/ sábado 3 de marzo de 2018

Las perlas japonesas de Don Raúl

Desde la época de los 50’ hasta el año 2003 en que lamentablemente falleció en perjuicio de la literatura y el periodismo crítico e iconoclasta, el periodista Raúl Prieto de la Loza publicó una extraordinaria columna en varios periódicos de circulación nacional que denominó “Perlas Japonesas” y que firmaba con un seudónimo que se hizo célebre por su agudeza y sumo conocimiento de la lengua española; Nikito Nipongo se llamaba.

Prieto de la Loza era un hombre de libros y de letras, pero sobre todo era un extraordinario lexicólogo que dominaba el idioma español como ninguno en esos tiempos. Escribió libro valiosos para el conocimiento del idioma español, he incluso redactó textos contestatarios sobre el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, que como se pretende establecer es la máxima autoridad en la construcción de letras en textos que tengan valor, contenido o conceptos. En contraparte como sucede con algunos que se dedican a la escritura pública que solo logran redactar lo que conviene a los intereses establecidos y que por lo tanto carecen del concepto de libertad, de valor y de autenticidad que “Nikito Nipongo” buscaba en su trabajo periodístico y literario.

La “otra Academia”es quizá el libro más conceptual que mexicano alguno haya escrito, donde se hacen profundas reflexiones acerca de nuestro idioma y se encuentran fundados errores en la declinación de algún verbo que autoriza La Academia de la Lengua Española.

Don Raúl se dedicaba a estudiar con profundidad todo lo impreciso que le pareció el reglamento que como si fuera camisa de fuerza imponía la Academia de La Lengua. Esa fue la función suya mientras vivió; consistió su existencia en una frecuente aportación a la cultura, la civilización y la crítica que en aquellos tiempos eran verdaderamente actividades (lo siguen siendo) en los que técnicamente se arriesgaba la vida.

Algunos lexicólogos de nuestros días opinan que Don Raúl Prieto era además de un buen escritor un consumado filólogo, acreditado y reconocido que mientras vivió su columna sirvió para descubrir los errores gramaticales que cometían los “santones” del periodismo nacional hasta finales de los 90’. Llamando “Perlas Japonesas” a los “pecados” que localizaba en el texto del escritor en turno que leía y corregía. Pero además exponía el origen semántico de lo que analizaba y todo lo relacionado a la forma como se debe de escribir correctamente. Eran otros tiempos, eran otros hombres.

Los que escribimos y publicamos con frecuencia cometemos errores involuntarios algunos, y otros son, hay que reconocerlo, efectos del desconocimiento del tema que estamos tratando y que pensamos que quizá con la intención de hacer que predomine nuestra opinión sobre la gente que disfruta de la lectura más que de la televisión, no se darán cuenta. No es así.

Los errores más frecuentes son por el desconocimiento profundo del tema que se trata a la hora de redactar y que deben de tener una penalización severa y merecida, por más que se debe aplicar, -me estoy refiriendo- al rigor de cotejar significado y precisión histórica, en el caso de que sea un tema de época, no lo hacemos y confiamos en nuestra memoria; que como sabemos es una recurrente traidora en los hombres que ya estamos más allá de la mitad en la existencia. Por otra parte cada día hay lectores más preparados y estudiados que antes. Esto es un dato que no puede pasarse por alto, afortunadamente.

Sin embargo en estos días pienso que si Don Raúl Prieto estuviera en plenitud de sus facultades ejercitaría su periodismo en función del quehacer público lo que debe de serlo y que se mantiene en la obscuridad como son los asuntos de estado y la conducta de los que participan en las decisiones nacionales sin formar parte orgánica de la estructura encargada de instrumentar las políticas públicas. Lo hacen, me refiero a su -intervención- en las definiciones nacionales para proteger los poderosos intereses que representan; como son los hombres de negocios que pululan como moscas detrás de los políticos para servirles de cómplices y de prestanombres y los negocios con los recursos del estado que como usted sabe provienen todos de los impuestos que pagamos el pueblo de México.

Un hecho palmario de esto que afirmo es el affaire políticodel que actualmente se ocupa la nación y tiene a punto de perder la candidatura y posiblemente la libertad el candidato del Partido Acción Nacional. Un joven de 39 años que cuando habla lo hace como si fuera pastor evangélico porque parece que en sus palabras está descrita la verdad absoluta y que ha sido reventado primero porque es un joven de escasos 39 años que tiene a toda su familia viviendo en Atlanta, Georgia, que es un lugar carísimo para cualquier nacional que cuente con esta edad del candidato panista, sin que se le sepa que es un hombre adinerado, y además tiene en su contra una cortísima carrera política administrativa por lo que resultaría inconcebible que tuviera los recursos suficientes para sufragar los gastos de toda su familia en una ciudad de la Unión Americana de la que se sabe muy bien que el costo de la vida es muy alto.

No obstante estos señalamientos que le hicieron le acaba de estallar una verdadera bomba política en donde resulta que el estado le está haciendo imputaciones de haber cometido un presunto delito de lavado de dinero en coparticipación con otros dos presuntos cómplices, que resultaron ser compañeros de los años escolares cuando estudiaban la preparatoria en un fino y refinado colegio de Querétaro, los empresarios Manuel Barreiro y Juan Carlos Reyes. Hay que esperar cómo termina todo este escándalo político jurídico, de un joven aspirante a la presidencia de la República que tenía como bandera acabar con la corrupción.


mail.- notario177@msn.com


Desde la época de los 50’ hasta el año 2003 en que lamentablemente falleció en perjuicio de la literatura y el periodismo crítico e iconoclasta, el periodista Raúl Prieto de la Loza publicó una extraordinaria columna en varios periódicos de circulación nacional que denominó “Perlas Japonesas” y que firmaba con un seudónimo que se hizo célebre por su agudeza y sumo conocimiento de la lengua española; Nikito Nipongo se llamaba.

