/ domingo 1 de diciembre de 2019

Las mujeres de la NASA

El 20 de julio de 1969 el astronauta estadounidense Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en posar su planta sobre la Luna.

Esto significó el triunfo de los Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la carrera espacial, después de años de esfuerzo y un presupuesto billonario. Aunque sólo hemos escuchado los nombres de los astronautas y algunos científicos detrás de este gran logro de la Humanidad, hubo miles de personas que trabajaron en el proyecto.

En esta ocasión comentaremos sobre la vida de tres mujeres de raza negra, quienes formaron parte del grupo de “computadoras humanas” y, a pesar de la discriminación que sufrieron, colaboraron de forma muy importante en la conquista del espacio.

DOROTHY

Dorothy Johnson Vaughan nació el 20 de septiembre de 1910, en Kansas City, Missouri. Unos años después su familia se mudó al estado de Virginia Occidental, donde realizó sus primeros estudios. En 1929 se recibió como Licenciada en Matemáticas en Wilberforce University. Aunque sus profesores le sugirieron que estudiara un posgrado, comenzó a trabajar como profesora de Matemáticas en una escuela de bachillerato para ayudar a sus padres durante la Gran Depresión.

En 1943 Dorothy solicitó un empleo en la NACA (National Advisory Committe for Aeronautics). Esto gracias a la orden ejecutiva 8802 que había firmado a mitad de la Segunda Guerra Mundial el presidente Franklin D. Roosevelt, y que prohibía cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos en la industria militar.

Es asignada al grupo de Computación del Área Oeste, formado por mujeres afroamericanas exclusivamente, con el fin de realizar cálculos matemáticos. El Área tenía varias reglas discriminatorias, ya que no podían utilizar los mismos baños ni comedores que sus compañeras de raza blanca. Debido a su excelente desempeño, fue ascendida a directora del grupo en 1949 –algo muy difícil para una mujer y casi imposible para una de raza negra en esa época–.

KATHERINE

Katherine Coleman Goble Johnson nació el 26 de agosto de 1918, en White Sulphur Springs, Virginia Occidental. Fue una niña superdotada para las matemáticas, que solía contar siempre los pasos que daba, los platos que tenía que lavar, las estrellas que veía, en fin, todo lo que podía ser contado. A los diez años casi había completado la educación secundaria, pero las leyes de segregación racial le impedían estudiar a un nivel más alto en su pueblo natal.

Sus padres, a pesar de ser de condición humilde y de la discriminación que sufrían por ser de raza negra, sabían la importancia de que sus hijos tuvieran educación para que pudieran acceder a un mejor nivel de vida. Por lo tanto, se mudaron a una ciudad cercana para que Katherine pudiera continuar sus estudios. Durante el año escolar vivían ahí y en el verano regresaban a su pueblo.

Katherine ingresó al West Virginia State College, y a los 18 años se graduó con honores en Matemáticas y Francés. Decide estudiar un posgrado, así que en 1938 fue la primera mujer afroamericana en ser aceptada en West Virginia University, gracias a un fallo a su favor de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos. Sin embargo, tiempo después decide abandonar sus estudios debido al ambiente en su contra que existía y a problemas familiares.

Katherine regresó a su ciudad a trabajar como profesora de Matemáticas. En 1950 se enteró de que la NACA estaba contratando mujeres para realizar cálculos matemáticos, por lo que aplicó para el empleo, pero fue rechazada. Sin embargo, consiguió el puesto al segundo intento, tres años después.

MARY

Mary Winston Jackson nació el 9 de abril de 1921, en Hampton, Virginia. En 1937 se graduó con honores del bachillerato e ingresó al Hampton Institute, donde obtuvo la Licenciatura en Física y Matemáticas, en 1942. Tuvo varios empleos como contadora, recepcionista y secretaria.

En 1951 ingresó a la NACA para trabajar bajo la dirección de Dorothy Vaughan. Sin embargo, el ambiente de discriminación en que tenían que desarrollar su labor la desmotivaba demasiado. Estuvo a punto de renunciar, pero tuvo una conversación con un supervisor, el ingeniero Kazimierz Czarnecki, quien la invitó a colaborar con él en el desarrollo de un túnel de viento.

