/ sábado 19 de septiembre de 2020

Letra Pública | Cineasta genial

Desde hace días traía en mente desarrollar un tema acerca de un acontecimiento que impactó en su momento a los sectores que protegen a los animales y que me llamó la atención por dos razones.

Primero, porque uno de los cineastas más importantes que existen en el mundo, que cuenta con el prestigio total a su obra cinematográfica, hizo de este acontecimiento, que más adelante contaré, un excelente filme, que desafortunadamente no fue muy apreciado por la gente que disfruta del buen cine y por lo tanto el interés de Werner Herzog se logró medianamente.

Independientemente del valor de la película que este genio del cine denominó "El hombre oso" (Grizzly man), que relata en forma brutal la vida de un norteamericano de nombre Timothy Treadwell, que asfixiado por la modernidad y la civilización de Norteamérica decide retirarse con más frecuencia a una zona de Alaska donde existen afortunadamente gran cantidad de osos grises con los cuales Timothy escogió vivir, en lugar de la gente que trató cotidianamente durante su vida en Estados Unidos.

Dentro de la historia del norteamericano que se fue a convivir a la región de Alaska con los osos grises y que finalmente uno de ellos lo devoró junto con su compañera que en esta ocasión había tenido la mala decisión de acompañarlo al campamento que verano con verano hacía Timothy en la región de Alaska para convivir con la naturaleza y la fauna y de esta forma desintoxicarse de la complicada sociedad moderna de los Estados Unidos.

El trágico desenlace que el cineasta alemán Werner Herzog incluye en la película que filmó valiéndose de todo el material que el propio Timothy había logrado con su videocámara, es patético con todo y que no muestra la grabación donde el norteamericano y su pareja son devorados por dos osos viejos, que ya no tenían las facultades para cazar salmones en las cascadas, por lo que decidieron alimentarse de este ser humano que justificaría incluso su sacrificio pero jamás perdonaría ver que a un oso un cazador lo matara, una y otra vez.

Timothy ignoró los mandatos de los parques nacionales que consisten en mantenerse a cierta distancia de los osos. El riesgo que corría formaba parte de los estímulos del viaje, poco a poco, el temor se transformó en la necesidad de ser devorado. Con un dramatismo desprovisto de truculencia, Herzog relata este proceso límite.

En el documental fílmico aparecen entrevistas con el piloto del avión que cada verano llevaba a Timothy al sitio donde ponía su campamento; declaró que en esta ocasión él percibió que su viajero estaba destinado a sacrificarse porque se instaló en un segmento en donde habitan los osos más salvajes.

Durante la película se provoca una interrogación que nos pone a pensar a todos los que sentimos respeto por la naturaleza y por los animales en virtud de que los consideramos seres con vida:

¿Por qué razón un hombre que ama la naturaleza y a los osos convierte su amor por los animales en un singular rito en el cual el sacrificado es él?

Seguramente este explorador deseaba huir de un entorno insatisfactorio en el cual era víctima de profundas crisis ante la imposibilidad de detener la conducta depredadora del ser humano en su afán de acabar con la naturaleza y la fauna.

Quizá Timothy pensó que llegó a entender a los animales, que se había dado entre ellos y él una línea de entendimiento en el cual no tan solo él los comprendía sino que ellos, los osos, lo entendían a él.

Este "Hombre oso" exploró en forma radical el sentido de pertenencia en un entorno donde el afecto debe de competir con el apetito de los osos. El personaje de la película "El hombre oso", de Werner Herzog -relata el cineasta en el filme- es un tipo de ser humano que frecuentemente padecía crisis personales y vocacionales, se inventó un apellido, asumió un falso acento australiano, fue víctima del alcohol y las terapias hasta entender que la forma de sobreponerse a su temperamento bipolar era asumir una pasión extrema por una especie con la que pudiera comunicarse a través de conjeturas, atribuyéndole méritos que lo consolaban.

Desde mi punto de vista el personaje real de la película que comento cometió el pecado de santificar a los osos y colocar en el infierno a los seres humanos que supuestamente lo perseguían. Fue su vida un constante afán para encontrarle sentido a su existencia y quizá lo alcanzó adorando como lo hizo a la fauna que predomina en Alaska, aunque finalmente el destino cruel lo hizo pagar con su vida esa pasión que sintió por los osos grises que lo hizo borrar el límite que existe entre la conducta salvaje de los animales y el razonamiento y sentido común que debe prevalecer en el hombre.

