/ domingo 15 de noviembre de 2020

Liberándose del alcohol | La gratitud

La comunidad de Alcohólicos Anónimos incluye en su contenido doctrinario el don de la gratitud como parte fundamental en el proceso de recuperación de un enfermo alcohólico. Cuando un enfermo se acerca a la comunidad de A.A. en busca de apoyo para su recuperación, trae consigo muchas frustraciones de la vida en la que ha sobrevivido en las últimas fechas, e incluso durante toda su existencia.

Por ejemplo, una persona que hasta los 40 años se enteró, que el señor a quien le ha llamado papá, en realidad no es su padre sanguíneo, pero su madre guardó el secreto durante 40 años. Al saber quién es su padre y que existe y vive en la misma ciudad, lo busca esperando tener un encuentro que le produjera cierta satisfacción; sin embargo, su padre sanguíneo lo rechaza de inmediato y no quiere saber nada de él. La frustración es terrible y el desencanto de su madre también. Hechos como este siembran en el corazón humano sentimientos de inconformidad, de perturbación y de ingratitud con la vida.

Desde los tiempos de Jesús, es impactante el relato de los 10 leprosos que fueron curados por el Maestro y 9 fueron dominados por la ingratitud y solo uno regresó a darle gracias a quien los había sanado. Este hecho se entiende con mayor intensidad si recordamos la terrible enfermedad de la lepra en ese siglo. No solo era repugnante, destructiva e incurable. Era también temible por sus efectos sociales. El leproso debía ser aislado de su familia y del resto de la sociedad, aunque frecuentemente en compañía de otros leprosos. Tan rigurosa era la prohibición de contacto físico para evitar el contagio que, cuando alguien se acercaba al desdichado, este había de avisar gritando: ¡inmundo! Para que nadie se le acercase. Este relato de ingratitud nos lo heredó Lucas en 17:11-9. Es muy entendible que un leproso de aquel tiempo, no estuviera ni tantito agradecido con la vida, pero que tal si de un momento a otro te desaparecen esa porquería.

La historia humana está saturada de eventos que generan mucha decepción e ingratitud en las personas y por supuesto que se buscan soluciones para suavizarlas o eliminarlas, pero no siempre es posible. En el terreno del alcoholismo, los enfermos de este mal incurable han vivido en carne propia infinidad de momentos de amargura. Su hipersensibilidad maximiza su sufrimiento y por lo mismo se profundiza en el consumo del alcohol. Cuando llega a la comunidad de A.A. hay que trabajar incansablemente para darle la vuelta a la amargura, la frustración y a toda la carga emocional negativa que han acumulado. La ventaja en A.A. es que ya el enfermo no está solo, sino que tiene apoyo incondicional de personas que ya transitaron por esos escabrosos senderos, y lo siguen haciendo con notable éxito.

La gratitud es un estado de ánimo que surge cuando uno adquiere conciencia de los beneficios recibidos en nuestra vida y por fortuna no hay ser humano que no haya recibido, al menos un beneficio. Para empezar la vida misma. Sin duda podemos hacer una lista interminable de lo que hemos recibido a través de nuestra existencia.

Un alcohólico Anónimo puede agradecer que ha parado de beber, es decir, ha detenido su autodestrucción, su salud está mejorando notablemente, su economía está libre de deudas que le quitaban el sueño, su familia puede estar tranquila porque no llegará borracho, ni tendrán que ir a buscarlo al hospital o a la cárcel. Él puede agradecer que se enfrenta a los problemas sin miedo y de frente. El alcohólico puede agradecer que por la mañana se levanta y se dirige a su Poder Superior, Dios como él lo concibe y le da gracias porque le obsequia un día más con un propósito dirigido a su bienestar y al de su entorno. En fin, la conciencia de la gratitud poco a poco ganará terreno en el ánimo del alcohólico y los espacios de tiempo se irán ampliando y casi de manera inconsciente se dará cuenta de que mientras permanece agradecido, está de buen humor y no hay espacio para la frustración, ni para ninguna emoción negativa.

Si tienes problema con tu manera de vivir, acércate a la comunidad de A.A. Es muy sencillo marca uno de los siguientes teléfonos y ahí te orientarán: (833) 212 56 34, (833) 228 90 03 y (833) 216 60 58.