Prieto de la Loza era un hombre de libros y de letras, pero sobre todo era un extraordinario lexicólogo que dominaba el idioma español como ninguno en esos tiempos. Escribió libro valiosos para el conocimiento del idioma español, he incluso redactó textos contestatarios sobre el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, que como se pretende establecer es la máxima autoridad en la construcción de letras en textos que tengan valor, contenido o conceptos. En contraparte como sucede con algunos que se dedican a la escritura pública que solo logran redactar lo que conviene a los intereses establecidos y que por lo tanto carecen del concepto de libertad, de valor y de autenticidad que “Nikito Nipongo” buscaba en su trabajo periodístico y literario.

La “otra Academia”es quizá el libro más conceptual que mexicano alguno haya escrito, donde se hacen profundas reflexiones acerca de nuestro idioma y se encuentran fundados errores en la declinación de algún verbo que autoriza La Academia de la Lengua Española.

Don Raúl se dedicaba a estudiar con profundidad todo lo impreciso que le pareció el reglamento que como si fuera camisa de fuerza imponía la Academia de La Lengua. Esa fue la función suya mientras vivió; consistió su existencia en una frecuente aportación a la cultura, la civilización y la crítica que en aquellos tiempos eran verdaderamente actividades (lo siguen siendo) en los que técnicamente se arriesgaba la vida.

Algunos lexicólogos de nuestros días opinan que Don Raúl Prieto era además de un buen escritor un consumado filólogo, acreditado y reconocido que mientras vivió su columna sirvió para descubrir los errores gramaticales que cometían los “santones” del periodismo nacional hasta finales de los 90’. Llamando “Perlas Japonesas” a los “pecados” que localizaba en el texto del escritor en turno que leía y corregía. Pero además exponía el origen semántico de lo que analizaba y todo lo relacionado a la forma como se debe de escribir correctamente. Eran otros tiempos, eran otros hombres.

Los que escribimos y publicamos con frecuencia cometemos errores involuntarios algunos, y otros son, hay que reconocerlo, efectos del desconocimiento del tema que estamos tratando y que pensamos que quizá con la intención de hacer que predomine nuestra opinión sobre la gente que disfruta de la lectura más que de la televisión, no se darán cuenta. No es así.

Los errores más frecuentes son por el desconocimiento profundo del tema que se trata a la hora de redactar y que deben de tener una penalización severa y merecida, por más que se debe aplicar, -me estoy refiriendo- al rigor de cotejar significado y precisión histórica, en el caso de que sea un tema de época, no lo hacemos y confiamos en nuestra memoria; que como sabemos es una recurrente traidora en los hombres que ya estamos más allá de la mitad en la existencia. Por otra parte cada día hay lectores más preparados y estudiados que antes. Esto es un dato que no puede pasarse por alto, afortunadamente.

Sin embargo en estos días pienso que si Don Raúl Prieto estuviera en plenitud de sus facultades ejercitaría su periodismo en función del quehacer público lo que debe de serlo y que se mantiene en la obscuridad como son los asuntos de estado y la conducta de los que participan en las decisiones nacionales sin formar parte orgánica de la estructura encargada de instrumentar las políticas públicas. Lo hacen, me refiero a su -intervención- en las definiciones nacionales para proteger los poderosos intereses que representan; como son los hombres de negocios que pululan como moscas detrás de los políticos para servirles de cómplices y de prestanombres y los negocios con los recursos del estado que como usted sabe provienen todos de los impuestos que pagamos el pueblo de México.

Un hecho palmario de esto que afirmo es el affaire políticodel que actualmente se ocupa la nación y tiene a punto de perder la candidatura y posiblemente la libertad el candidato del Partido Acción Nacional. Un joven de 39 años que cuando habla lo hace como si fuera pastor evangélico porque parece que en sus palabras está descrita la verdad absoluta y que ha sido reventado primero porque es un joven de escasos 39 años que tiene a toda su familia viviendo en Atlanta, Georgia, que es un lugar carísimo para cualquier nacional que cuente con esta edad del candidato panista, sin que se le sepa que es un hombre adinerado, y además tiene en su contra una cortísima carrera política administrativa por lo que resultaría inconcebible que tuviera los recursos suficientes para sufragar los gastos de toda su familia en una ciudad de la Unión Americana de la que se sabe muy bien que el costo de la vida es muy alto.

No obstante estos señalamientos que le hicieron le acaba de estallar una verdadera bomba política en donde resulta que el estado le está haciendo imputaciones de haber cometido un presunto delito de lavado de dinero en coparticipación con otros dos presuntos cómplices, que resultaron ser compañeros de los años escolares cuando estudiaban la preparatoria en un fino y refinado colegio de Querétaro, los empresarios Manuel Barreiro y Juan Carlos Reyes. Hay que esperar cómo termina todo este escándalo político jurídico, de un joven aspirante a la presidencia de la República que tenía como bandera acabar con la corrupción.


mail.- notario177@msn.com