Para poder trabajar con Czarnecki debía obtener el grado de ingeniera, por lo que se inscribió en los cursos nocturnos de la University of Virginia. Hay que anotar que para poder realizar esto, tuvo que pedir permiso al Ayuntamiento de Hampton, ya que no se permitía el acceso a las mujeres de raza negra a la educación superior. En 1957 obtuvo el título y se convirtió en la primera ingeniera afroamericana en laborar en la National Aeronautics and Space Administration (NASA).

COMPUTADORAS HUMANAS

Las mujeres afroamericanas del grupo de Computación del Área Oeste de la NACA fueron conocidas como “las computadoras humanas”, debido a que realizaban todas las operaciones matemáticas de forma manual. En 1953 la NACA se convirtió en la NASA, y estas mujeres fueron vitales en el diseño de los cohetes y en el cálculo de sus trayectorias espaciales.

Sin embargo, siempre fueron discriminadas y sus nombres permanecieron olvidados durante muchos años. En su trabajo tenían que caminar un kilómetro para poder usar el baño de las mujeres negras, no se les tomaba en cuenta en las decisiones ni se les invitaba a las reuniones de trabajo, sólo les encargaban el trabajo de los cálculos matemáticos.

Con la llegada de las primeras computadoras electrónicas, Dorothy Vaughan supo que con el tiempo serían sustituidas, por lo que se preocupó por aprender el lenguaje de programación Fortran y se volvió una experta en ello. Además, motivó a sus trabajadoras para que hicieran lo mismo.

Katherine Johnson preguntó, en cierta ocasión, que si estaba prohibido que asistiera a las reuniones de trabajo y le contestaron que no, sólo que no era común. Por lo tanto, comenzó a entrar a dichas reuniones para debatir con los demás ingenieros y preguntar los porqués de los cálculos que les encargaban.

El trabajo de las computadoras humanas se volvió tan confiable que, al usar las computadoras electrónicas por primera vez, les pidieron que comprobaran los cálculos (imagínense, una persona comprobando manualmente si la computadora estaba correcta). De hecho, el astronauta John Glenn, el primer estadounidense en orbitar alrededor de la Tierra, dijo que sólo subiría a la nave si Katherine Johnson comprobaba que los cálculos eran correctos.

También fueron de suma importancia en el Proyecto Mercury, que fue el primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos, así como en la Misión Apolo 11, que llevó al Hombre a la Luna, y en la Apolo 13, para traer de vuelta a los astronautas sanos y salvos, después de la falla que sufrió la nave.

VIDAS PERSONALES

Dorothy se casó con Howard Vaughan en 1932 y tuvieron seis hijos. Katherine contrajo nupcias con James Goble en 1939, con quien tuvo seis hijos; en 1956 su esposo murió debido a un tumor cerebral, y en 1959 se casó nuevamente con el Teniente Coronel James Johnson. Mary se casó y tuvo dos hijos, toda su vida desarrolló una labor altruista en favor de los niños de raza negra.

LEGADO

Las tres computadoras humanas recibieron distintos reconocimientos durante su vida, aunque sus nombres se mantuvieron en la sombra durante décadas. En el 2015, Katherine Johnson –la única que permanece con vida– recibió de manos del presidente Barack Obama la Medalla Presidencial de la Libertad. Dorothy Vaughan falleció el 10 de noviembre de 2008, a la edad de 98 años, y Mary Jackson murió el 11 de febrero de 2005, a los 83 años.

Dejemos aquí el reconocimiento para estas tres científicas, y para cientos más de mujeres afroamericanas que las acompañaron en su trabajo como computadoras humanas. Sin su valiosa aportación no hubiera sido posible la conquista del espacio ni la llegada del Hombre a la Luna. Todo esto a pesar de la discriminación terrible de la que fueron objeto casi toda su vida.

e-mail: rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

JoHn Glenn

Astronauta

Si Katherine Johnson da su aprobación a los cálculos de la computadora, estoy listo para ir al espacio”

El 20 de julio de 1969 el astronauta estadounidense Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en posar su planta sobre la Luna.