La comunidad de Alcohólicos Anónimos incluye en su contenido doctrinario el don de la gratitud como parte fundamental en el proceso de recuperación de un enfermo alcohólico. Cuando un enfermo se acerca a la comunidad de A.A. en busca de apoyo para su recuperación, trae consigo muchas frustraciones de la vida en la que ha sobrevivido en las últimas fechas, e incluso durante toda su existencia.

Por ejemplo, una persona que hasta los 40 años se enteró, que el señor a quien le ha llamado papá, en realidad no es su padre sanguíneo, pero su madre guardó el secreto durante 40 años. Al saber quién es su padre y que existe y vive en la misma ciudad, lo busca esperando tener un encuentro que le produjera cierta satisfacción; sin embargo, su padre sanguíneo lo rechaza de inmediato y no quiere saber nada de él. La frustración es terrible y el desencanto de su madre también. Hechos como este siembran en el corazón humano sentimientos de inconformidad, de perturbación y de ingratitud con la vida.

Desde los tiempos de Jesús, es impactante el relato de los 10 leprosos que fueron curados por el Maestro y 9 fueron dominados por la ingratitud y solo uno regresó a darle gracias a quien los había sanado. Este hecho se entiende con mayor intensidad si recordamos la terrible enfermedad de la lepra en ese siglo. No solo era repugnante, destructiva e incurable. Era también temible por sus efectos sociales. El leproso debía ser aislado de su familia y del resto de la sociedad, aunque frecuentemente en compañía de otros leprosos. Tan rigurosa era la prohibición de contacto físico para evitar el contagio que, cuando alguien se acercaba al desdichado, este había de avisar gritando: ¡inmundo! Para que nadie se le acercase. Este relato de ingratitud nos lo heredó Lucas en 17:11-9. Es muy entendible que un leproso de aquel tiempo, no estuviera ni tantito agradecido con la vida, pero que tal si de un momento a otro te desaparecen esa porquería.

La historia humana está saturada de eventos que generan mucha decepción e ingratitud en las personas y por supuesto que se buscan soluciones para suavizarlas o eliminarlas, pero no siempre es posible. En el terreno del alcoholismo, los enfermos de este mal incurable han vivido en carne propia infinidad de momentos de amargura. Su hipersensibilidad maximiza su sufrimiento y por lo mismo se profundiza en el consumo del alcohol. Cuando llega a la comunidad de A.A. hay que trabajar incansablemente para darle la vuelta a la amargura, la frustración y a toda la carga emocional negativa que han acumulado. La ventaja en A.A. es que ya el enfermo no está solo, sino que tiene apoyo incondicional de personas que ya transitaron por esos escabrosos senderos, y lo siguen haciendo con notable éxito.

La gratitud es un estado de ánimo que surge cuando uno adquiere conciencia de los beneficios recibidos en nuestra vida y por fortuna no hay ser humano que no haya recibido, al menos un beneficio. Para empezar la vida misma. Sin duda podemos hacer una lista interminable de lo que hemos recibido a través de nuestra existencia.

Un alcohólico Anónimo puede agradecer que ha parado de beber, es decir, ha detenido su autodestrucción, su salud está mejorando notablemente, su economía está libre de deudas que le quitaban el sueño, su familia puede estar tranquila porque no llegará borracho, ni tendrán que ir a buscarlo al hospital o a la cárcel. Él puede agradecer que se enfrenta a los problemas sin miedo y de frente. El alcohólico puede agradecer que por la mañana se levanta y se dirige a su Poder Superior, Dios como él lo concibe y le da gracias porque le obsequia un día más con un propósito dirigido a su bienestar y al de su entorno. En fin, la conciencia de la gratitud poco a poco ganará terreno en el ánimo del alcohólico y los espacios de tiempo se irán ampliando y casi de manera inconsciente se dará cuenta de que mientras permanece agradecido, está de buen humor y no hay espacio para la frustración, ni para ninguna emoción negativa.

Si tienes problema con tu manera de vivir, acércate a la comunidad de A.A. Es muy sencillo marca uno de los siguientes teléfonos y ahí te orientarán: (833) 212 56 34, (833) 228 90 03 y (833) 216 60 58.