/ jueves 12 de noviembre de 2020

Letra pública | Breve perfil de Siqueiros

A David Alfaro Siqueiros se le conoció primero en el medio artístico y después en el mundo y en la historia como "El Coronelazo". Nacido en los finales del siglo XVIII se convirtió, con el amanecer del nuevo siglo, en un ícono del arte comprometido con la ideología socialista

Junto con Diego Rivera y Orozco se integran en una odisea histórica: La revolución de la pintura en los murales, para describir la pasión de un pueblo rompiendo las cadenas de la esclavitud que caracterizó el feudalismo mexicano.

Siqueiros fue soldado, capitán en la Revolución Mexicana, participó en España durante la guerra civil y demostró un encono irreversible contra el franquismo, desafortunadamente -lo que son las cosas- se pasó al otro extremo, pues fue un instrumento del estalinismo en nuestro país que se utilizó para tratar de dar muerte a León Trotski.

Siqueiros y Diego Rivera vivieron en París, allá en la ciudad luz, pintaron y dejaron en la Francia de esa época que incendiaba al mundo con la pintura moderna, su propia identidad.

Eran distintos y diferentes entre sí, ¿cómo no iban a ser distintos y diversos? si ambos eran esencia misma de la pasión que a su vez es extremosa y neurótica.

En sus memorias "Me llamaban El Coronelazo", se describe como un signo bifronte, mitad mural de sí mismo y mitad alegoría de un tiempo que parece lejano y, sin embargo, le produjo calvarios y agonía.

"El Coronelazo" tuvo la ventaja que tienen casi todos los grandes hombres que destacan en la historia aun en condiciones adversas a la civilización, la compañera y el amor ideal en una mujer que lo estimuló, comprendió y apoyó en todas sus tareas por llevar a la realidad el mundo que él había concebido para la clase trabajadora. Siqueiros creía en la igualdad y en la justicia social. Era un convencido de que en nuestro país había llegado el tiempo de poner en práctica las libertades y las ideas con que se oreaba el pensamiento francés.

Fueron los sectores intelectuales y artísticos con los que convivió junto con Diego Rivera, quienes con cincel pulcro y exacto lo remodelaron para la gran lucha social que sostuvo en nuestro país.

Esto en cierta medida fue producto de la generosa compañía de su esposa -quien también tiene un sitio en la historia de México- Angélica Arenal, una espléndida heroica civil.

Julio Scherer en un estupendo reportaje que se transformó en un libro estupendo, "La piel y la entraña", relata el cruce de esas existencias, el encuentro desmedido entre Siqueiros, Diego Rivera y Orozco. Dice Scherer que un día cuando Siqueiros estaba en la cárcel, un general de la Revolución pidió al alcalde de la prisión que le permitiera dejar libre, por una noche, a su excapitán de los días de la bola y la pólvora. Lo llevaron a un cabaret y la orgía duró hasta los amaneceres y después lo regresaron a su celda.

Casi sería una aventura de García Márquez que Julio Scherer con su notable verbo deslumbrante en la anécdota reveladora nos da Fe de verdad y de que así ocurrió. Y que fueron una de las mejores noches del artista.

A distancia "El Coronelazo", con sus pros y sus contras, es un héroe de la rebeldía, que no veo en los nuevos pintores de la época. Casi todos globalizados o al servicio del narcotráfico, como parecer ser el caso de Fernando Botero, desean que su obra alcance valores económicos que solamente pueden pagar las clases poderosas y adineradas.

Triste tragedia, el nuevo pintor mexicano que tiene que convivir con las clases privilegiadas que hoy tienen el control de nuestro país, quienes se distinguen, entre muchas otras cosas más, por ser víctimas de una supina ignorancia que les prohíbe entrar al mundo de la creatividad en el que Siqueiros, Rivera y Orozco son los emperadores vitalicios.

No pudo cumplir su sueño "El Coronelazo" de regresar a España para encontrarla libre del franquismo contra el que luchó, ni pudo tampoco abrazar a los miembros de esa generación internacional que fueron sus compañeros de guerra en el movimiento civil español en el que combatió con decoro y con valor incomparable.