Esto significó el triunfo de los Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la carrera espacial, después de años de esfuerzo y un presupuesto billonario. Aunque sólo hemos escuchado los nombres de los astronautas y algunos científicos detrás de este gran logro de la Humanidad, hubo miles de personas que trabajaron en el proyecto.

En esta ocasión comentaremos sobre la vida de tres mujeres de raza negra, quienes formaron parte del grupo de “computadoras humanas” y, a pesar de la discriminación que sufrieron, colaboraron de forma muy importante en la conquista del espacio.

DOROTHY

Dorothy Johnson Vaughan nació el 20 de septiembre de 1910, en Kansas City, Missouri. Unos años después su familia se mudó al estado de Virginia Occidental, donde realizó sus primeros estudios. En 1929 se recibió como Licenciada en Matemáticas en Wilberforce University. Aunque sus profesores le sugirieron que estudiara un posgrado, comenzó a trabajar como profesora de Matemáticas en una escuela de bachillerato para ayudar a sus padres durante la Gran Depresión.

En 1943 Dorothy solicitó un empleo en la NACA (National Advisory Committe for Aeronautics). Esto gracias a la orden ejecutiva 8802 que había firmado a mitad de la Segunda Guerra Mundial el presidente Franklin D. Roosevelt, y que prohibía cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos en la industria militar.

Es asignada al grupo de Computación del Área Oeste, formado por mujeres afroamericanas exclusivamente, con el fin de realizar cálculos matemáticos. El Área tenía varias reglas discriminatorias, ya que no podían utilizar los mismos baños ni comedores que sus compañeras de raza blanca. Debido a su excelente desempeño, fue ascendida a directora del grupo en 1949 –algo muy difícil para una mujer y casi imposible para una de raza negra en esa época–.

KATHERINE

Katherine Coleman Goble Johnson nació el 26 de agosto de 1918, en White Sulphur Springs, Virginia Occidental. Fue una niña superdotada para las matemáticas, que solía contar siempre los pasos que daba, los platos que tenía que lavar, las estrellas que veía, en fin, todo lo que podía ser contado. A los diez años casi había completado la educación secundaria, pero las leyes de segregación racial le impedían estudiar a un nivel más alto en su pueblo natal.

Sus padres, a pesar de ser de condición humilde y de la discriminación que sufrían por ser de raza negra, sabían la importancia de que sus hijos tuvieran educación para que pudieran acceder a un mejor nivel de vida. Por lo tanto, se mudaron a una ciudad cercana para que Katherine pudiera continuar sus estudios. Durante el año escolar vivían ahí y en el verano regresaban a su pueblo.

Katherine ingresó al West Virginia State College, y a los 18 años se graduó con honores en Matemáticas y Francés. Decide estudiar un posgrado, así que en 1938 fue la primera mujer afroamericana en ser aceptada en West Virginia University, gracias a un fallo a su favor de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos. Sin embargo, tiempo después decide abandonar sus estudios debido al ambiente en su contra que existía y a problemas familiares.

Katherine regresó a su ciudad a trabajar como profesora de Matemáticas. En 1950 se enteró de que la NACA estaba contratando mujeres para realizar cálculos matemáticos, por lo que aplicó para el empleo, pero fue rechazada. Sin embargo, consiguió el puesto al segundo intento, tres años después.

MARY

Mary Winston Jackson nació el 9 de abril de 1921, en Hampton, Virginia. En 1937 se graduó con honores del bachillerato e ingresó al Hampton Institute, donde obtuvo la Licenciatura en Física y Matemáticas, en 1942. Tuvo varios empleos como contadora, recepcionista y secretaria.

En 1951 ingresó a la NACA para trabajar bajo la dirección de Dorothy Vaughan. Sin embargo, el ambiente de discriminación en que tenían que desarrollar su labor la desmotivaba demasiado. Estuvo a punto de renunciar, pero tuvo una conversación con un supervisor, el ingeniero Kazimierz Czarnecki, quien la invitó a colaborar con él en el desarrollo de un túnel de viento.

