/ domingo 19 de julio de 2020

Liberándose del Alcohol | La vida es muy bonita

El don más preciado que Dios

ha dado al ser humano es

la vida. La antítesis de la

vida es la muerte.

Por esta razón las enfermedades mortales son tan temibles para las personas. Y con toda la razón del mundo. La vida es muy bonita y nos encanta vivirla felizmente. Todos sabemos que la felicidad no es permanente, hay épocas en que se nos esconde y aparece en su lugar el dolor, el sufrimiento la angustia y muchas otras formas de adversidad, pero sabemos que son transitorias y que pronto se irán y regresará la tan preciada felicidad.

Sin embargo, hay enfermedades incurables que se enquistan en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu y en nuestra mente que modifican la vida de las personas y éstas se tienen que adaptar a cierta disciplina para poder vivir con tranquilidad, por ejemplo, la diabetes. Una persona con este padecimiento puede llevar una vida feliz si se adapta gustosamente a su tratamiento, el cual fundamentalmente consiste en una dieta bien definida, ejercicio físico y medicamentos específicos y desde luego el desarrollo permanente de una vida espiritual. De esto no hay duda. Tengo la experiencia de convivir con mi esposa, que tiene 15 años con la enfermedad de la diabetes. Ella participó con otras personas diabéticas en un grupo de ayuda mutua promovido por el IMSS, llamado DiabetImss donde varias personas logran una vida con un alto porcentaje de tranquilidad.

El alcoholismo es otra enfermedad incurable que está presente en millones de habitantes de todo el mundo. Al ser una enfermedad mental, nubla la capacidad de juicio lógico del enfermo. Con esa capacidad de juicio dañada, surge una característica del enfermo alcohólico que es muchas veces mortífera. Esa característica es la ingobernabilidad. Consiste en no aceptar gobierno de nadie. El alcohólico rechaza la autoridad de todos, sea su madre, su patrón, la policía, su médico, el gobierno, etc. él quiere hacer lo que se le da su regalada gana, pésele a quien le pese. Esta actitud mental trae graves consecuencias en las circunstancias pandémicas que vivimos. Es decir, las medidas preventivas que hay que observar para prevenir el coronavirus como son: usar el cubrebocas, guardar la sana distancia, toser protegiéndonos con el ángulo interno del codo. El enfermo alcohólico rechaza a priori cualquier imposición. Lo visualiza como acto de autoritarismo el cual no puede aceptar. Sin lugar a dudas esta postura trae consecuencias mortales, el riesgo se eleva y sucede lo que tiene que suceder. El alcohólico ingobernable se contagia de Covid-19 y existe una alta probabilidad de muerte. De los casi 80 decesos que tiene Tampico actualmente, como consecuencia del Covid-19, algunos fueron consumidores de alcohol que se negaron a proteger adecuadamente el don más sagrado que Dios les regaló: la vida.

Es cierto que para estas personas que murieron ya no hay remedio. Pero es un hecho que hay muchos enfermos que siguen consumiendo alcohol, destruyendo su vida y exponiéndose al contagio del coronavirus, como para llegar más rápido a la meta: la muerte.

A las personas que son dependientes del alcohol, adictos consuetudinarios, los invito a que hagan un esfuerzo por liberarse del alcohol. Estoy seguro que solos no podrán y por ello los invito a que se acerquen a la organización de Alcohólicos Anónimos en donde recibirán la ayuda necesaria para poder abandonar esta terrible adicción. La ingobernabilidad irá cediendo poco a poco y verán la vida como algo hermoso y digno de ser disfrutado. El coronavirus es más letal cuando hay alcoholismo. Neguémosle esa oportunidad.

Llamen a cualquiera de los teléfonos siguientes y ahí los orientarán adecuadamente: 833 2166058, 833 2289003, o el 833 4741489.

Muchas gracias.

El don más preciado que Dios

ha dado al ser humano es

la vida. La antítesis de la

vida es la muerte.

Por esta razón las enfermedades mortales son tan temibles para las personas. Y con toda la razón del mundo. La vida es muy bonita y nos encanta vivirla felizmente. Todos sabemos que la felicidad no es permanente, hay épocas en que se nos esconde y aparece en su lugar el dolor, el sufrimiento la angustia y muchas otras formas de adversidad, pero sabemos que son transitorias y que pronto se irán y regresará la tan preciada felicidad.

Sin embargo, hay enfermedades incurables que se enquistan en nuestro cuerpo, en nuestro espíritu y en nuestra mente que modifican la vida de las personas y éstas se tienen que adaptar a cierta disciplina para poder vivir con tranquilidad, por ejemplo, la diabetes. Una persona con este padecimiento puede llevar una vida feliz si se adapta gustosamente a su tratamiento, el cual fundamentalmente consiste en una dieta bien definida, ejercicio físico y medicamentos específicos y desde luego el desarrollo permanente de una vida espiritual. De esto no hay duda. Tengo la experiencia de convivir con mi esposa, que tiene 15 años con la enfermedad de la diabetes. Ella participó con otras personas diabéticas en un grupo de ayuda mutua promovido por el IMSS, llamado DiabetImss donde varias personas logran una vida con un alto porcentaje de tranquilidad.

El alcoholismo es otra enfermedad incurable que está presente en millones de habitantes de todo el mundo. Al ser una enfermedad mental, nubla la capacidad de juicio lógico del enfermo. Con esa capacidad de juicio dañada, surge una característica del enfermo alcohólico que es muchas veces mortífera. Esa característica es la ingobernabilidad. Consiste en no aceptar gobierno de nadie. El alcohólico rechaza la autoridad de todos, sea su madre, su patrón, la policía, su médico, el gobierno, etc. él quiere hacer lo que se le da su regalada gana, pésele a quien le pese. Esta actitud mental trae graves consecuencias en las circunstancias pandémicas que vivimos. Es decir, las medidas preventivas que hay que observar para prevenir el coronavirus como son: usar el cubrebocas, guardar la sana distancia, toser protegiéndonos con el ángulo interno del codo. El enfermo alcohólico rechaza a priori cualquier imposición. Lo visualiza como acto de autoritarismo el cual no puede aceptar. Sin lugar a dudas esta postura trae consecuencias mortales, el riesgo se eleva y sucede lo que tiene que suceder. El alcohólico ingobernable se contagia de Covid-19 y existe una alta probabilidad de muerte. De los casi 80 decesos que tiene Tampico actualmente, como consecuencia del Covid-19, algunos fueron consumidores de alcohol que se negaron a proteger adecuadamente el don más sagrado que Dios les regaló: la vida.

Es cierto que para estas personas que murieron ya no hay remedio. Pero es un hecho que hay muchos enfermos que siguen consumiendo alcohol, destruyendo su vida y exponiéndose al contagio del coronavirus, como para llegar más rápido a la meta: la muerte.

A las personas que son dependientes del alcohol, adictos consuetudinarios, los invito a que hagan un esfuerzo por liberarse del alcohol. Estoy seguro que solos no podrán y por ello los invito a que se acerquen a la organización de Alcohólicos Anónimos en donde recibirán la ayuda necesaria para poder abandonar esta terrible adicción. La ingobernabilidad irá cediendo poco a poco y verán la vida como algo hermoso y digno de ser disfrutado. El coronavirus es más letal cuando hay alcoholismo. Neguémosle esa oportunidad.

Llamen a cualquiera de los teléfonos siguientes y ahí los orientarán adecuadamente: 833 2166058, 833 2289003, o el 833 4741489.

Muchas gracias.