Desde hace días traía en mente desarrollar un tema acerca de un acontecimiento que impactó en su momento a los sectores que protegen a los animales y que me llamó la atención por dos razones.

Primero, porque uno de los cineastas más importantes que existen en el mundo, que cuenta con el prestigio total a su obra cinematográfica, hizo de este acontecimiento, que más adelante contaré, un excelente filme, que desafortunadamente no fue muy apreciado por la gente que disfruta del buen cine y por lo tanto el interés de Werner Herzog se logró medianamente.

Independientemente del valor de la película que este genio del cine denominó "El hombre oso" (Grizzly man), que relata en forma brutal la vida de un norteamericano de nombre Timothy Treadwell, que asfixiado por la modernidad y la civilización de Norteamérica decide retirarse con más frecuencia a una zona de Alaska donde existen afortunadamente gran cantidad de osos grises con los cuales Timothy escogió vivir, en lugar de la gente que trató cotidianamente durante su vida en Estados Unidos.

Dentro de la historia del norteamericano que se fue a convivir a la región de Alaska con los osos grises y que finalmente uno de ellos lo devoró junto con su compañera que en esta ocasión había tenido la mala decisión de acompañarlo al campamento que verano con verano hacía Timothy en la región de Alaska para convivir con la naturaleza y la fauna y de esta forma desintoxicarse de la complicada sociedad moderna de los Estados Unidos.

El trágico desenlace que el cineasta alemán Werner Herzog incluye en la película que filmó valiéndose de todo el material que el propio Timothy había logrado con su videocámara, es patético con todo y que no muestra la grabación donde el norteamericano y su pareja son devorados por dos osos viejos, que ya no tenían las facultades para cazar salmones en las cascadas, por lo que decidieron alimentarse de este ser humano que justificaría incluso su sacrificio pero jamás perdonaría ver que a un oso un cazador lo matara, una y otra vez.

Timothy ignoró los mandatos de los parques nacionales que consisten en mantenerse a cierta distancia de los osos. El riesgo que corría formaba parte de los estímulos del viaje, poco a poco, el temor se transformó en la necesidad de ser devorado. Con un dramatismo desprovisto de truculencia, Herzog relata este proceso límite.

En el documental fílmico aparecen entrevistas con el piloto del avión que cada verano llevaba a Timothy al sitio donde ponía su campamento; declaró que en esta ocasión él percibió que su viajero estaba destinado a sacrificarse porque se instaló en un segmento en donde habitan los osos más salvajes.

Durante la película se provoca una interrogación que nos pone a pensar a todos los que sentimos respeto por la naturaleza y por los animales en virtud de que los consideramos seres con vida:

¿Por qué razón un hombre que ama la naturaleza y a los osos convierte su amor por los animales en un singular rito en el cual el sacrificado es él?

Seguramente este explorador deseaba huir de un entorno insatisfactorio en el cual era víctima de profundas crisis ante la imposibilidad de detener la conducta depredadora del ser humano en su afán de acabar con la naturaleza y la fauna.

Quizá Timothy pensó que llegó a entender a los animales, que se había dado entre ellos y él una línea de entendimiento en el cual no tan solo él los comprendía sino que ellos, los osos, lo entendían a él.

Este "Hombre oso" exploró en forma radical el sentido de pertenencia en un entorno donde el afecto debe de competir con el apetito de los osos. El personaje de la película "El hombre oso", de Werner Herzog -relata el cineasta en el filme- es un tipo de ser humano que frecuentemente padecía crisis personales y vocacionales, se inventó un apellido, asumió un falso acento australiano, fue víctima del alcohol y las terapias hasta entender que la forma de sobreponerse a su temperamento bipolar era asumir una pasión extrema por una especie con la que pudiera comunicarse a través de conjeturas, atribuyéndole méritos que lo consolaban.

Desde mi punto de vista el personaje real de la película que comento cometió el pecado de santificar a los osos y colocar en el infierno a los seres humanos que supuestamente lo perseguían. Fue su vida un constante afán para encontrarle sentido a su existencia y quizá lo alcanzó adorando como lo hizo a la fauna que predomina en Alaska, aunque finalmente el destino cruel lo hizo pagar con su vida esa pasión que sintió por los osos grises que lo hizo borrar el límite que existe entre la conducta salvaje de los animales y el razonamiento y sentido común que debe prevalecer en el hombre.