Para poder trabajar con Czarnecki debía obtener el grado de ingeniera, por lo que se inscribió en los cursos nocturnos de la University of Virginia. Hay que anotar que para poder realizar esto, tuvo que pedir permiso al Ayuntamiento de Hampton, ya que no se permitía el acceso a las mujeres de raza negra a la educación superior. En 1957 obtuvo el título y se convirtió en la primera ingeniera afroamericana en laborar en la National Aeronautics and Space Administration (NASA).

COMPUTADORAS HUMANAS

Las mujeres afroamericanas del grupo de Computación del Área Oeste de la NACA fueron conocidas como “las computadoras humanas”, debido a que realizaban todas las operaciones matemáticas de forma manual. En 1953 la NACA se convirtió en la NASA, y estas mujeres fueron vitales en el diseño de los cohetes y en el cálculo de sus trayectorias espaciales.

Sin embargo, siempre fueron discriminadas y sus nombres permanecieron olvidados durante muchos años. En su trabajo tenían que caminar un kilómetro para poder usar el baño de las mujeres negras, no se les tomaba en cuenta en las decisiones ni se les invitaba a las reuniones de trabajo, sólo les encargaban el trabajo de los cálculos matemáticos.

Con la llegada de las primeras computadoras electrónicas, Dorothy Vaughan supo que con el tiempo serían sustituidas, por lo que se preocupó por aprender el lenguaje de programación Fortran y se volvió una experta en ello. Además, motivó a sus trabajadoras para que hicieran lo mismo.

Katherine Johnson preguntó, en cierta ocasión, que si estaba prohibido que asistiera a las reuniones de trabajo y le contestaron que no, sólo que no era común. Por lo tanto, comenzó a entrar a dichas reuniones para debatir con los demás ingenieros y preguntar los porqués de los cálculos que les encargaban.

El trabajo de las computadoras humanas se volvió tan confiable que, al usar las computadoras electrónicas por primera vez, les pidieron que comprobaran los cálculos (imagínense, una persona comprobando manualmente si la computadora estaba correcta). De hecho, el astronauta John Glenn, el primer estadounidense en orbitar alrededor de la Tierra, dijo que sólo subiría a la nave si Katherine Johnson comprobaba que los cálculos eran correctos.

También fueron de suma importancia en el Proyecto Mercury, que fue el primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos, así como en la Misión Apolo 11, que llevó al Hombre a la Luna, y en la Apolo 13, para traer de vuelta a los astronautas sanos y salvos, después de la falla que sufrió la nave.

VIDAS PERSONALES

Dorothy se casó con Howard Vaughan en 1932 y tuvieron seis hijos. Katherine contrajo nupcias con James Goble en 1939, con quien tuvo seis hijos; en 1956 su esposo murió debido a un tumor cerebral, y en 1959 se casó nuevamente con el Teniente Coronel James Johnson. Mary se casó y tuvo dos hijos, toda su vida desarrolló una labor altruista en favor de los niños de raza negra.

LEGADO

Las tres computadoras humanas recibieron distintos reconocimientos durante su vida, aunque sus nombres se mantuvieron en la sombra durante décadas. En el 2015, Katherine Johnson –la única que permanece con vida– recibió de manos del presidente Barack Obama la Medalla Presidencial de la Libertad. Dorothy Vaughan falleció el 10 de noviembre de 2008, a la edad de 98 años, y Mary Jackson murió el 11 de febrero de 2005, a los 83 años.

Dejemos aquí el reconocimiento para estas tres científicas, y para cientos más de mujeres afroamericanas que las acompañaron en su trabajo como computadoras humanas. Sin su valiosa aportación no hubiera sido posible la conquista del espacio ni la llegada del Hombre a la Luna. Todo esto a pesar de la discriminación terrible de la que fueron objeto casi toda su vida.

e-mail: rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

JoHn Glenn

Astronauta

Si Katherine Johnson da su aprobación a los cálculos de la computadora, estoy listo para ir al espacio”