/ viernes 13 de septiembre de 2019

Lectura de grandes autores

En mi temprana juventud devoraba páginas y páginas sin esfuerzo alguno.

Los atracones de lectura me transportaban a otros mundos. Atesorabamis libros predilectos, de los grandes autores, Balzac, Dickens, Tolstoi, Cervantes, Goethe, Dante, Melville. Y, como fieles amigos, siempre estaban allí cuando los necesitaba, guiñándome el ojo. No había internet ni teléfonos móviles ni memorias digitales prodigiosas. Fui afortunado de haber leído libros de autores que plasmaron en sus obras lo mejor de sí mismos. Y el establecer los lazos de mutuo acercamiento con lectores de todas partes del globo desconocidos totalmente para mí; además de compartir amigos comunes que son, por ejemplo, la Natasha de La Guerra y la paz, el Fabrizio de la Cartuja de Parma, y el Huckleberry Finn, de Mark Twaine. Muy pronto, me percaté que los libros nos liberan por momentos de los estrechos límites de nuestro pequeño universo personal, brindando la ocasión de penetrar en otras maneras de pensar y sentir de naciones y otros pueblos.

Actualmente, en la era de la Red global Computarizada (Internet), se produjo un cambio acelerado en las maneras de buscar información y de leer, y crear una legión de lectores. El tiempo empleado en “navegar” cada vez es superior, ya sea para enterarse de las noticias, revisar el correo, consultar enciclopedias y mapas, entre otras actividades. Esto ha extendido la denominada lectura en horizontal, a saltos rápidos y temas muy variados. Antes, eramos capaces de leer decenas de páginas de un libro de un solo jalón, según se afirma, pero ahora no. La atención brinca rápidamente hacia otra cosa que hacer y se especula la manera en que ello afecte al cerebro humano. Existen diversas teorías, una, que podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad, cosa que, según algunos, ya sucede. Otra, que la tecnología se combinara con el cerebro humano en un futuro próximo para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.

El disminuido poder de concentración entre los más jóvenes supone la resistencia al disfrute de lo que es la natural capacidad de raciocinio asociado a la aptitud de emitir un juicio crítico, se declara. El gran misterio es, aún, si la influencia de internet será el inicio de una sociedad de personas que ya no leen libros y permanecen intelectualmente inactivas, o al fin y al cabo triunfará la conjunción del individuo con la técnica, como tomando lo mejor de ambos mundos.

En mi temprana juventud devoraba páginas y páginas sin esfuerzo alguno.

Los atracones de lectura me transportaban a otros mundos. Atesorabamis libros predilectos, de los grandes autores, Balzac, Dickens, Tolstoi, Cervantes, Goethe, Dante, Melville. Y, como fieles amigos, siempre estaban allí cuando los necesitaba, guiñándome el ojo. No había internet ni teléfonos móviles ni memorias digitales prodigiosas. Fui afortunado de haber leído libros de autores que plasmaron en sus obras lo mejor de sí mismos. Y el establecer los lazos de mutuo acercamiento con lectores de todas partes del globo desconocidos totalmente para mí; además de compartir amigos comunes que son, por ejemplo, la Natasha de La Guerra y la paz, el Fabrizio de la Cartuja de Parma, y el Huckleberry Finn, de Mark Twaine. Muy pronto, me percaté que los libros nos liberan por momentos de los estrechos límites de nuestro pequeño universo personal, brindando la ocasión de penetrar en otras maneras de pensar y sentir de naciones y otros pueblos.

Actualmente, en la era de la Red global Computarizada (Internet), se produjo un cambio acelerado en las maneras de buscar información y de leer, y crear una legión de lectores. El tiempo empleado en “navegar” cada vez es superior, ya sea para enterarse de las noticias, revisar el correo, consultar enciclopedias y mapas, entre otras actividades. Esto ha extendido la denominada lectura en horizontal, a saltos rápidos y temas muy variados. Antes, eramos capaces de leer decenas de páginas de un libro de un solo jalón, según se afirma, pero ahora no. La atención brinca rápidamente hacia otra cosa que hacer y se especula la manera en que ello afecte al cerebro humano. Existen diversas teorías, una, que podría disminuir la capacidad de leer y pensar en profundidad, cosa que, según algunos, ya sucede. Otra, que la tecnología se combinara con el cerebro humano en un futuro próximo para aumentar exponencialmente la capacidad intelectual.

El disminuido poder de concentración entre los más jóvenes supone la resistencia al disfrute de lo que es la natural capacidad de raciocinio asociado a la aptitud de emitir un juicio crítico, se declara. El gran misterio es, aún, si la influencia de internet será el inicio de una sociedad de personas que ya no leen libros y permanecen intelectualmente inactivas, o al fin y al cabo triunfará la conjunción del individuo con la técnica, como tomando lo mejor de ambos mundos.