/ jueves 19 de noviembre de 2020

Letra pública | La pobreza de México

Cuando todo México vivía inmerso en la falsa utopía que significaba el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, (hay que recordarlo para que no se olvide), quien a raja tabla implantó en el país el modelo neoliberal, olvidándose de todos los pobres, que en número redondos ya suman más de 50 millones de mexicanos, de los cuales 20 viven en la extrema pobreza.

Se escuchó el grito que representó el estallido social de Chiapas, que, como un dique, paró en seco, el triunfalismo del Salinismo, que algunos analistas llegaron a denominar como "el nuevo milagro mexicano".

El primer mexicano que se ocupa en nuestro país de la pobreza fue Ignacio Ramírez, "el nigromante", aquel que públicamente dijo: "Dios no existe". Él, sesudamente se hizo la pregunta; ante la asfixiante realidad que vivía el país de su época, "¿Qué hacemos con los pobres?".

Pregunta que ha ido trascendiendo a través de los sexenios que han gobernado este país y que no han resuelto el meollo de la pobreza que genera injusticia y discriminación social.

Mucho antes, José María Morelos y Pavón en su discurso sobre los Sentimientos de la Nación, había escrito con meridiana claridad visionaria que era "necesario moderar la opulencia y la indigencia, para que, de tal suerte, se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto".

La pobreza en México, desde la colonia hasta nuestro día, no es más que la expresión del fracaso de las políticas públicas aplicadas por los gobiernos que nos han dirigido.

El general Lázaro Cárdenas, fue el primero de los gobernantes de esta época moderna quien volvió a tocar la utopía de pretender hacer posible la fusión de los dos México, tratando de crear una improbable alianza entre las dos naciones.

Expresando su convicción que una intervención del estado cada vez mayor y más a fondo, podría disminuir la pobreza y acabar con los compromisos de los campesinos, que son los que menos tienen.

Sin embargo, el gobierno del General Cárdenas solo duró seis años y la realidad de la pobreza en México volvió a convertirse en una utopía lejana de los programas de los gobiernos que han representado a esta nación.

Junto al "Boom" que significó el aparatoso gobierno del Salinismo, que representó el triunfo de los tecnócratas que trataban de inventar un nuevo país. Borrando al México de los miserables, queriendo convertir en "mito genial" la pobreza de cincuenta millones de mexicanos.

Surge la reacción social de los inconformes contra este proyecto económico, que olvida a la mitad de los mexicanos. Representando un estado sin compromisos; un país en donde no pasa nada; y en donde la paz y la estabilidad no está garantizada.

A la pregunta de ¿Qué hacemos con los Pobres?, surgen voces que nos hablan de autonomía, de democracia, de dignidad y de reconocer el otro México que tiene algo que decir, que debe poder decidir su futuro, y que la paz depende de que salgan de su atraso histórico.

En México los datos sobre la desnutrición son apabullantes, la mala calidad de la educación, los bajos niveles de salud, los bajos salarios, el desempleo, las desigualdades, la concentración de la riqueza; todos estos factores deben ser analizados por el Estado, en su afán siempre fallido, de acabar con la pobreza en el país.

Quizá el ingrediente más importante para acabar con la pobreza sea la democracia. Tan temida por los conservadores y por los acaparadores de la riqueza, por todo lo que representa.

No en balde, Lucas Alamán el gran cerebro conservador del siglo pasado, lo sabía, y fue contundente al señalar: "La democracia podría favorecer a los más pobres: Por eso hay que evitarla".

Para concluir debo decir que la lucha contra la pobreza en México no puede ser resultado de un programa; debe ser el centro de la política económica y la razón de Estado.

E-mail: notario177@msn.com

Cuando todo México vivía inmerso en la falsa utopía que significaba el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, (hay que recordarlo para que no se olvide), quien a raja tabla implantó en el país el modelo neoliberal, olvidándose de todos los pobres, que en número redondos ya suman más de 50 millones de mexicanos, de los cuales 20 viven en la extrema pobreza.

Se escuchó el grito que representó el estallido social de Chiapas, que, como un dique, paró en seco, el triunfalismo del Salinismo, que algunos analistas llegaron a denominar como "el nuevo milagro mexicano".

El primer mexicano que se ocupa en nuestro país de la pobreza fue Ignacio Ramírez, "el nigromante", aquel que públicamente dijo: "Dios no existe". Él, sesudamente se hizo la pregunta; ante la asfixiante realidad que vivía el país de su época, "¿Qué hacemos con los pobres?".

Pregunta que ha ido trascendiendo a través de los sexenios que han gobernado este país y que no han resuelto el meollo de la pobreza que genera injusticia y discriminación social.

Mucho antes, José María Morelos y Pavón en su discurso sobre los Sentimientos de la Nación, había escrito con meridiana claridad visionaria que era "necesario moderar la opulencia y la indigencia, para que, de tal suerte, se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto".

La pobreza en México, desde la colonia hasta nuestro día, no es más que la expresión del fracaso de las políticas públicas aplicadas por los gobiernos que nos han dirigido.

El general Lázaro Cárdenas, fue el primero de los gobernantes de esta época moderna quien volvió a tocar la utopía de pretender hacer posible la fusión de los dos México, tratando de crear una improbable alianza entre las dos naciones.

Expresando su convicción que una intervención del estado cada vez mayor y más a fondo, podría disminuir la pobreza y acabar con los compromisos de los campesinos, que son los que menos tienen.

Sin embargo, el gobierno del General Cárdenas solo duró seis años y la realidad de la pobreza en México volvió a convertirse en una utopía lejana de los programas de los gobiernos que han representado a esta nación.

Junto al "Boom" que significó el aparatoso gobierno del Salinismo, que representó el triunfo de los tecnócratas que trataban de inventar un nuevo país. Borrando al México de los miserables, queriendo convertir en "mito genial" la pobreza de cincuenta millones de mexicanos.

Surge la reacción social de los inconformes contra este proyecto económico, que olvida a la mitad de los mexicanos. Representando un estado sin compromisos; un país en donde no pasa nada; y en donde la paz y la estabilidad no está garantizada.

A la pregunta de ¿Qué hacemos con los Pobres?, surgen voces que nos hablan de autonomía, de democracia, de dignidad y de reconocer el otro México que tiene algo que decir, que debe poder decidir su futuro, y que la paz depende de que salgan de su atraso histórico.

En México los datos sobre la desnutrición son apabullantes, la mala calidad de la educación, los bajos niveles de salud, los bajos salarios, el desempleo, las desigualdades, la concentración de la riqueza; todos estos factores deben ser analizados por el Estado, en su afán siempre fallido, de acabar con la pobreza en el país.

Quizá el ingrediente más importante para acabar con la pobreza sea la democracia. Tan temida por los conservadores y por los acaparadores de la riqueza, por todo lo que representa.

No en balde, Lucas Alamán el gran cerebro conservador del siglo pasado, lo sabía, y fue contundente al señalar: "La democracia podría favorecer a los más pobres: Por eso hay que evitarla".

Para concluir debo decir que la lucha contra la pobreza en México no puede ser resultado de un programa; debe ser el centro de la política económica y la razón de Estado.

E-mail: notario177@msn.com