si, sobre todo, en lo futbolístico, los mexicanos mostramos nuestro malinchismo al declararnos admiradores de lo extranjero y poco perceptivos a los valores de nuestro deporte. Si analizamos bien nuestro comportamiento, encontraremos que el deporte con el que nos sentimos más identificados es el boxeo, deporte en el que poco o nada tenemos que envidiarle al resto del mundo. En México los seguidores del Guadalajara se consideran los únicos auténticos futbolistas mexicanos, habiendo hecho de su errado nacionalismo un regionalismo que los hace comparables al Athletic de Bilbao, con una diferencia que consiste en que el País Vasco está igual que Cataluña, inmerso en un añejo ideal separatista, incluso tienen su propio lenguaje. Pero los chivas no han podido superar el rapidísimo crecimiento futbolístico de los años 60, que paró y no volvió más. Está tan enquistado su regionalismo, que aún en este momento se escuchan voces que piden que el Guadalajara sea la base de la selección y, en el colmo proponen que su director técnico esté al frente de la misma. En la actualidad nuestra selección adolece de un líder activo (incluido en la alineación). ¿A cuántos jugadores seleccionados activos y retirados podemos reconocer su liderazgo? Hugo Sánchez, nuestra mejor carta, no tuvo como jugador oportunidad de competir con los verdaderos líderes del Real Madrid: Sanchís, Hierro, Michel, Figo, etc. Ejercían un verdadero liderazgo que él no exhibió y que ni siquiera pretendió. En cambio líderes sicológicos los hemos tenido y muchos. Estos son aquellos que teniendo dificultad para comunicar hablando, lo hacen ejemplificando: Alfredo Tena, Luis Hernandez, Cuauhtémoc Blanco y muchos otros, pero no hemos tenido muchos como Claudio Suárez o Rafa Márquez, a quien se nota, hace mucha falta a Osorio, pues se las sabe todas respecto al futbol europeo y mexicano, pero que ya no tiene fuerzas para entrar al juego como lo demostró en el pasado juego del Atlas ante Veracruz donde ya quedó de manifiesto que su nivel se ha mermado. ¿Cómo justificar su presencia en Rusia? Si no pudo contra el Veracruz menos podrá contra Alemania... Pues que vaya de lo que sea, pero siéntenlo al lado del colombiano en lugar de pensar de poner a Almeida. Mexicanos experimentados los tenemos y son buenos comunicadores: Alberto García Aspe, 108 juegos con la selección; Cuauhtémoc Blanco, 119; Ramón Ramírez, 119; Carlos Salcido, 122; Jorge Campos, 129; Rafael Márquez, 141; Gerardo Torrado, 143; Andrés Guardado, 144; Pável Pardo, 145; Claudio Suárez 177. Pregunto: ¿Podría formarse con este grupo de expertos una comisión de apoyo para el técnico nacional? La extraña filosofía de Juan Carlos Osorio rechaza el uso de defensas laterales que se agreguen al ataque y, menos los quiere si no sobrepasan el 1.80 metros de estatura. Todo mundo coincide en que Paúl Aguilar es el mejor defensa lateral derecho en México; sin embargo, desde el 7-0 de Chile, el colombiano no lo ha vuelto a llamar, aunque Aguilar no es chaparro, Pero si lo convocara tendría que escuchar las protestas de quienes no desean nada que huela a Coapa y en lo más absurdo del regionalismo, siendo de Guadalajara los tres porteros nominados, rechazan a Ochoa por su origen de la cantera americanista. Hasta pronto amigo.