Email: notario177@msn.com

A David Alfaro Siqueiros se le conoció primero en el medio artístico y después en el mundo y en la historia como "El Coronelazo". Nacido en los finales del siglo XVIII se convirtió, con el amanecer del nuevo siglo, en un ícono del arte comprometido con la ideología socialista

Junto con Diego Rivera y Orozco se integran en una odisea histórica: La revolución de la pintura en los murales, para describir la pasión de un pueblo rompiendo las cadenas de la esclavitud que caracterizó el feudalismo mexicano.

Siqueiros fue soldado, capitán en la Revolución Mexicana, participó en España durante la guerra civil y demostró un encono irreversible contra el franquismo, desafortunadamente -lo que son las cosas- se pasó al otro extremo, pues fue un instrumento del estalinismo en nuestro país que se utilizó para tratar de dar muerte a León Trotski.

Siqueiros y Diego Rivera vivieron en París, allá en la ciudad luz, pintaron y dejaron en la Francia de esa época que incendiaba al mundo con la pintura moderna, su propia identidad.

Eran distintos y diferentes entre sí, ¿cómo no iban a ser distintos y diversos? si ambos eran esencia misma de la pasión que a su vez es extremosa y neurótica.

En sus memorias "Me llamaban El Coronelazo", se describe como un signo bifronte, mitad mural de sí mismo y mitad alegoría de un tiempo que parece lejano y, sin embargo, le produjo calvarios y agonía.

"El Coronelazo" tuvo la ventaja que tienen casi todos los grandes hombres que destacan en la historia aun en condiciones adversas a la civilización, la compañera y el amor ideal en una mujer que lo estimuló, comprendió y apoyó en todas sus tareas por llevar a la realidad el mundo que él había concebido para la clase trabajadora. Siqueiros creía en la igualdad y en la justicia social. Era un convencido de que en nuestro país había llegado el tiempo de poner en práctica las libertades y las ideas con que se oreaba el pensamiento francés.

Fueron los sectores intelectuales y artísticos con los que convivió junto con Diego Rivera, quienes con cincel pulcro y exacto lo remodelaron para la gran lucha social que sostuvo en nuestro país.

Esto en cierta medida fue producto de la generosa compañía de su esposa -quien también tiene un sitio en la historia de México- Angélica Arenal, una espléndida heroica civil.

Julio Scherer en un estupendo reportaje que se transformó en un libro estupendo, "La piel y la entraña", relata el cruce de esas existencias, el encuentro desmedido entre Siqueiros, Diego Rivera y Orozco. Dice Scherer que un día cuando Siqueiros estaba en la cárcel, un general de la Revolución pidió al alcalde de la prisión que le permitiera dejar libre, por una noche, a su excapitán de los días de la bola y la pólvora. Lo llevaron a un cabaret y la orgía duró hasta los amaneceres y después lo regresaron a su celda.

Casi sería una aventura de García Márquez que Julio Scherer con su notable verbo deslumbrante en la anécdota reveladora nos da Fe de verdad y de que así ocurrió. Y que fueron una de las mejores noches del artista.

A distancia "El Coronelazo", con sus pros y sus contras, es un héroe de la rebeldía, que no veo en los nuevos pintores de la época. Casi todos globalizados o al servicio del narcotráfico, como parecer ser el caso de Fernando Botero, desean que su obra alcance valores económicos que solamente pueden pagar las clases poderosas y adineradas.

Triste tragedia, el nuevo pintor mexicano que tiene que convivir con las clases privilegiadas que hoy tienen el control de nuestro país, quienes se distinguen, entre muchas otras cosas más, por ser víctimas de una supina ignorancia que les prohíbe entrar al mundo de la creatividad en el que Siqueiros, Rivera y Orozco son los emperadores vitalicios.

No pudo cumplir su sueño "El Coronelazo" de regresar a España para encontrarla libre del franquismo contra el que luchó, ni pudo tampoco abrazar a los miembros de esa generación internacional que fueron sus compañeros de guerra en el movimiento civil español en el que combatió con decoro y con valor incomparable.

Email: notario177@msn.com