Que haga el que pueda y el que no, que enseñe. No hace tanto el vocablo “evento”, según lo decían los diccionarios y enciclopedias, significaba “hecho casual y fortuito libre de la voluntd humana”. Esto quiere decir que una fiesta no es un evento, pues es organizada por humanos. Entonces, ¿qué es un evento? Pues un ciclón, un terremoto, etc. Las compañías de seguros perfeccionaban el contrato con la ocurrencia del evento, o sea, que la compañlía aseguradora solamente pagará si ocurre el evento y, para pagar, realizará las investigaciones pertinentes que garanticen que en el suceso no haya intervenido la intención humana. Si un incendio es provocado deja de considerarse “evento”. Si la muerte del contratante es ocasionada por asesinato o suicidio, deja de ser evento. Mi intención es probar cómo en México nos carcterizamos por ser un país de malinchistas en todos los sentidos, incluyendo el lingüístico. Para los gringos “evento” tiene aplicaciones distintas a las de nuestro idioma y, para los malinchistas si lo dice un gringo, está bien dicho. En la actualidad para poder justificar el uso incontrolable del malinchismo lingüístico, la Academia de la Lengua Española ha dividido en dos el lenguaje: el original y el vulgar, resultando que a los mexicanos nos viste más ser vulgares que educados. Si, sobre todo, en lo futbolístico, los mexicanos mostramos nuestro malinchismo al declararnos admiradores de lo extranjero y poco perceptivos a los valores de nuestro deporte. Si analizamos bien nuestro comportamiento, encontraremos que el deporte con el que nos sentimos más identificados es el boxeo, deporte en el que poco o nada tenemos que envidiarle al resto del mundo. En México los seguidores del Guadalajara se consideran los únicos auténticos futbolistas mexicanos, habiendo hecho de su errado nacionalismo un regionalismo que los hace comparables al Athletic de Bilbao, con una diferencia que consiste en que el País Vasco está igual que Cataluña, inmerso en un añejo ideal separatista, incluso tienen su propio lenguaje. Pero los chivas no han podido superar el rapidísimo crecimiento futbolístico de los años 60, que paró y no volvió más. Está tan enquistado su regionalismo, que aún en este momento se escuchan voces que piden que el Guadalajara sea la base de la selección y, en el colmo proponen que su director técnico esté al frente de la misma. En la actualidad nuestra selección adolece de un líder activo (incluido en la alineación). ¿A cuántos jugadores seleccionados activos y retirados podemos reconocer su liderazgo? Hugo Sánchez, nuestra mejor carta, no tuvo como jugador oportunidad de competir con los verdaderos líderes del Real Madrid: Sanchís, Hierro, Michel, Figo, etc. Ejercían un verdadero liderazgo que él no exhibió y que ni siquiera pretendió. En cambio líderes sicológicos los hemos tenido y muchos. Estos son aquellos que teniendo dificultad para comunicar hablando, lo hacen ejemplificando: Alfredo Tena, Luis Hernandez, Cuauhtémoc Blanco y muchos otros, pero no hemos tenido muchos como Claudio Suárez o Rafa Márquez, a quien se nota, hace mucha falta a Osorio, pues se las sabe todas respecto al futbol europeo y mexicano, pero que ya no tiene fuerzas para entrar al juego como lo demostró en el pasado juego del Atlas ante Veracruz donde ya quedó de manifiesto que su nivel se ha mermado. ¿Cómo justificar su presencia en Rusia? Si no pudo contra el Veracruz menos podrá contra Alemania... Pues que vaya de lo que sea, pero siéntenlo al lado del colombiano en lugar de pensar de poner a Almeida. Mexicanos experimentados los tenemos y son buenos comunicadores: Alberto García Aspe, 108 juegos con la selección; Cuauhtémoc Blanco, 119; Ramón Ramírez, 119; Carlos Salcido, 122; Jorge Campos, 129; Rafael Márquez, 141; Gerardo Torrado, 143; Andrés Guardado, 144; Pável Pardo, 145; Claudio Suárez 177. Pregunto: ¿Podría formarse con este grupo de expertos una comisión de apoyo para el técnico nacional? La extraña filosofía de Juan Carlos Osorio rechaza el uso de defensas laterales que se agreguen al ataque y, menos los quiere si no sobrepasan el 1.80 metros de estatura. Todo mundo coincide en que Paúl Aguilar es el mejor defensa lateral derecho en México; sin embargo, desde el 7-0 de Chile, el colombiano no lo ha vuelto a llamar, aunque Aguilar no es chaparro, Pero si lo convocara tendría que escuchar las protestas de quienes no desean nada que huela a Coapa y en lo más absurdo del regionalismo, siendo de Guadalajara los tres porteros nominados, rechazan a Ochoa por su origen de la cantera americanista. Hasta pronto amigo.